Cada uno tiene su teoría. Que fue una traición, que fue un pase de factura, que fue una jugada acordada de antemano. La inesperada negativa de los dos senadores misioneros al proyecto de ficha limpia descolocó a propios y ajenos. En apariencia, significó un gesto de autonomía del oficialismo provincial frente al gobierno nacional. Pero en los pasillos del Congreso empezó a circular una sospecha incómoda: que esa ruptura aparente no fue más que una jugada en tándem, un favor prestado por el eterno Carlos Rovira al presidente Javier Milei para evitar que avance una ley que nunca terminó de convencer del todo al oficialismo, pese a su retórica anticasta.
En esa hipótesis —imposible de comprobar pero difícil de descartar—, el líder misionero habría hecho lo que mejor sabe hacer: leer el clima, anticiparse a los movimientos del poder central y actuar en consecuencia. Aunque en la superficie el rechazo misionero dejó a La Libertad Avanza en minoría, en el subsuelo político la jugada fue funcional a los intereses del Gobierno, que evitó un costo político directo mientras la presión pública quedaba absorbida por otro actor. Después de todo, el vínculo entre Rovira y Milei no se parece al de un aliado tradicional: es, desde hace tiempo, un experimento silencioso de cohabitación política.
El posicionamiento de Rovira no es nuevo. Fue dos veces gobernador de Misiones, y desde que fundó el Frente Renovador de la Concordia en 2003, no volvió a soltar el poder. Desde el 2007 que ocupa una banca en la Legislatura provincial. Lideró primero con Néstor Kirchner, luego con Cristina, también con Macri y después con Alberto Fernández. En 2023, su espacio jugó decididamente con Sergio Massa: los candidatos a legisladores de la Renovación, como también se conoce al oficialismo misionero, iban pegados a su boleta presidencial, y él mismo lo definió como “el candidato nacional que mejor conoce la provincia”. Pero con el resultado electoral consumado, y Milei camino a la Casa Rosada, Rovira volvió a hacer lo que lo convirtió en un dirigente único en la política argentina: adaptarse, anticiparse, sobrevivir.
Pero la historia Rovira-Milei comenzó mucho antes. Según reconstrucciones periodísticas y testimonios de dirigentes libertarios, hubo al menos dos encuentros reservados entre el mandamás y el entonces economista outsider: uno en 2021 y otro a comienzos de 2022. En ese último, Rovira le ofreció a Milei prestarle su estructura partidaria para competir en Misiones, con una condición innegociable: controlar él mismo la confección de listas. Milei se negó. La respuesta fue una jugada quirúrgica: con el cierre de listas en el horizonte, el oficialismo misionero activó sus resortes sobre la Justicia Electoral local, que comenzó a impugnar con minuciosidad el armado libertario.
Bajo ese cerco legal, La Libertad Avanza terminó excluida del juego. Misiones fue una de las tres únicas provincias donde Milei no pudo presentar candidatos a senadores en 2023. No fue una omisión técnica: fue un veto político. Esa decisión, tomada bajo radar, tuvo consecuencias visibles dos años después. Si Milei hubiese competido con listas propias, hoy podría contar con al menos un senador en la Cámara Alta. Pero el oficialismo provincial se llevó dos de las tres bancas en juego. Y fueron precisamente esos senadores —Carlos Arce y Sonia Rojas Decut— quienes contribuyeron a enterrar el proyecto de Ficha Limpia. Una maniobra ejecutada tiempo atrás que, paradójicamente, terminó beneficiando al Gobierno que entonces había sido bloqueado.
Lo curioso del caso misionero es que, en su momento, los rumores sobre un supuesto pacto entre Milei y Rovira no fueron difundidos por la oposición, sino por el propio aparato oficialista. A pocos días de las PASO de 2023, el portal MisionesOnline —voz casi oficial de la Renovación— publicó una nota titulada “Recuerdos del futuro”, en la que revelaba una reunión secreta entre ambos dirigentes en agosto de 2021. El artículo no buscaba incomodar al “conductor”, sino fundar una narrativa: la de la convivencia posible entre dos proyectos que, en apariencia, eran irreconciliables.
El entendimiento explícito llegó más tarde. En abril de 2024, el por entonces ministro del Interior, Guillermo Francos, aterrizó en Posadas junto a Eduardo “Lule” Menem, mano derecha de Karina Milei. No solo se reunieron con el actual gobernador, Hugo Passalacqua, sino también con Rovira. Fue en la Legislatura misionera donde sellaron un acuerdo que trascendía la lógica de la gobernabilidad coyuntural.
Según reconstruyó elDiarioAR, el Gobierno le cedía a la Renovación la posibilidad de impulsar candidaturas “libertarias” propias en las legislativas de 2025, a cambio de que sus diputados y senadores acompañaran las leyes clave en el Congreso. La negociación habría sido sellada por una conversación directa entre Milei y Rovira. El Presidente le garantizó que no competiría electoralmente en su territorio. A cambio, el misionero se comprometió a respaldar el Pacto de Mayo y la Ley Bases.
Desde entonces, la relación fue acompañada por hechos concretos. Misiones se convirtió en la provincia que más fondos discrecionales recibió de la Nación, al menos hasta noviembre de 2024: más de $13.000 millones en Aportes del Tesoro Nacional durante el primer semestre de la gestión Milei, duplicando a la segunda en el ranking. Un dato que robustece la consigna que Rovira repite hace años y que se volvió mantra de gestión: “Gobernabilidad con gobernabilidad se paga”.
Pacto subterráneo
A medida que se acercan las elecciones provinciales del 8 de junio, la sintonía entre la Renovación y Milei se vuelve más visible. La Libertad Avanza decidió participar de los comicios locales con una estrategia más que amigable, evitando cualquier confrontación directa con el oficialismo. Su principal candidato es Adrián Núñez, abogado tributario, exapoderado del municipio de Posadas y actual referente del espacio, que irá tercero en la lista de diputados provinciales. Muy lejos de la pelea por el poder real. Núñez, que fue oficializado con una foto junto a Karina Milei y Martín Menem, está hoy bajo el fuego cruzado de denuncias internas por el supuesto pedido de “diezmos” a militantes. Pero ni eso parece haber alterado la voluntad de preservar los puentes tendidos con la Renovación.
Mientras tanto, el propio Rovira se mantuvo fiel a su estilo. Hermético por naturaleza, no habla en público desde el 9 de noviembre de 2023, cuando recibió a Massa en un acto de campaña. Desde entonces, todo lo que no dijo para afuera lo ordenó para adentro: cada jueves de 2024 bajó línea a su bloque, sostiene el ritmo legislativo y da instrucciones sobre el posicionamiento político.
Rovira tampoco celebró los 20 años de su espacio, evitó toda épica retrospectiva y se concentró en sostener, en silencio, una estructura que depende cada vez más de su arquitectura que de sus cuadros dirigentes. Su estilo de conducción sigue intacto: administrar poder sin exposición, dejar que hablen los hechos y moverse con precisión quirúrgica en las grietas del sistema.
La votación de Ficha Limpia se inscribe en esa lógica. ¿Por qué Rovira habría de dinamitar un puente que construyó con tanto esmero? ¿Qué sentido tendría exponer al oficialismo misionero a una votación impopular si no hubiese, del otro lado, un guiño tácito? Quienes sostienen esta hipótesis señalan un dato revelador: pese al comunicado de la Oficina del Presidente, nadie del oficialismo salió a cruzar directamente a los senadores misioneros. El silencio, en política, también puede ser una forma de consentimiento.
Desde el Frente Renovador de la Concordia, sin embargo, ofrecieron este jueves su propia lectura. “Nuestros senadores votaron con autonomía, no con obediencia a los bandos del poder central”, dejaron trascender en off the record. La crítica no apuntó solo al kirchnerismo, sino también al PRO y su interna en la Ciudad de Buenos Aires. “Mientras unos estaban ocupados en la interna Milei vs. Macri, nosotros actuamos con cabeza fría y con independencia”, afirmaron.
En su mirada, la versión final del proyecto había sido “apurada por los tiempos electorales de CABA” y convertido en una herramienta de posicionamiento. “No nos prestamos a una jugada política que usó una bandera noble como ficha limpia para dirimir disputas personales y posicionar a la candidata del PRO, Silvia Lospennato”, apuntaron. Y cerraron con una definición que buscó marcar diferencias: “Eso, aunque no les guste a los que siempre quieren a Misiones como furgón de cola, es dignidad política”.
En la superficie, Misiones votó contra el Gobierno. Pero en la profundidad, actuó como ha sabido hacerlo desde hace dos décadas: leyendo el tablero nacional y jugando su propia partida. Rovira no necesita obedecer para ser funcional, ni romper para marcar autonomía. Entre las versiones cruzadas, las teorías de pasillo y las acusaciones de oportunismo, lo único claro es que la Renovación volvió a demostrar que no es furgón de cola de nadie, aunque tampoco deja de subirse al tren cuando le conviene.
PL/MC