El primer codificado: a 30 años del partido que terminó de cambiar al fútbol

El fútbol argentino suele recordar dos hitos en su vínculo con los medios de comunicación. El 2 de octubre de 1924, un amistoso de la selección contra Uruguay fue el primer partido transmitido por radio en el país. “Presencie las incidencias del match sin ir a la cancha, con un ingenioso sistema radiotelefónico”, invitaba la emisora Prieto, en el inicio de una época en la que no se hablaría de relatores ni comentaristas sino de speakers. Casi tres décadas años después, el 18 de noviembre de 1951, un San Lorenzo-River en el Viejo Gasómetro marcó el primer partido televisado en directo, en tiempos en que sólo había 1.300 aparatos receptores de TV en Argentina. Lo extraño es que el siguiente acontecimiento crucial vinculado a nuestro fútbol y las transmisiones tecnológicas suele ser poco reconocido. Un River-Central jugado el 30 de agosto de 1991, del que este lunes se cumplirán 30 años, marcó un quiebre en la organización, la economía y la cultura de nuestro fútbol. 

Fue, con 10 años de anticipación, un antes y un después, un salto al fútbol privado, el del siglo XXI: se trató del primer partido transmitido por sistema codificado, una palabra entonces extraña, futurista. Era un mundo sin Internet ni arrobas, una industria de TV por cable todavía marginal, sin canales deportivos relevantes -ni diarios especializados-, y un fútbol de camisetas titulares del 1 al 11, jugadores con botines negros, dos puntos por partido ganado y tribunas con ambas hinchadas, sin pulmones ni corralitos. Los hábitos de los hinchas -y la rentabilidad de las empresas de medios- ya no serían iguales desde entonces.

Hoy suena a prehistoria pero, hasta entonces, todos los partidos de la fecha se jugaban en simultáneo. Así había ocurrido hasta la jornada anterior, la que había clausurado la temporada 1990/91: los 10 encuentros comenzaron el domingo 30 de junio a las 15.30. Atrás empezaban a quedar otras postales de época: las radios portátiles pegadas a las orejas de los hinchas y, en los entretiempos, el público haciendo silencio para escuchar los otros resultados en la Voz del Estadio. Pero tras el parate de la Copa América de Chile 1991, la AFA puso en marcha su reciente acuerdo con Televisión Satelital Codificada (TSC), una empresa afín a Torneos y Competencias (TyC), para comenzar a emitir en directo un partido los viernes a la noche por un circuito cerrado -y solamente a más de 300 kilómetros de la ciudad en la que se jugara-. Aquel River-Central inicial no se transmitió para Buenos Aires y nunca quedó claro realmente cuánta gente lo vio en vivo, pero está claro que fue un minúsculo grupo de abonados a un sistema todavía desconocido.

Semejante recelo se explica en una creencia de aquellos años: que televisar en directo le restaba público a los estadios. Los telespectadores no eran la prioridad. A comienzos de los 80, a lo sumo se emitía un partido de Primera División por fecha, y casi siempre desde el Interior: eran sucesos tan extraordinarios que los memoriosos recuerdan episodios puntuales, como Central 1-Boca 1 y Unión 5-River 1, ambos de 1984. Incluso la final de la Copa Libertadores 1986 entre River y América de Cali, en el Monumental, fue transmitida una hora en diferido: el vivo era una blasfemia.

Desde 1985, cuando TyC (actual Torneos) acordó con la AFA el nacimiento de “Fútbol de Primera”, el campeonato argentino pasó a ser televisado en diferido los seis años siguientes, hasta 1989 por ATC (ahora TV Pública) y hasta 1991 por Canal 9. El emblemático programa de los domingos a las 22 emitía un resumen de hasta 60 minutos del principal partido jugado en la tarde de ese día y el compilado de goles del resto de la fecha. Los jugadores zanjaban polémicas con el latiguillo “vamos a ver la jugada a la noche por televisión” e incluso Enrique Macaya Márquez, en su rol de presentador, no informaba el resultado por si había gente que quería mirarlo como si fuera en tiempo real.

El sistema codificado iniciado hace 30 años, como mucho de lo desconocido, generó polémica, al punto que en la prensa deportiva llegó a hablarse del Codi-Gate, un juego de palabras en alusión al reciente Swifgate, el escándalo político que salpicaba al gobierno de Carlos Menem. Pero además, en medio de los intereses económicos de los grupos de medios formados recientemente en el menemismo, el caso llegó a Tribunales y postergó el inicio del torneo: el River-Central que inauguró el codificado correspondió a la segunda fecha del Apertura 91. La primera jornada, programada para el domingo 25 de agosto, había sido postergada por la AFA en rechazo a una decisión judicial que favoreció a Telefé, el canal que en septiembre de 1990 le había comprado a TyC los derechos para transmitir “Fútbol de Primera” a partir de la temporada 1991/92.

En el medio, en abril de 1991, la AFA acordó con TSC un nuevo producto, el partido codificado de los viernes que Telefé entendió que perjudicaba su contrato de exclusividad por los 10 partidos firmado previamente y acudió a la Justicia, que le dio la razón. Entonces los dirigentes de los clubes, que habían firmado dos contratos -con TyC, que a su vez había acordado con Telefé, y otro con TSC-, decidieron no comenzar la temporada hasta que se aseguraran que cobrarían dinero de ambos convenios.

En esos días comenzó a ser conocido Carlos Ávila, presidente de TyC y también vicepresidente de la flamante TSC, ambas empresas en acuerdo con la AFA comandada por Julio Grondona. “La exclusividad (que tiene Telefé) es para la jornada del domingo. Lo que hizo ahora la AFA es sacar otro producto, diferenciarlo, y dárselo al codificado. Los viernes jugará alguno de los cinco grandes, pero ningún clásico: el partido más importante se seguirá jugando los domingos. Nadie sale perdiendo”, interpretó el empresario en la revista Solo Fútbol

En la semana en la que el fútbol estuvo paralizado a la espera de que se destrabara el conflicto televisivo en Tribunales, el entonces vicepresidente de Boca, Carlos Heller, fue entrevistado por Clarín: “Recuperamos este concepto de ‘pagar para ver’ que está girando en el mundo para conseguir que el fútbol televisado entregue una rentabilidad acorde con su convocatoria -dijo el actual presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados-. Hasta ahora la televisión no le dejó grandes aportes al fútbol. El programa de los domingos jamás encontró una propuesta satisfactoria. Esta propuesta de la televisión codificada es la posibilidad para hacer un buen negocio, y no nos dejan”.

TyC le pagaba 600.000 dólares por mes a la AFA por “Fútbol de Primera”. El nuevo producto, el codificado, implicaba 80.000 dólares por cada partido de los viernes. De ahí que los dirigentes se desesperaran para que la Justicia autorizara los dos contratos, el de “Fútbol de Primera” (que esa temporada debía pasar del 9 a Telefé) y el codificado. “No es que nos tiran unos pesos: es la primera vez que recibiremos la plata que resolverá los problemas económicos del fútbol argentino”, diagnosticó el vicepresidente de Argentinos Juniors, Osvaldo López. “Los presupuestos de todos los clubes incluyen este nuevo sistema de televisión y esto es los que salvará, lisa y llanamente, los problemas que tenemos”, coincidió otro vice, el de Independiente, Atilio Di Pace.

Aunque sin mencionarlo, los dirigentes del fútbol creían que Telefé, que estaba unida a la editorial Atlántida y Recova Producciones, contaba con el aval de Menem. “Es la era de los escándalos periodísticos y creo que el holding de medios de Telefé busca presionar para obtener algún beneficio económico”, dijo Ávila. “Esa empresa nos está poniendo un palo en la rueda: no me olvido que, cuando Boca no firmó un contrato para un torneo de verano (en 1989), una revista deportiva afín a ellos nos castigó mucho tiempo”, agregó Heller, en referencia a El Gráfico, propiedad de Atlántida, house organ del menemismo.

Pero con los dirigentes agrupados, y convencidos de no reanudar el fútbol hasta que la Justicia no autorizara el contrato por el codificado, Menem dio una especie de bendición al acuerdo. “Están matando a la gallina de los huevos de oro, y la gente quiere fútbol”, dijo por radio la mañana del 28 de agosto de 1991, minutos antes de que comenzara en Tribunales una audiencia de conciliación entre Telefé y la AFA. Esa misma tarde hubo acuerdo (Canal 11 consiguió un resarcimiento) y la entidad de Grondona anunció que dos días después, el viernes 30, River-Central sería el primer partido codificado, mientras que “Fútbol de Primera” seguiría por el 9.

En realidad, a Telefé tampoco le disgustaba rescindir el contrato firmado con TyC en septiembre de 1990 porque, en el verano de 1991, los domingos de 21 a 24 había comenzado a transmitir “Ritmo de la Noche”, el programa de Marcelo Tinelli que se convirtió en un inesperado suceso, con 30 puntos de rating. La versión semanal del “Videomatch”, el programa de las medianoches de lunes a viernes iniciado en 1990, había comenzado a prueba pero pasó a medir el doble que los 15 puntos que promediaba “Fútbol de Primera” en Canal 9. Telefé le ofreció a TyC que “Ritmo de la Noche” fuera de 21 a 23 y “Fútbol de Primera” de 23 a 1, pero la empresa de Ávila -que se quedaba con el dinero de la publicidad- se negó.

La industria del fútbol, no sólo el argentino, estaba a punto de explotar. El Mundial de Estados Unidos 94 y la Ley Bosman en 1995 romperían los parámetros económicos. La FIFA buscaba además que los partidos tuvieran más goles y cambiaba algunas reglas, aunque no siempre los ensayos eran positivos: en el Mundial Sub 17 de Italia que se jugó en agosto de 1991, en simultáneo al Codi Gate, una selección argentina con Marcelo Gallardo, Juan Sebastián Verón y Rodolfo Arruabarrena debió adaptarse a una posición adelantada que sólo se cobraba desde la altura del área grande. En los meses siguientes también se experimentaría -en ligas menores o juveniles- el saque lateral con el pie y el tiro libre sin barrera. Desde 1994, en un intento por premiar la actitud ofensiva y castigar la especulación, cada triunfo pasó a valer tres puntos en vez de dos, como hasta entonces.

Finalmente, TyC y el Grupo Clarín se encontrarían en 1993 y comenzarían, con el pase de “Fútbol de Primera” a Canal 13, un matrimonio de millonaria rentabilidad que todavía continúa con más de un negocio en común: muy pronto vendrían las cámaras adentro del vestuario y el show de intimidad sintetizado en aquella publicidad en la que un jugador reclamaba “no me pidan que cabecee” para que saliera coqueto en televisión. Los partidos codificados y en horarios desglosados, con la empresa que fuera (salvo en la época del “Fútbol Para Todos”, que recuperó la totalidad de la fecha para el sistema abierto) se multiplicarían y pasarían a ser el paisaje normal, no la excepción como en 1991.

Pero todo comenzó hace 30 años, en un partido que los hinchas de River recuerdan, en especial, porque fue el regreso de Ramón Díaz al club después de nueve años. Hubo menos público del esperado, sin embargo, y recortes de la época lo justificaron en el nuevo horario dispuesto por la televisión codificada: el partido empezó a las 20 de un viernes, al menos una hora antes de lo habitual para los encuentros nocturnos. Un talentoso mediocampista de Central, Carlos Bisconti, marcó el 1-0 para los rosarinos, que parecían en estado de gracia después de que el arquero Sergio Protti le atajara un penal a Díaz. Pero el riojano, que terminaría goleador del torneo en un River que ganaría el título tres fechas antes, revirtió el resultado con dos golazos a los 40 y 43 minutos del segundo tiempo. Para River sería, además, su último partido con una de las empresas de la familia Macri como sponsor en la camiseta: Peugeot en el frente y Sevel en la espalda.

Una revista de la época, Sólo Fútbol, tituló “River y un triunfo co-diaz-ficado”. No habrá sido muy ingenioso pero, como se dice ahora, iba por ahí: el fútbol argentino ya no sería el mismo.

AB