Fito Páez y los días después del amor

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El Amor Después del Amor es un disco que no necesita introducción. Los lectores más grandes lo conocerán y los más chicos lo habrán visto en sus casas. Claro, si es el disco de rock más vendido de la Argentina. Quienes hoy en día no sean fanáticos de Fito Páez, quizás pueden tener el compact disc guardado por ahí.

En el último día del invierno, Fito Páez dio el primero de ocho recitales en Baires festejando El Amor 30 Años Después del Amor. Al día siguiente, Buenos Aires amaneció soleada, y todos cambiaron la campera por el suéter. “Feliz primavera!!! Nos vemos en unas horas!” Escribió Fito en su Twitter antes de su segunda fecha en el Movistar Arena.

Los altoparlantes del estadio sonaban con música clásica que cedía para que asome un bandoneón. Más tarde, Fito mencionaría estas influencias de la musica popular que su papá le enseñó en los 60, como George Gershwin y Aníbal Troilo. Se fueron apagando las decenas de pantallas publicitarias del Arena y esa misma música levantó para darle la apertura del show.

Los tres golpes del platillo le dieron inicio al espectáculo, que no podía arrancar de otra manera, pero el artista no salía. La tribuna cantaba más fuerte la canción que le da el nombre al disco, mientras Fito susurraba la letra detrás de escena. La tensión subía, y él se deja ver al mismo tiempo que estallan los vientos del estribillo. Acá resalta su vocalista Mariela “Emma” Vitale como la otra pata fuerte del show, importantísima para el primer track.

Fito, ya sentado en el piano de cola saludó al público y calló los que lo vitoreaban: “incondescentes”, e hizo hincapié en que “estamos en una situación de inmensa gravedad” en referencia a los pobres del país. Agregó que todos estaban ahí para celebrar muchas cosas, pero hizo énfasis en que “si estamos acá es para transmitir amor”. Al terminar “Pétalo de sal”, se lo dedicó a Luis Alberto Spinetta.

A ver, uno es un canalla, claramente. Viste cuando no estás dotado ni de inteligencia, ni de ingenio, ni de genio, ni Dios te proveyó de nada… hay que pelear. Entonces sucedió que con esas pocas armas que tuve, conquisté a una mujer que nunca se iba a detener en mí”. Como la noche anterior, le dedicó “Un vestido y un amor” a Cecilia Roth, pero sin mencionarla: “Canallas del mundo, usen sus armas. Puede funcionar”. Las pantallas detrás de Fito estaban en negro, hasta que cantó “ya sé, no te hace gracia este país” y se pintaron de un celeste y blanco con un enorme sol dorado.

Para “La rueda mágica”, se soltó la rebeldía en el estadio. Desde el principio, el público numerado del campo estaba estático y bajo la atenta mirada de la seguridad de camperas fluorescentes. Ahora, los que querían bailar tapaban la circulación de los pasillos. En la platea que se paraba para disfrutar los temas más movidos, algunos aprovecharon para esconderse y soplar bocanadas de humo, cuyo olor a yuyo se esparcía por los aires acondicionados.

Para “Brillante sobre el mic” era imposible no cantar, pero cuando Fito de pie le pedía a la tribuna que lo cubra en “A rodar mi vida”, volvía a sentarse haciendo más o menos con la mano. Al rato, en “Circo beat”, se tiró a dormir.

Con el “chau hasta mañana” del final del disco, hace un intervalo de 10 minutos, “como en el teatro”. La cuenta regresiva de la pantalla lo obliga a cambiarse rápido. En lo que fue una noche larga y ya con un nuevo vestuario, siguió con temas de todos los tiempos, como “Lo Mejor de Nuestras Vidas” (Los Años Salvajes, 2021); “El diablo de tu corazón” (Rey Sol, 2000); “Al lado del camino” (Abre, 1999); “11 y 6” y “Yo Vengo a Ofrecer Mi Corazón” (Giros, 1985) y “Ciudad de Pobres Corazones” (1987).

En el final de esta última canción, luego un tremendo solo de guitarra de Juani Agüero, la tribuna pidió cinco veces que continúe la función, mientras Fito hacía el tercer y último cambio de traje. El vestuario de la banda fue preparado por Pía Rey, pero fue Fito quien decidió sus looks. La idea fue tener al rosarino monócromo en distintos colores y los demás de negro, cada uno en su estilo.

El último bloque del espectáculo tuvo como protagonistas a “Es sólo una cuestión de actitud”, “Dar es Dar” (Euforia, 1996), y su cierre fue por la tan esperada “Mariposa Tecknicolor”, del disco sucesor a El Amor. “Lo hacemos entre todos, y esa es la puta verdad”, dijo Fito sobre el show que terminaba con los últimos segundos de quizás su canción más popular. “Me cago en la vanidad de los artistas, hay que vivir así, esta es la manera de conectar: como una tribu todos cantamos, todos participamos. Los amo con todo mi corazón”. Con el amor comenzó y terminó.

Después de una hora de El Amor 30 Años Después del Amor y otros 60 minutos de euforia, en la multitudinaria salida del Movistar Arena los ascensores no daban abasto y todos se dirigían a las escaleras. Entre la gente, un hombre con una remera con la cara de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner que rezaba “CFK 2023”. Saliendo del campo, un grupo de amigos decía que había que hacer un Vélez, referenciando a aquellos días de abril de 1993. “Más pogo, que se mueva un poco más, esto fue muy civilizado”.

El tiempo dirá cómo sigue su gira, ojalá que complementada por el nuevo disco de las reversiones del clásico, el cual tendrá nuevos invitados. En la Caja Negra de Filo.news, mencionó a nuevos personajes de la escena popular, como Bizarrap, Dillom, Nathy Peluso y Ca7riel.

LC