La crisis en el Frente de Todos

El gabinete “bis” de Alberto y el dilema de Massa en la antesala del acto de Cristina

0

Se conoció como el gabinete bis, un plan que incluía reducción de ministerios, concentración en un grupo de figuras la centralidad de la gestión. Alberto Fernández tenía los nombres y la fecha: los anunciaría en Semana Santa como parte de esa letanía que llama relanzamiento del Gobierno. Pero pasaron cosas, el envión se licuó en otros asuntos, y el recambio del staff oficial no se ejecutó, como estaba planeado, en bloque y como un shock.

Luego se produjeron, por goteo y de emergencia, los desembarcos de Agustín Rossi en la AFI y de Daniel Scioli en Desarrollo Productivo. Sólo en la micro intimidad de Fernández se conoce el dato sobre si aquel recambio de ministros contemplaba, o no, la salida de Martín Guzmán de Economía, el expediente más inquietante en los últimos meses, el blanco móvil de Cristina Kirchner. “Hace meses, que todos los fines de semana a Martín se lo da por renunciado”, ironizan en Economía.

Así como Guzmán es sujeto permanente de salidas, Sergio Massa es protagonista permanente de rumores sobre la mudanza del Congreso al gabinete nacional. El vínculo entre Massa y Guzmán es malo, hace meses que no tienen una conversación mano a mano. El diputado es una de las usinas, en sintonía con el cristinismo, que objeta al ministro, cuestiona sus resultados y le imputa falta de muñeca política para administrar una crisis que no es únicamente económica.

Massa y Guzmán se mueven en espejo. Y esa fue la novedad más curiosa de estos días, porque el nombre del diputado apareció mencionado como potencial reemplazo de Guzmán en Economía, o en un superministerio que abarque esa cartera, que en algunos despachos mencionan como el “ministerio de las divisas”, respecto a la idea de concentrar bajo una sola firma el manejo de las principales variantes de ingreso y salida de dólares. Todo el ruido del gabinete tiene un trasfondo: a la espera del discurso de Cristina en Ensenada, se amontonaron las versiones de cambio.

Divisas

Es decir: Economía -donde está, por caso, Energía-, el tramo de importaciones que ahora depende de Scioli y algunas funciones de Agroindustria. En Casa Rosada no validan esas versiones y las atribuyen a movimientos propios de la crisis del FdT. En el circuito financiero, lo que circuló fue más puntual: que Massa iría a Economía y que Martín Redrado reemplazaría a Miguel Pesce en el Banco Central. Redrado, a quien en la banca señalan como uno de los que tuvo el peor resultado de divisas como titular del BCRA, en el FdT se suele señalar como un “postulante permanente”.

Al margen de que ocurra o no, la mención de Redrado esconde un componente político. El economista, que fue funcionario de Néstor Kirchner, tuvo conversaciones con Cristina Kirchner y ese dato se invoca para mencionar la precondición que deberían tener eventuales ingresos al gobierno: el llamado de Fernández y el OK -o al menos no el veto- de Cristina. Eso se monta sobre una lógica que no es el que prima en el FdT: que los cambios deben ser consensuados, o por lo menos, validados entre los Fernández.

¿Ocurriría lo mismo si, como indican otras versiones, el reemplazo de Guzmán fuese Emmanuel Alvarez Agis? Además de hiper crítico de la gestión guzmanista, Alvarez Agis que se autodeclara como “economista nacional y popular”, es mirado de reojo por el mundo Cristina. A Alvarez Agis se la atribuye, además, una tirria irresuelta con Axel Kicillof, que sigue siendo el referente de cabecera de la vice en la materia, aunque Oscar Parrilli le haya acercado a un grupo de economistas que le aportan materiales, a veces equívocos como el informe sobre evasión fiscal que se armó en el Instituto Patria, que la vice mencionó en su acto de Avellaneda.

Cuando se dice que Cristina hace observaciones erróneas sobre economía, se plantea que tiene que ver con que los economistas que asesoran a la vice tienen poco rodaje. Más allá del efecto político, la charla con Carlos Melconian, pudo tener que ver con eso.

“Hay tipos respetados, como Miguel Peirano, que puede ser una buena alternativa”, apuntan desde el equipo económico del Gobierno, esa familia disfuncional que dejó de tener los gabinetes sectoriales que en su momento armaba Santiago Cafiero y que con Manzur se convirtieron en encuentros generales de ministros que, en los últimos capítulos, se convierten en sesiones de debate y reclamos.

El miércoles pasado, en la reunión a la que Guzmán faltó y sin avisar -“les regaló un graph para toda la mañana a la TV”, se quejaron en Gobierno-, se repitieron las demandas. Todo empezó cuando Claudio Moroni detalló datos de empleo que, objetivamente son buenos, pero que no maridan con el clima general. “Dígannos, qué quieren que salgamos a decir: tenemos que salir a hablar de las cosas positivas del Gobierno”, intervino Daniel Filmus, que como otros pidió una bajada de línea para hablar en positivo. “No tenemos línea, ni relato ni táctica”, dijo, después, otro de los participantes de la reunión.

Algo similar ocurrió con Aníbal Fernández a raíz del conflicto que se generó sobre el faltante de gasoil. “¿Qué tenemos que decir?”, pidió el ministro de Seguridad que, en general, siempre sabe qué decir. Antes había hablado Julián Domínguez, que viene incómodo por la falta de línea desde la cima del Gobierno sobre cómo manejar la relación con el campo. “Que le digan qué hacer o qué no hacer, o que lo autoricen a resolver el tema como le parezca. Pero necesita que le digan algo”, cuenta en Gobierno sobre la situación de Domínguez. Sobre el problema del gasoil, los misiles innominados apuntaban a quien no estaba en la reunión, el ministro responsable del área: Guzmán.

Eduardo “Wado” de Pedro no intervino, Santiago Cafiero contó la charla entre Fernández y Boris Johnson y repasó el tema Malvinas, Juan Manzur hizo equilibrio mientras evalúa si seguir o no con las reuniones, o espaciarlas más frente a un hecho ineludible: así como están, las reuniones no solo no sirven sino que se vuelven hechos noticiables negativos por los faltazos.

Manzurismos

El jueves, Manzur estuvo con Massa, juntada que reactivó las versiones sobre movimientos en el gabinete. En realidad, el detonante fue la versión, que se replicó en medios tucumanos, de que Manzur podría ser candidato a vicegobernador en el 2023, compartiendo fórmula con Osvaldo Jaldo, su actual vicegobernador, a cargo del ejecutivo provincial. En el entorno de Manzur, esa variante no se descarta y se afirma que, en términos jurídicos, no hay objeciones. Habrá que ver si, en caso de que ocurra, se convierte en un tema legal que llegue hasta la Corte Suprema.

Aunque la relación está lejos de ser la mejor, o al menos la más aceitada, Fernández suele decir que la continuidad de Manzur en el gabinete depende de Manzur. “Juan va a dejar de ser jefe de Gabinete cuando Juan lo decida”, lo escucharon decir. Es una definición peculiar pero se nutre de lo que Fernández cree que está en deuda con Manzur por haber aceptado el cargo en el peor momento del gobierno, post PASO, y en medio de un episodio incendiario con Cristina.

Los gobernadores que lo vieron, o hablaron con él esta semana trasmiten que no lo ven con intención de dejar el Gobierno. La hipótesis Massa a Economía y Redrado al BCRA parece nutrir la idea de una renovación del staff oficial sin que eso implique desplazar a Manzur. La versión circuló en el mundo de financistas y operadores de la City, que se ilusionó con la llegada del exgobernador de Tucumán porque era un buen interlocutor. ¿La versión completa?: que fue parte de las conversaciones que Massa tuvo con Fernández en el viaje a Alemania para participar del G7.

Es una tribuna con la que debe hablar, y lidiar, Guzmán, que este jueves recibió a los titulares de fondos de inversión locales para generar un poco de calma antes de partir hacia París. Hubo, enfrente, pedidos: que el BCRA no deje de intervenir en el mercado para amortiguar la caída de los bonos, procedimiento que ya implicó un desembolso multimillonario. “Un problema que empezó por mala praxis cuando se movieron 9 mil millones de Enarsa, ya costó 600 mil millones”, explicó un economista.

El fuego sobre Guzmán, que en estos meses casi nunca se detuvo -a pesar de que Cristina dejó de mencionarlo, quizá porque sabe que al hacerlo fuerza a Alberto a no poder soltarlo-, coincidió con un momento de calma porque sumó, miércoles y jueves, dos jornadas positivas en materia de divisas: acumuló más de 1000 millones de dólares en parte porque está congelada la operatividad de importaciones hasta que se adapten las nuevas resoluciones.

En medio del festival de rumores sobre Manzur y Guzmán, cerca de Massa se hace foco en los dilemas del diputado, respecto a dejar la jefatura de Diputados para asumir un cargo en un gobierno que está partido y que tiene proyecciones difíciles. “¿Para qué va a ir al gabinete? Con este nivel de pelea de Alberto y Cristina, nada funciona”, apunta un entornista del tigrense. El planteo recurrente es que la presidencia de Diputados le da a Massa un espacio de poder y autonomía que no tendría en otro lado, al menos en un gabinete loteado y en crisis. Lo sabe Manzur que se queja de que no pudo, todavía, hacer lo que vino a hacer: ser el puente con los gobernadores y satisfacer sus demandas.

Massa es, hace rato, futuro ministro. “Alguna vez va a ocurrir”, apunta un dirigente. “O no”, dice un funcionario que se mueve en la cercanía de Fernández. El nivel de crisis del FdT parece asfaltar, como variable, la llegada de Massa como un ordenador. Aparece, en paralelo, otra versión que señala a Daniel Scioli como un potencial jugador con más centralidad en el Gobierno en el caso de que Manzur decida dejar vacante la jefatura de Gabinete

PI