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Opinión - Panorama económico
Un pasito para el fondo

Alejandro Rebossio Panorama económico rojo

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Faltan sólo dos domingos para conocer el humor político de los argentinos. La última vez que fuimos a unas primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) amanecimos al día siguiente con una bruta devaluación. Fue en 2019, cuando los mercados cayeron en la cuenta de la impopularidad de Mauricio Macri, que a su vez permitió la estampida del dólar y la adjudicó al “voto al kirchnerismo”. Esta vez hay cepo cambiario y no se esperan grandes reacciones de los tipos de cambio paralelos, las acciones y los bonos. Los mercados mejoraron un poco en las últimas semanas porque la oposición acotó la ventaja del oficialismo y por el apoyo de Estados Unidos y de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por eso, con la mira en el 13 de septiembre, en el día después de las PASO, operadores de la City desestiman un derrumbe si el Frente de Todos (FdT) vence en la provincia de Buenos Aires y sólo pronostican jolgorio si Juntos da allí la sorpresa. De todos modos, las alegrías del mercado son pasajeras después de su desazón con la experiencia de Macri. 

En la Casa Rosada aseguran que estarán felices si ganan por un punto, pero por ahora manejan una encuesta de hace tres semanas que Proyección, la consultora de Manuel Zunino, elaboró para la Universidad de La Matanza y que ubica a la ex funcionaria social Victoria Tolosa Paz con un 37%, por encima del 30% de Juntos. En la alianza opositora, el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, duplica en intenciones de voto al médico Facundo Manes (20% a 10%). Este fin de semana se actualizará el sondeo y se prevé que la brecha se acote un poco tras el Olivosgate. Proyección es una de las pocas encuestadoras que acertó en las PASO 2019. Otra fue Clivajes, de Esteban Pastoriza, que hace tres semanas midió en la provincia un 38,4% para el FdT y un 31,7% para Juntos, de los cuales 22,4% son del delfín de Horacio Rodríguez Larreta y 9,3% de la esperanza de resurrección radical. El peronista disidente Florencio Randazzo, que está ilusionado con captar voto bronca en barrios populares, supera por 5,2% a 4,7% al libertario José Luis Espert, que suele andar mejor en las encuestas que en las urnas. Al menos a Espert le iría mejor que a su correligionario Javier Milei en la ciudad de Buenos Aires (4,4%). Al parecer, el desencanto con la política se canalizaría por la abstención y el voto en blanco, como ocurrió en las recientes elecciones salteñas.

En la Rosada destacan la recuperación económica, más allá de que recientes informes de economistas oficialistas adviertan de que se trata de una reactivación desigual en la que los salarios y el empleo en blanco aún siguen castigados. “Sectores del capital concentrado tales como el oligopolio petrolero, el agronegocio, las grandes empresas industriales y comercializadoras capturaron el deterioro del poder adquisitivo del salario vía precios y vía mayor explotación laboral”, escribió el candidato a diputado del FdT Claudio Lozano y el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP). “Cuando la tasa de desocupación arriba a dos dígitos afecta el nivel del salario real ya que bajo esas circunstancias las organizaciones sindicales y los propios trabajadores y trabajadoras defienden la ocupación de sus respectivas actividades, aminorando sus reclamos salariales”, recordaron Pablo Manzanelli y Daniela Calvo, del Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la CTA de los Trabajadores, la que dirige otro postulante oficialista, Hugo Yasky. En el Gobierno destacan que ya se recuperó el 94% de los empleos perdidos en pandemia y sólo falta recuperar un 6%, sobre todo del área de servicios, pero la mitad de los trabajos recuperados son bajo el precario formato del monotributista.

En la Casa de Gobierno celebran que en los últimos diez días hábiles se anunciaron diez inversiones privadas. Niegan que sean ellos los que llamen a las empresas para que difundan buenas noticias, ahora que la ley electoral impone una veda de inauguraciones de obras públicas. Ponen como ejemplo el anuncio de que Mercado Libre tomará 1.200 empleados. “Lo último que quiere (Marcos) Galperin es ayudarnos”, sonríen. El Frente de Todos basa su campaña en mostrar reactivación y vacunación, a la que destacan como motor económico. Por eso, Alberto Fernández está de recorrida por fábricas. Este jueves, el Día de la Industria, lo festejará en Cerámica Alberdi, en Jose C. Paz, en un acto que intentará marcar la reconciliación con el Presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, que llegó a ese cargo impulsado por el sector de alimentos y Techint y que en las últimas semanas se preocupó de enviar ondas de amor y paz a los funcionarios. Dos días antes cerrará el Previaje 2, que ha sextuplicado las ventas de uno de los sectores más castigados por la pandemia.

“Si el esfuerzo se va por la canaleta de la inflación, no sirve para nada”, había dicho el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a grandes empresarios en febrero pasado cuando intentaba un acuerdo de precios y salarios. El pacto no resultó, los hombres de negocios remarcaron y la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, reaccionó en su momento con diversos controles que irritaron a Funes de Rioja. Después los relajó, pero en la última semana reapareció en escena con un acuerdo de precios del acero para viviendas con Techint, una multa a la cervecera y embotelladora de gaseosas Quilmes y una investigación a los proveedores de la industria de alimentos. En el Gobierno no quieren que el crecimiento -del 8% en el año, según el último pronóstico de Martín Guzmán- sea aprovechado por los empresarios para seguir aumentando los precios o para que los inversores cambien sus pesos por dólares. Confían en que continuará bajando el índice de precios al consumidor (IPC) en forma más paulatina que lo planificado pero dejando atrás el 4% mensual y rumbo al 2%. Y celebran que se esté logrando pese a que se eliminaron los Precios Máximos, para satisfacción de Funes de Rioja y la industria de la alimentación. Sólo queda la tirria con la Mesa de Enlace porque el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, le adelantó este miércoles al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) que por razones políticas se prorrogará el martes el cepo parcial a la exportación de carne vacuna. 

En el equipo económico señalan que “el único quilombo por solucionar” en cuanto a la inflación son las atrasadas tarifas de luz, gas y transporte público, que se sostienen con crecientes subsidios. Por estos días Guzmán prepara el proyecto de Presupuesto 2022, que deberá presentar el 15 de septiembre y que incluirá aumentos de tarifas segmentados por ingresos de los hogares. Aunque aún el ministro de Economía espera que sus asesores terminen de elaborar el esquema en algún momento de 2021, prevé que las casas más ricas pasen a pagar el año próximo casi todo el costo de la energía y que las de clase media abonen más que las pobres. 

El Presupuesto está elaborándose sin el supuesto de un acuerdo con el FMI, dado que todavía sigue negociándose. Hace un mes, el viceministro de Economía, Fernando Morra, y otros técnicos de esa cartera y del Banco Central viajaron a Washington para comenzar la discusión en serio. Eso incluye el sendero gradual hacia el déficit fiscal cero (después del pago de intereses de la deuda) en 2025, es decir, en el próximo gobierno. En el equipo económico no sólo los guzmanistas destacan que el rojo primario (antes de abonar intereses) bajó al 0,7% del PBI en los primeros siete meses del año “y no se murió nadie, como temían los progresistas”. De hecho, Lozano, Manzanelli y Calvo critican el “ajuste” en sus informes. En el Gobierno señalan que “sólo tirando plata con un helicóptero”, como ocurrió en la cuarentena del año pasado, se cumpliría el objetivo presupuestario 2021 de un déficit primario del 4,5%. Aunque empuje el gasto electoral entre agosto y octubre, se prevé que en noviembre (las elecciones son el 14) y diciembre retorne la prudencia. Temen por la partida de subsidios energéticos, pero señalan que en la primavera se requieren menos.

En el Ejecutivo admiten que el FMI pedirá “sí o sí” una flexibilización laboral, aunque aclaran que esa reforma el Congreso no deberá aprobarla de inmediato ni en conjunto con el acuerdo. De todos modos, aparece como lo más difícil de digerir para el peronismo y sus aliados. Más sencillo resulta de aceptar el reclamo del Fondo de una reforma tributaria pro inversión. De hecho, el Gobierno ya puso en marcha rebajas impositivas para la economía del conocimiento e impulsa otras para la agroindustria, el sector automotor e incluso el de hidrocarburos. El apoyo a la resucitada Vaca Muerta parece que no contradice el declamado compromiso en la lucha contra el cambio climático que ahora lidera en el mundo el “admirado” Joe Biden, por calificarlo en palabras de Felipe Solá este jueves en el Council of the Americas. Pero más allá de las contradicciones, también Axel Kicillof está emprendiendo una serie de microrreformas para simplificar el sistema tributario bonaerense.

Otro asunto de negociación con el FMI pasa por el cepo cambiario. Atrás quedaron los tiempos en que el organismo repudiaba los controles de capitales. Es más, ahora los prefiere antes de que vuelva a repetirse lo de 2018, cuando parte del préstamo récord que le dio a Macri se escurrió en la fuga de fondos al extranjero. En 2021, el staff del FMI pide que se emprolije el cepo y se libere para las inversiones reales y el desarrollo de un mercado local de capitales. No está disconforme con el actual tipo de cambio real (ajustado por inflación) multilateral (en relación al dólar, el euro, el real y el yuan), similar al que dejó la devaluación de abril de 2018, cuando recurrió al Fondo el entonces ministro de Hacienda y ahora otra vez consultor, Nicolás Dujovne, que el mes pasado andaba de viaje por París. Pero en el directorio del Fondo temen una devaluación brusca después de las elecciones de noviembre. En el equipo económico la descartan: afirman que han aprendido la lección de que no sirve fijar el tipo de cambio pero tampoco depreciar en forma abrupta sino ir corriéndolo de a poco. “Ahora estamos soltándolo de a 1% por mes, frente a una inflación del 3%. Si la inflación baja al 2%, el dólar no se va a atrasar tanto”, comenta un funcionario. “Además, si hay acuerdo con el Fondo, los títulos públicos subirían desde el piso actual y nos sería más fácil controlar la brecha (entre el tipo de cambio oficial y los paralelos), tendríamos mayor financiamiento, menos inflación y nos sería más fácil ir devaluando”, agrega.

Pero Guzmán no sólo quiere negociar la reprogramación de vencimientos con el FMI. También promueve el debate mundial de que los países ricos envíen fondos a los emergentes y pobres para combatir la creciente pobreza y el cambio climático. 

En el ala económica del Gobierno y en el cristinismo consideran que un acuerdo tan espinoso recién se podría cerrar después de los comicios de noviembre. En cambio, en el ala política albertista opinan que convendría anunciarlo después de las PASO porque tranquilizaría al mercado financiero y además podría presentarse como una victoria si se consiguen eliminar los sobrecargos que cobra el Fondo a los países deudores y si se patean por cuatro años el déficit cero y los vencimientos. Elucubran con que el pacto sumado a la reactivación, y siempre y cuando la variante Delta siga controlada, lograrían en noviembre un mejor resultado electoral que en septiembre. Son los mismos que celebran que el cristinista Jorge Ferraresi, ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, haya instalado la idea de la reelección. Creen que de ese modo se corta el recurrente fuego amigo y se mejora la gestión. Hablan de repetir la fórmula de los Fernández porque consideran que Kicillof, Sergio Massa o Máximo Kirchner pueden esperar. La vice declaró que se necesitan “muchos periodos de gobierno” para evitar que venga un Macri a deshacer lo hecho. Pero primero deben ganar las elecciones de medio término, esquivas para el kirchnerismo desde 2009 en adelante, y en un clima social de desencanto, amenaza de regreso del voto bronca como en 2001 y riesgo de estallido social -como escribió aquí Juan Grabois-, sólo contenido por unas organizaciones sociales -tanto oficialistas como opositoras- mucho más extendidas que hace 20 años.

AR

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