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El mapa electoral El mapa electoral

Cristina en la boleta y abril como punto límite para el destino de Alberto y Massa

Alberto Fernández, Sergio Massa, Victoria Tolosa Paz y Axel Kicillof en la reunión del Frente de Todos.

Pablo Ibáñez

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Subir a Cristina y bajar a Alberto. De sencilla invocación pero de más compleja ejecución, ese doble movimiento sintetiza el nuevo mandamiento del cristinismo. Aunque Alberto Fernández, el presidente, ha convertido en una cruzada personal la resistencia a la demanda K de que renuncie a la hipótesis de una reelección, no reniega del operativo clamor para que Cristina Fernández de Kirchner, la vice acepte, a pesar de lo que dijo en diciembre, sea candidata en el 2023.

Luego de la cumbre del Frente de Todos (FdT), que funcionó como “cede de hostilidades”, el objetivo de tener a Cristina en la boleta parece compartido por todos los actores del FdT, incluso el albertismo. Pero esa es la música. Se anticipan, y la semana próxima podría haber un primer encuentro de Cristina con dirigentes, una serie de pedidos y planteos para que la vicepresidenta revise su renunciamiento decembrino: Este domingo, en que Cristina cumple 70 años, La Cámpora lanzará una campaña contra la proscripción. La letra es menos uniforme y más terrenal: aunque el planteo es que Cristina vuelva para ser candidata a presidente, algo que decidió no ser en 2019, el pedido trafica la posibilidad, a simple vista más factible, de que sea candidata a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires.

La boleta bonaerense tiene menos épica que el plan para ir por la tercera presidencia (la tercera estrella que, como analogía mundialera, circula entre los militantes K) pero supone varios realismos extremos. Uno: la vice es la principal referencia política del peronismo a nivel nacional pero su peso en la provincia es mayor al de otros territorios. Dos: Su presencia permite un ordenamiento que de otro modo no está garantizado, sobre todo en lo referido al protagonismo de La Cámpora. Tres: aunque en otras instancias, como en 2015, Cristina no corrió detrás de los fueros, el panorama judicial es tan incierto que obliga a analizar esa variante.

El tercer factor es, aunque se camufle, determinante. El expediente Doñate, en el que la Corte decidió no aceptar la jura del senador camporista, fue escrito por los cortesanos y leído por Cristina, como un grito de guerra. Es una pista para rastrear. En diciembre, luego del “renunciamiento” cristinista, hubo consultas informales en la Cámara Nacional Electoral (CEN) sobre si la condena aplicaba como proscripción y la respuesta fue que la Corte Suprema, en el caso Acosta referido a la candidatura a senador de Carlos Saúl Menem en 2017, generó el antecedente de que la proscripción electoral requiere de sentencia firme.

Con voto unánime, Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz rechazaron un fallo de la CNE que había aceptado la impugnación de Menem como candidato a senador. Al final, con el guiño de la Corte, el riojano compitió y logró una banca como senador que ocupó hasta su muerte, en febrero de 2021. Sobrevuela, ante la virulencia judicial, la presunción de que los cortesanos podrían fallar de otro modo si el sujeto en debate es Cristina y aparece un interrogante específico: si bien la hoja de ruta convencional indica que, por recusatorias y plazos, no hay forma de la causa Vialidad pueda tener sentencia firme en 2023, en el Senado entienden que “esta Corte puede hacer cualquier cosa”.

Para Cristina, el peor efecto colateral del "renunciamiento" fue que en vez de generar un efecto dominó y que Alberto archive su reelección, este lo tomó como vía libre para ser candidato.

Numerologías

El jueves, antes de la cumbre del FdT, Cristina reunió a Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” De Pedro, Andrés Larroque y Axel Kicillof que luego llegaron a la sede del PJ de la calle Matheu. El gobernador fue, antes de que se lanzara el operativo clamor de los afiches contra la proscripción y del pedido de un scrum sindical a Máximo, el primero y más activo promotor para que la vice acepte ser candidata.

Kicillof, al igual que Máximo hasta hace 10 días -a los sindicalistas les dijo, luego, que su madre estaba dispuesta a escuchar- advierten que, más allá de sus deseos, parece difícil que la vice acepte subirse a una aventura presidencial. “Es la única que puede enfrentar este quilombo”, ha dicho el gobernador cuando proyecta escenarios de disputas, por caso con la Corte. “Ella no quiere”, ha dicho el diputado cuando le insisten que su madre sea candidata. Así y todo, es un aditivo para el engranaje del operativo clamor que, por otro lado, se convirtió en una bandera para sectores del FdT que solo ven algún horizonte en la proyección, hasta acá difícil, del regreso de Cristina. Una figura de vínculo personal, además de político con Cristina, hace naufragar las expectativas y sostiene, aunque su deseo sería otro, que la vice en diciembre tomó una decisión que es casi imposible que revise.

En todos los búnkeres frentodistas hay defensores de la teoría de que la vice, en diciembre, actuó por puro impulso, que habló en caliente y en ese fervor hizo lo que no quería hacer: salirse del ring electoral. Parece una ingenuidad. Cristina sabía, y lo decía, que tendría una sentencia en contra por lo que no fue ninguna novedad. La sorpresa la aportó ella cuando, primero, activó una cruzada al plantear la proscripción y aceleró un movimiento que, suponía, debió servir como ordenador del mapa del FdT.

Esto último, al menos hasta el jueves pasado, no había tenido indicios de producirse. El peor efecto colateral del “renunciamiento” fue que en vez de generar el efecto dominó de que Alberto archive su reelección, éste lo tomó como vía libre para ser candidato. Ocurrió, desde entonces, otro hecho: la inflación, el semáforo que marca la expectativa electoral de Sergio Massa, volvió a arder. El 6% de enero rompió la pendiente hacia los 3 puntos en abril que, con exceso de confianza, el ministro de Economía prometió. “Sergio se equivocó cuando puso un número: debía decir que iba a dejar la vida para bajar la inflación pero cuando habló del 3% le erró”, dice un dirigente que lo bienquiere.

El kichnerismo cumple este año dos décadas de permanencia central en la política argentina, período que sugiere un previsible agotamiento social del espacio, algo que Cristina intuyó en 2019 cuando recurrió a un otro para encabezar la boleta.

Con Massa desinflado por la inflación y Cristina en stand by, Fernández ve despejado el escenario interno para tratar de ser candidato. Pero afuera de ese microclima, el panorama es otro. No hay encuesta -y abundan las que pide la Casa Rosada, una de las tareas que el presidente le encargó a Juan Manuel Olmos- en los que los índices de imagen negativa de Alberto no estén por encima del 65%, dato que lo vuelve no competitivo. En general, en el ranking de imagen, Fernández es el peor de los dirigentes del FdT -salvo Máximo Kirchner- aunque ninguno supera, a nivel nacional, el 35%.

De esa situación surge una lectura: que en abril, Fernández podría hacer un movimiento para despejar el escenario y habilitar una PASO grande, sin su presencia ni la de la vice en el tramo presidencial. “Wado” en público, Máximo en privado, oficiaron de voceros para plantear que el escenario de primarias en el FdT con Alberto como candidato es muy difícil. En Olivos, en el mano a mano con De Pedro, Fernández le dijo que no veía dificultades para enfrentarse en una PASO.

No es por una razón de política convencional, algo que no existe en el FdT un espacio repleto de anomalías política, sino por una razón práctica: ¿Fernández aceptaría que la estructura del Estado, que él preside, se active para sostener la candidatura de un funcionario que compita contra él? La respuesta se sobreentiende.

El miércoles, en Tucumán, Juan Manzur reunió a un puñado de gobernadores e invitó a De Pedro. Los jefes del interior insisten con que la oferta electoral es demasiado ambeña porque, se sabe, el FdT es ambeño: todas sus figuras son porteñas o conurbánicas. “Alberto tiene que dejar que aparezcan más candidatos. No puede pisar a cada uno que asoma la cabeza”, contó un gobernador que venía de escuchar los lamentos de De Pedro pero que, al margen, entiende -porque mide en su provincia, porque ve las chances- cree imprescindible que haya más caras y nombres en la cancha.

Fue, luego, el mensaje que emergió de la cumbre del FdT: que la unidad derive, además, en la idea de que unas PASO grandes donde compitan todos los que quieren competir. “De Grabois a Berni, por izquierda y por derecha, que estén todos, sumen 3 o 5 puntos. Todos adentro, todos en la cancha”, describió un operador con acceso a Olivos y que sostiene el planteo de que Fernández debe, en algún momento, convertirse en el ordenador de ese proceso pero sin ser candidato.

Una sugerencia que llegó a Olivos fue designar a Daniel Scioli como ministro de Turismo para darle una plataforma para caminar y desde donde pueda tener "fierros" como tienen De Pedro y Massa, los otros ministros "presidenciables".

Al presidente le piden, incluso, que le de mayor visibilidad a algunos jugadores. Un caso puntual: un dirigente que cenó con Fernández en estos días le habló de incorporar a Daniel Scioli al gabinete, como ministro de Turismo, para darle una plataforma para caminar y desde donde pueda tener “fierros” como tienen De Pedro y Massa otros ministros “presidenciables”. “¿Y porqué no lo habilitás a jugar a Rossi?”, se exploró. “Agustín dice que no quiere ser candidato a nada y que eso es su mejor capital para ser un jefe de gabinete que ayude a la unidad”, le respondieron.

Enanos

La mejora marginal que tuvo Massa cuando logró domar la crisis y evitar un cataclismo no se trasladan, sin embargo, a una postulación. Las mediciones que leen en el peronismo muestran en situación de paridad a Fernández y Massa, ambos por encima de “Wado” De Pedro, y por debajo de Cristina. “Una carrera de enanos” es la frase que usan en Olivos para describir ese mapa: no hay dirigente del oficialismo, a excepción de Cristina, que se destace por sobre los demás y ninguno, incluso Cristina, lucen a priori con posibilidad de ganar la presidencial, sobre todo por la frontera del balotaje.

Cuando la vice dijo que no sería candidata “a nada” se registró otro fenómeno: según las encuestas, la proyección electoral del FdT no se modificó y, aun hoy, no cambia si la vice está, o no, en la boleta. El peronismo está, según la medición, entre 32 y 36% y ese número no se alteró cuando Cristina se bajó de la boleta. La mirada optimista, en su momento, fue que el FdT no perdía votos. La mirada pesimista es que el regreso de la vice no supone, per ser, la incorporación de votos.

Fernández se refugia en eso. “No estoy atornillado a ningún sillón: si alguien mide mejor que yo, me corro”, abre la puerta. “Pero eso, según lo que yo veo, no ocurre”, la cierra. Se agota, en paralelo, el tiempo de recuperación: en diciembre, el presidente vio que un leve repunte de sus números que atribuyó a sus enfrentamientos con La Cámpora pero fue espasmódico. Se menciona que abril es el mes bisagra para que Fernández defina qué hacer: como en la práctica es candidato, lo que podría ocurrir en abril sería que desiste abiertamente de competir y abra el juego para una PASO grande.

Matemática

En términos matemáticos, la candidatura de Cristina parece quieta. Mirado hacia atrás, está estabilizada al menos desde el 2017. Un consultor que orbita al peronismo una tesis y una pregunta: la primera refiere a que, a pesar de las arbitrariedades judiciales, hay una amplia mayoría que cree en la culpabilidad de la vice. La segunda remite a que el kichnerismo cumple este año dos décadas de permanencia central en la política argentina, período que sugiere un previsible agotamiento social del espacio, algo que Cristina intuyó en 2019 cuando recurrió a un otro para encabezar la boleta.

Forma parte de los dilemas internos, en particular cuando se constata la fuga de votos en sectores jóvenes y sectores vulnerables, donde el cristinismo tenía amplias preferencias. Con espanto, en mesas del FdT comparan sondeos en los que, en puntos del interior, Javier Milei se aproxima a los 30 puntos mientras que crece en los conurbanos. “Ni Massa, ni Larreta, ni Cristina: la única novedad que mostró la opinión pública en el verano fue el crecimiento de Milei”, aporta un funcionario. Hasta acá, la sorpresa era que el libertario se haya sostenido desde marzo en adelante: ahora, a eso, se le suma un repunte.

Pierde fuerza, con el paso del tiempo, la lectura de que el voto de Milei se iría diluyendo en la medida que se acercaran las elecciones. Lo cierto es que al gobierno eso tampoco le sirve. Puede ser visto como lo peor por el FdT pero Milei es un candidato necesario para que el FdT se muestren competitivo en el mano a mano con Juntos por el Cambio y, sobre todo, para que sostenga sus chances de victoria en provincias y municipios.

Si hay una urgencia de Cristina, es activar para garantizar la victoria de Kicillof en la provincia. Como ya se contó en elDiarioAR, la vice acepta primarias en todos los niveles pero pide unifica la oferta en el gobernador. Eso que se llama el plan X: internas arriba e internas abajo pero un solo candidato en el medio. A partir de esa presunción, se amplifica el pulseo por quien acompañará a Kicillof en la boleta. Un nombre que empezó a aparecer en los sondeos es el de Victoria Tolosa Paz, la ministra de Desarrollo Social, como número dos de Kicillof.

Hasta diciembre, todo indicaba que su aporte ordenador sería como candidata a reelegir su banca en el Senado aunque rondaba, según las palabras de un figura cercana a la vice, un sinsabor. “Cristina no puede languidecer, como Menem, en el Senado”, era la frase brutal. Lo que está claro es que la vice, aunque poco visible, está movediza. Estuvo al tanto de cada detalle de lo que pasó -mientras pasó- en la cumbre del FdT que arrancó al anochecer del jueves y se estiró hasta la madrugada del viernes.

Mira, además, el mapa nacional de donde surgen novedades. El acuerdo de Martín Doñate con Alberto Weretilneck en Rio Negro, que derivó en un chispazo con Martín Soria, puede leerse como una señal del pragmatismo de la vice a la hora de recuperar competitividad. Con ese pacto rionegrino, el cristinismo se prepara para festejar en abril.

- ¿Una victoria para el FdT?

- Una victoria para Cristina.

PI

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