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CORONAVIRUS
La pandemia causó depresión y ansiedad a 129 millones de personas, un estrago invisible revelado por un macroestudio

Una mujer es atendida en una consulta médica

Sofía Pérez Mendoza / Victòria Oliveres

elDiario.es —

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Mientras el coronavirus devoraba cientos de miles de vidas al día, otra pandemia silenciosa, la de la salud mental, avanzaba sin piedad. La revista científica The Lancet publicó el primer estudio que cuantifica el impacto del Covid-19 en la prevalencia de la depresión y de la ansiedad en la población mundial. Las conclusiones son devastadoras: se calcula que el contexto epidémico aumentó en 129 millones los casos de estos trastornos en 2020, un crecimiento de un 25%.

El coronavirus agravó una situación de base que ya era preocupante, sobre todo por la escasez de recursos para tratar la enfermedad mental. La investigación, bajo el título Global prevalence and burden of depressive and anxiety disorders in 204 countries and territories in 2020 due to the COVID-19 pandemic y basada en datos del año pasado, señala que se produjeron 53,2 millones de casos más de depresión severa –lo que supone un incremento de un 27,6%– y 76,2 millones de ansiedad –un 25% más–, y apunta a las mujeres y a los jóvenes como los principales damnificados. Dos tercios de los aumentos, en los dos trastornos, afectan a mujeres: 35,5 millones de casos adicionales de depresión (frente a los 17,7 de hombres) y 51,8 de ansiedad (24,4 en hombres).


El cambio en los trastornos depresivos y de ansiedad en el mundo

Cambio en la prevalencia de los trastornos depresivo severo y de ansiedad durante la pandemia del coronavirus


“Antes de la pandemia los recursos para salud mental estaban infradotados y desorganizados pese a la evidencia de que la prevención efectiva y las herramientas de intervención funcionan”, aseguran los investigadores, que subrayan que el Covid-19 hizo más difícil, además, adquirir medicación y tener atención presencial. Los resultados se basan en una revisión de los estudios publicados en todo el año 2020 sobre la prevalencia de estas enfermedades. Con esta información se estimaron los cambios en función del sexo, la edad y la situación geográfica.

La investigación hace una comparación con los casos que se habrían dado si no hubiese existido la pandemia y calcula la diferencia. La aproximación sugiere 193 millones de casos de trastorno depresivo severo (2.471 casos por 100.000 habitantes) en todo el mundo sin pandemia en 2020. Condicionado por ella, el análisis revela que hubo hasta 246 millones de casos (3.153 por 100.000 habitantes), un incremento del 28%. Más de 35 millones se dieron en mujeres.

Con la ansiedad las cifras son aún mayores. Las estimaciones del modelo sugieren que se habrían dado 298 millones de casos de trastornos de ansiedad (3.825 por cada 100.000 habitantes) a nivel mundial en 2020 sin pandemia. Sin embargo, pudo haber unos 374 millones de casos (4.802 por 100.000) durante 2020, un 26%. De nuevo, casi 52 millones de los casos adicionales fueron en mujeres.

Alize Ferrari, coautora del estudio y líder del grupo de investigación de enfermedades mentales del Queensland Centre for Mental Health Research, subraya que la pandemia “exacerbó las desigualdades que existían”. “Los cuidados y las responsabilidades domésticas siguen recayendo en las mujeres y además sufren violencia de género, también incrementada en varias etapas de la pandemia”, afirma.

En cuanto al impacto en los más jóvenes, la investigadora vincula el malestar con el cierre de las escuelas y las restricciones que limitaron la interacción social con iguales de los adolescentes. “Eso combinado por el incremento del riesgo de desempleo”, añade. La prevalencia adicional se dio sobre todo en los jóvenes de entre 20 y 24 años, según el estudio.

Sonia Calvo es psicóloga en el Instituto de Psicología Positiva de Madrid y confirma que nunca había tenido pacientes tan jóvenes en su consulta. “Trabajábamos sobre todo con adultos, pero cada vez vienen más familias muy preocupadas por la salud mental de sus hijos”, cuenta en conversación con elDiario.es.

Las organizaciones de infancia insisten en el impacto que la pandemia tuvo en los niños y adolescentes. El último informe anual de Unicef está centrado en la salud mental y revela que, según una encuesta realizada en mayo, el 33% de los adolescentes admitieron sentirse angustiados y el 25% se sentía asustado ante la incertidumbre por el contexto del Covid-19. Más de uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de este tipo diagnosticado y durante la pandemia la población infantil del mundo vivió en promedio seis meses de confinamientos obligatorios, según un análisis realizado por Save the Children.

La distribución a lo largo y ancho del mundo tampoco es homogénea. La investigación concluye –con las limitaciones que se exponen más adelante– que las peores cifras en trastornos depresivos y ansiosos se dan en los países con mayores tasas de infección y más restricciones al movimiento de la población. El sur y oeste de Latinoamérica (Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina); Centroamérica y el sur de Estados Unidos; también Egipto o Irán en el este o la República de Sudáfrica vieron crecer la prevalencia de estos trastornos más de un 36% entre su población.

Estos datos geográficos hay que tomarlos con cautela porque, avisa el estudio, no se dispone de los mismos estudios en todas las zonas del mundo. Hay mucha más cantidad en países desarrollados y se extrapola a través de fórmulas. Existen algunas limitaciones más: los cálculos se basan más en síntomas que en diagnósticos, no se diferencia entre personas que pasaron o no la enfermedad y tampoco se distinguen las causas de los trastornos.



Los científicos insisten en que se trata de una aproximación que “subraya una necesidad urgente de fortalecer los sistemas de salud”. La dimensión de la expansión de los trastornos en época pandémica es aún “desconocida”. En el momento de la elaboración del estudio –entre enero de 2020 y enero de 2021– la pandemia seguía activa. “Todavía hay que esperar para ver las secuelas, es como si estuviéramos abriendo la puerta de casa después de un terremoto. Tenemos que evaluar cómo queda lo de dentro”, señala Vanessa Fernández, doctora en Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, especializada en la intervención del estrés y la ansiedad, que anticipa más diagnósticos en el futuro cercano de trastornos de estrés postraumático.

La Organización Mundial de la Salud urge a todos los países a invertir en salud mental. “Es preocupante que, pese a la evidente y creciente necesidad de servicios relacionados con la salud mental –más aún durante la pandemia–, las buenas intenciones no se encuentran con inversión”, remarcó Tedros Adhanom Ghebreyesus. “No hay salud sin salud mental”, añadió.

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