Diez años le llevó a Loreley El Jaber (Buenos Aires, 1972) investigar algunas de las traiciones, los juicios, los asesinatos y las conspiraciones que ocurrieron en alta mar durante la conquista europea del siglo XVI y escribir esas historias de un modo legible, fluído, riguroso y poético. Lo hizo tomando como base la documentación de los juicios que se realizaron contra la autoridad despiadada de ciertos hombres, nombres habituales en los libros de historia, esos que encabezaron los viajes rumbo al Río de La Plata durante los tiempos de la conquista.
La ensayista y docente, que fue mi profesora en Narrativa Latinoamericana en la carrera Artes de la Escritura, tuvo la habilidad de oir ciertas voces acalladas, enhebrarlas y convertirlas en la trama de una plebe sometida por los líderes españoles que luego de largos viajes desembarcaron en estas tierras para someter a todos los seres vivos en las márgenes del Plata. Pero no sólo a ellos. Antes y después lo hicieron con la población de las embarcaciones con las que se habían hecho a la mar rumbo a América. La falta de información sobre ese fenómeno constituyó para El Jaber “la marca de una espacialidad significante”. La autora se convirtió en quien escucha y rescata a aquella plebe rebelde, desplazándose “por los bordes para oir esas voces liminares”.
La política comienza y termina en los cuerpos, cita al filósofo francés Jean-Luc Nancy en el volumen titulado Motines y traición en el Río de La Plata, de editorial Tinta Limón. Doctora en Letras, profesora de la UBA y la UNA, visitante en universidades de Estados Unidos y Francia, Loreley Rita aborda y borda las historias de algunos gobernadores, capitanes, adelantados que se perciben traicionados y aperciben a sus subordinados con crueldad. Son conflictos que “surgen y se reproducen, paranoia que se acrecienta, el miedo aumenta y la muerte acecha”. Hombres y mujeres que acuden a la justicia para salvarse y hacerse valer mediante el litigio. Siguiendo a Judith Butler, En la ley, la voz subalterna se subjetiviza.
Esta plebe habla en el marco de un discurso legal encorsetado, como testigos contra las figuras de Sebastián Caboto, Pedro de Mendoza, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y Jaime Rasquin. Son relatos de resistencia que se cuelan, desnudan mugre, violencia, arbitrariedades de españoles contra españoles poderosos.
El conflicto inicial que se aborda es el de Caboto con el capitán Rojas, el piloto Rodas y el lugarteniente Méndez, acusados de amotinadores y abandonados en una isla. Luego, le toca el turno a Mendoza, enjuiciado por asesinar al maestre de campo Juan Osorio, citado una y otra vez en la literatura de estos lares. A Cabeza de Vaca lo envían engrillado a España condenado por traición. Finalmente, la escritora trabaja con los conflictos que surgen con Rasquin por el padecer por falta de suministros de la gente que está a bordo de los navíos que comanda.
Cuerpos “de puro espacio y silencio”, como poetiza Inés Aráoz. “El cuerpo muerto y violentado por traición hace de cada herida una boca parlante que precisa de un intermediario que enuncie y vengue por ella”, escribe El Jaber, ella misma intermediaria, mientras amplía la mirada, descifrando murmullos, silencios, decires potentes.
Cito a Alberto Laiseca, autor de la novela Los Sorias: Si alguna vez un cuerpo fue imaginario e inencontrable y, al mismo tiempo, infinitamente real, es en el caso del pueblo.
El lunes pasado, el médico y docente de la UBA Claudio Capuano, un referente de los derechos humanos en la Argentina y el exterior, fue distinguido en la Legislatura de CABA por su libro Hijos de la otredad. Se trata de un ensayo sobre los rasgos comunes que existieron entre la apropiación de bebés, niñas y niños durante la última dictadura argentina y durante el franquismo, en España.
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel -prologuista de la publicación- se refirió a la tristeza que percibía en los rostros de los asistentes dada la situación política, social y económica actual, proponiendo que “no dejemos que nos sigan robando la alegría y la esperanza” e invitando a multiplicar la conciencia sobre la continuidad que existe entre la gestión del gobierno de Milei, el de Macri y el de Menem.
Justamente esas 3 M son “tan mortales como lo fue la triple A” y “forman parte de una guerra contrainsurgente de baja intensidad” dijo la periodista Stella Calloni, en el programa radial Hilando Fino, de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Calloni, especialista en política internacional, consideró que la Argentina es el modelo de cómo se puede tomar un país sin tanques ni armas.
Las 3 M fueron llegando al Ejecutivo para desmantelar la Argentina junto con los medios hegemónicos, que convirtieron a la nuestra en “una sociedad zombificada por los misiles mediáticos” dijo la autora del libro Los años del lobo. Operación Cóndor.
Señaló la comunicadora y poeta durante la entrevista que le realizó Gabriel Wainstein que, lo que está ocurriendo hoy, “estaba escrito. Es la actualización de la antigua doctrina Monroe, la de la consigna: América para los (norte) americanos”, un plan colonial. “Somos pueblos pobres viviendo en países riquísimos, con petróleo, litio y un territorio tan extenso como despoblado”.
Máster en Bioética y Derecho, Coordinador de la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina de la UBA, Capuano profundizó en la responsabilidad de las instituciones del Estado, el marco jurídico entre la legalidad y la ilegalidad, bajo una dictadura que impuso el pensamiento y el comportamiento único, sometiendo a la sociedad por medio del terror, el ocultamiento de información y el silencio cómplice del destino de los niños secuestrados y desaparecidos.
Durante su trabajo se topó con la figura de Antonio Vallejo Nágera, ideólogo del régimen franquista, padre de la psiquiatría española y responsable de los argumentos científicos que pretendieron justificar los crímenes de lesa humanidad.
En Hijos de la otredad, Capuano sumó una cita del psiquiatra: “El saneamiento y regeneración eugenésico de un pueblo o raza requiere que se actué sobre la totalidad de los individuos que la constituyen. La regeneración de una raza impone una política que neutralice el daño que puede venirle al plasma germinal de los agentes patógenos, tanto físicos como psíquicos, materiales como morales”. Un calco del nazismo.
Nágera planteaba que la eugenesia debía ser intelectual, el enemigo no eran el negro o el judío, sino el comunista. Desde entonces se construyó al enemigo desde las fronteras ideológicas, no las físicas ni geográficas. Puede haberlo dentro del propio Estado-Nación. Las fronteras son las del propio cuerpo: esa “otredad” a la que hay que eliminar. Así, este médico y profesor comprendió y escribió sobre lo que sucedió en España, un laboratorio de la desaparición que luego se replicó en otras dictaduras.