La inflación de abril fue 4,1% y se ubicó una vez más sobre la proyección del mercado

La inflación de abril fue de 4,1% y acumula 17,6% en lo que va del año, según informó este jueves el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Si bien el dato muestra una desaceleración respecto de marzo, es difícil imaginar que se inicie una sendero capaz de terminar en diciembre con la inflación que estimó el ministro Martín Guzmán, de 29%. Los cuatro primeros meses del año ya representan más del 60% de la meta oficial. 

En marzo la inflación marcó 4,8% y sorprendió tanto al Gobierno como a consultores privados, que subestimaron el dato en más de un punto porcentual. Si bien en abril la proyección estuvo más cerca, nuevamente el número oficial dio por encima de lo que anticipó el mercado en el relevamiento que elabora el Banco Central, que fue 3,8%. Las estimaciones privadas de inflación anual se ubican en torno al 47%, lo que descuenta una fuerte desaceleración a partir de este mes y dejaría a la Argentina nuevamente en niveles similares a los de 2018 y 2019.

En la comparación con abril de 2020, el informe publicado por Indec arroja una inflación de 46,3%. Una vez más, el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas tuvo un aumento por encima del promedio general, de 4,3%. Incidieron principalmente las subas en lácteos, aceites, infusiones, pan y carne.

El aumento de los alimentos es especialmente importante porque es el rubro al que las familias más vulnerables le dedican mayor parte de su ingreso y el que más rápido impacta en el aumento de la pobreza y licua las ayudas sociales del Gobierno. Por eso esta semana el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, se dirigió a los empresarios en un acto público y les dijo: “Necesitamos que todo este esfuerzo de la recuperación no se vaya por la canaleta de los precios”.

El dato de marzo estuvo influido en gran medida por los aumentos en educación, por el arranque de clases, y en indumentaria por el cambio de temporada, algo que se moderó en abril. Aunque por debajo del mes anterior, cuando marcó 10%, en abril prendas de vestir y calzado fue la división de mayor incremento (6%) y acumuló 79,1% en los últimos 12 meses. En segundo lugar se ubicó el transporte (5,7%). “En esta última se observaron alzas en adquisición de vehículos, combustibles y taxi, que fueron parcialmente compensadas por bajas en precios de pasajes aéreos. En la región del Gran Buenos Aires también incluyó la suba en el subterráneo”, precisó el informe. 

El incremento paritario del servicio doméstico incidió en la división equipamiento y mantenimiento del hogar (4,3%), mientras que la de encargados de edificios lo hizo en “vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles” (3,5%). En tanto, los aumentos en productos medicinales, artefactos y equipos para la salud y en gastos de prepagas explicaron la mayor parte del aumento en la división salud (3,7%).

Según explica Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, a diferencia de lo que ocurrió en otros momentos de alta inflación, es difícil explicar ahora cuál es el factor central que está empujando los precios, como fue en septiembre de 2019 el salto cambiario. La confluencia de varios “motores pequeños y constantes” explican su persistencia y, a su vez, retrasan el proceso desinflacionario. Dentro de esos motores se cuenta la inercia, los desajustes en la cotización del dólar y la suba de los commodities, que si bien es una buena noticia para el ingreso de divisas presiona también sobre los precios internos. 

Además, el retraso del tipo de cambio oficial, las tarifas de servicios públicos y los salarios anticipan inflación futura para el momento en que se busque recomponerlos. “La magnitud del desacelere inflacionario estará dado por cuánto de la inflación que viene incubándose hace tiempo termina efectivizándose en los próximos meses”, resume la economista Lorena Giorgio.  

Según Diego Martínez Burzaco, Head of Research de Inviu, particularmente la disparada de la soja —que esta semana superó los US$600 y se ubicó cerca de su récord de 2012— no impactará de manera directa en la inflación, dado que no es un consumo representativo en la canasta de las familias argentinas. Por el contrario, consideró que “si ese ingreso fiscal extraordinario no se gasta discrecionalmente, podría incluso contribuir a moderar las expectativas inflacionarias”. 

DT