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Sobre este blog

Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.

En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo. 

El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad. 

Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.

Crecer trans en Rosario, donde la hormonización sigue siendo un derecho

En Santa Fe se definió la continuidad de los tratamientos hormonales que estuvieran realizando niños, niñas y adolescentes, a contramano de la política nacional

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—Mi papá se dio cuenta. Lo voy a decir con sus palabras. Una vez me dijo: “Vos querés ser hombre”.

Mateo está sentado junto a sus amigues en la plaza Sarmiento, en el centro de Rosario. Es una tarde fría y el sol está cayendo. Tiene los ojos claros, 18 años y va a quinto año en una escuela religiosa.

Ese día, Mateo le sacó una foto a la carta que le había escrito y se la mandó por whastapp.

—No lo sorprendió porque ya sabía —repite.

La mamá de Mateo murió en 2021 por covid. Él quiere mucho a su familia materna, dice que son todas buenas personas.

—Mi abuela, y hasta mi primo chiquito me dice Mateo, me da mucha ternura eso.

No pasa lo mismo del lado paterno.

—Mi tía lo sabe, pero no le importa. Literalmente, me llama con otro nombre.

El papá fue quien le compró a Mateo su primer binder, una prenda que sirve para fajarse y ocultar los pechos sin sufrir dolor. La palabra binder aparece una y otra vez en los relatos: muchos llegan en busca de esa prenda a la “Aso”.

Así le dicen en Rosario, Santa Fe y Buenos Aires a la Asociacion de Varones trans y no binaries. Son más de 300 niñes, adolescentes y jóvenes trans en un espacio donde a Mateo le encanta ir a hablar y jugar.

—Es mi lugar seguro, como si fuera una casa.

Un jueves en la “Aso”

Para llegar a la “Aso” hay que subir una escalera. La sede inaugurada en mayo está en pleno centro de Rosario, en una casa antigua.

Pasan muchas cosas al mismo tiempo: decenas de adolescentes circulan por la sala central de la casa, un espacio amplio donde hay un sillón, una gran mesa, y sobre una pared, las letras tridimensionales de la palabra TRANS que encabeza su columna en cada marcha.

Pequeños grupos se sacan selfies, conversan, se cuentan sus secretos, ríen y alguno llora, abrazado por une amigue. Miran sus celulares y juegan a las cartas.

El inclusivo es parte del idioma cotidiano y sus looks son tan diversos como sus historias: pelos cortos y largos, verdes, castaños, negros y rubios. Los estereotipos no entran en la casa: cada quien lleva su expresión de género como lo siente.

Cuando llegan almuerzan y más tarde toman la merienda

En junio comenzó el taller de barbería, también habrá uno de textiles. En el verano hacen transpamentos (campamentos trans).

La “Aso” se configura como un “espacio seguro” donde niñes, adolescentes y jóvenes trans pueden expresarse en libertad.

La Asociación de Varones Trans y No Binaries nació en 2016, cuando el actual diputado nacional Esteban Paulón era Subsecretario de Políticas de Diversidad Sexual de la provincia de Santa Fe y la activista trans Pamela Rocchi -hoy directora provincial de Igualdad y Diversidad Sexual- formaba parte de esa gestión.

Santiago Quizamás es el presidente. Tiene 46 años, es varón trans. Cuando empezaron, todo estaba por hacerse. Otra persona fundamental es la psicóloga Andy Panziera, que impulsó los encuentros con las familias. Empezaron a juntarse los jueves.

La necesidad de los binders

Actualmente es Nahuel Gabay quien fabrica los binders. Tiene 30 años, esperó a que falleciera su papá para expresar cabalmente su identidad de género. A la “Aso” se sumó en 2019.

Dice que tenía vergüenza, era tímido, no hablaba con nadie. Imposible imaginárselo así ahora.

Nació en un taller textil y toda su familia cose, pero antes no quería coser. Ahora, estudia diseño de indumentaria y textil en la Universidad Nacional de Rosario. Este año se animó a dejar la empresa en la que trabajaba, y dará un taller para enseñar a hacer binders en la Aso.

“El binder para nosotros es la indumentaria más necesaria para poder habitar, para salir a la calle, para pasar un poco desapercibido”.

Tiene sus exigencias: “Tiene que ser cómodo, estético y seguro. Muchas veces nos hemos fajado con el elástico que se ponen en las piernas o con los transtape, una cinta quirúrgica, que te quiebra las costillas, te las fisura y al estar 12, 14 o 24 horas con eso, lastima y duele”.

Lo que busca es que el binder sea “cómodo y estético. O sea, vos te levantás y te lo ponés y te lo sacás recién en un lugar seguro o cuando te acostás a dormir. Entonces, tenés que ir a la escuela, tenés que hacer actividad física, transpirás, se tiene que secar rápido”.

Para eso, el binder tiene dos telas. La exterior es de lycra, se expande, y la de adentro, es de gabardina, para comprimir el pecho. Al costado tiene dos tiras de ganchos, como los del corpiño.

Es una prenda a medida. “Cuando estás en testosterona el cuerpo cambia. Se reduce la grasa o se ensancha la espalda. Cuando me mandan un mensaje y me preguntan ‘Che, necesito un binder’ Bueno, yo necesito que te tomes las medidas”.

El binder “permitió volver a los espacios de pileta, también con un laburo de sensibilización y concientización, a las piletas municipales”. Todos los años vuelven a hacer ese trabajo con el personal de esos espacios recreativos.

El binder no es un invento de Nahuel, que quiere “mejorarlo todo el tiempo”. Él no lo usa más, ya hizo la mastectomía masculinizante.

No todas las personas trans se hormonizan, no todes se operan. “Hay un montón de varones que están en testosterona, que tienen todas las caracterizaciones, de barba, pelo en el cuerpo, pero no se pueden operar o no se quieren operar”, cuenta Santiago. Y siguen necesitando binders.

Estar en testosterona es recibir terapia de reemplazo hormonal, que permiten adquirir las características sexuales del género autopercibido. Para feminizar, se toman estrógenos y se bloquea la testosterona. Las masculinidades trans toman testosterona y bloquean los estrógenos.

Cuando se queman los papeles

—Mamá ¿Por qué dios me hizo nene si yo soy una nena?

La pregunta la hizo Sana cuando tenía cinco años.

Su mamá, Natalia, empezó una búsqueda frenética, junto a sus amigas de toda la vida y su padre, el abuelo de Sana.

Natalia la pelea todos los días: con la obra social Osecac, con la precariedad laboral, con su deseo de garantizar a su hija una infancia -ahora adolescencia- feliz.

Tuvo que superar muchos miedos para llegar a la Asociación. “Les xadres no podríamos acompañar a nuestros hijes sin la Aso. No podríamos sostenerlos, porque no habría quién nos sostenga a nosotros. Podemos tener mucho amor, pero cuando a mí me pasó, se me quemaron todos los papeles. La cabeza me estalló en 10 millones de partículas”.

La Aso genera otros horizontes de vida. “Vemos una esperanza. Nosotras no tuvimos a nuestros hijes para que nos los maten a los 35 años, que es la expectativa de vida de una persona trans”.

Santiago subraya la referencia que construyen para les pibes, lejos de un destino de prostitución callejera, violencia y exclusión.

—De pronto estás viendo una persona adulta, trans, que es músico, artista, entonces podés decir: “Ay, esto es lo que quiero hacer yo”.

—Esa referencia es maravillosa —aporta Natalia—. Como mamá, a mí también me da tranquilidad. Le están mostrando que puede ser alguien en la vida, más allá de quién es ella. Porque eso es inamovible, Sana es Sana y así para mí así es perfecta.

Ser trans en épocas de odio

A Santiago ser el referente de les pibes le implica “una reparación” de su propia historia. Lo alienta una convicción que clamó el 11 de febrero pasado en la Comisión de Mujeres y Género de la Cámara de Diputados de la Nación: “Sólo tenemos una oportunidad de ser niñes en la vida”. Por eso se empeña en sembrar “brotecitos de una generación cuidada, acompañada”.

Durante la pandemia, Santiago conoció a Giovi Novelli, que llegó a Rosario a buscar un binder.

Giovi es actor, músico, un joven trans que creó la Asociación en la ciudad de Santa Fe y hoy vive en Buenos Aires. Actuó en la película Tesis sobre una domesticación, en la serie El fin del amor y también en el videoclip Sexy, de Lali Espósito.

Santiago y Giovi fueron a la Cámara de Diputados después del decreto 62/2025 del Gobierno nacional, que modificó la Ley N° 26.743 de Identidad de Género, para impedir los tratamientos de hormonización y las intervenciones quirúrgicas en niños y adolescentes.

Ese decreto reflotó muchos mitos y prejuicios.

En base a ese decreto, un montón de gente empezó a pensar que los niños se operaban. En realidad, lo primero que se trabaja con las niñeces y adolescencias trans es el acompañamiento, en la pubertad, se ofrecen bloqueos para que no se desarrollen los caracteres sexuales secundarios, todo el proceso, hasta la adultez, es reversible.

Esto sacó la luz que casi nadie sabía cómo trabajar con una niñez trans en un espacio de salud ni en las instituciones educativas.

Giovi tiene unos ojos clarísimos y una cresta, con el pelo rapado a los costados.

Lo que más le molesta es la desinformación. Lo enoja. No se resigna a tener que repetir lo mismo en todas las notas, aunque pase el tiempo. “En este caso fue el propio presidente de la Nación que decía que un niño se opera sus genitales”, afirma y lamenta: “A las personas trans nos cuesta más llegar a esos espacios de escucha”.

En la provincia de Santa Fe, el acompañamiento a infancias y adolescencias trans no se suspendió. La resolución ministerial 10 del 1° de abril de 2025 definió “la continuidad de los tratamientos hormonales que actualmente se encuentren realizando niños, niñas y adolescentes” y obliga a hacerlo a las obras sociales y prepagas.

Desde la asunción de Javier Milei, el gobierno de la provincia costea estos tratamientos.

En un momento de la tarde, llega a la “Aso” Pamela Rocchi. Ella es alta, inmensa, tanto como su risa. Les chiques la ovacionan. “Pame”, le dicen al unísono, se agolpan para abrazarla. Pamela subraya que no hace “política pública sola, es con la comunidad”.

“Todos los chiques a Pam la ven como una tía, a Santi lo ven como un papá y a Giovi como el tío, ¿viste? ese tío que dice, ‘Estás en mi casa, hacé lo que se te cante’”, dice Sana, hoy de 13 años.

Peligros concretos

El decreto tiene impactos trágicos. “Lamentablemente, cuando el presidente se toma la libertad de decir una cosa semejante, es a las familias a las que más se afecta”, dice Santiago.

—¿Hay chiques expulsados de sus casas?

—Sí, lamentablemente sigue habiendo, no en el volumen de antes, porque hoy podemos trabajar más con la familia. Al menos con una parte. Hay abuelas que acompañan, pero la mamá y el papá no. A veces, una hermana o un hermano. Y eso va siendo un alivio, porque del último lugar que esperas la exclusión es de tu casa. Si afuera es tan hostil, esperás que adentro sea un refugio. Ahora vuelve a aparecer esto: “, te voy a cambiar de psicóloga, porque esa psicóloga te está llenando la cabeza”.

Natalia está angustiada por la embestida, aunque agradece que Santa Fe sea “una burbuja”.

—¿Cuál es la gracia para el gobierno de sacarle o intentar sacarle los inhibidores a una criatura? ¿Qué termine muerta?

—¿Por qué muerta?

—Muerta porque muerta —se desespera—. Porque se matan, porque las matan, porque si vos lees el certificado del psicólogo de Sana, lo dice perfectamente, que teme por lo que ella puede hacer.

Mamás que acompañan

Uno de esos jueves, un poco apartadas de les chiques, tres mamás conversan mientras se ceban mates. Sabrina, Gisela y Daniela hablan en voz baja, como si quisieran pasar desapercibidas.

“Iván empezó su transición en abril del año pasado. Él venía con algunas cositas que no estaban bien, como autolesiones. Entonces le pregunté qué le pasaba, qué era lo que no podía decir. Y él me hablaba mucho de la bandera trans”, cuenta Gisela.

Cuando le pidió un binder, Gisela recordó que seguía en Facebook al hijo de una antigua compañera de trabajo, y se comunicó con él.

Así llegaron a la Aso. “Fue lindo porque yo necesitaba un montón de cosas. Soy sincera. No entendía nada”.

Gisela siempre respetó. Les paraba el carro a quienes se burlaban de Florencia de la V o Lizzi Tagliani: “¿Qué pasaría si vos tuvieras un hijo que quiera hacer lo mismo, lo vas a dejar de querer?”. Pero ahora lo hace “más profundamente”.

Su hijo no está haciendo tratamiento hormonal. “Por el momento no quiere”, dice Gisela.

Fueron al Hospital de Niños el Víctor J. Vilela de Rosario. Lo atendieron tres profesionales, una ginecóloga infanto juvenil, la médica de adolescencia y otra que no recuerda. “Fueron un amor. Y le preguntaron qué era lo que quería, le dijeron que no había apuro. Le dieron la posibilidad de cortar la menstruación o para empezar a inhibir las hormonas femeninas. Pero él dijo que no, que por el momento quería estar así”.

Hacer posible lo imposible

Logan Vázquez es el mayor de 15 hermanos, en un pueblo pequeño. Cuando llegó a vivir a Rosario, en el supermercado en el que trabajaba, conoció a una chica trans. “Gracias a ella descubrí que era posible cambiar de género”. Tenía 30 años.

“En el colegio la pasé mal con respecto a mi género, y bueno, conforme al paso del tiempo es algo que siempre llevé adentro, que no podía exteriorizarlo, porque no conocía a ninguna persona que sea trans”.

Loan habla en voz muy baja, como cuidando que sus palabras no rompan el aire. Para él, la Asociación es “todo”. “Mi familia, mi apoyo, mi contención”.

Crecer acompañades

Mate también vivió en un pueblo, Villa Amelia. A los 15 años, en 2021, fue por primera vez a la Asociación. “Cuando descubrí que era trans ya empecé a sentir una necesidad de conocer a otras personas a las que les pase lo mismo”, cuenta.

Está en quinto año de una escuela secundaria de arte, la Nigelia Soria. Se alegra porque, “por suerte”, va a una escuela que contiene a las adolescencias trans. “Formo parte del Centro de Estudiantes y todo el estudiantado estuvo siempre muy abierto, los preceptores también. Junto con la Aso, después de muchos años, ya estoy con el documento cambiado, conozco muchos amigos y estoy contento con mi transición”.

Mate no se hormona “por decisión propia”, pero sí conoce a muchos chicos a los que “les hace falta”. “Una vez que nos costó tanto llegar a las instancias en las que estamos, querer sacarnos esos derechos ya es muy bajo”, lamenta.

Son tres los Mateos que quisieron hacer la entrevista. En total, se quedaron cuatro chicos y una chica, Maddy.

Mateo (el del principio), Mate y Mat cuentan su historia con naturalidad.

Mat tiene unos rulos negros, es tímido como casi todes. Conoció a la Aso gracias a los binders. “Cuando le dije a mi mamá que era trans, ella hizo la investigación y llegó a la Asociación. Al principio me daba un re miedo venir, así que tardé unos meses, pero cuando vine, fue súper cómodo, súper buena gente, así que no hubo un jueves en que deje de venir”.

Mat sabe que no todas las personas trans tienen una familia como la suya. “Mi papá, mi mamá y mi hermana me apoyan. Por suerte, puedo decir que soy una persona muy privilegiada, ya que toda mi familia, todos mis amigos, siempre estuvieron de mi lado y nunca tuve que censurarme o restringirme”. Él también está en 5° año.

Lucho ya terminó la secundaria, tiene 21 años. Estudia psicología. Lleva un gorro negro calado casi hasta las cejas. “Me enamoré de la Aso desde el primer día”, recuerda.

Cuando se habla de la interrupción de tratamientos -que no lo afecta personalmente- cuenta: “Cuando salió que había ganado Milei fue miedo, vacío, porque habíamos escuchado los discursos de odio, incluso antes de que sea presidente”. Dice que habla por él, pero también por todo el grupo.

Dolor en primera persona

En esa misma conversación está Maddy, Madeleine. Unos bucles negros enmarcan su rostro de frente ancha, con ojos negros muy vivaces. Tiene 21 años, y llegó a la Aso por un amigo, que ahora es su novio.

Maddy es enfática. “Me duele un montón, especialmente que quiten las terapias de reemplazo hormonal. Yo me hormono, soy capaz de acceder al tratamiento de hormonas por esa ley (la de identidad de género), porque si no, no me las podría permitir, son caras. No es una cuestión de quererla, es una cuestión de necesidad, las terapias de reemplazo hormonal salvan vidas”.

ST / MA

Sobre este blog

Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.

En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo. 

El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad. 

Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.

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