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El lobby

Pequeños nichos donde sí hay plata

Un artículo de la ley Bases podría eximir a empresas que hoy pagan impuestos de hacerlo por 30 años.

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El desconcierto ante un presidente hiperquinético que no pierde la centralidad aun cuando choca de frente con los hechos ―como esta semana con la disparada del dólar― se tradujo en los primeros pataleos públicos de un empresariado mercadointernista al que ya castiga duro la recesión. La pregunta que se hacen esos dueños es la misma que disparó la primera ola de ventas de bonos y acciones por parte de los fondos especulativos de Wall Street y que deambuló por las calles de Posadas, como un fantasma de aquel santiagueñazo del 93 donde también confluyeron maestras, enfermeros y policías: ¿cuándo toca fondo la crisis y empieza el rebote en “V” que promete a cada rato Javier Milei?  

Si la esperanza en que “estamos mal pero vamos bien” sostiene los índices de aprobación del mayor exponente de la libertad a nivel mundial (sic), como explican quienes auscultan la opinión pública, lo que empieza a escasear son las razones para mantenerla. El dueño de Fate y Aluar, Javier Madanes Quintanilla, ya parece haberla perdido. Mandó los primeros 97 telegramas de despido en su planta de neumáticos, donde trabajan unos 1.400 operarios. Su demanda no encuentra piso: la venta de autos nuevos cayó 25% en el primer cuatrimestre, la renovación de cubiertas se posterga lo más posible por la malaria y para peor, el DNU 70/23 habilitó la importación de gomas usadas y recauchutadas. 

“Creo que hay que atacar. Hay que unirse para ir y reclamar condiciones de competitividad razonables. Si nos quedamos en una actitud de resistencia nos va a ir muy mal”, sorprendió Madanes Quintanilla en una charla con el podcast La Fábrica, que conducen tres jóvenes industriales. Uno de ellos, Tomás Karagozian, también enfrenta el primer gran ajuste de la hilandera familiar desde que su generación dio el paso al frente. Un frío que cruza a todo el sector textil-indumentaria, como se vio esta semana en la feria conjunta Emitex, Simatex y Confemaq 2024. La inauguración estuvo a cargo del siempre componedor jefe de la Unión Industrial, Daniel Funes de Rioja, a quien los anfitriones habrían querido escuchar en un tono más parecido al del dueño de Aluar. 

La esperanza de un rebote rápido tampoco abunda en el agronegocio, donde Milei concita más simpatías que en la industria manufacturera por su retórica anti-estatal. Las sonrisas no son apuestas contantes y sonantes: con el 74% de la soja ya cosechada, apenas el 12% fue vendida y su precio fijado. Según la Bolsa de Cereales, en la misma semana del año pasado ya se había priceado el 15%, aun en plena campaña electoral y con el descalabro massista como telón de fondo. En Economía apostaban a que durante mayo los productores venderían esos granos para pagar deudas, pero no. Ahora dicen que la suba de los paralelos los va a convencer, porque hasta fin de junio pueden liquidar un 20% en el ‘contado con liqui’, que trepó 20% en semana.

En el sector opinan lo contrario. ¿Por qué venderían ahora los granos, si acaban de ensilarlos y en las pizarras ven que el precio sube? No solo sube en pesos sino también en dólares oficiales, cuya cotización sigue clavada para anclar los precios. Y puede subir más, como viene ocurriendo con el trigo desde hace un par de semanas. Al cereal lo empujan la incertidumbre productiva en Rusia y Ucrania, que aportan juntas un tercio de las exportaciones globales. El impulso a la soja lo puede generar la escalada del conflicto entre China y Taiwán. 

Milei fue a intentar seducir personalmente a los productores el viernes por la tarde a la sede misma de la Sociedad Rural, pero por más abrazos con Nicolás Pino (que había dicho presente en primera fila en su show el Luna Park) y por más promesas de eliminar retenciones que haya hecho, lo que prima es el wait and see. 

Masas, caudillos y élites

Aunque sobre la hora consiguieron poner en caja a las generadoras de electricidad y que acepten el pago en bonos (A 2038) de la deuda acumulada durante el primer cuatrimestre por la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (CAMMESA), la discrecionalidad de Milei y ‘Toto’ Caputo a la hora de elegir ganadores y perdedores empieza a horadar la disciplina del ajuste. El Presidente se jactó varias veces de haber reducido los pasivos del Banco Central “a mercado, sin expropiar”, es decir, sin un plan Bonex como el que antecedió a la convertibilidad ni una renegociación con quita de los títulos de la deuda. Pero en rigor, el brusco recorte de la tasa de interés licuó los ahorros de quienes se mantuvieron en plazos fijos más que el corralón de 2002. La transferencia operó a favor de los tenedores de bonos de la deuda que más se valorizaron, como el AL30, castigado esta semana por la primera corrida que le tocó enfrentar al libertario. 

Como si esas minucias no los rozaran, los hermanos Milei desplegaron en el Luna Park su primer acto de campaña con miras a las elecciones porteñas de medio término y con una candidata obvia: Karina. Enterrado Ramiro Marra como referente al punto de haberlo desautorizado abiertamente en la Legislatura, la secretaria general de la Presidencia ordenó reforzar el sello de La Libertad Avanza para darle pelea a Jorge Macri en el distrito donde nació el PRO. El intendente no atraviesa un buen momento de su relación con Mauricio, que le reprocha entre íntimos haberse entregado a un “raid de facturación” no precisamente para la AGIP. Él le guarda rencor a su primo por peores maltratos, como cuando lo bajaba del avión privado de Franco cuando viajaban a Punta del Este. La orden del joven Mauricio solía ser para Carlos Colunga, el piloto familiar devenido luego empresario aerocomercial.

La pueblada misionera también tiene sus masas, sus caudillos y sus élites, como diría Milcíades Peña. En realidad el caudillo es uno solo: el ingeniero Carlos Rovira, versátil aliado sucesivo de Cristina Kirchner, de Macri, de Alberto Fernández y ahora de Javier Milei. Hombre fuerte de la provincia desde principios de siglo, nada se movía allá sin su consentimiento hasta que la policía dijo basta y se sumó a las protestas que estatales y docentes llevaban adelante desde un mes antes. El último que había intentado desafiarlo es Sergio Lanziani, el excéntrico secretario de Energía de los albores del Frente de Todos que quiso fundar una corriente interna independiente y terminó detenido in fraganti en la casa de su amante en plena cuarentena. 

¿Qué hizo entrar en crisis a un régimen político tan afianzado? La combinación del ajuste de Milei, la recesión que generó y el contraste obsceno con el enriquecido entorno de Rovira. Uno de sus exponentes es el jovencísimo Augusto Marini, anfitrión de fastuosas fiestas de la farándula en Punta del Este, dueño de una Ferrari que levanta suspiros incluso en ese exclusivo balneario y desde el año pasado financista en las sombras de Blender, un canal de streaming cuyos estudios, sueldos y recursos a disposición superan con creces los de la televisión de aire y cable. Marini tiene con Misiones un negocio muy rentable desde 2022: los servicios de telemedicina de AlegraMed, una plataforma que intentó venderles también a sindicatos y prepagas pero que casi todos rechazaron por su elevado costo: U$S9 por paciente. En el acampe de Posadas aseguran que lo ayudó a conseguirlo su amigo Gastón Puddu, que estuvo un tiempo en pareja con Miranda Rovira, la hija del ingeniero. 

Marini sumó el año pasado a su diversificado holding la compañía de talleres ferroviarios rusa TMH, que rebautizó Motora Argentina y administra plantas en Maipú y Bragado (Buenos Aires), Villa María (Córdoba), Cevil Pozo (Tucumán), Rosario y San Lorenzo (Santa Fe). Su principal activo son los talleres Mechita, el viejo centro de mantenimiento de Ferrobaires que María Eugenia Vidal había concesionado a los rusos y al que Macri encargó trabajos para el ferrocarril San Martín, cuyos contratos renovaron luego los secretarios de Transporte que respondieron a Sergio Massa. Nadie sabe cómo paga sus 200 sueldos, que TMH ya tenía dificultades para cubrir. Quizá sea con la rentabilidad de su forrajería en Bahía Blanca o la de las estaciones de servicio de su familia en el Mercado Central. 

¿Grandes inversiones?

Más allá de Misiones, lo que preocupa a la Casa Rosada es el efecto dominó que puede desatar la pueblada en otras provincias. El 30% del ajuste del primer cuatrimestre del año se explica por los recortes a las transferencias corrientes y de capital, discrecionales, a esos distritos. Pero además la recesión castiga los ingresos propios de cada fisco. Al gobernador Hugo Passalacqua, por ejemplo, le cayó un 15% la recaudación propia en el primer trimestre, muy por encima del 10% que cayó en términos reales la de la AFIP. Lógico: el 93% de esa recaudación la explica Ingresos Brutos, muy atado al ciclo económico. 

Es un fenómeno que podría empeorar si se aprueba tal como salió de Diputados el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) contenido en la ley Bases. El economista rosarino Gustavo García Zanotti (CONICET-UNR) descubrió que, por cómo está redactado el artículo 171, podría permitir que se postulen para recibir sus beneficios compañías que adquieran empresas ya existentes. Incluso las estatales que propone privatizar el mismo proyecto ómnibus. “Eso no implicaría un incremento de las capacidades productivas del país y sí un sacrificio de recursos fiscales importante, porque eximiría a empresas que hoy pagan impuestos de hacerlo por 30 años”, explicó a elDiarioAR el investigador. 

Un ejemplo extremo: una automotriz podría crear una sociedad anónima simplificada (SAS) con su mismo nombre, proponerla como Vehículo de Proyecto Único (VPU) bajo el paraguas del RIGI y comprar los activos de la empresa original. Pasaría así a operar la misma fábrica pero sin ninguno de los impuestos que hoy paga. Un vericueto que hasta ahora no se discutió en el Congreso y que, de generalizarse, perpetuaría el “no hay plata” y sus consecuencias.

AB/DTC

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