Salud

Microbiota: los principales enemigos para lograr el bienestar con nuestras bacterias

Darío Pescador

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La microbiota en nuestro intestino es un ecosistema extremadamente complejo de billones de microorganismos pertenecientes a cientos de especies diferentes de bacterias, sin contar virus, protozoos, arqueas y hongos. 

Estos compañeros de viaje viven en simbiosis con nosotros, y sin su colaboración no podríamos vivir. Digieren alimentos por nosotros, fabrican vitaminas, hormonas y neurotransmisores, y cuando sus poblaciones se desestabilizan, producen todo tipo de enfermedades, desde la diabetes y la obesidad hasta la depresión. 

Del mismo modo que los ecosistemas del planeta están amenazados por la humanidad, el ecosistema de nuestro organismo también está bajo la presión de lo que hacemos en nuestra vida moderna: lo que comemos, los medicamentos que nos recetan, el estrés que sufrimos y la contaminación en nuestro entorno. 

Es como si todo a nuestro alrededor estuviera diseñado para matar las bacterias buenas de nuestro intestino y dejar vía libre a las malas. Por eso, para protegernos, es importante conocer cuáles son los principales peligros para nuestra microbiota. Nos va la salud en ello:

Antibióticos

Los antibióticos más recetados y que incluso son consumidos sin receta por muchas personas son los de amplio espectro, es decir, que son capaces de matar una amplia variedad de bacterias. Esto incluye las bacterias que pueden llegar a ser perjudiciales como la E. coli, los estreptococos o estafilococos. Este uso indiscriminado está asociado a la aparición de superbacterias resistentes a los antibióticos.

Además, una revisión de estudios observó que antibióticos como la doxiciclina o la claritromicina también arrasan con las bacterias que tienen un efecto protector y antiinflamatorio, como las bifiídobacterias y los lactobacilos. Aunque las bacterias se recuperaban en unas semanas en la mayor parte de la gente, en otras personas los efectos negativos de los antibióticos sobre la microbiota podrían durar de 2 a 6 meses. 

Azúcar

Todo lo que comemos afecta a nuestra microbiota, favoreciendo la proliferación de unas bacterias y haciendo que otras desaparezcan. El problema es cuando las bacterias que desaparecen son las buenas, y eso es lo que ocurre exactamente cuando comemos azúcar. 

En un estudio con ratones se descubrió que un alto nivel de azúcar en la dieta provocaba cambios negativos en la composición de la microbiota. En concreto se producía una reducción en las poblaciones de Bacteroidetes, que necesitamos para la protección contra el cáncer, y un aumento de Proteobacterias, que están en pequeñas cantidades en personas sanas, y cuando aumentan son una señal de disbiosis e inflamación.

Omeprazol

El omeprazol, y otros medicamentos llamados inhibidores de la bomba de protones, tienen la misión de reducir la cantidad de ácido en el estómago para tratar a las personas que sufren de reflujo gástrico o ardor de estómago. Por desgracia, especialmente en España, se consume en grandes cantidades sin receta, y es un desastre para la microbiota intestinal. 

Una de las funciones del ácido del estómago, además de digerir alimentos, es eliminar posibles bacterias perjudiciales. Cuando no hay ácido suficiente, estas bacterias pueden pasar al intestino, desplazar a las bacterias beneficiosas como las bifiídobacterias, y producir infecciones por estafilococos o estreptococos. 

La píldora anticonceptiva

Un efecto curioso de los antibióticos es que pueden afectar a la eficacia de los anticonceptivos hormonales en las mujeres. Esto se debe a que las bacterias del intestino tienen un papel importante en la síntesis de hormonas, incluidos los estrógenos y la progesterona.  

Al revés también ocurre y se ha visto que los anticonceptivos orales alteran la microbiota y pueden producir enfermedades como el síndrome del intestino irritable y la enfermedad de Crohn en determinados casos.

Ibuprofeno

El ibuprofeno, la aspirina, el naproxeno o el diclofenaco son los medicamentos más populares de los llamados antiinflamatorios no esteroideos, y como ocurre con otros medicamentos sin receta, hay personas que lo consumen a diario. 

El uso de estos antiinflamatorios puede modificar la composición de la microbiota intestinal y provocar el aumento de bacterias gram negativas, que son las que liberan endotoxinas que afectan a la mucosa intestinal y producen inflamación. El uso de probióticos o incluso de yogur en conjunción con estos medicamentos puede paliar sus efectos negativos.

Falta de polifenoles

Los compuestos anteriores afectan negativamente a la microbiota, eliminado a las bacterias beneficiosas y haciendo que proliferen las perjudiciales. Sin embargo, hay unos compuestos que hacen exactamente lo contrario: los polifenoles. Estas sustancias forman parte de las defensas químicas de las plantas, y se ha visto que más que antioxidantes en sí, estimulan nuestros antioxidantes internos. 

Sin embargo, ahora se sabe que el otro efecto beneficioso de los polifenoles es modular las bacterias intestinales, ya que hacen que aumenten las poblaciones de bifiídobacterias y lactobacilos, que protegen la barrera intestinal, y otras bacterias con efectos antiinflamatorios.

El problema, pues, es cuando faltan polifenoles en la dieta. Los alimentos más ricos en estas sustancias son, entre otros, las verduras de colores intensos, las frutas del bosque, las hierbas y especias, el aceite de oliva, el chocolate amargo y los frutos secos y semillas.

¿En qué se basa todo esto?

DP