Boris Johnson sobrevive a la votación sobre su continuidad, pero el 40% de sus diputados quiere que se vaya

Javier Biosca Azcoiti

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El primer ministro británico, Boris Johnson, sobrevivió a la moción de censura interna planteada por sus colegas del Partido Conservador y desencadenada por el escándalo de las fiestas celebradas en Downing Street mientras el resto del país cumplía las restricciones por la pandemia. Johnson obtuvo 211 votos a favor y 148 en contra, lo que supone que el 40% de sus diputados votó para expulsar al primer ministro en una gran rebelión interna.

A pesar de la victoria y de que las normas del partido impiden celebrar una nueva cuestión de confianza contra Johnson hasta dentro de un año, el voto refleja la división en las filas conservadoras y la debilidad del primer ministro, que hace dos años y medio obtuvo a lomos del ‘get Brexit done’ una mayoría absoluta arrolladora y el mejor resultado para los tories en más de tres décadas.

Sin embargo, el primer ministro ha afirmado que el resultado es “positivo, decisivo y convincente” y cree que le permitirá pasar página del escándalo de las fiestas. “Lo que tenemos que hacer ahora es unirnos como partido y avanzar en los temas que importan”, señaló en una entrevista con la BBC en la que también descartó convocar elecciones anticipadas.

Las encuestas, sin embargo, no reflejan el optimismo de Johnson. Desde que hace dos semanas se publicó el informe final sobre las fiestas en edificios del Gobierno, en el que se hablaba de “borracheras”, “vino por las paredes” y de maniobras para huir de los periodistas, un 59% de los británicos cree que el primer ministro debería dimitir y solo un 30% opina que debe permanecer en el puesto, según una encuesta de YouGov. El 74% de los encuestados cree que Johnson mintió sobre las fiestas, una opinión que comparte el 51% de los votantes conservadores. 

Además, desde que estalló el escándalo de las fiestas, el Partido Laborista lidera las encuestas en intención de voto. “La última vez que lideramos las encuestas fue el 6 de diciembre, una semana después de que estallase la primera noticia del partygate”, se afirma en un documento, elaborado por un diputado rebelde y que circuló mucho entre los parlamentarios conservadores horas antes de la votación, en el que se exponen los motivos para iniciar la moción.

El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, afirmó que el país tiene que elegir entre unos “tories divididos que apuntalan a Boris Johnson sin ningún plan para abordar los problemas a los que se enfrentan o un Partido Laborista unido con un plan para solucionar la crisis del coste de vida y para restablecer la confianza en la política”.

Johnson sabía desde el domingo que ya había un número suficiente de parlamentarios conservadores (54) para iniciar la moción interna y este lunes había mandado una carta a sus colegas de partido pidiéndoles expresamente su apoyo. En la misiva, el primer ministro sostenía que la votación sobre su liderazgo era una oportunidad para “acabar con la obsesión favorita de los medios de comunicación”, en referencia a las múltiples fiestas celebradas en tiempos de pandemia y por las cuales el propio Johnson fue multado. 

“Sé que en los últimos meses he sido objetivo de muchos ataques y sé que esa experiencia ha sido dolorosa para todo el partido. Parte de esas críticas quizá ha sido justa y otra lo ha sido menos”, señalaba Johnson. “Si nos podemos unir en los próximos días, entonces a su debido tiempo volveremos a ganar, devolver la confianza a los 14 millones que nos han votado y seguir sirviendo al país que amamos”.

Poco antes de la votación, el primer ministro se había dirigido a los diputados conservadores en una reunión privada. “Este es un momento para unirse y créanme que digan lo que digan de mí, los llevaré a la victoria otra vez”, señaló en ese encuentro, según informaron medios locales. El primer ministro amenazó con un gobierno laborista como alternativa: “La única forma de que permitamos que eso ocurra es si fuéramos tan tontos como para caer en un debate fratricida sin sentido sobre el futuro de nuestro partido”.

El exministro de Exteriores y de Sanidad Jeremy Hunt, que perdió en 2019 las primarias del partido contra Johnson y es ahora uno de los favoritos para sucederle, fue uno de los más explícitos contra el primer ministro. “No estamos dando al pueblo británico el liderazgo que se merece. No estamos ofreciendo la integridad, competencia y visión necesaria y como ya no tenemos la confianza del electorado, vamos camino de perder las próximas elecciones”, publicó en redes sociales. “La decisión de hoy es cambiar o perder”, añadió.

La ministra de Cultura, Nadine Dorries, respondió atacando directamente a Hunt en un reflejo de las tensiones internas: “Tu hipocresía está desestabilizando el partido y el país por tus ambiciones personales”. “Te has equivocado en prácticamente todo y te vuelves a equivocar ahora”, agregó.

El protocolo de Irlanda

“Si Boris Johnson gana por poco, su autoridad en los Comunes y en el partido estará destruida. La mayoría de los primeros ministros dimitirían. Sin embargo, se ha sugerido que él consideraría convocar unas elecciones anticipadas (a pesar del riesgo electoral) como la única forma de restaurar su mandato personal”, señala el documento crítico que circuló entre diputados conservadores. 

Theresa May sobrevivió a una moción interna en diciembre de 2018 con un mayor porcentaje de apoyo y acabó dimitiendo unos meses más tarde ante la rebelión por el acuerdo alcanzado con la UE para el Brexit. El principal obstáculo para May fue la cláusula para evitar levantar una frontera en la isla de Irlanda, un acuerdo que, según sus críticos, iba a dejar a Reino Unido atrapado en el bloque comunitario de manera indefinida. 

Johnson negoció y defendió un nuevo protocolo y ahora pretende revocarlo, otro argumento que esgrimen los diputados rebeldes. El acuerdo, en la práctica, mueve la frontera al mar entre la isla de Irlanda y el resto de Reino Unido para evitar que esa frontera esté entre Irlanda e Irlanda del Norte, que sigue en la unión aduanera. Una solución que provoca el rechazo de los unionistas norirlandeses, que actualmente están bloqueando la formación del gobierno regional. En este sentido, medios británicos señalaron que Johnson estaría preparado para transformar en realidad las amenazas de las semanas pasadas y presentar una nueva legislación para anular el protocolo, lo que provocaría una crisis con la UE, pero le permitiría ganar apoyo entre los diputados conservadores firmes defensores del Brexit.