Salvando a las prostitutas de Kabukicho

Nobuo Fujiwara, The Asahi Shimbun (Japón)

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Esta publicación forma parte del programa “Towards Equality” (Hacia la igualdad), una alianza colaborativa de 16 medios de comunicación internacionales que destacan los desafíos y las soluciones para alcanzar la igualdad de género. Towards Equality es una iniciativa impulsada por Sparknews.

Es una historia bien conocida, contada por prostitutas de todo el mundo: una infancia difícil, el anhelo de ser amada y cuantiosas deudas que pagar de la única forma que pueden, haciendo la calle.

“Me ocupaba de hasta cinco o seis hombres al día por entre 15.000 y 30.000 yenes (€90-180) cada servicio”, dice una mujer de 20 años que se hace llamar Uru. Buscaba a los clientes en las calles cercanas al parque Okubo, en el sórdido barrio rojo de Kabukicho, conocido como el distrito de entretenimiento más grande de Japón en el barrio de Shinjuku de Tokio.

Esa era su vida hasta hace un año. Uru nunca conoció a sus padres. A los pocos días de nacer, la llevaron a una casa de acogida en la prefectura de Kanagawa, cerca de la capital. Vivió en orfanatos allí y en otros lugares hasta que cumplió 18 años.

Uru llegó a Kabukicho en el verano de 2022. Empezó a frecuentar un club de gigolós, donde las mujeres pagaban cantidades exorbitantes por la compañía de encantadores anfitriones y, a menudo, les colmaban de regalos muy caros. Sus gastos aumentaron tanto que llegó a deber 500.000 yenes (€3.000) al dueño del club. Desesperada, Uru comenzó a vagar por las calles para vender su cuerpo. Intentó convencerse a sí misma de que “podía hacer cualquier cosa por mi acompañante favorito del club”.

“Siempre me sentía sola”, dice. “Quería que alguien me amara”.

En noviembre del año pasado, una mujer la paró en la calle y le ofreció una almohadilla térmica para protegerse del frío de la noche. En la parte posterior del paquete estaba escrito ‘Rescue Hub’, el nombre de una asociación sin ánimo de lucro, junto con datos de contacto e información de apoyo.

Uru le dijo a la mujer que necesitaba dinero en efectivo para encontrar un lugar donde pasar la noche. La mujer la llevó con Arata Sakamoto, que dirige Rescue Hub. Sakamoto, de 52 años, hizo lo necesario para que Uru recibiera dinero en un centro de asistencia cercano, asegurándose de que pudiera pasar la noche alejada de las calles.

“Puedes contactarnos en cualquier momento”, le dijo Sakamoto. “Este centro de ayuda siempre te dará la bienvenida”. Después de ese encuentro, Uru siguió ejerciendo, pero Sakamoto no se rindió con ella. Poco a poco, Uru empezó a compartir la historia de su vida con Sakamoto.

Le contó que se hacía cortes en el brazo con un cúter cuando estaba en la escuela secundaria, aunque no recuerda por qué se autolesionaba. También le dijo a Sakamoto que, en un centro médico, le habían diagnosticado un trastorno mental que le provoca desmayos temporales cuando está demasiado estresada.

Uru habló en profundidad sobre su vida y confesó a Sakamoto su deseo de llevar una existencia estable. “Era la primera vez que alguien me ofrecía una ayuda tan amplia”, cuenta Uru en una entrevista a The Asahi Shimbun. “Empecé a desear estar en posición de brindar apoyo a otras mujeres en algún momento en el futuro”.

Con esta nueva motivación, Uru decidió dejar de ser una trabajadora sexual. Ahora está tratando de encontrar un hospital que pueda ayudarla con su condición psicológica y está pensando en ingresar en un hogar de acogida para poder llevar una vida estable.

El número de trabajadoras sexuales detenidas en 2023 por captar clientes en las calles de Kabukicho, infringiendo la Ley Antiprostitución, alcanzó las 140 a mediados de diciembre. Esa cifra es mucho más alta que en años anteriores.

La policía cree que el creciente número de prostitutas en el área de Kabukicho se debe a los llamados ‘adictos a los host clubs’. Ante el repunte, se están preparando una serie de iniciativas del sector privado para ayudar a las mujeres a abandonar la prostitución teniendo en cuenta sus circunstancias personales.

Los miembros de Rescue Hub siguen patrullando por Kabukicho. Hablan con las mujeres y les distribuyen toallitas húmedas o almohadillas térmicas, según la temporada. Si estas mujeres se acercan voluntariamente a Rescue Hub, el grupo se tomará el tiempo necesario de escuchar sus historias. Quienes quieran empezar de nuevo serán enviadas a centros de asistencia social del gobierno local o a institutos médicos, según su situación.

Rescue Hub ha ayudado a más de 3.000 mujeres y está en contacto permanente con otras 20. Un problema constante es que muchas de ellas cortan el contacto repentinamente. Solo unas cinco mujeres consiguieron subsistir gracias a la asistencia pública en el año fiscal 2021. “Las que pasan menos tiempo en Kabukicho son más propensas a aceptar la ayuda”, dice Sakamoto.

El gobierno también está intentando hacer su parte. En abril de 2024 se aplicará una revisión de la Ley Antiprostitución (que entró en vigor originalmente en 1957), para centrarse más en los aspectos del problema relacionados con los derechos humanos y en garantizar el bienestar de las personas necesitadas.

Detrás de la reforma legal, ha habido una creciente demanda no solo para acabar con los delitos, sino también para apoyar la reinserción de las prostitutas callejeras y facilitar su acceso a la asistencia pública de manera más eficaz.

Chizuko Hori, profesora de estudios de bienestar en el departamento de investigación de trabajo social de la Universidad Internacional Josai, explica una falla en la actual Ley Antiprostitución. “El abuso, la explotación sexual y otros antecedentes que afectan a las mujeres no se tuvieron en cuenta de manera exhaustiva”, afirma. “Como resultado, muchas mujeres no consiguieron la ayuda adecuada”.

El nuevo sistema reforzará la asistencia a las mujeres que sufren abusos, violencia doméstica, pobreza y otras dificultades, pero seguirá considerando la prostitución como algo ilícito. Será obligatorio que los gobiernos de las prefecturas establezcan centros especializados para brindar asesoramiento y apoyo a las mujeres que necesiten un lugar donde vivir. Se espera que actúen de forma activa en lugar de esperar pasivamente a que las mujeres con problemas pasen por allí.

Hori señala que es esencial darle fuerza a la nueva legislación. “Se debe mantener una estrecha vigilancia para garantizar que las organizaciones públicas cumplan con su responsabilidad de proteger los derechos de las mujeres y ayudarlas a recuperarse tanto física como mentalmente”.

MF