Kicillof, Máximo y Massa, y el pacto que se conversa en el PJ para evitar la traición interna y ganar la elección como sea

“Hay mucho auto de casta”, anotó un funcionario de Axel Kicillof cuando decidió dejar la gobernación en La Plata ayer por la tarde. Carlos Bianco, mano derecha del gobernador, les había prometido al gabinete: “Esta noche habrá novedades”. Con esa previa el mandatario provincial recibía en su cancha a Máximo Kirchner y a Sergio Massa. La cumbre de los socios mayoritarios del frente peronista en ciernes –está a punto de inscribirse este miércoles para competir en las elecciones del 7 de septiembre– buscaba sellar bases y condiciones de un acuerdo que todavía está débil.
Kicillof, Máximo y Massa se encontraron a solas luego de un cónclave que fue tan largo como amargo un domingo atrás. Además, los cruces a los gritos entre el hijo de la expresidenta y un ministro del gobernador la semana pasada llegaron al punto de que intervinieron terceros para calmarlos. El sábado el congreso del PJ en Merlo empezó igual de mal pero se terminó de pactar una paz de unidad. Las tribus peronistas definieron alfiles para empezar a debatir cómo se repartirán los lugares en las listas para la Legislatura y los concejos deliberante municipales.
Anoche entonces Kicillof, Máximo y Massa buscaron bajar a tierra ese tire y afloje. En un clima de máxima desconfianza, se comprometieron a que haya “firmas cruzadas” a la hora de inscribir el frente y poner candidatos. El mecanismo busca dar garantías de que no habría traiciones de último momento a la medianoche de este miércoles, así como el 19 a la medianoche, cuando cierran las listas.
“La regla de las firmas cruzadas que se definió significa que los apoderados de todos validan los candidatos. No se puede aprobar una lista sin la aprobación de todos los sectores”, aseguró una fuente al tanto de las conversaciones más finas.
Ahora bien, el pacto contempla un asterisco llamativo, una línea no escrita y tampoco dicha, pero que se comparte como una verdad incómoda: cada tribu presentaría este miércoles “frentes muletos” por si el acuerdo vuela por el aire de acá al sábado 19.
Son diez días en lo que todo puede pasar y hay que tener las ambulancias preparadas para recoger a potenciales heridos que queden fuera de cualquier armado de manera sorpresiva. “Por las dudas, pero la prioridad es la unidad”, explicó una voz.
Esa jugada ya la habría hecho formalmente Massa con un sello de goma conversado con peronistas díscolos como Fernando Grey (de Esteban Echeverría) o Joaquín de la Torre (San Miguel, que supo coquetear con Patricia Bullrich). “El gobernador también lo hará”, dijeron en La Plata. Máximo, a su vez, tiene su propio caballito con La Cámpora.
La trama que se cose es quirúrgica porque a la desconfianza mutua se suma que hay muchos “ravioles” por ocupar. Unos diez mil cargos en total. Las ocho Secciones Electorales en las que está dividida la Provincia son –cada una– una elección en sí misma: en la Tercera, por ejemplo, se vota para diputados bonaerenses; y en la Primera, para senadores. Pero debajo de ese tramo cada uno de los 135 municipios tiene que renovar su Concejo Deliberante así como sus consejeros electorales.
Ahí es donde los intendentes son muy celosos por cuidar el “pago chico”, lo que a su vez repercute “arriba”, porque la boleta tradicional se puede repartir casa por casa entera o cortada. Mañas de la política. Y los intendentes son peronistas pero no todos son del mismo peronismo. “Máximo quiere que en todas las listas haya gente de La Cámpora como si el intendente fuera suyo. Es una locura”, se quejó una tercera fuente, de uno de los partidos con mayor densidad poblacional del conurbano.
La solución –también conversada anoche– es que podría haber una misma lista para el cargo bonaerense, pero quizás dos para los puestos municipales. “Un mismo frente pero dos listas abajo, y que eso sume al total arriba”, explicó un operador kirchnerista. A La Cámpora le serviría para promover competencia en los partidos donde no tiene conducción. El camporismo solo está en Quilmes (Mayra Mendoza) y Lanús (Julián Álvarez), y orbitan como satélites de Cristina los jefes comunales de Moreno (Mariel Fernández) y Lomas de Zamora (Federico Otermin).
En el kicillofismo esa idea no cuaja, además de que hay un impedimento legal: las colectoras no están permitidas en la provincia de Buenos Aires desde 2019 por el Decreto 259/19, emitido por el entonces presidente Mauricio Macri, y al cual adhirió María Eugenia Vidal. “No me parece esa idea, solo vale si saca el gobernador el decreto”, apuntaron en La Plata, aunque ya anotaron que varios de los intendentes no-kirchneristas están cediendo para lograr la unidad ante todo.
Acordadas las reglas de juego, Kicillof, Máximo y Massa tienen pendiente definir la composición de las listas. “Sergio está pidiendo 33%, 33% y 33%. Es otra locura, porque hay que ver los pesos relativos. Y llevas listas de ganadores, no de perdedores”, dijeron en el municipio del conurbano.
Con Cristina proscripta, se abrió la pelea por quién ocupará su lugar en la Tercera, donde el peronismo siempre ganó. “Si va Máximo, tenés que acompañarlo con figuras que lo levanten porque ya él solo te tira para abajo”, lo criticaron en un bando socio. Un nombre de unidad podría ser el de Verónica Magario, actual vicegobernadora de Kicillof.
Su postulación tendría un condimento extra: sería testimonial, porque no va a dejar de ser el respaldo del gobernador en la Legislatura. Lo demostró la semana pasada cuando desempató para avalar la re-re de los intendentes.
También intendentes se atreverían a ir de candidatos como primer concejal para no darle espacio a La Cámpora; por ejemplo Jorge Ferraresi en Avellaneda o Mario Secco en Ensenada. Sin tapujos, como se mueve ahora la política desde que Javier Milei rompió el sistema, en el peronismo hay consenso para aclarar que la candidatura de cualquier figura que ya tenga un cargo será testimonial: “Se va a decir, sin problema, si total ganamos igual en la Tercera”, cerró una fuente.
MC
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