Ana Longoni es una escritora e investigadora del CONICET y la UBA conocida por su trabajo sobre el cruce de arte y política en América Latina, en especial de Argentina desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. También es una activista transfeminista que ha participado en numerosas protestas, entre ellas las contra las medidas de ajuste neoliberales que provocaron un aumento de la pobreza de más del 50 % tras la llegada al poder del presidente Javier Milei en 2023, y contra el genocidio en Palestina.
Nacida en La Plata, Longoni pasó gran parte de su infancia exiliada en Perú debido al activismo de su padre que era militante peronista de izquierda perseguido por la Triple A. Cuando la familia de Longoni pudo regresar en 1984, se mudó a Buenos Aires porque La Plata estaba plagada de los “espectros” de los amigos que habían desaparecido. Estudió literatura y se fascinó por el dadaísmo, el surrealismo y las vanguardias políticas y artísticas de Europa y Argentina.
A principios de este año, ayudó a organizar una notable protesta que movilizó a miles de personas contra los ataques de Milei, al estilo de Trump, contra la comunidad LGBTQ+. Milei había utilizado el escenario del Foro Económico Mundial de Davos para equiparar la “ideología de género” con la pedofilia. En respuesta, Longoni y otras cinco mil personas se presentaron a una reunión pública y decidieron movilizar una marcha bajo el lema: “Existen solo dos géneros: fascista y antifascista”. El 1 de febrero, más de un millón de personas –según los organizadores– se reunieron en Buenos Aires; otro millón marchó en protestas por toda Argentina y fuera del país.
Las calles rebosaban de arte: carteles pintados a mano, camisetas estampadas, video proyecciones sobre rascacielos y gorras de béisbol rosas con el lema “Make Argentina Gay Again” (Hagamos que Argentina vuelva a ser gay).
La erudición y el activismo de Longoni ejemplifican una tradición de arte político impulsada por la memoria colectiva de los horrores del autoritarismo. A medida que Estados Unidos y otros países se vuelven menos democráticos, la tradición argentina tiene mucho que enseñar al mundo sobre cómo resistir.
Longoni habla aquí sobre el estado actual de las protestas en Argentina, el arte como herramienta para imaginar “nuevos conceptos de vida” y lo que ella llama el “fascismo dentro” que azota a la izquierda.
–El arte y la política han estado estrechamente vinculados en Argentina desde al menos la década de 1960. ¿Ha habido rupturas en esa línea o ha sido constante?
–Bueno, primero te diría que la historia del arte y la política en la Argentina hay que remontarla a principios del siglo veinte. En 1914 se fundó el primer grupo de arte y política en la Argentina, que se llamó Artistas del pueblo, que eran anarquistas. Hubo muchos artistas vinculados al partido comunista, como Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Demetrio Urruchua, en los años treinta, que intentaron, por ejemplo, experimentar con el muralismo y como acá había dictadura militar ya en los treinta, lo que hicieron fue cuadros de gran formato que se pudieran llevar como murales para los actos políticos. En los años cuarenta estuvo todo el colectivo de arte concreto, que eran vigilantes comunistas también y que fueron expulsados del partido comunista. Lo que hay son ciclos, son fluctuaciones, son momentos de más intensidad. Hay momentos históricos que les podríamos llamar giros. Momentos donde hay ciertas condiciones históricas de urgencia que hacen que los artistas o los teatristas o los escritores se vuelquen a la intervención política. Uno podría pensar, por ejemplo, acontecimientos como la guerra de Vietnam o el asesinato del Che Guevara. Hoy podríamos decir, el genocidio que está viviéndose en Gaza es también un acontecimiento que ha llevado a mucha gente a tomar posición, a cambiar su modo de intervención política. Pienso en un latido de un corazón. Algo que a veces se escucha con más intensidad y a veces se repliega, se esconde y a veces vuelve a vibrar.
–¿Qué aporta el arte al activismo?
–A diferencia de la idea modernista del arte, que insiste mucho en la idea de originalidad y de autoría, el activismo se mueve de otras maneras. Se mueve desde lo colectivo, se mueve muchas veces desde el anonimato, muchas veces no reivindica lo que hace como arte. No lo presenta en los espacios artísticos, en las galerías, en los museos, sino que lo hace en la calle. Pero a la vez se alimentan de tradiciones, de lenguaje, de saberes que vienen del arte. Eso es lo que yo llamo la caja de herramientas. Estas herramientas están disponibles para que, a partir de modos de hacer que ya se ensayaron en otros contextos, se puedan reinventar cuando los necesitemos. El arte es un componente que transfigura, que visibiliza, que modifica los modos de ocupación más tradicionales de la calle con su desenfado, con su creatividad, con su colorido, con su fiesta, con sus tambores, con sus componentes carnavalescos.
–Me llama la atención que todas las protestas en Buenos Aires incluyen performances y artes visuales.
–Es por la historia, por esa genealogía, por esos hilos, que a veces si uno se pone a investigar son hilos muy concretos. La gente del activismo de los 90, por ejemplo, las chicas que conformaron el Grupo de Arte Callejero, que le dio la visualidad a los escraches, se formaron con Juan Carlos Romero, con Julio Flores. Juan Carlos Romero es un artista fundamental del arte político de los 70 y Julio Flores fue uno de los autores del Siluetazo. Hay una transmisión de saberes y de experiencias sin la cual no se puede entender esa vitalidad contemporánea. No nace de la nada, sino que hay ahí un caldo de cultivo.
–También hablaste del arte como un lugar de cobijo y de cuidado.
–Sí, que a veces tiene que ver con la insolencia, con ir un poco más allá de las consignas habituales, con el juego, con lo lúdico. Yo apuesto mucho a formas de la imaginación política que puedan aflorar ahí, en esa colectividad dispuesta a poner el cuerpo y ensayar otros modos de estar en la calle. Pienso, por ejemplo, que desde el movimiento feminista se han ensayado muchos modos de cobijo. Por ejemplo, la larga noche esperando ver qué pasaba con la ley de la legalización del aborto, creo que fue en el 2018, la primera vez que se votó, que se votó en contra. Se quedaron toda esa larga noche, que fue como una especie de pernoctada, todas juntas sin soltarse. Pienso en colectivos como Serigrafistas Queer, que han inventado camisetas. Hoy veía justo una foto de una camiseta para dos personas, o sea que entraban dos personas que podían estar abrazadas dentro de la camiseta. Los cuerpos se manifiestan a partir de ese gesto de ponerse esa prenda. Hay un colectivo peruano que se llama 'Los Bestias', en los años 80 hablaba de utopía mediocre, y la idea era una utopía que no espera las condiciones ideales, sino que transforma y hace con lo que tiene a mano, con los restos de la basura, con los cartones que la gente desecha. Y hay algo ahí de un rasgo muy latinoamericano de no esperar las condiciones ideales, sino inventarnos modos de subsistencia y de sobrevivencia a pesar de la carencia, a pesar de la precariedad, a pesar de la falta de recursos.
Hay algo de un rasgo muy latinoamericano de no esperar las condiciones ideales, sino inventarnos modos de subsistencia y de sobrevivencia a pesar de la carencia, a pesar de la precariedad, a pesar de la falta de recursos
–También lleva a la cuestión de si el arte puede realmente cambiar las cosas o no.
–Pienso mucho en una frase de Roberto Jacobi, que en el 68 dice que el arte de vanguardia tiene que inventar nuevos conceptos de vida. Sí el arte es capaz de inventar esos nuevos conceptos de vida, esas nuevas formas de comunidad, esas nuevas formas de imaginación, nos dota de formas, nos dota de palabras, nos dota de herramientas. Como decíamos antes, también transfigura la política. Es capaz de conmover ciertas convenciones, ciertos lugares comunes, ciertas ritualidades políticas muy acartonadas, muy rígidas, muy disciplinantes, e imponer, o por lo menos abrir la posibilidad de otras formas de la política más insolentes, más rebeldes, más frescas.
–¿Cómo ves el estado actual de las protestas en Argentina?
–Bueno, es un contexto muy difícil. Desde el principio del gobierno de Milei, la calle se ha vuelto un lugar donde están queriendo meter mucho miedo. Hoy leía que, en lo que va del año 2025, hay el mismo número de personas heridas en manifestaciones que el año pasado, que ya fue un contexto muy represivo. Y sin embargo, ha habido, desde que asume Milei, contextos de marchas muy masivas. Por ejemplo, las marchas universitarias en el 2024, que fueron marchas muy multitudinarias y de gente que habitualmente no va a las marchas. Y este año, el primero de febrero, la gran marcha LGTB, también de la que fui participe y organizadora junto con el colectivo de la Columna Mostri y la Asamblea Antifascista.
Desde el principio del gobierno de Milei, la calle se ha vuelto un lugar donde están queriendo meter mucho miedo. Y sin embargo, ha habido, desde que asume Milei, contextos de marchas muy masivas
–¿Cómo surgió la marcha del 1 de febrero?
–En enero de este año, cuando Milei en Davos lanzó su amenaza de exterminio contra la comunidad LGTB, hubo una reacción muy inmediata y empezamos a circular una autoconvocatoria para una asamblea. Fue impresionante la convocatoria que hubo, como se empezó a propagar por las redes sociales y como vino gente de todos lados, digamos, gente de sindicatos, de partidos políticos, de las federaciones LGTB, gente suelta. Yo nunca había estado en una asamblea tan masiva que nos excedió por todos lados. Y esa asamblea, que fue el 25 de enero, votó la marcha del primero de febrero. Entonces, fue esa semana vertiginosa en la que pusimos el cuerpo así, alocadamente para garantizar cosas tan concretas como la negociación con la policía para que nos dejara marchar, las autoridades de la ciudad, las columnas, los camiones, la del sonido. Se calcula que en total se movieron dos millones de personas por todo el país y también fuera del país. Desmesurada la reacción.
–¿Podrías describir la acción que hicieron unos meses más tarde, el 7 de marzo, Día de la Visibilidad Lésbica?
–Bueno, la comisión de acción gráfica se dio a un modo de intervención callejero que a mí me pareció hermoso y muy potente. La gente llevaba sus carteles, que podían ser hechos a mano, fotocopias, dibujos, textos, lo que fuera. Hacíamos engrudo y, en 10 minutos, 100 personas enchastrando engrudo en la pared que está enfrente del auditorio del Parque Lezama, convirtiendo eso en un mural de visibilidad lésbica al 7M con la consigna “Tijera mata a motosierra.” Da cuenta un poco de reivindicar el erotismo, de una posición lésbica, como llamada la tijera, en relación al arrasamiento que Milei propone y está produciendo: cerrando dependencias del Estado, echando personas, reduciendo presupuestos, arrasando toda la dimensión de lo público en este país. La ciencia argentina está hoy en situaciones absolutamente de emergencia. Y bueno, en ese contexto, “Tijera mata a motosierra”, reivindica, con este juego de palabras también, esa capacidad de reivindicar el erotismo y la colectividad, como modo de confrontar con esas energías individualistas extremas que propone el gobierno libertario.
Tijera mata a motosierra", reivindica, con este juego de palabras también, esa capacidad de reivindicar el erotismo y la colectividad, como modo de confrontar con esas energías individualistas extremas que propone el gobierno libertario
–Mencionaste los recortes de fondos para la investigación científica por parte de Milei. ¿Podrías describir esa acción inspirada por la ciencia ficción que se hizo en CONICET en mayo y que dio lugar a un video viral?
–Bueno, ahí aprovechamos que la serie de El Eternauta había tenido mucha visibilidad. El Eternauta viene de una historieta que se creó en los años 50 y 60, y cuyo autor, Oesterheld, está desaparecido. Es inevitable pensar el Eternauta, con toda esa metáfora de una Buenos Aires que está siendo arrasada por una nieve venenosa y por una invasión, como metáfora de lo que estamos viviendo hoy. Entonces fue iniciativa de Andrea Gamarnik, que es una científica muy conocida porque trabajó mucho en la prevención y el diagnóstico del COVID. Y ella dijo, bueno, ¿por qué no hacemos una marcha Eternauta del pueblo científico? Varios laboratorios e institutos de investigación se empezaron a organizar. Produjimos máscaras, algunas más sofisticadas y salimos desde nuestros lugares con el apoyo de muchos fotógrafos y periodistas que vinieron a cubrir las acciones. Se juntaron miles de personas, miles de eternautas.
Sí, fue una marcha importante porque nunca se había juntado tanta gente en en el polo científico. Porque es un sector en general, el sector científico al que le cuesta mucho salir a la calle.
–Quería preguntarte sobre la lucha feminista. Fue una fuerza muy movilizadora en la década de 2010. ¿Qué está pasando ahora?
–Vuelvo a hablar de las fluctuaciones y esa imagen del corazón, de lo que late, de lo que va y viene. El feminismo es uno de los grandes enemigos de este gobierno. Todo el tiempo está siendo atacado y eso va permeando socialmente también. Entonces, me parece que estamos en un momento de reflujo, de lo que no quiere decir que no haya habido enormes conquistas del movimiento feminista y del movimiento transfeminista y de todas las disidencias sexuales en los última en las últimas décadas. Son conquistas inéditas y muy importantes que hay que defender, como la ley de identidad de género, la ley de matrimonio igualitario, la ley del cupo laboral travesti trans, entre otras.
También diría yo que hay una marca de época que, yo la llamo el fascismo dentro. Al interior de los propios movimientos se impone, se instala una cierta lógica de mucha crispación, de mucho enfrentamiento, de mucha exacerbación de la diferencia. Está el debate en torno a la al trabajo sexual, están las abolicionistas, están las TERF, están ciertas formas de punitivismo que abrevaron mucho dentro del movimiento Me Too y movimientos anti abolicionistas. El feminismo no es unánime, es un movimiento con muchos debates internos. Y hoy esos debates que en algún momento podían no ser posiciones irreconciliables, sino generar una suerte de frente por conseguir, por ejemplo, el derecho al aborto, hoy eso aparece más fragmentado. No sé si llamarlo fascismo adentro es muy extremo, pero en un contexto de tanta crispación política, de tanta persecución, de tanto insulto, de tanta intolerancia eso se cuela y de alguna manera instala una lógica. En lugar de cuidarnos y de asumir que, aunque tengamos posiciones diferentes, podemos ser aliados frente a este ataque, lo que aparece es mucha fragmentación.
–Y dijiste que te gustaría ver un frente más unido contra el fascismo.
–Un frente antifascista. Pienso que esa es la herramienta, volviendo a la caja de herramientas, la herramienta que se intentó ensayar en los años treinta ante el ascenso del fascismo y el nazismo en Europa, y que creo que hoy es la herramienta clave, donde puede haber un frente amplio entre posiciones que sabemos que no son la misma y que sabemos que hay diferencias que son importantes. Y sin embargo, me parece que en este momento es clave poder convivir con esas diferencias y hacer una alianza táctica que nos permita confrontar de una manera unánime este arrasamiento. Pienso, por ejemplo, en el debate entre las izquierdas y el peronismo.
–Las elecciones de mitad de mandato se celebrarán en octubre. ¿Cuál es tu lectura?
–A mí me preocupa mucho el nivel de fragmentación que hay y creo que a lo que hay que apuntar es a conformar un frente único antifascista, donde el peronismo y la izquierda y todos los movimientos sociales puedan confluir. Eso es lo que yo creo como posición política. Que están hoy muy fragmentadas, muy aisladas, muy abandonadas también. Hay mucho desánimo y mucha tristeza social también. Entonces, creo que contra ese desánimo hay que cuidar el estado de ánimo, hay que cuidar la alegría y cuidar la vitalidad.
–¿Y el arte puede ayudar?
Y el arte puede ayudar sin duda. Ojalá que sí, que pueda conmover, que pueda llamar la atención, que pueda convocarnos. Viste que a veces una hoguera y una y un tambor convocan, convocan alrededor y convocan energías y saberes y ritualidades y fiesta también, que es muy importante para la vida.
VC/MG
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Lux.