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Una mirada más allá de la pandemia: 2020 en clave de derechos humanos

Maribel Hernández

1 de enero de 2021 12:28 h

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2020 pasará a la historia como el año de la pandemia. Las pérdidas, el dolor, la incertidumbre, el miedo y todo lo que ha trastocado el COVID-19, de un modo tan global y apabullante, hace difícil pensar que este año raro nos haya dejado otros hechos que merezca la pena rescatar o que hayan conseguido arañarle con mayor o menor éxito algo de espacio a las copadas agendas mediáticas. Pero es posible realizar otro tipo de mirada en clave de derechos humanos a este año que con tanta fuerza deseamos dejar atrás.

En este repaso, deliberadamente, el foco no está puesto en el coronavirus. Ello no le resta a la crisis del COVID-19 su clara dimensión de derechos humanos y tampoco significa que esta crisis no haya podido ejercer algún tipo de influencia sobre la forma o el curso de algunos de los acontecimientos siguientes. Simplemente se trata de una mirada en la que protagonismo está en otro lugar. Una mirada incompleta, por eso invitamos a los lectores a que sigan compartiendo en los comentarios otras luces y sombras de este 2020, más allá de la pandemia.

1.     Avances hacia el asilo por motivos climáticos

El 20 de enero de 2020 el Comité de Derechos Humanos de la ONU emitía una decisión histórica que sentaba un importante precedente para el futuro de la protección internacional de las personas desplazadas por el impacto del cambio climático. Fue la primera sentencia de un organismo de derechos humanos de las Naciones Unidas sobre esta materia.

Se trata del caso de Ioane Teitiota, un ciudadano de Kiribati (un pequeño país insular del Pacífico Sur) cuya solicitud de asilo fue denegada en 2015 por Nueva Zelanda. Teitiota denunció ante el Comité que su deportación junto con su esposa e hijos violó su derecho a la vida argumentando que la subida del nivel de mar y otros efectos del cambio climático habían hecho de Kiribati un lugar inhabitable. Si bien la ONU denegó su petición al considerar, tras una exhaustiva evaluación, que “pese a la seria situación de Kiribati, se adoptaron medidas de protección suficientes”, lo relevante de la sentencia y lo que supone un punto de inflexión es que determina que un Estado incumple sus obligaciones en materia de derechos humanos si deporta a una persona a su país de origen cuando en él las consecuencias de la crisis climática ponen su vida en peligro o corre el riesgo de sufrir un trato cruel, inhumano o degradante.

Según dijo entonces el experto del Comité, Yuval Shany, el “fallo establece nuevos estándares que podrían facilitar el éxito de futuras solicitudes de asilo relacionadas con el cambio climático”. En este sentido, la sentencia destacaba que tanto los sucesos repentinos (tifones, huracanes, inundaciones, etc.) como los procesos de evolución lenta (sequía, subida del nivel de mar, etc.) “pueden llevar a las personas a cruzar fronteras en busca de protección por daños relacionados con el cambio climático”.

Un día después, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, instaba al mundo a prepararse para “millones” de desplazamientos forzados a causa de la crisis climática. Según el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC), en 2019, de los 24,9 millones de desplazamientos que se produjeron por desastres, 23,9 estuvieron relacionados con el clima.

2.     La Huelga de Mujeres, un rayo y una revolución en Polonia

Han sido las protagonistas indiscutibles del otoño polaco: las mujeres y su lucha por sus derechos. Desafiando las restricciones y normas anti-covid, enfrentándose a la represión policial, detenciones arbitrarias o el hostigamiento por parte de grupos de extrema derecha… Cientos de miles de mujeres de todas las edades le han dicho basta al gobierno ultraconservador de Kaczynski (Partido Ley y Justicia) y a la Iglesia Católica llenando las calles de las principales ciudades del país en una oleada de manifestaciones que se prolongaron durante semanas. El mayor movimiento de protesta de los últimos treinta años en Polonia, desde el que llevó a la caída del régimen comunista en 1989.

El detonante fue la decisión del Tribunal Constitucional, el pasado 22 de octubre, de limitar todavía más el derecho al aborto en Polonia, ya de por sí uno de los más restrictivos de Europa, al declarar inconstitucional el supuesto de anomalías y malformación fetal. La respuesta en la calle fue inmediata. 

2020 ha sido en Polonia el año del rayo rojo, el símbolo de las protestas, presente en las mascarillas, pancartas o tatuado en la piel de las manifestantes. Strajk Kobiet (Huelga de Mujeres) es la organización feminista, nacida en 2016, que ha liderado las marchas con lemas como “Mi cuerpo, mi decisión”, “Esto es la guerra”, “Queremos médicos, no misioneros” o “El infierno de las mujeres”. 

El viernes 30 de octubre, el mismo día que el país registraba un nuevo récord de contagios de coronavirus, una protesta masiva de más de 100.000 personas bloqueó Varsovia. El gobierno dio marcha atrás y decidió aplazar la entrada en vigor de la prohibición al dejar pasar el plazo legal para su publicación en el boletín oficial, previsto el pasado 2 de noviembre.

3.     Black Lives Matter, protestas globales por George Floyd

George Floyd no fue el primer afroamericano muerto a manos de la brutalidad policial en Estados Unidos en 2020, pero su muerte evidenció, más que nunca, la fractura racial que atraviesa el país. El lunes 25 de mayo fue arrestado por la policía de Minneapolis por utilizar un billete falso de 20 dólares para pagar en una tienda de comestibles. Fue inmovilizado por cuatro policías, uno de ellos, Derek Chauvin, le presionó el cuello con la rodilla hasta asfixiarlo. Alertó unas 20 veces a los agentes de que no podía respirar, “I can’t breathe”, palabras que se convertirían más tarde en el grito de guerra que reavivó el movimiento Black Lives Matter.

Su asesinato fue grabado en un vídeo que se hizo rápidamente viral. En plena pandemia, con pocas distracciones fuera de casa, con medio mundo pasando la mayor parte del tiempo frente a las pantallas, el contexto nos hizo espectadores de la muerte de Floyd. Black Lives Matter tenía más sentido que nunca. Las protestas, el clamor pidiendo justicia, recordando que “las vidas negras importan”, inundaron el mundo.

El 2 de junio, la iniciativa “Blackouttuesday”, promovida desde la industria musical, fundió a negro las redes sociales, apagando la conversación para invitar a la reflexión sobre la violencia policial y el racismo. Plataformas como Spotify añadieron 8 minutos y 46 segundos de silencio –el tiempo de duración del video del asesinato de Floyd– a las listas de reproducción. El mundo del cine, la moda, la cultura, la política se unió a la condena.

La muerte de Lloyd colocó el racismo sobre la mesa de forma clara. Según Amnistía Internacional, produjo algunos cambios reales y significativos. En noviembre de 2020, Kamala Harris se convirtió en vicepresidenta del país. La primera mujer en acceder al cargo era también una mujer negra. “No hay vacuna para el racismo. Tenemos que hacer el trabajo. Por George Floyd, por Breonna Taylor, por las vidas de tantos otros, por nuestros niños. Por todos nosotros. Tenemos que trabajar para cumplir la promesa de igualdad de justicia ante la ley. Porque ninguno de nosotros es libre hasta que todos seamos libres”, dijo en su discurso de aceptación.

4.     Arde Lesbos, un desastre anunciado

El incendio que a principios de septiembre arrasó el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, no sorprendió a nadie. “La bomba de relojería ha explotado”, afirmó Médicos Sin Fronteras en Twitter. Las organizaciones humanitarias y los refugiados que malvivían en él -diseñado para alojar inicialmente a 3.000 personas, albergaba a 13.000- llevaban años denunciando el hacinamiento y las deplorables condiciones del campo, el mayor de Europa, símbolo de la incapacidad y el fracaso de Grecia y la UE a la hora de responder a la crisis migratoria.

Una semana antes se había detectado el primer positivo por COVID-19 en Moria, ante las constantes advertencias de las ONG de que los efectos del coronavirus allí podían ser devastadores. Las autoridades respondieron poniendo a todo el campo en cuarentena y cerrándolo a cal y canto. Un día antes del incendio, comunicaron a las primeras 35 personas infectadas la decisión de trasladarlas a una zona especial de aislamiento. El fuego se inició por la noche y el viento extendió las llamas rápidamente. Según la OIM, destruyó el 80% de las instalaciones.

Las autoridades griegas decretaron el estado de emergencia en Lesbos y prohibieron inicialmente a las miles de personas que quedaron a la intemperie salir de la isla mientras se aceleraba la construcción de un nuevo campo. Las protestas de los refugiados ante la reubicación fueron respondidas con gases lacrimógenos. Al mismo tiempo, algunas ciudades españolas se ofrecieron para acogerlos pero en un primer momento, el Gobierno de Pedro Sánchez, quien calificó las imágenes del incendio de “dantescas”, descartó sumarse a los diez países europeos dispuestos a acoger a refugiados de Moria alegando la “presión migratoria” de las costas españolas.

Lesbos reabrió el debate migratorio en la UE que, el 23 de septiembre, apenas dos semanas después del incendio, presentó su nuevo Pacto sobre Migración y Asilo. Las organizaciones humanitarias y de derechos humanos calificaron el documento de "decepcionante” al volver a poner el foco en el control de fronteras, considerándolo una muestra más de la falta de voluntad para responder a los flujos migratorios desde una perspectiva de derechos humanos.

5.     El Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares suma un nuevo hito: entrará en vigor

El 24 de octubre El Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) logró, tras la adhesión de Honduras, sus primeras cincuenta ratificaciones, el mínimo exigido para que el texto entre en vigor. Lo hará transcurridos noventa días, el próximo 22 de enero, un hito histórico que abre un nuevo capítulo en el camino del desarme nuclear. 

75 años después del lanzamiento por parte de Estados Unidos de sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, las armas nucleares estarán prohibidas. Son las únicas armas de destrucción masiva que no contaban con un tratado de prohibición en vigor, como sí era el caso de las armas químicas y las biológicas. El TPAN fue aprobado por la Asamblea General de la ONU en julio de 2017. Ese mismo año, la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) recibía el Premio Nobel de la Paz como reconocimiento a décadas de activismo.

Si bien ninguno de los nueve países con armas nucleares (EEUU, Reino Unido, Rusia, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte) se ha adherido al acuerdo, la entrada en vigor del Tratado ha generado cierta preocupación. Prueba de ello es la presión de Estados Unidos sobre los estados signatarios, a los que, según publicó Associated Press, les ha instado en una carta a retirarse del Tratado.

En febrero de 2020 la sobreviviente de Hiroshima Setsuko Thurlow visitó algunas ciudades españolas y se reunió con representantes políticos dentro de su gira por Europa junto a ICAN con el fin de sumar apoyos al Tratado. Esta hibakusha se prometió trabajar por el fin de las armas nucleares hasta su último aliento para que “ningún ser humano vuelva a vivir otra Hiroshima y Nagasaki jamás”. España sigue sin firmar el TPAN. 

6.     Nagorno-Karabaj, las nuevas heridas de un viejo conflicto latente 

El 27 de septiembre Azerbaiyán bombardea Nagorno Karabaj, una región montañosa situada en el este del país y habitada mayoritariamente por armenios. El ataque, lanzado con el apoyo militar turco, supuso el inicio de una guerra de 44 días contra Armenia por el control de territorio, el último episodio de un largo conflicto que enfrenta a ambos países desde el alto el fuego que en 1994 puso fin a la denominada Guerra del Alto Karabaj.

Las tensiones entre Azerbaiyán y Armenia por este territorio montañoso se remontan a antes de la creación de la Unión Soviética. Fue con su derrumbe, en 1991, cuando la región declaró su independencia y se autoproclamó República del Alto Karabaj, renombrada en 2017 como República de Artsaj, aunque no ha sido reconocida por ningún país de las Naciones Unidas y oficialmente forma parte de Azerbaiyán.

Los 44 días de enfrentamientos entre las fuerzas de ambos países, con una clara ventaja militar azerí, se saldaron con el desplazamiento del 90% de la población civil de Nagorno Karabaj, según datos del Defensor del Pueblo de Artsaj. Las cifras de víctimas mortales son todavía dudosas. Asimismo, organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado ataques indiscriminados contra la población civil en los que se emplearon armas prohibidas internacionalmente como las bombas de racimo y ha pedido una investigación sobre los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas armadas de ambos bandos.

El 10 de noviembre, ante el avance azerí, las partes llegaron a un acuerdo de alto el fuego calificado como “muy doloroso”, por el primer ministro armenio. El pacto, que incluye importantes pérdidas de territorio para Armenia, ha sido recibido en Ereván como una "traición” y tampoco ha traído mucha esperanza a la población desplazada.

7.     Mujeres, Paz y Seguridad: la Resolución 1325 cumple 20 años

El 31 de octubre de 2020 la Resolución 1325 cumplió 20 años desde su aprobación por el Consejo de Seguridad la ONU. Su adopción marcó un hito para el movimiento feminista y pacifista y supuso el inicio de la agenda internacional Mujeres, Paz y Seguridad, que nacía con el objetivo de incorporar la perspectiva de género a las políticas de paz y seguridad y los procesos de resolución de conflictos.

Por primera vez se reconocía que los conflictos armados provocan impactos específicos por cuestiones de género y que las mujeres no solo los sufren como víctimas -especialmente de la violencia sexual- sino que son también agentes de cambio claves y deben ser tenidas en cuenta y participar igualitariamente en los procesos de construcción de paz. Sin las mujeres, no hay paz.

La 1325 dio lugar a otras nueve resoluciones relacionadas, entre ellas la 1820, que reconoció la violación como crimen de guerra; supuso la creación de diversos instrumentos políticos y normativos, planes nacionales y nuevas figuras, como el Representante Especial del Secretario General sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, entre otros avances. Sin embargo, dos décadas después de su adopción, organizaciones de mujeres, investigadoras y expertas lamentan que su potencial está lejos de haberse alcanzado y son muchos los retos pendientes, particularmente en un contexto internacional de pandemia, emergencia climática y militarización. 

Se estima que entre 1992 y 2018, las mujeres representaron el 13% de las negociadoras y solo el 4% de las firmantes de acuerdos de paz. En una carta promovida por el Grupo de Trabajo de ONG sobre Mujeres, Paz y Seguridad con motivo del aniversario y dirigida a los representantes permanentes ante la ONU, más de 500 organizaciones exigen “la participación plena, igualitaria y significativa de las mujeres en todos los aspectos de paz y seguridad” y que la agenda se implemente en su totalidad.

8.     Arguineguín, “el muelle de la vergüenza”

Cuando a finales de julio, un primer grupo de personas pasó más de 16 horas a la intemperie sobre el cemento del muelle de Arguineguín, pocos podían imaginar entonces que la imagen del muelle, convertido más tarde en un campamento para migrantes, acabaría dando la vuelta al mundo. Pensado para albergar a 400 personas, en él llegarían a hacinarse a lo largo de cuatro meses hasta 2.600 en condiciones deplorables. El llamado “muelle de la vergüenza”, pasará a la memoria de este 2020 como icono del fracaso de la política migratoria española en un año especialmente complicado para Canarias.

Hace un año que la ruta de África a Canarias comenzó a reactivarse. El contexto particular de este 2020 no ha detenido el aumento del flujo migratorio. Según cifras del Ministerio del Interior, hasta el 15 de diciembre, 21.452 migrantes llegaron a Canarias por vía marítima. En 2019 lo hicieron 2.168. Recientemente, ACNUR advertía de que la ruta canaria se ha convertido en la más mortífera para los refugiados, prueba de ello son los datos presentados este martes por Caminando Fronteras. La organización ha contabilizado 1.851 muertes, el año “más trágico”.

2020 ha evidenciado la descoordinación por parte del gobierno y sus ministerios a la hora de gestionar los flujos migratorios. Arguineguín iba a ser una solución de “emergencia” que acabó alargándose cuatro meses, sin las garantías sanitarias necesarias en plena pandemia. A finales de noviembre, el Defensor del Pueblo visitó el muelle y pidió a Interior su “cierre inmediato”. Las denuncias de ONG de que en él se vulneraban los derechos fundamentales de los migrantes fueron constantes. El 30 de noviembre el campamento se desmanteló.

Este año ha puesto de manifiesto también la necesidad de disponer de una red de acogida estable ante el aumento del flujo para evitar improvisaciones como las que se han ido sucediendo a lo largo de los meses. Durante el estado de alarma se cedieron espacios educativos y deportivos. La desescalada y el retorno a las aulas empujaron a Interior a recurrir los complejos hoteleros, vacíos por la caída del turismo. Lo último, un plan de emergencia que prevé habilitar al menos siete campamentos en diferentes puntos de Gran Canaria, Tenerife y Fuerteventura, para acoger a 7.000 migrantes y el objetivo de crear instalaciones estables en 2021. Mientras, como telón de fondo, el discurso del odio va calando entre la población. “¡Nos están convirtiendo en una panda de xenófobos!”, decía un vecino de Arguineguín a elDiario.es.

9.     El Sáhara Occidental, en pie de guerra en medio del olvido

El 14 de noviembre el Frente Polisario declaró el estado guerra en el Sáhara Occidental al considerar rotos los acuerdos de paz de 1991. Era la respuesta saharaui a la última escalada de las tensiones con Marruecos. El día anterior, el ejército marroquí había lanzado una operación militar sobre Guerguerat donde, desde el 21 de octubre, alrededor de medio centenar de refugiados saharauis residentes en los campamentos de Tindouf bloqueaban el paso fronterizo entre el Sáhara Occidental y Mauritania, zona de tráfico de mercancías hacia África Occidental.

La tensión en Guerguerat se remonta a años atrás, cuando Marruecos comenzó a construir una carretera asfaltada. Para el Polisario, esto suponía una violación del derecho internacional y, desde entonces, civiles saharauis comenzaron a organizar manifestaciones pacíficas en protesta con el fin de recordarle a la comunidad internacional su compromiso incumplido de celebrar un referéndum de autodeterminación.

El anuncio de la guerra fue recibido en los campamentos, según contaron fuentes del Frente Polisario a elDiario.es, con “euforia y satisfacción”. Generó una movilización voluntaria “masiva” de jóvenes mayores de 18 para alistarse en el ejército, hartos de esperaruna solución que no llega, del abandono y olvido en el que ha caído el conflicto y ante una potencia administradora, España, que sigue mirando a otro lado.

Desde entonces se han sucedido los enfrentamientos entre las fuerzas militares marroquíes y las saharauis. Este mismo lunes, la agencia de noticias saharaui SPS publicaba el 46º parte de guerra, con los ataques que el Ejército Popular de Liberación Saharaui dice haber realizado. En medio de las tensiones, el presidente Trump, que abandonará el cargo el 20 de enero, anunció el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Mientras, Human Rights Watch denunciaba hace unos días la represión de las fuerzas de seguridad marroquíes sobre activistas saharauis, incluyendo allanamientos de hogares y detenciones arbitrarias de hombres, mujeres y menores, algo que las autoridades alauitas niegan.

10.     #BringBackOurBoys, Boko Haram libera a 344 estudiantes secuestrados

El 11 de diciembre, un grupo de personas armadas con rifles de asalto irrumpieron en un centro de educación secundaria de Kankara, en el estado de Katsina, al norte de Nigeria, secuestrando a más de 300 estudiantes. Cuatro días más tarde, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, se atribuía la acción “para promover el islam (…) ya que la educación occidental no es el tipo de educación permitida por Alá y su santo profeta”. 

El secuestro, la primera gran operación del grupo yihadista en el noroeste de Nigeria, reavivó los fantasmas de 2014, cuando Boko Haram capturó a 276 niñas en un internado de Chibok, en el noreste del país, de las que todavía a día de hoy se desconoce el paradero de más de un centenar.

Si aquel secuestro masivo impulsó en todo el mundo el movimiento #BringBackOurGirls, tras el de los chicos de Kankara, según AFP, decenas de manifestantes, incluidos familiares de los secuestrados, acudieron a Katsina, la capital del estado, y se reunieron ante la casa del gobernado con el lema #BringBackOurBoys, que se extendió rápidamente en las redes sociales.

El jueves, 17 de diciembre, 344 chicos fueron liberados en un bosque del estado vecino de Zamfara sin que haya trascendido si ha habido un pago de rescate, algo que las autoridades nigerianas han negado y que extraña a los expertos. Tampoco se sabe con certeza si han sido liberados todos los niños que fueron capturados.

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