Abuelas de Plaza de Mayo

De Tatiana al nieto 140: la ciencia y el amor detrás de cada identidad recuperada

El 19 de marzo de 1980, en plena dictadura militar, las Abuelas de Plaza de Mayo localizaron a Tatiana Sfiligoy, cuyos padres habían sido secuestrados-desaparecidos y que había sido adoptada de buena fe por un matrimonio tras haber sido abandonada en una plaza junto con su hermana. Fue la primera nieta recuperada.

Tatiana fue el inicio de una gesta inédita: la de un grupo de mujeres que, en medio del terror, se propuso una misión impensable entonces pero hoy admirada en todo el mundo: devolverles a sus nietos la identidad robada por el terrorismo de Estado.

Hoy, más de cuatro décadas después, esa lucha sigue viva. Este 5 de julio de 2025, las Abuelas celebraron la restitución del nieto 140, un nuevo hito en una historia que une a la ciencia, la justicia y el amor.

El nieto 140 y el poder de la genética

“¡Bienvenido, nieto 140!”, anunció Estela de Carlotto con la emoción intacta. El joven es hijo de Graciela Romero y Raúl Eugenio Metz, militantes desaparecidos. Nació en abril de 1977 en el centro clandestino La Escuelita de Bahía Blanca, mientras su madre estaba secuestrada y torturada.

El proceso de restitución se inició a partir de una denuncia anónima. Luego intervino la Conadi y la Unidad Especializada para Casos de Apropiación de Niños. El hombre se presentó voluntariamente, dejó su muestra en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y, tras los estudios genéticos, se confirmó su identidad.

Su hermana, Adriana Metz, lo buscó durante 47 años. Mantuvo viva la memoria a través del blog “Concho de lana”, donde cada 17 de abril le escribía una carta. El día del anuncio, estuvieron juntos por primera vez.

Desde 1987, el BNDG funciona como un pilar de esta lucha. Allí se conservan las muestras genéticas de familiares de desaparecidos —principalmente abuelas, tíos, primos— y se comparan con personas que dudan de su origen.

La herramienta clave es el índice de abuelidad, una fórmula genética desarrollada por científicos argentinos y la genetista Mary-Claire King, que permite identificar nietos con una certeza superior al 99,9%, incluso cuando los padres biológicos están ausentes.

Antes de llegar al ADN, las Abuelas realizan investigaciones documentales, entrevistas psicosociales y reconstrucciones históricas con archivos civiles, médicos, judiciales y religiosos. El proceso se completa con la contención emocional de quienes inician una búsqueda vital, profunda, muchas veces dolorosa.

El BNDG, en riesgo

Pese a su importancia, el BNDG se encuentra hoy en una situación crítica. Las Abuelas denunciaron que está acéfalo, sin presupuesto, con sus decisiones delegadas a funcionarios sin formación científica. El decreto 351/25, dictado por el Gobierno de Javier Milei, modificó su estructura, lo subordinó a la Secretaría de Innovación y dejó sin resolver cuestiones clave como la compra de insumos y la firma de informes técnicos.

En respuesta al reclamo judicial de Abuelas, el Gobierno prorrogó en junio el mandato de la directora técnica, pero no resolvió los problemas estructurales. “El riesgo es altísimo. Se trata de un laboratorio que conserva muestras irreproducibles”, alertaron.

El hallazgo del nieto 140 ocurre en un contexto de desfinanciamiento de las políticas de derechos humanos. En abril, el Ministerio de Justicia suspendió pagos y ordenó auditorías sobre los fondos de organismos. Se produjeron despidos masivos en espacios clave como la ex-ESMA, que aloja el Centro Cultural Haroldo Conti y el Archivo Nacional de la Memoria.

El ajuste alcanzó a pedagogos, técnicos y conservadores especializados, provocando una ola de repudios. La Justicia ordenó al Gobierno garantizar el funcionamiento de los Sitios de Memoria, como Olimpo, Orletti, Atlético y Virrey Ceballos.

La restitución del nieto 140 no es un número más: es la confirmación de que el plan sistemático de apropiación de menores existió, y que la búsqueda de identidad sigue vigente. Estela de Carlotto lo dijo con claridad: “Una vez más la verdad arrasadora vuelve a imponerse al olvido y florece la identidad”.

A sus 93 años, la histórica presidenta de Abuelas se mostró “lúcida y feliz”. Rodeada de hijos, nietos y nietas restituidas, reafirmó: “Esta restitución nos reúne para darnos fuerzas. Sigamos siendo esa parte que iluminó al mundo. Luchemos para que la verdad no se apague”.

Nietos restituidos: 140 historias, 140 vidas

La historia de las Abuelas no se cuenta solo en números, sino en rostros, nombres y relatos. Cada nieto o nieta que recupera su identidad es mucho más que un caso resuelto: es una vida reescrita, una familia reunida, una herida que empieza a cicatrizar. Son 140 historias de dolor, de búsqueda, de verdad y de justicia.

La primera fue Tatiana Sfiligoy, en 1980. Su caso marcó el inicio de una lucha inédita. Su restitución fue el primer paso en un camino que con los años sumaría otras victorias y muchas más verdades reveladas.

Le siguieron casos emblemáticos, como el de Guido Montoya Carlotto (nieto 114), hijo de Laura Carlotto, asesinada poco después de dar a luz en cautiverio. Guido, músico y pianista, fue restituido en 2014 y su aparición conmovió al país y al mundo: era el nieto de Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas. Su nombre recorrió titulares internacionales y renovó la esperanza de cientos de familias.

Otro nieto con alto perfil es Horacio Pietragalla Corti (nieto 75), restituido en 2003. Fue criado por un apropiador vinculado a la represión, y su proceso de restitución fue complejo y doloroso. Con los años, transformó esa experiencia en militancia y compromiso: fue diputado nacional y secretario de Derechos Humanos de la Nación. Hoy es una de las voces más firmes en defensa de la memoria y la identidad.

También está el caso de Victoria Donda Pérez (nieta 78), hija de desaparecidos secuestrados en la ESMA. Su apropiador fue Juan Antonio Azic, miembro del grupo de tareas de ese centro clandestino. Victoria fue restituida en 2004, y desde entonces desarrolló una intensa carrera política: fue diputada nacional y titular del INADI. Su historia personal se entrelaza con su lucha pública por los derechos humanos.

Juan Cabandié (nieto 77) fue otro de los jóvenes que, tras conocer su origen, eligió transformar la verdad en acción política. Hijo de Alicia Alfonsín y Damián Cabandié, militantes asesinados por la dictadura, fue restituido en 2004. Se convirtió en legislador porteño, diputado nacional y más tarde en ministro de Ambiente. Su historia es testimonio de cómo la verdad puede no solo reparar, sino proyectar.

Con cada restitución, se reconstruye una historia familiar robada, pero también se reescribe una página de la historia nacional. Las Abuelas no solo han devuelto hijos y nietos: han devuelto el derecho a la identidad como valor colectivo y como legado de futuro.

Hoy, las Abuelas calculan que aún faltan encontrar a unos 300 nietos y nietas. Y su mensaje, como siempre, es claro y urgente: “Los nietos que faltan están entre nosotros. Necesitan acompañamiento. La búsqueda es colectiva. Y la identidad, un derecho que no caduca”.

Si naciste entre 1975 y 1983 y tenés dudas sobre tu identidad, contactate con Abuelas de Plaza de Mayo: www.abuelas.org.ar

CRM/MC

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