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Opinión - Panorama de las Américas

El 'Buon Domenico!' del papa Francisco

Alfredo Grieco y Bavio Panorama de las Américas rojo

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Con lluvia o con sol, todos los domingos desde un alto ventanal reza en italiano el papa Francisco la plegaria del Angelus con las personas o la muchedumbre que hubieran peregrinado hasta apostarse en la plaza de San Pedro. Separado por Aves Marías, también hace siempre un breve comentario dividido en dos partes: la primera sobre la lectura bíblica que corresponde a la misa del día, la segunda sobre la actualidad política y humanitaria mundial. El primer domingo del año 2022, el Papa se autolimitó a la eternidad y se abstuvo del tiempo. Una reflexión más prolongada, de exégesis propiamente religiosa, no fue seguida por una reflexión analítica sobre el detalle de las circunstancias temporales de la semana. Al despedirse, saludó uno por uno a grupos de peregrinantes ahí congregados en la plaza vaticana en un enero con el que el invierno boreal empezaba puntual y frío. Además de la siempre descontada Polonia, el resto de peregrinantes que enarbolaban las banderas de sus países era, esta vez, mayoritariamente latinoamericano. Mayoritario en número y en diversidad nacional, el conjunto, como nunca en 2021. Había incluso un grupo de su Argentina natal. El ex párroco de la porteña basílica de Flores y ex arzobispo de la capital metropolitana de Buenos Aires, siempre cuidadoso en esto, no mencionó a la República ni en primer lugar, ni en último, ni tampoco el medio exacto (tampoco a Venezuela colocó en 'punta de góndola' ninguna, en una enumeración que sabe propicia a inevitables interpretaciones, como también lo es este “Panorama de las Américas”).

El año nuevo del calendario gregoriano que el pontífice católico saludó desde el Vaticano será sin duda particularmente importante en América Latina. A sufridas crisis padecidas por los pueblos latinoamericanos desde tiempos inmemoriales sin embargo no tienen por qué volverse eternos -la eternidad conviene a la divinidad no a la humanidad-, se añadieron otras más recientes que a su vez potenciaron a las más antiguas, como ha ocurrido en los dos últimos años con la crisis sanitaria y la recesión económica. Pero a la vez han surgido en la región respuestas sociales y políticas diferentes, grandes esperanzas políticas brotadas de voluntades populares que, si reconectan a la tercera década del siglo XXI con la llamada 'oleada rosa' de la primera, lo hacen de maneras ya en su aurora tan diferentes que al menos permiten apostar por desenlaces menos abruptos, por una superior ductilidad y pericia para capear infortunios y escollos que, ellos, ni han decrecido ni dan signos de desfallecer.

Si 2021 fue un año electoral en América Latina, 2022 lo será todavía más, si tenemos en cuenta en qué países cambiará de manos el poder, cuáles son sus historias, y cuál su peso y gravitación geopolíticas. En 2021 hubo resultados proco previsibles en Ecuador y Perú, inesperados pero no imprevisibles en las presidenciales de Honduras y Chile, y aun en las elecciones regionales venezolanas. El presidente electo chileno, Gabriel Boric, que puso fin a 30 años de alternancias centristas entre la izquierda (con más gobiernos) y la derecha (con menos), sustituirá recién en marzo al centro-derechista Sebastián Piñera en el palacio santiaguino de La Moneda. La de Boric fue la candidatura presidencial de 2021 cuya consagración aportó el más voluminoso caudal de radicalidad novedosa en el horizonte continental: por su personal juventud de 35 años, por la izquierda independiente templada en el activismo que animó el 'estallido social' de 2019, por la cantidad única de votos que lo hicieron ganador en el balotaje del 19 de diciembre, por su simultaneidad en el poder constituido con un poder constituyente -la Convención Constitucional que redacta para Chile una nueva Ley Fundamental que sustituirá a la pinochetista de 1980 todavía vigente-, por su compromiso de restituirle al Estado una primacía sobre el mercado con una una legislación que deberá negociar en un Congreso donde la derecha tiene bancas para oponérsele en cuestiones clave como la nacionalización del sistema previsional privado de las AFP o la extensión y universalización de un sistema de salud pública gratuito y universal.

En 2022, las encuestas auguran el triunfo de una candidatura presidencial que, de cumplirse el pronóstico, ofrecería también toda la panoplia de signos de un cambio radical. En Colombia, el derechista Iván Duque no puede renovar su mandato. Las protestas sociales del año pasado y la insuficiente y deficiente implementación del Acuerdo de Paz firmado por su predecesor el centro-derechista Juan Manuel Santos con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han hecho que los sondeos asignen muy pobres márgenes de intención de voto a María Fernanda Cabal, senadora conservadora y candidata oficialista. Más de 60 candidatos intentarán competir el 29 de mayo.

Colombia no ha elegido jamás, hasta ahora, ser gobernada por un Ejecutivo de izquierda. Este año 2022 podría ser la excepción. O la primera vez.

Colombia no ha elegido jamás, hasta ahora, ser gobernada por un Ejecutivo de izquierda. Este año 2022 podría ser la excepción. O la primera vez. Al ex alcalde de Bogotá y senador de izquierda Gustavo Petro atribuyen una preferencia que las reiteradas compulsas de la opinión pública colombiana hacen ver más regular, y más nítida.

Junto a la de México (donde en las elecciones estaduales y legislativas de 2021 la izquierda de Andrés Manuel López Obrador perdió el carácter absoluto que su mayoría detentaba en el Congreso), la elección presidencial de Brasil es la que más importa en el mundo -y, por tanto, y antes, también en todo el hemisferio occidental. A diferencia de Chile, a diferencia de Colombia, el electorado brasileño elegirá presidente el 2 de octubre entre representantes de pasados políticos nacionales que no desconoce, representados por candidatos o figuras que ya eligió o pudo elegir, o que en todo caso ya conoce muy bien de antemano.

El actual presidente derechista Jair Bolsonaro busca su reelección. Las encuestas lo dan muy por debajo de la candidatura del presunto ganador, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) y dos veces presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Que a su vez buscará apoyo, en la selección del vice que lo acompañará en la fórmula electoral definitiva, en alguna figura del también dos veces gobernante y muy centrista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que ya ha buscado en su ex rival Geraldo Alckmin. Dos terceras vías buscan llegar al balotaje del 30 de octubre. Tienen pocas posibilidades, al menos de momento, pero sus candidatos son muy conocidos: el ex juez de la cruzada anti-corrupción Sérgio Moro (desautorizado por sus superiores en la Justicia por su arbitrariedad y partidismo en su procesamiento y condena de Lula) y el popular líder de izquierda Ciro Gomes, ex gobernador y ex diputado del nordestino estado de Ceará, ex ministro de Lula, y ex candidato a presidente del Brasil. El 2 de octubre se reencuentran cuatro protagonistas claves de la anterior presidencial brasileña: en la primera vuelta del 7 de octubre de 2018 Bolsonaro salió primero, Gomes salió tercero y Lula había sido proscrito de presentarse como candidato del PT por una sentencia condenatoria de Moro cuya después nulificada.

Al despedirse antes del almuerzo dominical de las frías multitudes que miraban su balcón y lo oían desde el llano, Bergoglio cometió un 'bergoglismo' de aquellos que la prensa italiana registra con más regocijo que impiedad. Deseó “un buon domenico”; después se corrigió: “una buona domenica”. En italiano, domingo es un sustantivo de género gramatical femenino. El Papa estaba pensando en español, después de ver esa plaza donde los colores, en el primer domingo de 2022, no eran romanos ni europeos, sino un mapa del territorio latinoamericano.

AGB

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