CRÓNICA

Madres que crían solas en medio de la crisis: “Muchas veces me dan ganas de salir corriendo”

Magalí Robles se esconde en el baño para poder mandar tranquila un audio de Whatsapp. Su hija de 5 años está merendando en otro ambiente de su casa y sabe que tiene que aprovechar esos minutos para hablar sin interrupciones. Después le tocará estar el resto del día con ella. Jugar, prepararle la comida, bañarla, armarle la mochila para que al día siguiente vaya al jardín, acompañarla a dormir, ordenar la casa, armar la vianda, quizás corregir algunos ejercicios de sus alumnos (es docente) y dejar todo listo para un nuevo día.

Magalí es mamá soltera, no por elección. El progenitor de su hija la abandonó cuando cursaba el tercer mes de embarazo. No la reconoció cuando nació, desapareció y la bloqueó de Whatsapp, y no se presentó cuando la justicia lo citó a hacerse un ADN para determinar la filiación de la niña.

Los días de Magalí hoy son un loop interminable. Las mañanas las utiliza para su trabajo remunerado y las tardes para su trabajo no remunerado: maternar. Vive arriba de la casa de sus padres, en el partido bonaerense de La Matanza. Hace años que se quiere mudar pero no le alcanza para un alquiler, ni tampoco para contratar una niñera. Aunque tiene la ayuda de sus papás le cuesta encontrar un tiempo para ver a sus amigas o para hacer algo para ella. “Siento que me desbordo mentalmente. No aguanto. Muchas veces me dan muchas ganas de salir corriendo. No tengo descanso, mi hija está todo el tiempo conmigo, excepto cuando trabajo. No tengo momentos de ocio, no tengo acceso a la salud mental. A veces me miro en el espejo y no me reconozco”, asegura en diálogo con elDiarioAR.

Siento que me desbordo mentalmente. No aguanto. Muchas veces me dan muchas ganas de salir corriendo. No tengo descanso, mi hija está todo el tiempo conmigo, excepto cuando trabajo. No tengo momentos de ocio, no tengo acceso a la salud mental

En Argentina alrededor de 1,6 millones de mujeres crían solas a más de 3 millones de niños y niñas, según un informe elaborado por el Ministerio de Economía de la Nación a fines de 2022. El número de familias “monomarentales” se ha incrementado notablemente en los últimos 20 años. Según el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPECC), de 1986 a 2019 este tipo de familias aumentaron en un 7%, en tanto el número de familias tradicionales en el país disminuyó en un 12%.

En la mayoría de los casos, estas madres enfrentan en soledad las tareas de cuidado diarias y sostienen económicamente a sus hijos o hijas. Una encuesta efectuada por el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires aseguró que más de la mitad de las mujeres encuestadas (51,2%) no perciben ningún tipo de aporte económico por parte del progenitor de sus hijas y/o hijos. Si se considera además a quienes reciben la obligación alimentaria esporádicamente, el porcentaje asciende a un 66,5%. De quienes sí reciben la cuota para sus hijos, solo el 10% consideró que es suficiente para cubrir todos los gastos y necesidades diarios de éstos.

Golpe a un solo bolsillo

En tiempos de crisis económica, como la actual, las familias monoparentales encabezadas por mujeres se ven especialmente afectadas por su propia estructura de origen. “Los hogares monomarentales son los más débiles de la estructura social porque tienen una alta carga de cuidados, una pobreza de tiempo por esa carga y, al mismo tiempo, por la falta de manutención compartida”, explica la economista Lucía Cirmi Obón, ex subsecretaria de Políticas de Igualdad y autora del libro “Economía para Sostener la Vida”. 

Antonella Tabanelli es madre soltera “porque así se dio”. Tiene dos hijas, una que está por cumplir 15 y la otra tiene 5 años. El padre de la más grande se fue de vacaciones cuando la niña tenía 9 meses y nunca más regresó. “Nunca me pasó plata. Creemos que volvió a su país, Perú pero no conocemos ni siquiera la dirección en que vive para notificarlo por la demanda de alimentos”, cuenta. Antonella se separó del papá de su segunda hija hace siete meses. Fue víctima de violencia por parte de él durante nueve años –primero psicológica y durante el último año, física–. Decidió dejar la Ciudad de Buenos Aires y mudarse a San Vicente, provincia de Buenos Aires. “No vivíamos juntos. Él la veía una vez por semana y le traía una bolsa de golosinas, jamás se hizo cargo de su crianza”, relata. 

Pese a que recibió ayuda durante 6 meses de los padrinos de sus hijas, Antonella hoy sostiene el hogar sola. Está sin trabajo. Su mayor ingreso es el dinero que le otorga la Asignación Universal Por Hijo (AUH) y la tarjeta Alimentar. Cuando tiene un rato libre cose y vende algunas prendas para sumar dinero. “Toda la plata que me entra la estoy usando para pagar el alquiler de la casa donde vivimos. En julio aumenta según la inflación, se va a ir a más del doble y hoy no puedo pagarlo”, explica. Muchas veces no tiene para comprar comida y busca la caja de mercadería que le dan en el colegio de sus hijas o en Desarrollo Social. 

“No puedo salir a buscar trabajo porque no tengo quién se ocupe de retirar a mis hijas del colegio. Tengo miedo de que se corte la AUH, con todos los cambios que está haciendo el Gobierno. Mi hija ya cumple los 15 y pronto no vamos a recibir más la tarjeta Alimentar. No sé con qué plata vamos a vivir”, dice con preocupación.

Si uno mira la radiografía de la pobreza en Argentina, en los hogares monoparentales (8 de cada 10 están a cargo de una mujer) ésta es el doble que en el resto de los hogares. La Encuesta Permanente de Hogares (EPH), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), muestra que los ingresos de las jefas de hogares monomarentales son un 19,8% menores que los del resto de los hogares y el 26,1% de estas mujeres no alcanza la canasta básica individual. “Esta situación se da por la falta de recursos que genera principalmente  la falta de la cuota alimentaria, pero también por la imposibilidad de contar con la generación de ingresos igual a la de una persona que tiene en su casa a otro progenitor haciendo su parte”, explicó la ex funcionaria.

Según el INDEC los ingresos de las jefas de hogares monomarentales son un 19,8% menores que los del resto de los hogares y el 26,1% de estas mujeres no alcanza la canasta básica individual

A partir de julio de 2023, el INDEC comenzó a calcular la Canasta de Crianza de la primera infancia, la niñez y la adolescencia que abarca de 0 a 12 años. Ésta incluye el costo mensual para adquirir los bienes y servicios para el desarrollo de niñas, niños y adolescentes, y el costo del cuidado que surge a partir de la valorización del tiempo requerido para dicha actividad. 

El monto para sostener a un recién nacido hasta el año en febrero fue $247.322. Al tiempo que se necesitaron $313.672 para mantener a niños de 6 a 12 años. Hubo un incremento del 18,6% y del 17,80%, respectivamente, en comparación con los montos de enero. 

Luna Nicoletti es mamá de Victoria, de 11 años. También fue víctima de violencia por parte del progenitor de su hija y debió escapar de la vivienda que compartían en San Justo cuando la nena tenía 2 años. Desde entonces la cría sola. Es empleada de limpieza y niñera. Asegura que a partir de diciembre de 2023 su vida es una crisis constante: “Si antes costaba llegar a fin de mes ahora ni te cuento. Hubo un cambio en nuestras vidas. Algo tan básico como el papel higiénico pasó de estar $700 a $2.000. Ya no podemos tener salidas recreativas, ni compramos calzado. Me endeudé con la tarjeta de crédito. Siempre estoy endeudada para el próximo mes. Yo cobraba el plan Potenciar Trabajo que eliminaron. Es todo incertidumbre”, dijo en diálogo con este medio.

Según un estudio de la CEPAL y Ministerio de Economía de 2022, el 59% de los hogares a cargo de mujeres destina más de la mitad de  sus ingresos al pago de deudas. En 7 de cada 10 casos la deuda es para la provisión de comida y medicamentos. En el último año la inflación acumula un 276,2% y solo de diciembre a febrero se registró una baja del poder adquisitivo de los salarios en torno al 25% (según el último informe publicado por CIFRA), en consecuencia, se proyecta un endeudamiento aún mayor para este tipo de hogares y mayores niveles de pobreza.

“Gran parte del presupuesto de los hogares monoparentales se destina al consumo de bienes necesarios y esos son los bienes que más están subiendo en precio: desde los pañales hasta la comida”, explica Cirmi Obón.

Natalia Chiocconi, es emprendedora y forma parte del grupo Maternidades Feministas de La Matanza, una colectiva de 16 madres de familias monomarentales que recientemente presentó una iniciativa en el Concejo Deliberante de ese partido para haya un cupo en empresas y el Estado para estas madres, con mecanismos y espacios de cuidado para hijos/as. Tiene una hija de 13 años a la que siempre crió sola. “Hoy lo que más cuesta es comprar alimentos y juntar el dinero del alquiler. Ni hablar cuando tenemos que comprar algún medicamento. Hace un año aproximadamente mi familia me tiene que ayudar debido a la crisis económica que se profundizó. El alquiler se me fue a un casi 350% más, estoy juntando el dinero a ver si puedo renovar. A pesar de que recibo ayuda social no me alcanza. El panorama es incierto”, cuenta.

Si antes costaba llegar a fin de mes ahora ni te cuento. Algo tan básico como el papel higiénico pasó de estar $700 a $2.000. Siempre estoy endeudada para el próximo mes. Cobraba el Potenciar Trabajo que eliminaron. Es todo incertidumbre

Disparidad laboral

Desde que nació su hijo Adriel, hoy de 10 años, Rocío Brunet se hace cargo sola de él. El progenitor los abandonó cuando ella estaba embarazada. Cuando el niño tenía pocos meses de vida, Rocío entró a trabajar a la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Cumplía jornadas de 12 horas para poder pagar a una cuidadora, el alquiler y la comida de ambos. “Los primeros años fueron muy estresantes. Le pagaba a una niñera pero si faltaba tenía que subir a mi bebé al colectivo a las cinco de la mañana, muchas veces con frío, y llevarlo a la casa de una amiga para que lo cuidara”, recuerda y añade: “Las condiciones de trabajo tampoco eran las mejores. Tenía que llevarme varias remeras para cambiarme en el día porque las manchaba con leche. No había un lactario, ni el tiempo para extraerme. Nunca quise quejarme porque te señalaban por ser madre.”

Las trayectorias laborales de las madres solteras suelen ser distintas a las del resto de las mujeres, inclusive a las de las otras madres. No siempre se interrumpen con la llegada del bebé, porque no hay otra opción: se necesita un ingreso para sostenerlo. De acuerdo a la EPH, la tasa de empleo de las mujeres jefas de hogares monomarentales es 26,6 puntos porcentuales más alta que la de las mujeres en general. Sin embargo, sus trabajos suelen ser informales y con menores salarios. Dos de cada diez son trabajadoras de casas particulares.  

Al salir la madre a trabajar, entran a jugar un rol central las abuelas, las hermanas, inclusive vecinas, quienes cuidan a los niños (también de manera gratuita). “El cuidado pesa, entonces, sobre otra, o sea, la falta del varón participando en los cuidados se suple con el trabajo de otra mujer”, reflexiona Cirmi Obón.

Según cuenta Antonella la búsqueda laboral es también compleja. Cuando su hijo cumplió los 3 años se quedó sin trabajo, debió volver a vivir con su mamá y le costó reinsertarse en el mundo laboral.“No me tomaban en algunos trabajos por ser madre de un nene chiquito”, recuerda. En una ocasión, tras una entrevista laboral le anunciaron que había sido elegida para trabajar de moza y cuando se enteraron de que tenía un hijo la desestimaron. “No tomamos mujeres con hijos”, se justificaron en aquel momento.

Los primeros años fueron muy estresantes. Si faltaba la niñera tenía que subir al bebé al colectivo a las cinco de la mañana y llevarlo a la casa de una amiga.Tenía que llevarme al trabajo varias remeras porque las manchaba con leche. No había lactario

Hay una parte de la brecha salarial de género en Argentina que compete a todas las mujeres por la probabilidad de ser madres, los empleadores suelen preferir contratar varones. Pero también hay otra brecha entre las mujeres que son madres con las que no lo son. Las primeras tienen menos ingresos y ascienden menos en su carrera laboral. “ Numerosos estudios comprueban que cuanto más hijos tienen menos ascienden en su carrera laboral”, explica la economista.

Para las madres solas asumir cargos de liderazgo es mucho más difícil. Por eso es central que puedan acceder a infraestructura de cuidado para la primera infancia. Con la llegada del gobierno de Javier Milei, muchas de las políticas estatales que apuntaban a los cuidados desaparecieron. Se interrumpieron las obras de infraestructura para instituciones de primera infancia –había 500 proyectos para construir Centros de Desarrollo Infantil, otros para Centros de Primera Infancia y otros de ampliación de salas, que tienen 0% de ejecución en este año–. Además, se descontinuó el programa Registradas, que implicaba un subsidio para contratar personal de cuidado, y el gasto en políticas públicas que apuntan a reducir la desigualdad de género fue hasta ahora un 33% más bajo que el año pasado.

Con el gobierno de Javier Milei, muchas de las políticas que apuntaban a los cuidados desaparecieron. Se interrumpieron las obras de infraestructura para instituciones de primera infancia. Había 500 proyectos que tienen 0% de ejecución en este año

Registro de Deudores Alimentarios Morosos 

De acuerdo con la investigación realizada por la provincia de Buenos Aires a finales de 2022, siete de cada diez madres no reciben la cuota alimentaria que corresponde por parte del progenitor de sus hijos y a 9 de cada 10 de las que cuentan con algún aporte paterno no les alcanza para mantenerlos.

Para Cirmi Obón, la génesis de la deuda es la escasa licencia por paternidad que existe en el país. “Todo empieza cuando nace el niño o niña. El varón no tiene casi licencia por paternidad y no está presente. Ese varón es el mismo que después cuando se separa de su pareja se separa de sus responsabilidades de cuidado. Como no participó en esas tareas las subdimensiona. Piensa que su exmujer le está pidiendo más tiempo y plata de la que requiere porque como no estuvo involucrado no dimensional cuanto salen o el tiempo que implican las tareas de cuidado”, explica. Lucía Cirmi Obón, ex subsecretaria de Políticas de Igualdad 

La provincia de Buenos Aires creó en 2003, por la Ley 13.074, el Registro de Deudores Alimentario (RDAM) que funciona en el ámbito del Ministerio de Justicia. Su objeto es registrar por orden judicial a el o la progenitora que deba el pago de alimentos por sentencia firme o por convenio homologado judicialmente de tres cuotas consecutivas o cinco alternadas. A partir de 2019, el Registro inició una serie de transformaciones que lo hicieron más ágil y hoy hay 5 mil personas anotadas en él, su amplia mayoría son hombres. 

Todo empieza cuando nace el bebé. El varón no tiene casi licencia por paternidad y no está presente. Entonces, cuando se separa de su pareja se separa de sus responsabilidades de cuidado. Como no participó en esas tareas las subdimensiona

Quienes están inscriptos tienen dificultad para obtener o renovar la licencia de conducir, para ser proveedor de la Provincia y para obtener créditos, tarjetas de crédito o apertura de cuenta corriente en el banco provincial. “Es una herramienta más de una serie de herramientas que se están dando a nivel provincial para proteger a los menores. En cuanto al alcance, somos el último eslabón, aparecemos cuando ya fracasó todo. Desde el registro hemos impulsado varias charlas con colegios y entidades profesionales, con organismos estatales al efecto de activar el pedido del libre deuda para que las personas puedan acceder a determinadas cuestiones tales como el registro de conducir”, explicó a elDiarioAR, Julio Laurito, director provincial de Relaciones con la Justicia y Entidades Profesionales del Ministerio de Justicia provincial.

En 2022 la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley para la creación de un registro a nivel nacional pero Senadores aún no lo trató.

Las madres coinciden que el reclamo en la justicia no es fácil. Muchas desisten de hacerlo porque no tienen la posibilidad de pagar un patrocinio jurídico, o porque se cansan de sortear trabas de la justicia. Natalia cuenta que tardó varios años en pedir alimentos “porque los abogados salen muy caros” y porque la Defensoría no quería tomar su reclamo. Recién en octubre de 2023 un Juzgado dispuso que el progenitor pagara una cuota provisoria de 20 mil pesos mensuales (que no alcanza para la manutención de su hija) y aún no se pudo notificarlo. Luna cuenta que inició el reclamo de alimentos pero el sistema judicial no la ayudó.“ Hice además denuncias por violencia de género, tuve más de 3 perimetrales. La justicia no hizo nada y tuve que ir a vivir al sur porque estábamos amenazadas de muerte”, cuenta. 

Antonella dice que intentó hacer el reclamo de alimentos al papá de su hija mayor pero no dio con su paradero y no lo inició para su hija más chica porque prefiere no tener contacto con quien la violentó.

En tal sentido, Magalí reflexiona: “Los tiempos de la justicia son muy lentos y todo recae sobre nosotras, como si la crianza solas no fuera lo suficientemente difícil. Una vez en una mediación me dijeron que era mi deber que él la reconociera. La última vez que me presenté me criticaron por no tener la dirección del progenitor para poder notificarlo. Nos culpan a las mujeres por supuestamente no hacer valer los derechos de nuestros hijos, cuando lo intentamos a diario, y a los hombres se los exime de sus responsabilidades como padres.”

LG/MG