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Los 70 de Charly García
Aunque vives en mundos de cine: Charly García entre la pantalla y la música

Charly García en la foto de lanzamiento de Random (2017)

Juan Rapacioli

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En el segundo tomo del monumental Esta noche toca Charly (Gourmet Musical), Roque Di Pietro se detiene en un momento menos conocido de la famosa entrevista que Jorge Lanata le hizo a Charly García en su programa Día D. Según cuenta Di Pietro que cuenta Carlos Polimeni, la animosidad entre el periodista y el músico no se debió solamente al exceso de egos, sino a un dato de color cinematográfico: el fragmento de la película The Day the Earth Stood Still (Robert Wise, 1951), que García eligió para la ocasión y que Lanata desconocía. El episodio, aunque anecdótico, ilustra la sugestiva y cambiante presencia del séptimo arte en la obra del músico argentino que hoy cumple 70 años. 

La máquina de mirar 

¿Qué es el cine para Charly García? Desde el hippismo melancólico de Vida (1972) a la resurrección conceptual de Random (2017), la intensa carrera del hombre nacido como Carlos Alberto García Moreno está atravesada por los efectos de la gran pantalla. Pero el influjo del invento de los hermanos Lumière en su producción no es solo de orden referencial o admirativo, sino que funciona como constructor de sentido para sus canciones. García no se limita a observar el cine desde su obra, sino que toma sus elementos -planos, encuadres, montajes, cortes- para configurar una poética. García, a lo largo de los años y de los discos, fue ocupando todos espacios de la experiencia cinematográfica, desde el joven espectador que se preguntaba ¿Qué se puede hacer salvo ver películas? hasta el viejo bromista de Ella es tan Kubrick, pasando por la autoconciencia del director que medita la escena: “Y yo estoy con la máquina de mirar, justo en el paraíso para filmar”. 

Operación Densa 

Se podría pensar que hay dos dimensiones en la relación de Charly García con el cine: una pública, otra íntima. Lo notable es cómo, en cierto momento, estas dimensiones se empiezan a mezclar hasta fusionarse en un cuadro conceptual que no distingue entre vida y obra. Como señala Luciano Lahiteau en una nota de la revista Caligari, “la obra de García es esencialmente un entramado donde lo sonoro y lo visual no pueden separarse. Es cine por otros medios”. Charly mirando a Charly. En sus comienzos, el músico se dedicó a poblar su trabajo con referencias, guiños, destellos del universo cinematográfico. En la oscura visión de Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974) -fin del sueño hippie de Sui Géneris que le dio lugar a una anticipación kafkiana de la realidad del país- se pueden escuchar dos películas breves: Pequeñas delicias de la vida conyugal, una alegre pero frágil canción sobre el vínculo monogámico basada en la obra de Ingmar Bergman (Escenas de la vida conyugal, 1973) y Las increíbles aventuras del Sr. Tijeras, un retrato ficcional de Miguel Paulino Tato, director del Ente de Calificación Cinematográfica desde la presidencia de María Estela de Perón hasta fines de la última dictadura cívico-militar. Conocido por censurar más de 300 películas, el personaje aparece en la canción como un burócrata reprimido y obsesionado con el sexo que termina cortando con sus tijeras a una mujer que sale de la pantalla. La canción, como el álbum, hace una aguda reflexión sobre la censura y la opresión de aquellos años, pero también aborda un tema que García seguiría explorando: el límite difuso entre ficción y realidad. En ese sentido, García se apoya en la fantasía del cine para observar la realidad. El cine ofrece un escapismo ambiguo: es la posibilidad de habitar una ilusión que, a su vez, devuelve una imagen (más nítida) de lo real. 

Canción de Hollywood 

Si bien hay muchos nombres que se mueven en el imaginario cinematográfico de Charly -de Billy Wilder a Quentin Tarantino, pasando por Luis Buñuel, Akira Kurosawa y la siempre inalcanzable Marylin Monroe-, hay uno que atraviesa su producción con especial densidad: Stanley Kubrick, el hombre que con 13 películas revolucionó el cine contemporáneo. En 1972, cuando Charly comenzaba su aventura musical entre la formación clásica, la herencia del tango, el legado de los Beatles y cierto aire folk de protesta, David Bowie le daba vida a Ziggy Stardust, un alienígena andrógino que respondía a muchas obsesiones del británico, entre ellas, la estética ultra-violenta de La naranja mecánica (1971), adaptación que hizo Kubrick de la novela homónima de Anthony Burgess. Algunos años antes, Bowie había lanzado al espacio a Major Tom, el protagonista de la canción Space Oddity, inspirada en 2001: Odisea del espacio (1968), la película con la que Kubrick cambió para siempre el cine de ciencia ficción y que impactó definitivamente en la cultura popular. 

Los temas del filme -la alienación, los límites de lo humano, la inteligencia artificial, la soledad- determinaron la poética de Bowie y la de Charly García, que asimiló el clima espacial en La hija de la lágrima (1994), el álbum que divide su obra en dos grandes bloques de creación y anuncia un modo de producción caótico, excesivo, sobreproducido pero siempre calculado. En términos cinematográficos, es como si Charly hubiese abandonado la butaca de espectador (“El cine de mi barrio ya me mostró la escena”) para pasar a ser la escena. Como en la novela de Lewis Carroll que García leyó en clave de rock en Canción de Alicia en el país, el personaje Charly se mete en su propia película y vive la fantasía proyectada por él mismo. Si antes era un fabricante de mentiras, ahora es un ilusionista que mira desde la pantalla. Así como la fusión de género musical y ego artístico quedó cristalizada en Rock and Roll YO (donde se escucha un fragmento de Lolita de Kubrick), el concepto en clave fílmica podría ser Cine YO. El entrelazamiento del Charly autor y el Charly personaje llega a su extremo en Kill Gil, descargo violento de un artista al borde de sí mismo. García se inspira en Kill Bill para concebir su propio relato de venganza. 

Lo que dice la lluvia 

Renacimiento y reconfiguración, Random (2017) es un regreso a las fuentes que condensa muchas etapas (muchas escenas) del universo García. Un monóculo fantástico que deja ver el aire fresco de sus primeros años hasta la densidad say no more. En uno de los grandes temas del álbum, Lluvia, el personaje reconecta con el espectador de la ilusión: “Me escapé una vez, me metí en un cine sucio y vi cómo él bailaba en la lluvia” (Singin’ in the Rain, 1952). Al final, Charly sale de la pantalla y vuelve a mirar la película que vio una vez. 

JR

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