Un acuerdo de paz, o incluso un alto el fuego duradero entre Israel y Hamas, podría ser el mayor logro diplomático del mandato presidencial de Donald Trump.
Los detalles y los pasos para el acuerdo siguen sin estar del todo claros, pero la intención declarada por parte de Israel y Hamas ya es valiosa. Con el apoyo de los países árabes y otras potencias regionales, este acuerdo es la mayor oportunidad de poner fin a la guerra tras la ruptura israelí del alto el fuego en marzo y que volvió a sumir Gaza en una guerra cruenta que ha dejado casi 68.000 muertos, la mayoría civiles.
La primera fase del plan de paz, tal y como Trump lo llamó en una publicación en su red social Truth Social el miércoles, es clara: el regreso de los rehenes retenidos por Hamas a cambio de una retirada parcial del ejército israelí. Pero encontrar a todos los rehenes puede resultar complicado, al igual que gestionar la retirada israelí.
Trump se expresó con su habitual tono de hipérbole: “TODOS los rehenes serán liberados muy pronto e Israel retirará sus tropas a una línea acordada como primeros pasos par una Paz Fuerte, Duradera y Eterna. ¡Todas las partes serán tratadas equitativamente!”
Queda mucho por discutir. El plan de 20 puntos propuesto por el Gobierno de EEUU trata de conjugar las condiciones para el alto el fuego con la negociación de una paz duradera, pero las cuestioness espinosas, como el futuro de Hamas y sus desarme, junto con la visión israelí para el futuro de Gaza, todavía tienen que concretarse.
Ya hemos estado antes en este punto. El Gobierno de Trump tenía prisa por negociar el fin de la guerra incluso antes de tomar posesión, y el alto el fuego firmado en enero, organizado a toda prisa, se vino abajo por las discrepancias sobre el ritmo de liberación de los rehenes.
Así y todo, el momento presente es crucial. Trump hablaba el miércoles por la tarde en una mesa redonda contra Antifa cuando el secretario de Estado, Marco Rubio, le pasó una nota. “Muy cerca. Necesitamos que apruebes un mensaje en Truth Social pronto para que puedas anunciar el acuerdo el primero”, rezaba.
Nadie ha dicho que la guerra tuviese que terminar con acuerdos de paz al estilo de los Acuerdos de Oslo en los 90 o con deliberaciones políticas.
Este es un momento diferente: un presidente estadounidense abiertamente partidista y voluble que, sin embargo, ha utilizado su imprevisibilidad para mantener en vilo tanto a sus aliados como a sus enemigos. También se dice que Trump está motivado por el deseo de convertirse en el primer presidente estadounidense en recibir el Premio Nobel de la Paz desde Barack Obama.
El premio se entregará el viernes y el deseo de darle una victoria al presidente estadounidense ha impulsado consideraciones políticas en Washington y en todo Oriente Medio.
Las tensiones restantes son evidentes. Hamas pidió a Trump y a otras partes que “garanticen que el Gobierno de ocupación israelí cumpla plenamente los términos del acuerdo”. El temor es que Israel reanude su ofensiva una vez que los rehenes sean devueltos.
“Nunca abandonaremos los derechos nacionales de nuestro pueblo hasta que se logren la libertad, la independencia y la autodeterminación”, afirmó el grupo, refiriéndose indirectamente al deseo de crear un Estado palestino, que ha sido rechazado por Netanyahu y abandonado en gran medida por la Casa Blanca.
Netanyahu también tiene que lidiar con consideraciones políticas. El jueves dijo que “convocaría al Gobierno para aprobar el acuerdo y traer a casa a todos los queridos rehenes”. Debe gestionar la respuesta de los miembros de la derecha de su Gobierno, entre ellos el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, que han amenazado con derrocar al Gobierno en caso de alto el fuego.
Trump ha intentado superar esas consideraciones mediante la fuerza bruta, amenazando con que se desataría “el infierno” en Gaza contra Hamas si no se satisfacía su deseo de paz. Cuando Netanyahu expresó sus dudas sobre el acuerdo, Axios informó de que le dijo al líder israelí: “No sé por qué siempre eres tan jodidamente negativo... Esto es una victoria. Acéptalo”.
Se dice que el presidente de Estados Unidos tiene previsto viajar a la región este fin de semana para la firma del acuerdo. Este es su momento, y es posible que necesite toda su marca personal y su influencia para evitar otro fracaso de las negociaciones y el retorno a los combates, lo que supondría una derrota diplomática para su Administración.