El pasado lunes 3 de noviembre, el presidente Javier Milei, su hermana Karina, el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y el ministro del Interior, Diego Santilli, recibieron en la Casa Rosada al Consejo Directivo Nacional de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA). Un acto protocolar que incluyó el canto de himnos y canciones de fe. Entre los asistentes, también estuvo Gabriel Ballerini, pastor evangélico y ferviente militante en contra del derecho al aborto legal.
Ballerini venía de participar también en La Derecha Fest donde pidió: “Argentina necesita volver a Dios”. Esta semana, el pastor fue tendencia en X por el cruce que tuvo con Ernesto Tenenbaum en su programa radial. Allí, volvió a repetir que el aborto es “un eufemismo para decir que una mamá está matando a su hijo”, que Cometierra, la novela de Dolores Reyes, es pornográfica, y que en las Marchas del Orgullo los manifestantes se pasean desnudos.
Al día siguiente de la visita de ACIERA a Casa de Gobierno, el Presidente recibió a una nueva comitiva evangélica encabezada por Franklin Graham, director ejecutivo de la Asociación Evangelista Billy Graham, su padre. A los tres días, Graham hijo colmó el estadio de Velez con el Festival evangélico Esperanza Buenos Aires. Allí, el asesor de Donald Trump dijo: “El sexo debe ser usado dentro del matrimonio. No entre dos hombres. No entre dos mujeres”. Los detalles los contó León Nicanoff en esta crónica.
Al avance de personajes con discursos que implican un retroceso sobre derechos que parecían garantizados –como el acceso al aborto o la libertad para decidir con quien ir a la cama–, esa semana se sumó el subsecretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, quien se refirió al número de 30.000 desparecidos: “Si uno llegara a cuestionar el famoso número de la cantidad de desaparecidos que hubo durante el periodo de la dictadura militar de 1976–1983 automáticamente cae en el negacionismo. Y todos sabemos, no podemos ser ingenuos, cómo se arribó a ese número, porque además hoy en día quien lo ideó lo reconoce públicamente y lo dice públicamente y hay un montón de reportajes que en los medios y en las redes sociales están guardados donde confiesa por qué se hizo y con qué intención se hizo”.
Baños habló ante el Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas (CAT) donde fue citado para dar explicaciones sobre los recortes en el área de Derechos Humanos. En la ONU, el funcionario negó recortes en su área y de paso se despachó con todo el discurso negacionista de la gestión libertaria.
Nada de todo esto es nuevo. Los cuestionamientos al número de desaparecidos, al “curro de los derechos humanos”, y a la supuesta “ideología de género” comenzaron durante la administración macrista. Sin embargo, parecieron casos aislados que si bien no tuvieron sanción tampoco cosecharon demasiado eco. De hecho, durante los cuatros años macristas no prosperaron los intentos por declarar la imprescriptibilidad de los crímenes cometidos por las organizaciones guerrilleras y los juicios por crímenes de lesa humanidad continuaron.
El papel de varios legisladores macristas también fue clave en la aprobación del matrimonio igualitario –Patricia Bullrich fue una de las que votó a favor–, lo mismo que el activismo que algunos de sus dirigentes, como Silvia Lospennato o Daniel Lipovetzky, tuvieron para lograr la aprobación de la ley de acceso al aborto.
Prevalecía en todo caso, la convicción de seguir adelante con acuerdos básicos sobre como evoluciona una sociedad en democracia.
Esta semana, volvieron a sonar las señales de alarma para recordar que es el Presidente y su Gobierno desde donde habilita y amplica discursos que retroceden sobre esos consensos democráticos.
MG