CLAVES

Qué pasó en las elecciones en Suecia: entre la incertidumbre y el ascenso de la extrema derecha

Mariangela Paone

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El cordón sanitario a la extrema derecha se acorta cada vez más en Europa. Suecia, durante décadas “el faro” de la socialdemocracia, será otro de los países donde la normalización de un partido ultra por parte de las formaciones conservadoras y de centro les convierte en una pieza clave en la formación del futuro gobierno. Los resultados del domingo están tan ajustados que habrá que esperar hasta el miércoles para saber si finalmente el bloque del centro-derecha adelanta al centro-izquierda. Pero un dato parece claro: el partido de extrema derecha Demócratas Suecos (SD, por sus siglas en sueco) va camino de ser la segunda fuerza política del país, con varias consecuencias para su gobernabilidad.

¿Qué ha pasado en las elecciones del domingo?

Los sondeos a pie de urna daban el centro-izquierda en cabeza, pero el recuento provisional, con el 95% de los votos escrutados, otorga al centro-derecha una ligera ventaja, que le aseguraría 175 escaños, es decir, los necesarios para tener mayoría en un Parlamento de 349. El bloque de centro-izquierda llegaría hasta 174, convirtiendo en pírrica la amplia victoria del Partido Socialdemócrata de la actual primer ministra Magdalena Andersson, que se confirma como primera fuerza.

A falta de los resultados definitivos, el gran ganador de la noche electoral es el del partido de extrema derecha, que pasa del 17,5 que obtuvo en las elecciones de 2018 al 20,6 por ciento, siendo la segunda formación a nivel nacional y la más votada del bloque de centro-derecha. Los conservadores del Partido Moderado, que se postulaban para liderar el futuro gobierno, llegan al 19 por ciento. Su líder, Ulf Kristersson, que tiene ante sí decisiones complicadas si se confirman estos resultados, pidió “paciencia” a la espera del recuento definitivo.

Paciencia ha pedido también a los electores la primera ministra Andersson. Los socialdemócratas superan el 30% de los votos, mejorando su resultado de hace cuatro, un porcentaje impensable para gran parte de sus homólogos en el resto del continente, y que le permite mantener el récord de haber sido la fuerza más votada del país en cada elección desde 1917. Pero la buena valoración que tiene Andersson, quien fue ministra de Finanzas desde 2014 a 2021, no ha bastado de momento para asegurar su continuidad en el Gobierno. “No tendremos un resultado esta noche”, dijo Andersson el domingo, pidiendo a los suecos que dejaran que “la democracia siga su camino”.

¿Por qué el resultado de las elecciones sigue en el aire?

El recuento provisional desembocó en un resultado demasiado ajustado para poder asegurar que la fotografía final sea finalmente esta. La diferencia entre los dos bloques es de alrededor 50.000 votos, un 0,9 por ciento del total. Así que ahora habrá que esperar al resultado del voto en el extranjero –más de 160.000 papeletas, aunque suele votar solo el 40% de los electores residentes fuera del país– y del voto por correo. Aunque el voto en el extranjero no ha sido muy influyente en el resultado final hay un antecedente importante: en los comicios de 1979 el voto por correo otorgó la victoria al centro-derecha por un escaño y unas 8.400 papeletas.

¿Cómo ha llegado Demócratas Suecos a ser el segundo partido más votado?

La relevancia adquirida por la formación ultra es el resultado de un progresivo proceso de normalización. Queda lejos la sensación que causó su entrada en el Parlamento por primera vez en 2010, con el 5,7% de los votos. Surgido en los 90 del movimiento neonazi de Suecia, la formación ha sido objeto del rechazo transversal de los demás partidos, pero en los últimos años el Partido Moderado se ha ido abriendo a la posibilidad de colaboración mientras que el SD ha tratado de moderar su imagen pública. Una ‘normalización’ para la que ha trabajado el líder del partido, Jimmie Akesson, quien entró en las juventudes de la formación en los 90. Akesson, de 43 años, procede de una pequeña localidad del sur de Suecia, que ha sido el caladero de votos del SD.

Tras asumir la presidencia en 2005, ha sometido el partido a varios cambios, empezando por el logo, con una anémona azul y amarilla en lugar de la más agresiva antorcha. El cambio de imagen ha ido acompañado por declaraciones de “tolerancia cero” contra el racismo, en un intento para distanciarse de los grupos neonazis y racistas de los orígenes. Unas raíces que la primera ministra Andersson se esforzó en recordar durante la campaña electoral, alertando sobre los riesgos que supondría romper el cordón sanitario a la extrema derecha.

Pero el proceso de normalización se ha debido también a que el discurso de mano dura contra la inmigración, sobre el que el partido ha construido gran parte de su apoyo mientras el país debate sobre los fallos de la integración y las consecuencias de la violencia callejera, ha sido absorbido por gran parte del espectro político. Suecia, que solo en 2015 recibió a 160.000 personas, ha ido endureciendo sus leyes. “Ha sido muy claro en los últimos cinco años que los otros partidos se han alineado con nosotros, que se han posicionado cerca de nosotros para no perder más votantes”, dijo Akesson en declaraciones a Reuters en un evento de la campaña electoral. Dejaba claro así que su embestida contra la inmigración, que rompió lo que había sido durante décadas un tabú, ya ha contaminado el debate, obligando a los demás partidos a adaptarse y forzando cambios en las políticas del país.

Según el sondeo a pie de urna publicado el domingo por la televisión pública de Suecia, los Demócratas Suecos lograron muchos votos entre las clases trabajadoras, aunque también en este grupo el Partido Socialdemócratas fue el más votado.

¿Qué puede pasar si se confirma el resultado actual?

“Si hay cambio de poder, vamos a tener una posición central en el nuevo gobierno. Nuestra ambición es formar parte del gobierno. Nuestra ambición es un ejecutivo con mayoría, sería lo mejor para Suecia”, dijo Akesson en la fiesta electoral de su partido, según informa EFE.

El partido ultraderechista, como explica aquí el Financial Times, no quiere repetir el error de sus homólogos daneses, el Partido del Pueblo Danés que, tras convertirse en la primera fuerza de la derecha en 2015, se negó a entrar en el gobierno y vio desde entonces caer su popularidad. “Nos gustaría entrar en el gobierno”, dijo a FT Richard Jomshof, secretario del partido, apuntado al error de la formación danés. “Hay mucha presión de nuestros votantes. No estoy seguro de que se conformen con estar fuera del gobierno”.

El escenario más probable que se manejaba hasta ahora en el caso de una victoria del bloque de centro-derecha era el de un Gobierno en minoría liderado por el Partido Moderado junto a liberales y democristianos y con el apoyo externo de los Demócratas Suecos. Pero el resultado obtenido por la formación ultra hace pensar que no se conformarán con un papel de apoyo externo sin tocar el poder.

MP