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La última ofensiva anti-LGTBI de Putin arrolla a la comunidad trans rusa: “Nuestro sistema es despiadado”

Maxim Goldman, activista trans ruso y director de comunicaciones de la ONG Centro T.

Icíar Gutiérrez

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Maxim Goldman lleva casi media vida ejerciendo el activismo en Moscú. Escribe en blogs sobre temas como feminismo y body positive, da conferencias, imparte educación sexual. Comparte abiertamente su experiencia como persona trans y no binaria. Decidió exponerse para ayudar a otras personas como él. Ahora, confiesa que está atravesando un momento “muy duro y doloroso”: se plantea marcharse de Rusia. “Cada año es más peligroso vivir y trabajar aquí para gente como yo”, dice a elDiario.es.

Goldman, de 29 años, es director de comunicaciones internas de Centro T, una organización que apoya a la comunidad trans en Rusia. En estos momentos, buena parte de su día a día se centra en prepararse y buscar recursos para el escenario que se abrió con la nueva y controvertida ley que ilegaliza la transición de las personas trans y restringe severamente sus derechos.

La legislación, que lleva la firma del presidente Vladímir Putin desde el 24 de julio tras su aprobación en el Parlamento ruso, prohíbe las cirugías de reasignación y la terapia hormonal, así como el cambio de sexo legal en los documentos de identidad, disuelve los matrimonios en los que uno de los cónyuges es trans e impide a estas personas adoptar o asumir la tutela de menores. 

El presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, argumentó que la medida busca, en sus palabras, proteger de la “degeneración” a niños y adultos. “Esta decisión protege a nuestros ciudadanos, a los niños, tiene por objeto reforzar la institución de la familia y preservar los valores tradicionales. En el extranjero, el número de cirugías de este tipo va en aumento, una tendencia indicativa de la degeneración de la nación. Esto es inaceptable en Rusia”, dijo. 

La propuesta fue presentada a la Duma el 30 de mayo, se hizo más dura conforme avanzaba y tardó menos de dos meses en convertirse en ley con el respaldo de casi 400 diputados. El paquete de prohibiciones hizo sonar todas las alarmas en la comunidad trans rusa y recibió una cascada de críticas de organizaciones LGTBI locales e internacionales, que lo califican de “tránsfobo”. “Es una ley discriminatoria y, desgraciadamente, no es el límite, solo es una continuación de la degradación de nuestro país”, dice Goldman. “Me preocupa lo despiadado y egoísta que es nuestro sistema político”.

Consecuencias “devastadoras”

La ley fue cuestionada por los peligros para la salud psicológica y física y los problemas a largo plazo que puede plantear. Activistas LGBTI locales, incluidos los de Centro T, han advertido de que va a conducir a un aumento de las tasas de suicidio e intentos de suicidio entre las personas trans y fomentará un mercado clandestino de cirugías y medicamentos.

En la organización notan cómo la gente está llegando en busca de asesoramiento jurídico y ayuda psicológica. “Me preocupa que muchas personas hayan perdido en un abrir y cerrar de ojos esa oportunidad que llevaba mucho tiempo esperando. Para algunas de ellas, esto se ha convertido o se convertirá en un motivo de suicidio, algo de lo que toda nuestra comunidad advirtió en voz alta, exigiendo la derogación del proyecto de ley. Pero no nos escucharon”, dice Goldman.

El activista ruso subraya que, además, la privación de atención médica específica provocará la salida de personas del país, mientras que el hecho de no poder cambiar sus documentos de identidad crea obstáculos y merma sus “oportunidades sociales, laborales y médicas”.

“Cuando los documentos oficiales no reflejan con exactitud el género de una persona, pueden resultar imposibles funciones básicas como abrir una cuenta bancaria, alquilar un piso o encontrar trabajo.  Además, la falta de correspondencia puede ser una fuente de acoso y humillación”, dice a este medio Graeme Reid, director de la división LGBT de Human Rights Watch (HRW), que tilda la norma de “arrolladora” y apostilla que tendrá un “efecto devastador en la vida familiar” al anular matrimonios y prohibir adopciones.

A juicio de Cianán Russell, responsable principal de políticas de la organización especializada ILGA-Europe, la nueva ley aumenta las posibilidades de “represión estatal”, pero también expone a las personas trans “a un mayor riesgo de marginación social”. “La cuestión más preocupante es la deshumanización que representa la ausencia de reconocimiento legal del género y de atención sanitaria específica para las personas trans”, dice, a la vez que lamenta que suponga un retroceso “en los derechos anteriormente protegidos” en Rusia. 

El proceso hasta ahora

En 2022, se emitieron al menos 936 pasaportes nuevos debido a las rectificaciones legales de sexo en el país, casi el doble que el año anterior, según informó el medio Mediazona citando estadísticas del Ministerio del Interior. Hasta ahora, quienes esperaban poder cambiar sus documentos y buscaban tratamientos médicos primero debían someterse a un proceso que involucraba a una comisión médica especializada que solo estaba disponible en las principales ciudades como Moscú o San Petersburgo, según explica a elDiario.es Robert Lebedev, subdirector de Delo LGBT+, una organización que presta asistencia legal a la comunidad LGTBI en el país. 

“Antes de esta ley, la legislación sobre transición de género en Rusia era una de las más permisivas de toda Europa. Una persona trans, por sí misma o por recomendación de su psiquiatra, que la había observado durante varios meses o años (la ley no lo especificaba, dependía de la voluntad y el estado mental de la persona), pedía cita” en esta comisión médica, indica Lebedev. “Después de varias citas y exámenes, una comisión de psicólogos, sexólogos y psiquiatras solía aprobar –en torno al 80-90% de los casos– el derecho de la persona trans a la transición y le entregaba documentos oficiales: uno para el cambio de sexo legal y otro para las operaciones quirúrgicas y la terapia hormonal”. 

Según explica, la principal barrera era conseguir dinero suficiente para trasladarse a la ciudad donde se encontraba la comisión, la estancia y los gastos oficiales, que no estaban cubiertos por el Estado. “Conseguir recetas para la terapia hormonal y comprar medicamentos no era un gran problema para las personas que vivían en grandes ciudades. Por lo general, un mes era suficiente para obtener un nuevo certificado de nacimiento y un año o menos después, para obtener un nuevo pasaporte o diploma universitario y comenzar la terapia hormonal o reservar una operación, si tenías suficiente dinero para pagarla. La mayoría de ellas estaban disponibles en Rusia a precios que la gente podía sufragar por sí misma o a través de convocatorias para recaudar dinero”.

Excepción para menores intersexuales

Ahora, las únicas intervenciones médicas permitidas por la nueva ley son aquellas para “tratar anomalías fisiológicas congénitas, enfermedades genéticas y endocrinas causadas por una alteración de la formación de los órganos genitales en los niños”, bajo la decisión de comisiones médicas. Esto se entiende como una medida dirigida a los menores intersexuales, aquellos que nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos masculinos o femeninos.

Para Russell, de ILGA-Europe, esta excepción es “igualmente preocupante”. “Las intervenciones quirúrgicas no consentidas e innecesarias desde el punto de vista médico en niños intersexuales pueden calificarse de tortura o trato cruel o inhumano. Mientras que muchos países europeos están tomando medidas para prohibir estas intervenciones, esta ley las consolida en la práctica”.

La oficina de derechos humanos de la ONU manifestó su preocupación por la nueva legislación rusa. “Instamos a una revisión judicial para defender los derechos humanos. Las personas trans tienen el mismo derecho a la identidad, a la salud y a formar una familia”, dijo en un tuit. “Las personas intersexuales tienen el mismo derecho a la protección frente a cirugías forzadas”.

El activismo LGTBI, más difícil

El trabajo de las organizaciones LGTBI se volvió más complejo, explica Lebedev, que da un dato: en febrero de este año, el 45% de los beneficiarios de Delo LGBT+ eran personas trans. Ahora son el 71% y el número de casos en los que trabajan se duplicó. “El número mensual de consultas legales que proporcionamos se ha triplicado desde mayo, cuando se propuso la ley. Muchos de ellos son casos en los que las oficinas locales de registro de ciudadanos se niegan a cambiar el certificado de nacimiento de las personas trans u otros documentos”.

Ahora, según indica, si las personas trans no empezaron a cambiar su certificado de nacimiento antes del 25 de julio ya no pueden cambiar sus documentos. “Todavía existe la posibilidad teórica de cambiar de sexo legamente a través de vistas judiciales, pero aún no lo hemos probado y no estamos seguros de que funcione”, dice Lebedev. Las modificaciones de la ley no se aplicarán retroactivamente a quienes hubieran obtenido el reconocimiento legal antes de su entrada en vigor.

Delo LGBT+ teme que esta norma abra la puerta a nuevas “leyes discriminatorias” y a que los médicos “que ignoren la ley y sigan ayudando a las personas trans a hacer la transición sean pronto procesados legalmente”. “También tememos que las iniciativas de derechos humanos LGBT+ como la nuestra, que protegemos a estas personas, queden desprotegidas y descubiertas si se nos persigue por proteger los derechos de la comunidad trans”, dice el responsable de la ONG.

El 21 de julio, el Ministerio de Justicia añadió a Centro T en el registro de “agentes extranjeros”, una etiqueta que Moscú aplica desde hace años y se fue endureciendo para designar a quienes participan en lo que tacha de actividades políticas “u otras” y reciben apoyo o están “sometidos de otro modo a influencia extranjera”. A ello se suman, según Goldman, dos procesos judiciales contra el director de la organización y ataques online

El activista ruso cuenta que, recientemente, sufrió un “ataque masivo en Internet por parte de nazis tránsfobos”. “Me hablaron por mensajes privados en Telegram exigiendo que cerrara o les entregara el canal de Centro T y mi blog, pidiera disculpas al pueblo ruso y les diera 25.000 rublos (unos 245 euros)”, dice. “Por supuesto, esto vino acompañado de amenazas de muerte contra mí, mis compañeros e insultos. Consiguieron los datos de mi pasaporte, mi número de móvil, empezaron a registrarse en diferentes sitios”. Lebedev añade que un equipo de abogados de su ONG “fue atacado por un joven desconocido” a las puertas de un tribunal de Moscú hace aproximadamente una semana.

Una ofensiva más amplia

Goldman remarca lo “difícil” que ya era ser una persona trans en Rusia antes de la nueva ley. “No me sorprende que algunas personas trans opten por una vida secreta, ocultando su condición. No cumplir con los estándares de género conlleva desaprobación social en el mejor de los casos, y violencia física en el peor”.

Todas las fuentes consultadas por este medio coinciden en que la ley forma parte de una ofensiva más amplia contra las personas LGTBI en Rusia. A finales del año pasado el Parlamento aprobó otra polémica norma que prohíbe la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales” en los medios de comunicación, internet, la publicidad, la literatura y el cine.

Rusia ocupa el puesto 46 de 49 países europeos en la clasificación anual de derechos LGBTI elaborada por ILGA-Europe.

Si bien la restricción y el debilitamiento de los derechos LGTBI en Rusia viene de lejos, la medida se enmarca en una campaña antioccidental ultraconservadora que se intensificó desde el comienzo de la invasión de Ucrania con la que el Kremlin afirma proteger lo que llama los “valores tradicionales” rusos. En septiembre pasado, en uno de sus múltiples discursos, Putin arremetió contra lo que denominó las “perversiones” de Occidente, entre las que mencionó permitir la cirugía de reasignación. “No lo queremos en nuestro país. Dejemos que la política diabólica se lleve a cabo en EEUU”, argumentó también el presidente de la Duma Estatal durante la aprobación de la ley. 

“Rusia ha desplegado una retórica y una legislación anti-LGBTI con fines políticos: dentro del país, el presidente Putin ha adoptado esta estrategia para consolidar una base de apoyo conservadora.  La retórica de la defensa de los valores tradicionales se utilizó incluso como justificación parcial de la invasión de Ucrania”, dice Reid, de HRW. 

Para Goldman, la ley es “un intento de desviar la atención de otros problemas más importantes y dirigir el odio en una dirección segura, eligiendo una de las categorías de personas más vulnerables”. “Cuando se usa a las personas LGBTI como chivo expiatorio en la política, se suele hacer cuando la base de apoyo al Gobierno (o a un partido) se está resquebrajando, para volver a unir a esa base contra un enemigo común o desviar la atención pública de preocupaciones acuciantes”, coincide el responsable de ILGA- Europe. “Este movimiento en este momento bien podría representar una disminución del apoyo de la población rusa a las acciones de su Gobierno contra Ucrania”.

El subdirector de Delo LGBT+ cree que, con estas medidas, Rusia también se está posicionando internacionalmente como defensora de los “valores tradicionales”. “El presidente y su Gobierno quieren hacer el mundo bipolar y convertirse en los líderes de su parte tradicionalista, y esta ley es claramente un indicador de tales perspectivas y deseos, sugiriendo un modelo equivocado para otros países europeos como Polonia o Hungría. Por eso es peligrosa no solo para la sociedad rusa, sino también para los países vecinos”.

Nos presentan como enfermos mentales, como una secta, como ‘valores ajenos a Rusia’ y mucho más. A sus propios ciudadanos. Pero nosotros no elegimos esto, simplemente existimos y tenemos derecho a esta existencia y a todos los derechos humanos básicos, al respeto, a la libertad”, dice Goldman. Centro T, que nació en Moscú pero extendió su red, colabora con médicos, psicólogos y otras organizaciones locales y proporciona a las personas trans asistencia voluntaria en muchas ciudades, alojamiento en su refugio, consultas y apoyo.

La ley complica esta tarea, pero el activista ruso dice que el plan de Centro T es “mantenerse en pie pase lo que pase, y seguir trabajando y avanzando por la gente”. “Nada nos detendrá”, concluye.

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