Correr hacia atrás, libros de julio

“Escribo para que me lean en 1640”, afirmó Pascal Quignard. Quería decir, tal vez, que no hay progreso en el arte, que el pasado, ya sea personal o histórico, está en las palabras mismas y que lo que se busca, en ese movimiento retrospectivo, es siempre la noche originaria, un espacio de ilusión y omnipotencia, un sustituto de la magia de la infancia.
También Héctor Murena, autor de un libro excepcional, La metáfora y lo sagrado, propuso practicar el arte de volverse anacrónico. Se refería, sin duda, al arte de percibir aquello que está más próximo al origen.
Aclárese que el origen no está ubicado en ningún pasado temporal: convive con el devenir histórico y no cesa de operar en él, del mismo modo que el embrión continúa actuando en los tejidos del organismo maduro y el niño en la vida psíquica del adulto.
Esta relación atípica que se establece con el propio tiempo, adhiriendo a él a través de un desfasaje, es lo que Giorgio Agamben llamó “lo contemporáneo”. Obras contemporáneas serían, en su visión, aquellas que trabajan en contra de su propio tiempo para ser después, paradójicamente, su tiempo mismo.
El desafío es grande.
Hay que poder admitir “lo intempestivo”, aceptar esa luz que se aleja infinitamente de nosotros, bajo la forma de un “demasiado pronto” que es también un “demasiado tarde”, de un “ya” que es también un “no aun”.
En el mismo sentido, Marthe Robert escribió que “lo moderno no es una cuestión de edad. En cuanto a lo nuevo, muy pronto será vetusto si no explicita a fondo qué lo fuerza a romper con la tradición”.
La frase recuerda –contra el apuro de las modas– que el arte es y ha sido siempre, al menos desde el primer trazo humano en las cavernas, un palimpsesto (una constante recreación o “decreación”, como diría Anne Carson), y que la calidad de una obra suele coincidir con la profundidad de campo de sus referencias.
También recuerda que la literatura es el único lugar donde podemos no ser contemporáneos sino de la humanidad, situarnos en silencio frente a la totalidad del ser.

El texto que acaban de leer lleva como título Correr hacia atrás, lo escribió María Negroni y pertenece a su libro Colección permanente (Random House, 2025).
Empieza este trotecito semanal, contradictorio, en reversa. Se llama Mil lianas.
1. Libros de julio. Entre novelas, textos de no ficción, cuentos, reediciones, materiales híbridos y ensayos, los grandes grupos editoriales, los sellos medianos, los pequeños y todos aquellos que distribuyen sus títulos en el país anunciaron la llegada de una gran cantidad de publicaciones a lo largo de todo el mes.
Subrayo algunos nombres y títulos que me interesaron en especial. Además del excelente Colección permanente, de María Negroni, llegaron por estos días las novelas Un hombre y Dos mujeres, un díptico muy particular de Juan José Becerra, y las reediciones de Eisejuaz, de Sara Gallardo (publicó Fiordo) y de La azotea, de la escritora uruguaya Fernanda Trías (publicó la editorial Marciana).
Pero hay mucho más. Por acá pueden leer una especie de selección que armé.

La guía con algunos de los libros destacados de julio se puede encontrar en este enlace.
2. Feria de Editores 2025. Esta semana se dieron a conocer los detalles de la Feria de Editores de este año, uno de los encuentros de la profusa agenda porteña más esperados por algunos lectores y lectoras. Según adelantaron los organizadores, del 7 al 10 de agosto se volverán a reunir en el barrio de Chacarita más de 300 editoriales independientes de Argentina, de algunos países de Latinoamérica y de España, que pondrán a la venta sus publicaciones. Como en cada edición de la FED, habrá también una serie de charlas gratuitas durante los cuatro días.
Para ir agendando y organizando la visita con tiempo, pueden leer por acá sobre las novedades y los nombres de algunos participantes confirmados, además de los nuevos premios que la FED entregará este año y el particular asunto elegido para el libro gratuito que se regala a los visitantes todos los años.

La Feria de Editores 2025 se llevará adelante en el C Complejo Art Media (Avenida Corrientes 6271, CABA) entre el 7 y el 10 de agosto. Más información, en este enlace.
3. Emmy 2025. Por estos días se anunció la lista de nominados a los Emmy, el premio más importante que se otorga a la televisión internacional (o, como decíamos la semana pasada para referirnos al teléfono, a eso que seguimos insistiendo en llamar así).
Me alegró saber que entre las series nominadas están Severance (hablamos de esa obra maestra por acá), Hacks (una de mis favoritas siempre, como les conté varias veces), Adolescencia (sin dudas, una revelación y una enorme apuesta que llevó adelante Stephen Graham, de él les hablé en más de una entrega de Mil lianas) y The Pitt (más, por acá).
Quienes quieran llegar a la premiación con la tarea hecha (la ceremonia recién será en septiembre, por mi parte estoy mirando con muchísima alegría la comediaThe Studio, que compite por el premio en varios rubros) pueden leer la lista completa con las nominaciones en este enlace. Y un recordatorio: por acá tienen la guía de los lanzamientos de este mes con series y películas destacadas que se pueden ver por streaming.

La lista de series nominadas a los Premios Emmy 2025 se puede leer por acá. En este enlace, una guía con series y películas destacadas de julio.
4. Apostilla. Arrancamos con una referencia muy luminosa al anacronismo. Si quieren seguir dándole vueltas al asunto, entre libros y películas –pero más libros– por acá me referí a esos que justamente le escapan al año en el que salieron o a cualquier idea de época. Hay más: en este enlace pueden encontrarse con una oda al contrabando temporal con varias lecturas y autores, y por acá pueden leer sobre algunas máquinas del tiempo hechas de palabras.
Banda sonora. Alguien que siempre está volviendo, alguien que desafía cualquier temporalidad: David Bowie. Por esta publicación de Rolling Stone en Instagram (no se pierdan la galería completa, las imágenes son alucinantes) me enteré de que va a salir un nuevo libro de fotos del artista, en manos de Denis O'Regan, un fotógrafo muy cercano a Bowie, que lo retrató entre los ‘70 y los ‘90. Además de anotar el libro en una lista imaginaria de regalos –el vaivén: cumplir años dentro de muy poco/vivir lejos de donde se publican ese tipo de libros– me puse a escuchar en continuado varios de sus discos. Aunque nuestra lista compartida ya tiene mucho de Bowie, aproveché la ocasión para sumarle algunas canciones más. Se encuentra, como todas las semanas, por acá.
Hablando de libros y de música, por estos días estará llegando a la Argentina uno del que me hablaron muy bien y que tiene como protagonista a Julio Iglesias (si se lo perdieron, hablamos del cantante por acá). Lo escribió Ignacio Peyró, se llama El español que enamoró al mundo y lo publica Libros del Asteroide.
“Idolatrado por millones y discutido por críticos, su vida mezcla hits planetarios, enfermedades superadas, trajes impecables y algún que otro escándalo financiero, político o amoroso. En El español que enamoró al mundo, Ignacio Peyró –maestro de la prosa– se anima a meterse de lleno en la cultura popular para retratar a Julio desde sus inicios hasta su consagración universal… y su inesperada resurrección como meme. Pero no se queda solo en la música: explora también el impacto de Iglesias en la sociedad española y su papel como punta de lanza del pop latino internacional”, adelantan desde la editorial.

Bonus track. Hace poquito fui a ver la obra El trabajo, de Federico León (se presenta en Buenos Aires en el espacio Zelaya, del Abasto, por acá pueden encontrar información sobre funciones y horarios). Todavía sigo buscando palabras para describir eso descomunal y profundamente único que pasa en ese escenario y en sus alrededores. Todavía sigo tambaleando con su profunda onda expansiva. Mientras tanto, les dejo esta entrevista con el director y dramaturgo que le hizo María Daniela Yaccar para Página/12. Y subrayo esto que dice Federico León sobre su tarea: “Siento que los talleres que doy ya no son de teatro. Es un trabajo de elongar actitudes. Un trabajo con seres humanos que tienen una idiosincrasia, una forma de ser, de funcionar y es como intentar probar que por un momento esa psiquis y ese cuerpo funcionen de otra manera. Uno es muy editor permanentemente de uno mismo. Edita lo que quiere o le conviene mostrar. Me interesa el material en bruto; que uno en un taller pueda ofrecerse completo, con luces y sombras. Va más allá del teatro”.
Posdata. Gracias a quienes me escribieron en estos días a propósito de la entrega de la semana pasada dedicada al mar. En especial a Ana, Milagro, Laura, alguien en Instagram que lleva como nombre de usuario “Hay algo mejor?”. Y también a Leandro, que me recordó la película El faro, de Robert Eggers, a propósito del comentario sobre el libro La torre del amor, de Rachilde.
La película, que es buenísima y supo estar disponible en plataformas cuando se lanzó en 2019, ahora lamentablemente sólo se encuentra en los pasillos non sanctos de la virtualidad. Les dejo el tráiler, les recuerdo que siempre me encuentran por acá y me despido hasta la próxima.
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