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Opinión
Gestación subrogada: verdades y mentiras en el caso de Ana Obregón que conmueve a España

Portada de la revista 'Hola' con la nueva exclusiva de Obregón.
EFE/ Mariscal

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Ana Obregón compró con 68 años una niña a la que quiere inscribir en España como su hija. La primera consideración es que, si no se tuercen sus planes, oficialmente será su hija. Ahora, por si fuera poco, reveló que para conseguirlo se utilizó el semen de su hijo fallecido hace tres años. Eso le permite presentarse como la abuela de la recién nacida aunque a efectos legales pretenda ser su madre. La ‘madre’ de una criatura que crecerá sin progenitores porque así lo decidió ella.

Estos son los hechos y estaría bien tenerlos claros y no edulcorarlos en portadas millonarias de la prensa rosa, debates televisivos o en medios que para conseguir audiencia tergiversan la verdad.

La legislación

Obregón sigue en Miami y reiteró que “todo” lo que hizo es legal: “La niña nació en América y va a tener pasaporte americano y doble nacionalidad. Legalmente es mi hija y así aparece en su pasaporte. La registraré en el Consulado Español y luego puedo traerla a casa”. Pero no está claro que vaya a ser así ni tampoco tan rápido.

A priori, una vez reconocida en Estados Unidos como madre legal y previo paso por el consulado, ya podía registrarla en España como su hija. Es el vericueto que permite que, pese a que la gestación subrogada está prohibida en nuestro país, solo entre 2010 y 2020 se registrasen aquí más de 2.520 bebés nacidos por esta práctica en el extranjero. En el caso de Obregón la cosa se ha complicado y los expertos no se ponen de acuerdo en si, al no haber reconocido durante el proceso que es la abuela biológica, puede inscribirse como madre de la recién nacida como si nada.

La vocal de la Asociación Española de Abogados de Familia María Dolores López-Muelas, quien reconoce que este caso tiene muchas incógnitas, ha advertido que, al tratarse de una niña que es del hijo de Ana Obregón, es posible que se pueda impugnar su inscripción en el Registro Civil, puesto que se considera que es contraria al orden jurídico español. 

El motivo que complica su registro es que, según la ley de reproducción asistida, la fecundación post mortem la debe solicitar la pareja del difunto y no podría realizarse pasados 12 meses del fallecimiento del padre. Aless Lecquio murió en mayo de 2020. Una de las opciones sería que la Fiscalía se opusiese por el precedente que puede suponer. Ahora bien, está por ver si el Ministerio Público querrá meterse en ese jardín.

A buen seguro que tirando de talonario a Obregón no le faltarán asesores legales y, si se le complican los planes, una de las opciones es que la niña tenga la nacionalidad estadounidense pero no la española. Otra salida sería encontrar una solución intermedia y no reconocerla como madre y hacerlo solo como tutora legal.  

El negocio

Global Markets Insights calcula en el estudio 'The Global Surrogacy Market Report’ que el negocio que existe alrededor de la formalmente denominada gestación subrogada generó unos 14.000 millones de dólares en 2022 en el mundo. La misma consultora vaticina que esta cifra llegará a los 129.000 millones en menos de diez años. Existen listados sistematizados para escoger a la madre biológica, por físico o por edades, porque esto va de negocio, de pagar por un deseo y hacerlo pasar por un derecho. “En la gestación subrogada hay incluso catálogos, y una mujer joven y rubia vale más que una de cuarenta años”, le explica el catedrático de Economía de la Universidad de Tours Francesco Magris a Eva Millet en este artículo

Por Ana Sandra Lequio Obregón se han pagado 170.000 euros, según ha publicado ‘Lecturas’. De esa cifra, la madre, una mujer de origen cubano afincada en Florida, habría recibido 35.000. La misma publicación relata que no es la primera vez que esta mujer se ve “obligada” a alquilar su vientre para subsistir.

Estados Unidos es el mercado más grande. Hasta que estalló la guerra le seguían las ‘granjas’ ucranianas. Las mujeres de ese país recibían entre 15.000 y 20.000 euros. Ahora muchos de los compradores se han dirigido a Georgia, donde el precio es más alto y puede llegar a los 60.000 euros (la madre gestante no percibe más de 12.000)

En otros como Colombia basta con entrar en Facebook para encontrase ofertas como esta: “Hola, estoy interesada en alquilar mi vientre. Matriz fuerte y embarazos sin complicaciones”. Las agencias ofrecen un completo que permite comprar un bebé en menos de un año: viaje, hotel, vientre y documentación. A muchas de las madres, a esos vientres, las encierran en apartamentos y les inyectan hormonas durante el embarazo. 

No es ninguna distopía sino el neoliberalismo más descarnado en el que todo se puede comprar, en el que el libre mercado no necesita igualdad y se deja a la mano invisible, aquella que Adam Smith analizó en ‘La teoría de los sentimientos morales’, para regular un sistema que permite a los ricos “seleccionar del montón lo más preciado y agradable”. 

Los argumentos

Algunos somos huérfanos, otros son viudos o viudas, pero no disponemos de un concepto para explicar el dolor que supone la muerte de un hijo. Traumática y como bien ha resumido la sabiduría popular, sobre todo antinatural. 

Existe bibliografía y estudios académicos sobre cómo la desaparición física de un hijo modifica la percepción vital de sus progenitores. Una de las referencias que más se cita es del controvertido filósofo alemán Peter Sloterdijk (Karlsruhe, 1947) cuando afirma que “perder un hijo no se convierte en un problema para el individuo, sino más bien en la necesidad de tener que sobrevivir a él”. Esa necesidad, el “nunca volver a estar sola” que argumentó Obregón hace unos días y que ahora ha reconvertido en cumplir “la última voluntad” de su hijo fallecido, es la que ella aduce para justificar la decisión de acudir a un vientre de alquiler. 

El dolor de Obregón, el de una madre, es incomprensible para alguien que no haya pasado por un proceso de duelo similar. Pero que sea incomprensible no lo convierte en una licencia para suplir esa ausencia de cualquier modo, contraponiendo el dolor a los códigos bioéticos y soslayando la que debería ser la principal discusión: los derechos de la criatura.    

La edad

Rechazar que una mujer sea madre o un hombre sea padre a los 68 años no es edadismo. El dinero permite comprar una criatura pero no quita años ni otorga más capacidades a los progenitores. Eso no lo gestiona el bolsillo sino la naturaleza humana y de ahí que no sea exagerado tildarlo de barbaridad y de ejercicio de egoísmo. 

Si hay que escoger un interés, que sea siempre el del niño. La ética, como recuerda el exdefensor del menor y psicólogo Javier Urra, es esencial para el desarrollo humano. Que algo se pueda hacer no significa que esté bien hacerlo.

Dinero y más dinero

Obregón lleva décadas haciendo caja con las portadas de las revistas. Su hijo Aless estuvo expuesto a los medios desde que nació, hasta el punto de que fue el primer niño al que se pixeló la cara y su caso acabó acelerando la protección al menor redactada por ley en 1996. “Hubo un momento en el que tuve que pararlo. Fue mi lucha en los juzgados, solicitar que se aplicara la Ley del Menor para los hijos de personas que somos conocidas. Y se consiguió. Mi hijo ha ganado en libertad”, aseguró Obregón en una entrevista en el 2009.

Ahora ha vuelto a comercializar con su vida con dos exclusivas en la revista ‘Hola’. En la portada de la primera aparecía saliendo del hospital de Miami con el bebé en brazos y en la segunda posando con la niña (a quien Obregón ha decidido hurtarle ya el derecho a la intimidad) y explicando que su hijo fallecido es el padre biológico. La de este martes se ha bautizado como la exclusiva de la década, por la noticia y por lo que se ha pagado. Algunos periodistas de prensa rosa especulan con que Obregón ganó 100.000 euros con la primera y nada menos que un millón por la de esta semana. Y ya avanzan que esta no será la última exclusiva.

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