Vecinos indignados por el crimen del kiosquero: “Se supone que el centro de Ramos Mejía es la zona más tranquila y te matan a las dos de la tarde”

Hay seis velas sobre el cordón de la vereda y una cartulina que dice “Justicia por Roberto. Lo mataron sin piedad. No tengamos piedad con sus asesinos”. Está pegada a la cortina del Drugstore Pato, el kiosco del centro de Ramos Mejía en el que este domingo a las dos de la tarde asesinaron a su dueño, Roberto Sabo, de 48 años.

A tres cuadras, al 500 de la Avenida de Mayo de esta parte de La Matanza, seis policías de los Grupos Especiales ostentan escudos para defender el edificio que custodian: la Comisaría Segunda de Ramos Mejía. Aquí quedaron detenidos el hombre de 29 años y la adolescente de 15 imputados por el homicidio de Sabo, que fue de al menos de un disparo en la cabeza.

“Acá en Ramos Mejía estamos muertos de miedo. Todos los días hay un crimen. Todos. La gente que viene acá a la farmacia, sobre todo los más mayores, ya lo hace sin cartera. Traen la plata para los remedios en la ropa interior”, describe Karina Adán, que atiende una farmacia en la misma cuadra en la que asesinaron al kiosquero y que vive a 400 metros de esta vereda que ahora tiene velas y bronca.

“Roban de todo. La plata, la bicicleta, las compras. Cualquier cosa. La Policía está en los controles de autos, cada tanto paran a uno, pero no mucho más que eso”, sostiene Adán. Ulises Lenz también es vecino del kiosco, y cliente hace años. “En La Matanza no tenemos seguridad, es una zona liberada. Se supone que el centro de Ramos Mejía es la zona más tranquila y te matan a las dos de la tarde”, dice.

“El principal responsable es Fernando Espinoza, que hace 16 años se alterna en el poder con Verónica Magario. Guarda la plata que se supone que es para seguridad en un plazo fijo, ¿y dónde está la seguridad?”, suma Lenz.

En 2019, un informe del programa Periodismo Para Todos (PPT) aseguró que la administración matancera, en ese momento a cargo de Magario, había depositado 9.200 millones de pesos en un plazo fijo del Banco Provincia, algo que en ese momento fue admitido por Roberto Feletti, entonces secretario de Hacienda del municipio y actual secretario de Comercio Interior de la Nación. Según el informe periodístico, en ese momento el monto equivalía a lo necesario para, por ejemplo, asfaltar más de 950 calles o a abastecer con cloacas a casi 5.300 hogares y con agua potable a 5.100 familias.

“Espinoza hijo de puta”, grita un colectivero mientras avanza por la Avenida de Mayo de Ramos, al ritmo de que todavía no llegó la hora pico. Lo grita a la altura del kiosco que atendía Sabo y, a veces, alguno de sus dos mellizos de 16 años. Ya lo había atendido Pedro Sabo, padre de Roberto, que este domingo dijo, mientras lloraba y exigía Justicia delante del negocio familiar: “Ahora quiero agradecer a Alberto y a Cristina, que largan chorros, asesinos y matones a matar gente buena en la calle”.

Este domingo, pasadas las 21, el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, fue a la Comisaría Segunda de Ramos Mejía. Los vecinos habían exigido su presencia allí y esos mismos vecinos lo recibieron con gritos: “¡Asesino, asesino!” y también “¡hijo de puta, hijo de puta!”.

“Tenemos pensado reunirnos de nuevo esta tarde -por este lunes, desde las 19- pero también estamos atentos a qué quiera y pueda hacer la familia de Roberto en medio de tanto dolor”, dice Lenz.

Manuela tiene 79 años y una vela blanca en la mano. La arrima a las seis que ya custodian el kiosco y se persigna. “Para que descanse en paz”, dice. Le faltan unos metros para llegar a la farmacia. No lleva cartera.

JR