Un ministro despistado y turistas en traje de baño: postales curiosas de una extensa cumbre presidencial

Todavía no había empezado la cumbre de la CELAC en la mañana de este martes cuando el ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, atravesó las cintas de seguridad que separaban el sector diplomático con el espacio reservado para la prensa. Su rostro buscaba un lugar que parecía no encontrar. 

Al instante un periodista acreditado lo reconoció y se le acercó para hacerle una pregunta. Poco después ya lo rodeaba un grupo de más de cincuenta, como abejas en un panal. Sorprendido, Haddad ensayó respuestas diplomáticas y evitó ser concreto ante las insistentes preguntas sobre los detalles de los acuerdos firmados ayer entre Alberto Fernández y Lula da Silva. “Yo no pensaba dar entrevista”, comentó en un momento, antes de que personal de protocolo y seguridad lo sacaran de la zona de prensa.

El despiste del funcionario brasileño no fue el único en una cumbre que se extendió desde las 9 de la mañana hasta pasadas las 20. Ya en el marco de las deliberaciones formales entre los presidentes, Alberto Fernández cometió un furcio geopolítico. 

“Voy a dar un golpe con este martillo y a dar por inaugurada la sesión, con lo cual dejó así inaugurada la Cumbre de las Américas”, dijo muy seguro el mandatario al golpear suavemente un pequeño martillo de madera sobre su mesa. Al ver algunos gestos de asombro entre los presentes, rápidamente reparó en su yerro: “De la CELAC, perdón, de la CELAC”.

Otro momento incómodo vivió el embajador Daniel Scioli, cuando se dispuso a dar una rueda de prensa frente a un banner de la CELAC, pese a que a pocos metros la organización había acondicionado una sala especial para conferencias. La multitud de medios que lo rodeaba hacía imposible que sus palabras se escucharan más allá de los primeros micrófonos. “¡A la sala de prensa, a la sala de prensa!”, gritaron a viva voz periodistas españoles, que no podían seguir las definiciones del embajador argentino en Brasil.

“La sala es solo para los presidentes”, comentó por lo bajo un funcionario de la Casa Rosada. Y aprovechó la situación para incluir una broma electoral: “Quizás si gana las elecciones y es presidente, sí puede hablar ahí”, dijo irónico.

Pero no solo políticos de alto nivel y periodistas se cruzaron en la cumbre de la CELAC. Desarrollada en el primer piso del Sheraton, la reunión compartió espacios con el área deportiva del prestigioso hotel. “Scuse me”, pidió en un momento una turista extranjera, vestida con traje de baño. Detrás suyo se vio a una pareja con ropa de gimnasia y visiblemente transpirados. Sorprendieron a propios y ajenos, que buscaban hacer la fila para conseguir algo del catering “especialmente” preparado para la cumbre: pasta y empanadas.

MC