CRÓNICA

“No les importó si había niños ni mujeres mayores”, relatos de la represión a comunidades mapuche de Vaca Muerta

El domingo 20 de julio arrancó semi nublado, calmo, sin el tráfico de la semana en la esquina de Roca y La Rioja, en Neuquén. Era el sexto día que las comunidades mapuche permanecían en las afueras de la Casa de Gobierno, acompañando a las autoridades comunitarias que se encadenaron en las barandas de ingreso. En el grupo de 50 personas se mezclaban una decena de niños.

Mapuches y no mapuches que se acercaron para acompañar el reclamo conservaban el ánimo y hacían frente al cansancio de estar en la calle después de tantos días. Había incertidumbre por la falta de respuesta del gobierno y la denuncia penal que recibieron la noche anterior. Mates calentitos para afrontar el frío invernal y conversaciones alrededor del fogonero que mantuvo firme su llama, como el reclamo por las personerías jurídicas de cuatro comunidades del Consejo Zonal Xawvn Ko de la Confederación Mapuche de Neuquén asentado en la región de Vaca Muerta.

Pero la permanencia mapuche en la Casa de Gobierno terminó con una violenta represión ordenada por el gobernador Rolando Figueroa. “A trabajar”, ordenó la ronda de comisarios que dieron el ultimátum tras cumplirse el plazo de 2 horas desde el aviso de desalojo que las comunidades rechazaron. Dos cuadras de perímetro policial, ambulancia, bomberos, 120 agentes a pie y en motos, y un cordón de escudos que avanzó bruscamente sobre la gente en cuestión de segundos.

Cuando la policía avanzó, las autoridades comunitarias encadenadas empezaron a cantar “el Pueblo Mapuche vive, la lucha sigue y sigue”.

El resultado fueron 18 detenidos: un menor de edad, cinco mujeres mapuche, una mujer de ADUNC, y once varones, dos de ellos de organizaciones y un transeúnte que sacaba fotos. Entre los apresados hubo heridos, y muchas personas de la permanencia, incluidos niños, resultaron con lesiones por el procedimiento violento de la policía.

Un reclamo que comenzó en 2016

Durante seis días reclamaron las personerías jurídicas para cuatro comunidades –Lof Newen Kura, Fvta Xayen, Lof Kelv Kura y Lof Ragilew Cárdenas–, un trámite que en algunos casos había comenzado en 2016 y que había cumplido con todos los requisitos. Habían pasado, ademas, 290 días desde una mesa de diálogo con el Ministro de Gobierno, Jorge Tobares. Estaba claro que se trataba de una obstrucción política, más que de procedimiento.

El registro de personerías jurídicas de las comunidades es importante para adquirir derechos indígenas legislados amparados por leyes nacionales y tratados internacionales. Con la personería no sólo se reconoce la preexistencia de las comunidades asentadas tradicionalmente en los territorios que ocupan, sino también se asegura “la participación en la gestión de los recursos naturales y demás intereses que los afecten”, tal como establece el artículo 75 de la Constitución Nacional. En Vaca Muerta, el crecimiento de la explotación hidrocarburífera durante los últimos diez años incrementó también la conflictividad con las comunidades mapuche, ya que en la región se ubican los principales yacimientos, como Loma Campana y Puesto Hernández, que pueden provocar graves impactos ambientales por el uso del fracking.

A la permanencia frente a la Casa de Gobierno, las comunidades también llevaron caballos y chivos para mostrar en la ciudad como es la convivencia con los animales. Fue, además, una forma de protesta, ya que no tener la personería jurídica también trae consecuencias en la provisión de agua y de alimento en los campos. El discurso oficial difundió que los animales alteraban el orden, generaban olor, que los vecinos se quejaban, y que era peligroso. Un comentario de una publicación en redes de una transeúnte confrontó ese discurso: “nosotros nos acercamos con mi bebé a ver los caballitos y un señor muy amable nos invitó a acercarnos más y a ver los chivitos, era una manifestación pacífica.”

Eli Dumigual recuerda ese momento en el que los agentes avanzaron “sin importar que había niños, que había mayores, sin importarle nada. Entre el medio del caos yo quedé a un costado con mi hijo. Había policías por todos lados, nos tenían rodeados por todos lados. Tratábamos de salir de alguna forma, de salir, de ayudar. Había una ñañita (hermana mapuche) que estaba queriendo resguardar a su pequeño, alcanzó a meter a su nene a un vehículo y la sacaron de los pelos, una golpiza. Había tres, cuatro policías hombres que la estaban golpeando”.

Yoha de Fvta Xayen, quien había conseguido subir a la camioneta con su hijo luego de que su pareja no pudo protegerlo más bajo su makuñ (prenda tejida que usan los hombres), agregó que ese niño vió cómo golpeaban a su mamá.

Esa mamá se llama Noemi Olivera y tiene 27 años. Su hijo tiene 3. Noemi había regesado esa mañana del domingo a la gobernación porque había olvidado la tapa del termo el día anterior. Ella es nieta de Felicinda Maripan, prima de quien fue Ñizol Logko, autoridad máxima de la Confederación Mapuche de Neuquén durante tres mandatos, Elías Maripan. Hoy no vive en comunidad, pero es una mujer mapuche y ciudadana neuquina que se solidariza con su pueblo y que estuvo acompañando la permanencia.

–“Nos empezaron a empujar, a correr, y yo no me dejé empujar y pegar –cuenta–. Y fue ahí cuando me empezaron a agredir, me pellizcaban el brazo para reducirme. Y mi preocupación es que mi lamgen Unelen había quedado sola con los niños adentro del auto y entonces dije yo, si le están pegando a las ñañas, gente grande, no tienen respeto por el adulto mayor, menos van a tener piedad por los niños. Ahí yo traté de llegar a la camioneta, unos segundos eternos, y no me dejaron. Me quisieron poner precintos en las manos, me patearon los tobillos, me cagaron a palos, me quisieron reducir y yo ahí decidí agarrarme de la puerta de la camioneta y no me moví. Me tenían incluso agachada.”

Unelen Cayul, del Lof Newen Mapu, cuenta que resguardaron en un vehículo a cinco picikece, niños y niñas, lo más rápido que pudieron. Eso los protegió físicamente, aunque previamente una de las niñas del Lof Fvta Xayen, Aime Paynemil de 6 años, resultó con quemaduras cuando la policía pateó violentamente el fogonero esparciendo las brazas encendidas.

Los niños y niñas mapuche fueron espectadores de toda la escena de represión hacia sus madres, abuelas, padres, hermanos, tíos, y de cómo se los llevaban.

–“Eso les causó muchísimo daño psicológico porque hasta el día de hoy no se borran esa imagen. Hay niños que aún no pueden volver a la escuela, por miedo. Fueron momentos muy tensos, todos los niños llorando, todos los niños gritando. Era imposible brindarles tranquilidad, por todo lo que estaban viendo, porque querían ver todo lo que pasaba, no querían estar sentados, y eso era imposible de impedírselo. Mientras yo luchaba para que la policía no nos abra las puertas del vehículo, no podía encargarme de todos los niños que estaban adentro, hasta que se subió otra mamá”, dice Unelen.

“Parecía un cordero tirado en el piso”

Una vez pasada la represión, la policía dejó que la camioneta saliera del lugar. Unelen manejó con todos los picikece en busca de su hijo Meliantv, el menor que se llevaron detenido, casi sin tomar noción de que era la primera vez que estaba manejando en la ciudad.

En medio de la represión, cuando el cordón policial de escudos avanzó contra la gente, Meliantv, de 15 años, tomó la xuxuka –un instrumento de viento característico de la música mapuche– y tocó. Luego, con sus propias manos intentó evitar que cortaran las cadenas de las autoridades encadenadas a las barandas de ingreso de la Casa de Gobierno. Meliantv vio cuando se estaban llevando a su tío Awka de las patas. Vio también que a su kuku –abuela–, le estaban pegando e intentó ayudarla.

– “Un policía me quiso agarrar del cogote –dice Meliantv– y quise llegar a donde estaba la kuku. Parecía que no llegaba más. Iba por la mitad del camino y me vino el escopetazo (golpe con la culata del rifle) y se me nublo la vista. Yo estaba en el piso, y cuando me quiero levantar me quedé de rodillas, y viene otro y me pega con la cachiporra en la cara. Y eran como siete los que me tenían. Me pisaron, me empezaron a pegar en la espalda, en las piernas, parecía un cordero tirado en el piso, porque me tenían los pies para arriba. Cuando estaba en el piso yo le decía ‘soy menor, sueltenme’, pero me decían, ‘ya estás en el piso, no seas maricon. Maricón, puto’, y me seguian pegando. Y no me dejaron de pegar hasta que me llevaron hasta la camioneta”.

Lo subieron al móvil de traslado a la comisaría de menores. Meliantv lloraba con desconsuelo. Se le caían las lágrimas. Además de sufrir por los golpes –le dejaron la cara partida–, tenía miedo por sus hermanitos. A Newen Antv de 14 años también le pegó la policía. Mientras estaba agarrado de la vkvja de su mamá Eli –un rebozo que usan las mujeres para abrigo y protección espiritual–, recibió un golpe con un escudo y un bastonazo en las piernas. A Eli también le pegaron con el bastón en la espalda. En la guardia del hospital confirmaron que tenía fisurada la costilla izquierda. “Reprimieron con bronca”, dice Eli entre llanto.

“Lo que duele es cuando te tocan a la mamá”, cuenta Pagi sobre el momento en que terminó tirado en el piso, ahorcado por la policía con su propio makuñ. Veía con impotencia, sin poder movilizarse, cómo le pegaban a su madre María Piciñam, Pijan Kuse, autoridad ceremonial de la zonal. Ella sostuvo su kulxug, una caja de resonancia mapuche, el mayor tiempo que pudo mientras la atacaban intentando sacarselo. Por lo traumático de la golpiza que le dieron. Solo recuerda que en el forcejeo casi pierde su xariwe, la faja tejida a telar que se ajusta en la cintura, y que pertenecía a su hija Celinda Ayme, quien falleció hace 11 años.

La werken Karen, vocera del Lof Newen Kura, intentó defenderla.

–“Tenían a la lamgen María en el piso, golpeándola entre varios policías, arrastrándola, haciéndose que se pegue en su cabeza, y me quiebro ante todo esto porque es una mujer mayor, la cual no tiene la fuerza para golpear a nadie. Traté de defenderla hasta donde más pude. Le arrancaron a su hijo de los brazos, golpeándolo los policías, y no eran mujeres, eran hombres, todos los que nos golpearon eran hombres. Uno para tratar de sacarme de arriba de la lamgen, me agarra de los pelos, otro me agarra del cuello, y entre tres me tiran contra la pared, entre tres policías hombres, para que no defienda más a la lamgen María”.

Karen fue una de los 18 detenidos durante ese operativo. Cuando la esposaron lo hicieron con brutalidad y le provocaron un traumatismo en la muñeca por apretamiento. Como distinguió Melina Schierloh, secretaria de prensa de Asociación de Docentes de la Universidad Nacional del Comahue que fue detenida por estar dando apoyo, al igual que referentes de la Asamblea Por los Derechos Humanos y del Partido de los Trabajadores Socialistas, que sólo a los y las mapuche esposaron. Karen y Melina fueron las primeras de seis mujeres en ser encerradas en una celda. .

Cuando Melina llegó al lugar se sumó a la barrera para proteger a las autoridades encadenadas. Para entonces, la polícía comenzaba a desmantelar los corrales de animales hechos con palets mientras el comisario arengaba a sus subordinados diciéndoles “¡peguen, peguen!”.

Volaban reposeras por todos lados, el gas lacrimógeno era insoportable. El comisario que la arrastró –como muestra un video que se hizo viral– la ahorcó y mirándola a los ojos le dijo: “raja de acá porque vas a cobrar, te pensás que no te voy a pegar porque sos mujer.”

Los policías que les pegaron a los y las mapuche fueron en su mayoría varones, aunque unas pocas mujeres también fueron parte de la represión. Pewtun Nawel, recientemente recibida de arquitecta y a cargo de filmar el operativo, fue otra de las detenidas y atacada por oficiales mujeres y varones mientras intentaba defender a sus hermanos. Su papá, el reconocido referente Jorge Nawel, quiso evitar que se la llevaran pero un policía lo amenazó con volarle la cabeza.

“Ya nos intentaron desaparecer una vez, lo están intentando de nuevo, no van a poder”, expresó el werken Diego de Fvta Xayen cuando lo llevaban a la comisaría segunda. Tanto él como Awka alcanzaron a darle Melina Schierloh sus xarilogko, la vincha tejida que usan en la cabeza, por temor a que se los sacaran.

El operativo de desalojo y la feroz represión ordenada por el gobernador de la Provincia de Neuquén Rolando Figueroa no resolvió el conflicto de fondo. El jueves, unas 10 mil personas se movilizaron por el centro neuquino en apoyo a la Confederación Mapuche de la provincia. Mientras tanto, continúa la exigencia de respuesta por parte del gobierno.

MCD/MG