Pantallas congeladas, senadores sin corbata y libertarios ausentes: sancionan un aumento a las jubilaciones y la emergencia en discapacidad

A pesar del boicot del Gobierno y de los gobernadores, a pesar de la experiencia del veto presidencial del año pasado y de la amenaza de un nuevo veto, el Senado sancionó un nuevo aumento para los jubilados. Con 52 votos a favor y 4 abstenciones, la oposición logró asestarle una nueva derrota política y simbólica al Gobierno, que dedicó la jornada a denunciar la existencia de un “golpe institucional”. La sanción, sin embargo, fue por unanimidad.
Fue la primera estocada de la sesión autoconvocada por la oposición. Sin ningún voto en contra, ya que el oficialismo se ausentó, el Senado convirtió en ley la actualización a $110 mil del bono de los jubilados que cobran la mínima, que pasará a actualizarse mensualmente por IPC, y el incremento del 7,2% de todos los haberes jubilatorios. Acompañaron con su voto los 34 peronistas, los radicales Martín Lousteau, Pablo Blanco, Carolina Losada y Daniel Kroneberger, y la larretista Guadalupe Tagliaferri.
También acompañaron con su voto varios aliados del Gobierno, como Luis Juez y el correntino “Camau” Espínola. Los libertarios y los aliados que responden a los gobernadores del PRO y la UCR, en cambio, se ausentaron durante el debate. Alineados con la estrategia digitada desde Casa Rosada, los oficialistas y sus aliados más cercanos denunciaron que la sesión era inválida, ya que había sido autoconvocada, y optaron por vaciar el recinto.

Desde un principio, el debate por la recomposición de los haberes jubilatorios se llevó a cabo en un clima caldeado de sospechas y de acusaciones cruzadas. Primero fue la impugnación del oficialismo a los dictámenes de los proyectos, que habían sido resultado de una reunión autoconvocada de la comisión de Presupuesto. Si bien la oposición logró ratificar su validez con una interpretación del reglamento, para la cual consiguió la mayoría, el oficialismo la desconoció el resultado e instó a los aliados a abandonar el recinto.
Fue así que los gobernadores, que habían ayudado a dar quórum para aprobar sus proyectos destinados a fondear las provincias, se terminaron plegando a la estrategia del Gobierno y terminaron jugando para boicotear la votación.
Luego, llegó el momento de la votación misma, y allí también empezaron a reflotar las suspicacias. Y es que, minutos antes de que se votara, las pantallas de los senadores se congelaron y no hubo manera de solucionarlo. Los senadores tuvieron que votar a viva voz para que el secretario Parlamentario, Agustín Giustinian, pueda registrar el resultado. “Lo viejo funciona”, ironizó, fuera del micrófono, Tagliaferri, mientras, a un costado de la presidencia del Senado, un grupo de asesores discutía e iba sumando los votos a mano.

La sesión fue presidida, para colmo, por la peronista Silvia Sapag, la vicepresidenta primera del Senado, ya que la oposición expulsó al presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala. El puntano libertario había asumido la presidencia poco después de que Victoria Villarruel abandonó el recinto, acosada virtualmente por su propio Gobierno, que la responsabilizaba por haber habilitado la sesión.
“Levántese, Sra. Vicepresidente. No denigre la institución que preside. No sea cómplice del kirchnerismo destructor”, la cruzó, por ejemplo, Patricia Bullrich, sumándose a la ola de insultos que empezaron a llegar desde el aparato de comunicación oficialista. “Ministra Bullrich, la democracia fue denigrada cuando personas que integraron orgas terroristas como en su caso, manejaron durante décadas el destino del país”, le respondió, también vía Twitter, Villarruel.

Fue en este contexto que Abdala tomó la posta en la conducción de la sesión. Pero no duró mucho, ya que, apenas asumió el rol, explicó que él tampoco reconocía la sesión, al igual que el resto de su bloque, lo que terminó generando una oleada de gritos en la oposición. “Usted está sentado en una sesión que dice que es inválida, le pido que se retire de la presidencia”, lo cruzó el jefe de la bancada peronista, José Mayans. “¿Estamos presididos por un fantasma?”, ironizó Blanco.
Frente a la presión de los senadores opositores, Abdala no tuvo otra opción que abandonar el recinto. Fue la senadora Sapag quien tendría que hacerse cargo de la votación irregular, que nunca terminaría de normalizarse: las actas de votación con el detalle de qué había votado cada uno, en consecuencia, nunca aparecerían.

La oposición, al final, lograría sancionar también una prórroga de la moratoria previsional. Fue con 39 votos a favor y 14 en contra: una mayoría más débil que el incremento a los jubilados, lo que pone a la ley en una situación más vulnerable frente al futuro veto de Milei. La oposición se esperanza con poder juntar los dos tercios en la Cámara de Diputados y en el Senado para insistir en el incremento del 7,2% de los jubilados. La moratoria, admiten, será más difícil.
El cierre de la jornada, sin embargo, lo dio el senador santacruceño José Carambia, que votó a favor de la moratoria previsional, pero denunció que casi no lo dejan ingresar al recinto. “No me dejaban entrar porque no tenía corbata. La próxima vengo en pijama”, denunció.
Unanimidad para la emergencia en discapacidad
El Senado convirtió en ley, a su vez, la declaración de la emergencia en discapacidad en todo el territorio nacional. Con 56 votos a favor y ni uno en contra, el Congreso convirtió en ley una iniciativa que apunta a asegurar el financiamiento de las pensiones no contributivas por discapacidad, así como la actualización de las asignaciones mensuales.

Uno de los discursos más emotivos del debate lo dio Luis Juez, quien tiene una hija con discapacidad y terminó lagrimeando durante su alocución. “No importa cuánto afecta o lo que dicen los economistas, nuestros hijos no son un número y se merecen el mismo respeto que tenemos nosotros y los que no tenemos ninguna discapacidad”, expuso el senador del PRO, al borde del llanto.
De todas las leyes sancionadas, la emergencia en discapacidad es, para la oposición, la que más le costará vetar a Milei. Y confían que, aunque el veto llegue, conseguirán el número para insistir en la ley.
MC/MG
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