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Triple agenda

Fernández busca contagiar a los gobernadores del PJ con la épica de “la remontada electoral”

Alberto Fernández y productor Jorge "Topo" Devoto durante la presentación, en 2020, de un libro sobre Néstor Kirchner

Pablo Ibáñez

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A horas de una gira europea que lo sacará por cinco días de la campaña criolla, Alberto Fernández dedicará casi todo su miércoles a un oficio que despliega en privado, en bilaterales discontinuas, pero que hace rato no ejecuta a cielo abierto y con formato gregario: el cumbrismo con los gobernadores peronistas.

Lo hará en tres tiempos. La última escala, la más política, será una cena en la quinta de Olivos, Más temprano, a las 15, horas, habrá un desfile de mandatarios del Frente de Todos (FdT) pero también de Juntos por el Cambio (JxC) y provinciales por Casa Rosada para acoplarse a los operativos de control de precios. La presencia de Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes) refleja un matiz en el dispositivo opositor que cuestionó la medida oficial. Por caso, Horacio Rodríguez Larreta -que fue invitado pero hasta esta mañana no respondió- consideró que los controles generarían desabastecimiento.

Entre un destino y otro, entre la escala institucional y la ronda de rosca y asado en Olivos, los mandatarios del peronismo participarán del homenaje a 11 años de la muerte de Néstor Kirchner que se hará en la cancha de Morón, en el conurbano oeste.,

Bajo el influjo del expresidente, Fernández intentará contagiar a los gobernadores con la épica de la remontada electoral, una poesía inevitable aunque no se termina de develar si se trata de una arenga de ocasión, que ya hizo cuando la semana pasada almorzó con intendentes del conurbano, o el Presidente está convencido de que el Frente de Todos (FdT) tiene margen para mejorar el resultado, además de provincia de Buenos Aires, en otros territorios.

En la cima del Gobierno hay, como en todo el frentodismo, miradas distintas. En el primer anillo presidencial aseguran que la elección bonaerense se puede empatar, o ganar por poco, además de dar vuelta La Pampa y mejorar en Santa Fe y en el Chaco, entre otras provincias. El argumento es el mismo: activar la maquinaria del peronismo, poner a andar los mecanismos de votación en los sectores cercanos al PJ que no fueron a votar en las PASO del 12-S. Para otros, es una simplificación: eso puede mejorar la cosecha del FdT pero no hay precisiones sobre qué ocurrirá con Juntos.

Así y todo, Fernández montó un circuito donde los gobernadores pasarán de firmar un protocolo para participar del control de precios en sus provincias, al acto partidario de homenaje a Kirchner para terminar con una cena en Olivos, ritual de cercanía y rosca que hace meses no se produce. Juan Manzur, el jefe de Gabinete, motorizó la cumbre. Eduardo “Wado” De Pedro, ministro de Interior y “enlace” formal con los jefes provinciales, agitó desde su lugar y participará, indican en Casa Rosada, de la cena en Olivos a la que también irían ministros, el jefe de la Cámara de Diputados Sergio Massa y Máximo Kirchner, presidente del bloque del FdT.

Por la tarde, Manzur y De Pedro participarán de la firma con que las provincias adherirán a la resolución de control de precios máximos. Hasta ahora, solo lo hizo la provincia de Buenos Aires, luego de una cumbre que Axel Kicillof armó para que el secretario de Comercio Interior Roberto Feletti les explique, y argumente, el congelamiento a los intendentes del conurbano que días después lanzaron operativos de control.

Precios

El martes por la noche, Manzur y De Pedro armaban la lista de buena fe sobre los mandatarios que pondrán su rúbrica y los que, más tarde, participarán del raid nestorista. Al miércoles a media mañana, la nómina oficial incluía a Kicillof, Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Bordet (Entre Ríos), el formoseño Gildo Insfrán -que antes se reunió con Manzur-, el pampeano Sergio Zillioto, Ricardo Quintela (La Rioja), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Jorge Capitanich (Chaco), Omar Perotti (Santa Fe) y Sergio Uñac (San Juan). En tanto, se anunció a los cambiemitas Morales y Valdés, y a los provinciales Omar Gutiérrez (Neuquén), Arabela Carreras (Río Negro), Gustavo Sáenz (Salta), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Mariano Arcioni (Chubut), y Oscar Herrera Ahuad (Misiones), los últimos tres socios, incluso electorales, del FdT.

Con el tucumano, los gobernadores recuperaron un protagonismo que Fernández les prometió en la campaña del 2019 y que perduró, con otra urgencia, durante los primeros meses de la pandemia. Pero con los meses perdió frecuencia y volumen, una factura política que los gobernadores, a su modo, siempre sacan a la luz. Fernández fue, luego de la bendición de Cristina Kirchner como candidato, beneficiario del respaldo de los jefes territoriales.

Campañeó con la promesa de un gobierno federal aunque, de arranque, en su gabinete solo hubo un ministro puro del PJ del interior: Luis Basterra, el exdiputado que reporta a Gildo Insfrán. La tentación inicial de contar a María Eugenia Bielsa, de Vivienda, como delegada del santafesino Omar Perotti se demostró errónea. La derrota nacional, en la que el FdT solo se impuso en 6 de los 24 distritos, derivó en el ingreso de Manzur al gabinete, una manera de involucrar en el Gobierno al PJ territorial, un espacio que aun atomizado pudo funcionar como contrapeso del cristinismo y La Cámpora.

En el estadio de Morón, los gobernadores compartirán escenario con Máximo Kirchner, jefe camporista aunque, en principio, no con Cristina: hasta anoche se daba por hecho que no participaría del acto aunque su entorno no descartó que concurra. Máximo, como jefe del bloque de diputados, interactúa con los jefes provinciales.

Con el control de precios, que luego deberán llevar a cabo, Fernández también los pone a jugar en una cancha difícil pero que fue abrazada por el FdT como un recurso para ganar presencia territorial y una bandera de campaña: la lucha contra la inflación, al menos en el último escalón, el control de precios en góndola.

Todo, además, cruzado por el factor Kirchner, la figura que Fernández reivindica más que a Cristina, el dirigente que al mismo tiempo es un espejo incómodo para el Presidente porque sus modos y tácticas son casi antagónicas. Aquel Kirchner, del que el miércoles 27 de octubre se cumplen once años de la muerte, convivió con dos dirigentes que son ahora, como lo fueron a principios de la década pasada, gobernadores; el formoseño Gildo Insfrán y el santiagueño Gerardo Zamora.

El ingreso de Manzur, que se traduce como un mayor juego a los gobernadores del PJ, fue producto de la presión pública de Cristina luego de la derrota. “Se dice que ella ganó porque impuso los cambios de gabinete pero no es tan así: ahora tiene menos influencia sobre los ministros y, además, los cambios que ella más quería en el sector económico no se produjeron”, apuntó un dirigente de diálogo frecuente con la vice.

PI

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