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La interna del FdT y las negociaciones con el Fondo

Borradores, fuego amigo y mesa de 5: el último tramo de la pulseada con el FMI

Cristina Kirchner junto a Andrea Rincón durante un encuentro a fines del 2021 con artistas y referentes de la cultura

Pablo Ibáñez

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El sábado, el día de su cumpleaños, Cristina Kirchner tuvo un festejo sobrio, de entrecasa. Un puñado de comensales, todos muy cercanos, y la repetida doble celebración junto a su hijo Máximo, que el miércoles pasado cumplió 45 años. La vieron bien, animada, distendida. A simple vista, la descripción -de alguien que la venera como su jefa indiscutida- no marida con el clima espeso que vive la gran familia del Frente de Todos en el sprint último, en un punto terminal, del espadeo con el FMI.

La vice venía de una semana con sacudones en el Senado. Intervino para encaminar una negociación con la oposición. El jefe del bloque José Mayans planteó que el FdT se quede con la jefatura de todas las comisiones. “No cumplen ningún acuerdo; no les interesa sesionar. Quieren las comisiones para obstruir, nada más”, se justificó el formoseño ante Alfredo Cornejo, jefe del interbloque del JxC.

Cristina moderó el ímpetu de Mayans y le pidió que reponga el acuerdo 2021 que mantuvo varias jefaturas para Juntos pero deja en manos del oficialismo la presidencia de las principales comisiones, un botón clave a la hora de convocar a esos cuerpos y emitir dictamen, paso necesario que los proyectos lleguen al recinto. En los mismos días, en ese caso sin enmiendas posteriores de la vice, Mayans planteó objeciones al acuerdo con el FMI y puso en zona gris el voto del FdT del Senado.

En Casa Rosada detectaron tres borradores y "varias operaciones". El sábado, Fernández supo que había dos líneas críticas sobre la letra chica: la versión de una reforma previsional y la hipótesis de que el entendimiento incluía cláusulas secretas.

Hay, detrás de la parrafada de Mayans, varios pliegues. Uno es determinante y quizá explica la distensión de la vice en su fiesta de cumpleaños 69. Aunque Alberto Fernández le trasmite las líneas gruesas de lo que se redacta punto a punto con el FMI, ni la vice ni ningún dirigente o figura de su entorno más próximo forma parte del club del los 5, la mesa chica que está en renglón por renglón del memorándum.

Además del presidente y el ministro de Economía Martín Guzmán, de la redacción coral del documento participan el titular del Banco Central Miguel Pesce, el enlace del gobierno con el FMI Sergio Chodos y la secretaria Legal y Técnica Vilma Ibarra encargada de la revisión jurídica y política del acuerdo. En algunos renglones, intervinieron Santiago Cafiero y Gustavo Beliz.

Esa cerrazón, que en Gobierno justifican en que “no está el borrador final” y demora que atribuyen a que “una redacción seria y cuidadosa” generó chispazos y especulaciones que forzaron a Fernández y Guzmán a tener que desmentir una interpretación sobre un párrafo de un borrador del acuerdo que publicó el diario BAE.

Filtraciones

En Casa Rosada detectaron tres borradores y “varias operaciones”, según confiaron fuentes oficiales a elDiarioAR. El sábado, el Presidente supo que había dos líneas críticas sobre la letra chica: la versión de una reforma previsional que luego se desmintió y la hipótesis de que el entendimiento incluiría algunas cláusulas secretas.

“No habrá cambio de la fórmula jubilatoria ni se modificará la edad. Se incorpora la discusión para permitir que, de manera voluntaria, los trabajadores puedan extender su vida laboral sin tener la obligación de jubilarse”, se explicó en Gobierno y plantean que si bien existe esa posibilidad, la normativa no es precisa ni para todos los sectores a la vez que supedita a una aceptación por parte del empleador. El detalle, objetado desde el kirchnerismo, es que instala el debate de la edad.

Las dudas se basan en el concepto de un análisis previsional pero tiene, de fondo, una objeción: en el kirchnerismo, pero también en sectores del PJ, creen que Guzmán prometió algo que no cumplió. Apuntan, sobre todo, a la idea de que sería una reestructuración y termina siendo, hasta donde trascendió, una refinanciación. “Nos estuvo mintiendo dos años”, se quejaron en el Senado.

Lo de las fórmulas secretas aparecen, según el radar que despliegan en el FdT, en una usina opositora. Dicen que no hay forma que un proyecto que pasa por el Senado tenga cláusulas secretas. ¿Para qué, entonces, el FMI pidió respaldo político y acepta el trámite legislativo si eso impondrá, luego, subtexto que por secreto debería ser inaceptable? Vuelve, ahí, el viejo reproche K a Fernández y Guzmán por haber fijado la pauta del paso de la ley por el Congreso algo que, recuerdan, no hizo Mauricio Macri cuando volvió al FMI y acordó un endeudamiento de más de 50 mil millones.

Facturas

La filtración generó especulaciones y tironeos. En Gobierno apuntaron a un sector del Ejecutivo y descartaron que se lo haya difundido desde el Congreso. Se habló, además, de tres borradores algunas de los cuales fueron “intervenidos” para tratar “de ensuciar la negociación”. En el entorno de Cristina se blandió otra versión del episodio: se atribuyó la filtración a sectores que orbitan al presidente cuya intención sería descargar la culpa de un mal acuerdo sobre Guzmán.

Fuego amigo de un lado y del otro. El oficialismo, repleto de críticas internas, está en un vale todo que tiene la discusión sobre el FMI como episodio exacerbado de las diferencias. En ese proceso, el silencio de Cristina Kirchner casi que debe computarse como una manera de evitar que la riña interna escale a niveles más altos.

Luego de la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque, en una carta que focalizó en el acuerdo con el FMI las razones de esa decisión, Cristina se mantuvo en silencio, habló en varias ocasiones con Alberto Fernández y como suele ocurrir cuando no emite, reaparece el deporte de interpretar y sobreinterpretar lo que no dice, lo que vocean a su lado, o lo que hablan en público otros actores que la orbitan.

Ahí encaja lo de Mayans, un senador de buen diálogo con Guzmán. En el Gobierno entienden que el senador jugó fuerte porque desde el dispositivo K le reprochan sus encuentros reservados con Chodos Parte de una base peculiar: una regla no escrita pero vigente en el FdT establece ciertas pautas en el vínculo entre el Congreso y el Ejecutivo, una de las cuales sugiere que el diálogo entre ambos poderes debe operan a través de Cristina, Sergio Massa o, hasta su renuncia, Máximo Kirchner.

Es una media verdad. Mayans se sentó con Chodos y trasmitió un pedido expreso de la vice respecto a que el proyecto del FMI ingrese por Diputados. Parecía solo un gesto político que consistía en que haga el gasto la Cámara baja donde el FdT no tiene quórum propio y debe negociar, y recién una vez resuelto eso pase al Senado, donde el oficialismo tiene más certezas. Ese trámite evitaría, según la lógica del Senado, repetir experiencias pasadas en lo que algunos proyectos pasan por el Senado pero luego naufragan en Diputados. Un caso: reforma del Ministerio Público Fiscal.

Pero ese pedido tiene, en estos días de incertidumbre sobre la letra chica, una razón política adicional: se indica que si en Diputados aparecen cuestiones “inaceptables” para el FdT, el período de discusión en la Cámara baja será aprovechada por los senadores para pedirle a Guzmán que introduzca algunos cambios. Suena insólito creer que luego de estar 20 días negociando, el ministro volverá a decirle al Fondo que tiene que corregir algunos aspectos porque los bloques de su propio gobierno no están de acuerdo.

Calendarios

Esa mecánica, que circula en sectores del FdT, choca con un problema de tiempo. Aunque en Gobierno dicen que el acuerdo está “muy avanzado”, el texto no se presentaría y enviaría al Congreso antes del viernes. Podría ser, incluso, durante el fin de semana. Días atrás se especuló con que Fernández esperaría al 2 de marzo para enviarlo luego de su mensaje a la Asamblea Legislativa.

Guzmán suele decir que los tiempos tienen alguna flexibilidad porque no es lo mismo no pagar mientras estás con un acuerdo encaminado, que no pagar si no hay ni siquiera diálogo entre las partes. ¿Por qué eso importa ahora? Por el pago de 3.000 millones de dólares previsto para el 22 de marzo. Lo pautado es que el acuerdo lo debe aprobar el Congreso y luego hacer lo propio el board del FMI. Para que todo ocurra antes del 22 de marzo, debería discutirse y tratarse de modo express por los tiempos legislativos y la discusión política.

PI

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