El último adiós de una pediatra de Gaza a sus nueve hijos asesinados por Israel: “Dedicó su vida a salvar niños”

Malak A Tantesh / Lorenzo Tondo

Gaza / Jerusalén —
26 de mayo de 2025 19:17 h

0

A primera hora del viernes, como todos los días, la doctora Alaa al Najjar se despidió de sus diez hijos antes de salir de casa. El menor, Sayden, de seis meses, aún dormía. Y como cada día, con la guerra en Gaza y los ataques israelíes a pocos metros de su barrio de Jan Younis, a Al Najjar le preocupaba dejarlos en casa e irse a trabajar.

Pero la mujer de 35 años no tenía otra opción. La doctora, una de las cada vez más escasas profesionales de Gaza, es una respetada pediatra del complejo médico Nasser. El pasado viernes tuvo que ir a trabajar para cuidar a bebés heridos, supervivientes de los ataques israelíes. Nunca imaginó que esa despedida de su familia sería la última.

Unas horas después, los cuerpos carbonizados de siete de sus hijos, muertos por un ataque aéreo israelí en Jan Younis, llegaron al hospital donde trabaja. Otros dos cuerpos, incluido el de Sayden, estaban bajo los escombros. De sus diez hijos, solo uno ha sobrevivido, junto con su padre, Hamdi al Najjar, de 40 años, que también es médico. Ambos se encuentran hospitalizados.

“Es una de las tragedias más desgarradoras desde el comienzo del conflicto”, dice Mohammed Saqer, jefe de Enfermería del Hospital Nasser. “Y le ha ocurrido a una pediatra que dedicó su vida a salvar niños y ha visto cómo le arrebataban a su prole en un instante de fuego y silencio ensordecedor”.

Las imágenes compartidas por el director del Ministerio de Sanidad de Gaza y verificadas por The Guardian muestran los cuerpos quemados y desmembrados de los niños mientras son sacados de debajo de los escombros de la vivienda familiar, cerca de una gasolinera, mientras las llamas aún consumían lo que quedaba del edificio.

“Cuando oí que la casa había sido bombardeada, corrí instintivamente a mi coche y me dirigí al lugar, pues sabía que mi hermano y sus hijos estaban dentro. Al llegar, me quedé impactado. Encontré a mi sobrino Adam, que sobrevivió, tirado en la calle bajo los escombros. Estaba cubierto de hollín, con la ropa casi desgarrada, pero aún conservaba el alma. Mi hermano yacía del otro lado, sangrando profusamente por la cabeza y el pecho, y con el brazo amputado. Respiraba con dificultad”, relata Ali al Najjar, de 50 años, hermano mayor de Hamdi, el esposo de Alaa.

Ali fue quien llamó al equipo médico y llevó a los dos supervivientes al hospital. Luego comenzó la búsqueda de sus nueve sobrinos y sobrinas debajo de los escombros.

“Fue muy difícil despejar la casa porque el techo había colapsado. Empecé a buscar por la casa con la esperanza de encontrar a alguno de los niños, ya que supuse que el bombardeo podría haberlos arrojado fuera de la casa”, explica Ali. “Pero entonces, tristemente, apareció el primer cuerpo quemado. Tras apagar el fuego por completo, encontramos a los demás: algunos estaban mutilados y todos quemados”.

Alaa al Najjar acudió rápidamente al lugar de la explosión mientras los rescatistas sacaban el cuerpo de su hija Revan de entre los escombros. Entre lágrimas, les rogó que la dejaran abrazarla por última vez.

“Su cuerpo estaba completamente quemado en la parte superior, no quedaba nada de su piel”, recuerda Ali. “Todavía no hemos podido encontrar los cuerpos de dos de los hijos de mi hermano: el mayor, Yahya, de 12 años, y la niña de seis meses, Sayden”. Fuentes del Hospital Nasser que trasladaron uno a uno los cuerpos de los niños a la morgue han revelado que la madre no pudo identificarlos debido al alcance de las quemaduras. Sus nombres eran: Yahya, Rakan, Ruslan, Jubran, Eve, Revan, Sayden, Luqman y Sidra.

La doctora regresó al hospital para ver a su hijo de 11 años, Adam, y a su marido.

“Alaa fue a la morgue, abrazó a sus hijos, recitó el Corán y oró por ellos”, dice el doctor Ahmed al Farra, de 53 años, director del departamento infantil del complejo médico Nasser. “Otras doctoras a su alrededor se derrumbaron de dolor y rabia, pero la doctora Alaa mantuvo la calma. Dios le dio paz. Después de que los enterraran, fue directamente a ver a su esposo y a su hijo, y comenzó a cuidarlos”.

Sus colegas del hospital describen a Al Najjar como una doctora comprometida, educada y ética, capaz de soportar una enorme presión; ha atendido a decenas de niños y pacientes a diario, cuidando al mismo tiempo de una familia numerosa. “Estaba constantemente preocupada por sus hijos cuando estaba en el hospital. Cuando supo que una casa había sido bombardeada en el barrio de Qizan al Najjar, su corazón de madre presentía que algo iba mal”, recuerda Farra.

El director del hospital dice que no había palabras para describir su pérdida. “Quien quiera opinar, que primero imagine que le ocurre lo mismo: perder de repente a todas las personas con las que tiene vínculos”.

Tras despedirse por última vez de los cuerpos sin vida de sus siete hijos, Alaa fue a la sala donde atendían a su único hijo aún con vida. “Su esposo sufría lesiones graves: daño cerebral y fracturas causadas por metralla; además de heridas por metralla y fracturas en el pecho. Lo conectaron a un respirador y le colocaron tubos médicos”, señala Farra. “El estado de su hijo era relativamente mejor; sus lesiones eran entre moderadas y graves”.

Los colegas y amigos de la doctora afirman que sus hijos tenían ciudadanía egipcia y que Alaa y Hamdi planeaban viajar a Egipto para matricularlos en la Universidad de Al Azhar en El Cairo.

Por su parte, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dijeron que un avión había atacado a “varios sospechosos identificados que operaban desde una estructura adyacente a las tropas de las FDI en la zona de Jan Younis”. “La zona de Jan Younis es una peligrosa zona de guerra. Antes de iniciar las operaciones allí, las FDI evacuaron a los civiles de la zona por su propia seguridad. La denuncia sobre daños a civiles no involucrados está siendo revisada”, afirmaron.

El Ejército israelí ha emitido numerosas órdenes de evacuación y la semana pasada ordenó a los residentes de Jan Yunis que se marcharan porque la localidad iba a convertirse en una zona “de combate”. Muchos habitantes no tienen ningún lugar al que huir, después de un año y medio de conflicto, durante el cual se han visto desplazados varias veces. En este tiempo, han muerto más de 54.000 personas en Gaza, de las cuales, más de 16.500 eran niños y niñas.

Farra sólo tiene un deseo: “Mi única esperanza es que quienes murieron no sean solo nombres en el papel. Fuimos creados como cualquier otro ser humano en este mundo. Y como cualquier otro ser humano, tenemos derecho a vivir”.

Hacete socio, hacete socia

Un mes para cambiar el futuro de elDiarioAR

Fundamos elDiarioAR con una convicción fuerte: que el periodismo puede ser independiente, riguroso y libre, incluso en contextos adversos. Pero ese trabajo no se sostiene solo. Necesitamos llegar a 5.000 socios en un mes. Con esa base, dejamos de estar en riesgo y podemos crecer. Todos los días publicamos lo que otros no se animan. Lo hacemos con hechos, con responsabilidad y sin responder a gobiernos ni empresas. Contamos con vos. Sumate. Es ahora.