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Escenas de campaña Escenas de campaña

El PJ, las destrezas para construir una derrota y un techo para Milei

Javier Milei en campaña, motosierra en mano.

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Javier Milei cerró una grieta, la que dominó las dos últimas décadas del poder criollo, pero preconfiguró otra en torno a su figura. La motosierra, ese icono brutal de campaña, expresa el claroscuro social que se cataliza, a favor o en contra, a través suyo. Opera la alegoría del artefacto y el uso que se hace de él ¿Qué cortará Milei con su motosierra? ¿Privilegios o derechos?

En septiembre, la palabra motosierra fue una de las más mencionadas en redes sociales. A simple vista, puro mérito de Milei. Pero un informe de Ad Hoc, todavía preliminar, aporta un matiz: registra que más de 10 millones de usuarios “hablaron” de ese objeto que adquirió entidad política, pero el sentido se dividió en partes iguales entre las referencias negativas y positivas. Una mitad celebra la motosierra que promete Milei; la otra mitad le teme. Aquí y ahora, que ese techo suba o baje depende, exclusivamente, de lo que haga/diga Milei.

En sus estudios, Federico Aurelio, de la consultora ARESCO detectó hace tiempo un componente recurrente en el votante de Milei: la anti política, eso que el economista sintetizó como “casta”. En sus análisis, Aurelio la cruza con un dato insólito por el volumen y lo banal: 43% de los argentinos cree que los problemas de la economía se resuelven recortando el gasto político. Se trata de un simplismo que no resiste ningún análisis.

Pólvora

Milei se hace fuerte en un desquicio que otros, entre ellos Mauricio Macri, sembraron antes. Es un insumo muy nutritivo para este tiempo histórico: a la incapacidad de la política para resolver problemas estructurales, o a veces asuntos menores, se le suman hechos, como el ostentoso viaje de Martin Insaurralde a Europa con la modelo Sofía Clérici, que cristalizan el concepto de casta y privilegios. En una política bastante precaria, son más habituales los errores que las conspiraciones y, hasta donde se sabe, nadie forzó a Clérici a postear las imágenes en IG.

El escándalo Insaurralde es otro eslabón en la cadena de episodios a los que trabajosamente el peronismo pareció dedicarse en los últimos cuatro años para construir su propia derrota. Insaurralde, uno de los jefes territoriales más poderosos del peronismo del conurbano, desembarcó en el gabinete de Axel Kicillof tras la derrota en las PASO de 2021. Encabezó una especie de “intervención” que Kicillof concedió, en un mano a mano en El Calafate con Cristina Fernández de Kirchner, quien entonces accionó -como había hecho antes con Alberto Fernández, que tuvo que soltar a Santiago Cafiero- ante la demanda de Máximo Kirchner, por el reproche de que el gobernador no compartía el gobierno.

Un domingo, Kicillof voló solo a Santa Cruz, fue y vino en el día, para negociar con la vice lo único que podía negociar: el nombre del interventor. Kicillof planteó que si la presión la ejercía Insaurralde -que proponía como jefe de Gabinete a Juan Pablo De Jesús- que fuera el lomense, en persona, quien tome el cargo. Así fue. Frente al escándalo de estas horas, quizá Kicillof lamente haber impulsado aquella demanda. Quizá, también, Cristina. Otro traspié de la vice cuya centralidad declina: su última aparición generó escasa repercusión. En el comando de UP registraron que su pico de rating fue de 6,2 puntos, sumados varios canales, un número bajo respecto a otras apariciones. Parece solo hablarle a los propios o, dicho de otro modo, solo la escuchan los propios.

Bomba sucia

Este sábado, luego de enterarse de los posteos de Clérici, Kicillof rastreó a Insaurralde. Hablaron por teléfono a media tarde. El lomense resistió el pedido de renuncia, pero al final accedió. A las 20:30 difundió un micro comunicado, casi con tono de víctima. “Como no quiero que se me utilice para afectar al espacio político en el proceso electoral, presenté hoy mi renuncia al cargo de jefe de Gabinete de la provincia”.

Sergio Massa, por esas horas rumbo a Santiago del Estero, buscó la fórmula mágica para que el episodio no se convierta en una herida fatal para su candidatura. En los primeros momentos, todavía bajo shock, en el peronismo no se atrevían a dimensionar el efecto de la onda expansiva. Todas las comparaciones eran dramáticas: con la fiesta de Olivos en la pandemia y con el impacto de las denuncias sobre Aníbal Fernández en 2015. Los finales se conocen.   

La bomba sucia explotó no solo antes del debate, sino en un momento en el que Massa, además de ordenar apenas parcialmente el frente interno, empezó a encontrar el tono y el timming de la campaña mientras Patricia Bullrich, contra todos los pronósticos, logró recuperar buena parte del voto cambiemita y ya logra capturar el 90% del elector que fue a JxC en las PASO. Como está en un subi-baja con Milei, por ahora la remontada de Bullrich parece ser funcional a UP. Quizá, al final, el campañólogo Derek Hampton tenía razón y a la exministra la perfiló retomar la senda anti K.

“Es peor que la fiesta de Olivos, por la fecha y por el cómo”, arriesgó un dirigente peronista que conoce la galaxia Insaurralde, se sorprendió por la impericia del lomense para evitar la crisis y proyectó lo que, en las horas inmediatas al estallido, fue el gran interrogante: la onda expansiva del escándalo. Durante el sábado, no hubo campamento peronista donde no se perciba el caso Insaurralde como el prólogo de una catástrofe electoral.

El affaire detona la campaña de Unión por la Patria (UP) y vuelve además a poner en la superficie las miserias del internismo que caracterizó al Frente de Todos (FdT), esa pulsión autodestructiva del peronismo que pareció perder, primero, la destreza para resolver problemas, y luego la habilidad para administrar sus crisis fuera de las pantallas de TV. El foco sobre Insaurralde, por haber sido el lazarillo de Máximo Kirchner en el conurbano, impacta sobre el jefe de La Cámpora. Su salida, con retranca y resistencia, trafica un mensaje envenenado: el ahora ex jefe de Gabinete conoce, como pocos, la dinámica del peronismo bonaerense, un esquema Ponzi con múltiples ramificaciones. Insaurralde renunció, no lo echaron.

Techos

La tempestad rompió las previsiones del debate entre candidatos que, si replica la experiencia del 2019, será el episodio de mayor visibilidad de la campaña. Hace cuatro años, rozó los 35 puntos de rating. Por Insaurralde, la atención del debate podría girar de Milei a Massa. Así y todo, el careo televizado ofrecerá indicios de lo que vendrá. Más que nada, respecto al libertario podrá proyectarse un libertario presidencial que post PASO ensayó una baglinización y, desde entonces, zigzaguea entre una versión rabiosa que encabeza caravanas motosierra en mano y otra pragmática que envía señales y emisarios al sistema de poder.

Más que la dimensión personal, referida a cómo manejará Milei un espadeo triple, hay otro rasgo fáctico sobre qué dirá respecto a sus hits de campaña. ¿Ratificará la dolarización? ¿Sostendrá la propuesta de los vouchers educativos y de salud? “Javier está convencido: la dolarización es la solución”, explican en el entorno del libertario. En su último informe reservado, las consultoras PxQ de Emmanuel Alvarez Agis y RAM de Ignacio Ramírez se detienen en las medidas de Milei y detectan una particularidad sobre la dolarización. Solo el 32% de los consultados (casi idéntico al porcentaje que obtuvo el 13-A) respalda la dolarización contra un 56% que no. El doble click muestra que entre los jóvenes de hasta 29 años, el respaldo es mayoritario –casi 60%- pero en los demás segmentos el rechazo es amplio.

Asoma, a simple vista, una emboscada: ¿Milei le hablará a los propios, sus fans jóvenes y dolarizadores, o buscará interpelar a los sectores que necesita para tratar de ganar en la primera vuelta o vencer, luego, en el balotaje. El mismo informe detecta que más de la mitad advierte que con Milei presidente, perderá algún derecho. Ese temor creció 7% entre mayo y septiembre: pasó de 48 a 55. ¿Matemáticamente, debería funcionar leerse como un techo? No es tan lineal.

Otro estudio, elaborado por por TresPuntoZero de Shila Vinker para Alaska, la consultora de Juan Courel, esquematiza los riesgos que, no necesariamente, se perciben de manera negativa. El 40,2% cree que aumentará la pobreza y alrededor de 37% coinciden en que Milei arancelará la educación y la salud pública. Esos números le ponen un techo más alto.

Ese puñado de asuntos serán, todo indica, insumo del debate. Si bien la teoría coincide que las exposiciones no producen cambios bruscos en el escenario electoral, los desplazamientos marginales de votos pueden ser, como dice Daniela Barbieri de Pulsar, determinantes en un escenario de tercios que en las PASO dejó a los tres primeros candidatos entre los 27,5 y los 29,9 puntos.

Registro

“Voy a hacer historia”. Acting puro u optimismo patológico, Massa es el mejor vendedor de la oferta Massa. Sistematizó, como si fuese un eslogan, esa respuesta cuando le arriman interrogantes. La última semana, el ministro se lanzó a una campaña clásica, peronistamente tradicional, con actos masivos. El resultado del 22-O dará un dictamen sobre cómo está el link entre el poder y los votantes. En Neuquén, Massa ató una alianza que reunió a los sectores y candidatos que en la elección provincial de abril pasado representaron al 85% de los votos. Pero, en agosto Massa, sacó 20 y Milei rozó los 40.

La pregunta obvia es si eso modificará el resultado en octubre. Pero hay otra más intrigante: ¿por qué actores como “Rolo” Figueroa, gobernador electo, u Omar Gutiérrez, el saliente del MPN, se abrazan a un candidato que, para muchos, parece condenado? Podrían, con poco, gambetear la foto. Massa pagó esa lealtad con algunas medidas –una vinculada a la caja previsional provincial– pero, además, hubo señales al complejo petrolero.

“Anotá como aporte a la campaña que dejamos ir a los muchachos a tu acto, ¿sabés cuánta plata nos costó?”, mensajeó un petrolero a Massa que horas antes había anunciado el Dólar Vaca Muerta, mientras prepara el Dólar Minero -25% MEP- para atender la principal obsesión del Massa candidato: la estampida de la moneda verde. “Lo van a tratar de hacer de nuevo. Antes de las PASO casi me llevaron puesto”, se confesó. Pero pasaron otras cosas, allá en Marbella, donde la moneda de uso habitual es el euro.

PI

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