El mapa del FdT

Dos candidatos para una PASO esquiva y las tablas en el ajedrez de los Fernández

“Acá, esperando al candidato”, ironizó, por WhatsApp, un comensal. Eran casi las 9 de la noche y la cita, pautada para las 7, todavía no había empezado a la espera de que llegue Sergio Massa, en el mensaje “el candidato” que, a esa hora, estaba camino a La Colonial, la casona que oficia de residencia del intendente de Merlo junto a los ministros, bonaerenses y jefes de territorio, Gabriel Katopodis y Santiago Maggiotti.

Massa tardó en aparecer, algo de sobreactuación de que su prioridad es ser ministro más que la charla en una sobremesa política sobre variables que, curiosamente, depende en parte de él. Sonrió, saludó, hizo chistes y posó en la foto de familia de la franquicia provincial de FDT, contribuyó a esa postal de “unidad” bonaerense, escena amable que magnifica la incapacidad de un registro similar en el frentodismo nacional.

Se trata de esa obsesión que Máximo Kirchner reclama y Alberto Fernández desoye: armar una mesa política del FDT que opere como ámbito de discusión y toma de decisiones. No es eso, vale decir, lo que hace la mesa bonaerense del FDT, al menos respecto a la gestión de Axel Kicillof, ni tampoco -hasta acá- sobre el armado electoral, en parte porque la dinámica interna se ordena detrás de la reelección del gobernador.

“Necesitamos una mesa política porque la política impacta sobre la economía”, dijo, en Merlo, penúltimo en hablar, Massa y alentó el discurso, de cierre, que le tocó a Kirchner, que repitió lo de la necesidad de esa plataforma, incluso sin su presencia. La novedad es que no hay novedad: hace tiempo, desde principios del año pasado y luego con más intensidad cuando Massa asumió como ministro, que el cristinismo pide que Alberto arme una mesa. Hasta acá no ocurrió.

Hubo, en medio, frases picantes, silencios largos, comentarios ácidos y unas pocas charlas inconducentes entre los Fernández. El presidente resiste montar esa instancia, plantea que lo hará mediante el contacto con los gobernadores -entre ellos Kicillof-, no menciona a Máximo y afirma que cuando tiene que hablar, habla con Cristina. Algo así como que los movimientos del cristinismo no parecen tener el efecto inquietante de otros momentos, o al menos Fernández dejó de reaccionar ante ellos. Por eso, hace rato, el ajedrez de los Fernández muestra unas tablas donde no hay cambios substanciales.

Ruidos

En la Casa Rosada se reforzó, en estos días, la frialdad con Eduardo “Wado” De Pedro, el otro candidato que estuvo en Merlo la noche del martes. En la sobremesa, hubo algunas palabras de respaldo al ministro del Interior por el chispazo que se generó en torno al malestar que dejó trascender sobre la no invitación al encuentro con Lula pero, más que nada, por el dato más relevante de ese episodio: “Wado” hizo circular que la actitud de Fernández era porque lo veía como candidato presidencial.

Puede, casi, anotarse como kilómetro cero de una postulación germinal que enfrenta una dificultad: si, como dicen a su lado, quiere ser candidato, su suerte depende -como la de todos los habitantes del FdT- de la suerte del gobierno, sobre todo económica, y esa variable está en manos de Massa. En cierto modo, la proyección de “Wado” depende de la destreza de quien se recorta, a simple vista, como su potencial competidor.

En su coreografía, el ministro logra además que el cristinismo, con Máximo al frente, haga una defensa de su gestión. “A Sergio eso le sirve para instalar que es el candidato del kirchnerismo. No lo es pero le sirve para instalar el imaginario”, apunta un dirigente bonaerense que califica como un win-win para el cristinismo y Massa la foto de Merlo. La postal se abraza con ímpetu en La Plata porque, aunque no se grite, está instalado que Kicillof se encamina a ser candidato único en la provincia. Aquello del plan X: PASO arriba -presidencial-, candidato único en la gobernación, PASO abajo -en los distritos-. Primarias para (casi) todos. Leído desde La Plata, eso tiene una cláusula gatillo extra: la Casa Rosada debe operar en función de que Kicillof sea reelecto.

Entre tanto, la primaria presidencial es un animal mitológico. Se trata de una disputa esquiva, que se invoca como método, pero a la que nadie -o casi nadie- parece dispuesto a ponerle el cuerpo. Uno que la plantea como teoría es Daniel Scioli, pero avisa no hará nada en la medida en que Fernández insista con su reelección o al menos hasta que haga eso que hace tiempo pide el cristinismo: que desista de ser candidato presidencial. Massa dice que no, porque eso es lo que debe decir, y Fernández no dice que no, que es lo que Cristina quiere que diga.

De Pedro tensó y jugó una carta para antagonizar con Fernández. Gustavo “Tano” Menéndez, el anfitrión de la juntada en Merlo, el que invitó a los intendentes, fue uno de los que hizo mención a la situación de De Pedro aunque antes usó la frase más usada en cualquier jabonería de Vieytes: “Esta reunión no es contra nadie, sino para ayudar a la unidad”. “Wado”, al final, no habló como tampoco lo hizo ningún intendente ni, tampoco, ninguno -salvo Massa- de los ministros que participaron.

PI