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La avenida del medio de la elección

Entre egos y un cierre de listas caótico, el peronismo disidente gana fuerza en el armado bonaerense

Florencio Randazzo, Juan Schiaretti y Julio Zamora, los peronistas del armado de centro

María Cafferata

17 de julio de 2025 07:12 h

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A menos de 100 horas del cierre de listas, el frente Somos Buenos Aires, la nueva avenida del medio de la elección bonaerense, tiene un desafío: evitar la ruptura y posicionarse como la única alternativa a la motosierra libertaria y la agenda “Cristina Libre”. Necesitan ser competitivos y superar el techo de 10 puntos y apuestan, para ello, a jugar la carta de los pesos pesados. Cuentan con intendentes y dirigentes nacionales y apuestan a aprovecharlos con una lógica: los peronistas a las listas del conurbano, los radicales a las listas del interior.

En el frente no conocen un día de paz. Desde su oficialización el 9 de julio, cada 24 horas, algún dirigente de “Somos Buenos Aires” anuncia que se retira –o amenaza con retirarse– por alguna diferencia irreconciliable con otro de los integrantes del espacio. Hay demasiados nombres propios y pocos lugares en las listas. Hay sospechas y rencillas con años de antigüedad. Hay demasiados partidos y demasiadas agendas políticas, y la posibilidad de unificar posturas detrás de un mismo eje de campaña todavía se vislumbra casi imposible.

Pablo Juliano, Julio Zamora, Maricel Etchecoin, Juan Schiaretti, Facundo Manes y Florencio Randazzo el día del cierre de alianzas

La alianza con la UCR es tambaleante: el tándem Facundo Manes-Juan Schiaretti logró cerrar un acuerdo con los intendentes radicales, pero el sector que responde a Maximiliano Abad juega constantemente a dinamitar el acuerdo. Hace dos días, el intento de Schiaretti de sumar al ex intendente de Merlo, Raúl Othacehé, generó un cortocircuito con la UCR que Abad aprovechó para intentar romper, pero fracasó. Othacehé quedó afuera y la Convención ratificó su alianza con el centro.

Las tensiones por el cierre de las listas llegan, incluso, hasta uno de los armadores del espacio, Emilio Monzó, quien ya amenaza con competir por afuera en la elección nacional. Monzó se queja, puertas adentro, que el armado está atomizado y que le cuesta darle una musculatura que lo aúne como una fuerza política unificada. “Todos quieren mojar la medialuna pero acá no hay café”, les recriminó a sus flamantes socios en una reunión para definir las listas electorales.

¿El motivo del conflicto? Los intendentes radicales reclamaban encabezar todas las secciones electorales, lo que había despertado el mal humor de Monzó, Margarita Stolbizer y muchos de los nombres propios sin tierra que también esperan liderar.

Monzó y Randazzo, en la Cámara de Diputados

“Hay tirones y egos y, a medida que la negociación avanza, avanzan también las tensiones. Pero no hay otro lugar a dónde ir”, reflexiona un jefe territorial que observa, risueño, la dinámica del internismo radical. Es la primera vez que va a una elección junto a la UCR: de origen peronista, el dirigente bonaerense asegura que “Somos” tiene “potencia” y que, una vez que se cierren las listas, el espacio se ordenará solo.

Por fuera de la amenaza de la disolución, el verdadero desafío de la avenida del medio es volverse una alternativa real y competitiva. Necesita apelar a los decepcionados de Javier Milei y de Cristina Fernández de Kirchner y convencerlos de ir a votar (y de que, cuando lo hagan, lo hagan por ellos). Saben que son fuertes, fundamentalmente, en el interior de la Provincia de Buenos Aires, pero no es suficiente: necesitan ser competitivos en el conurbano, la madre de todas las batallas del kirchnerismo y LLA. Y allí es donde la alianza con el peronismo no K se vuelve clave.

El peronismo disidente

Hay dirigentes, como Florencio Randazzo, que le declararon la guerra al cristinismo hace tiempo y, desde entonces, vienen probando su suerte en la avenida del medio. Pero hay también muchos jefes territoriales que supieron integrar las boletas de Unión por la Patria y que, enojados por la dinámica de la toma de decisiones del tándem Máximo Kirchner-Sergio Massa, tomaron la decisión de jugar por afuera. Son dirigentes que, como Juan Zabaleta (Hurlingham) o Julio Zamora (Tigre), tienen su propio caudal de votos y que representan una verdadera amenaza para Fuerza Patria, el flamante frente peronista para la elección bonaerense.

Zamora es uno de los principales arquitectos del nuevo espacio. El intendente de Tigre –que le ganó la interna a Malena Galmarini cuando su esposo, Sergio Massa, era el candidato presidencial del peronismo– fue uno de los pocos que se contactó personalmente con Axel Kicillof para avisarle que jugaría por afuera: no tiene, como Randazzo o Schiaretti, una enemistad con el peronismo K y hasta último momento esperó un acercamiento del gobernador bonaerense. No se logró y, en su entorno, responsabilizan a Massa de haber bloqueado el acercamiento.

Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof.

Zamora es, además, quien encabezará la lista de la Primera Sección Electoral: la sección más populosa y una de las prioridades del armado de centro. “Somos” apuesta a sumar votos de las clases medias-medias bajas que están desencantadas con Milei y se muestran reacias a acompañar la agenda del cristinismo en PBA. “Son los que miran la bandera de ‘Cristina Libre’ y buscan otra cosa”, explica un dirigente bonaerense.

En Fuerza Patria miran el armado de reojo por este motivo: temen que muchos de sus votantes peronistas puedan escaparse por la avenida del medio. Originalmente, en el campamento de Fuerza Patria celebraban en el espacio de centro: estaban convencidos de que apelarían a un votante cambiemita desencantado con Milei que nunca los hubiera votado. En los últimos días, con la creciente presencia de referentes territoriales del peronismo, esa intuición fue cambiando.

Juan Zabaleta, ex ministro de Desarrollo Social, en un acto con Máximo Kirchner

Muchos están a la espera, incluso, de lo que hará el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, quien viene sosteniendo una guerra con Máximo Kirchner en PBA hace años, pero no termina de decidirse a hacer el pase a “Somos Buenos Aires”. Zamora está intentando convencerlo, ya que considera que podría ser un nombre fuerte para encabezar la Tercera Sección: el distrito más complicado para “Somos”, ya que sospechan que, allí, la polarización llegará a su punto máximo.

Zabaleta es otro de los armadores clave del espacio y apuesta a conseguir su revancha en el municipio que gobernó hasta 2023, Hurlingham. El ex ministro de Desarrollo Social del Frente de Todos se prepara para encabezar la lista de candidatos a concejales de Hurlingham y disputarle a La Cámpora el control del municipio. Su decisión de jugar por afuera generó un fuerte ruido al interior del peronismo, que salió a cuestionarlo con dureza.

“Cualquier candidatura que se diga ‘peronista’ por fuera de Fuerza Patria, por más vueltas que se le quiera dar, es funcional a Milei y Macri”, lo cruzó el actual intendente de Hurlingham, Damián Selci. Zabaleta no se quedó atrás. “Damián, querido: vos de peronista no tenés un pelo. Escribiste un libro aburridísimo donde reivindicás el régimen chavista de Venezuela y le pedís a la gente que ‘odie y abandone a su familia para ser buen militante’. Nada más gorila”, le respondió, a través de Twitter.

Más allá de las luces de artificio, lo cierto es que ninguno de los dirigentes del PJ bonaerense intentó contener a Zamora o Zabaleta. No los veían como actores relevantes, y los protagonistas se cobraron su venganza. Y, ahora, el resto del peronismo sí presta atención.

MC/MG

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