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Gran Hotel Abismo, o el G7 en los Alpes alemanes

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Alguna vez el filósofo marxista Georg Lukács satirizó la desahogada solemnidad del filósofo marxista Theodor W. Adorno. Los dolores del cosmos embriagaban seriamente a su colega (aunque alemán) y correligionario (aunque anticomunista). Tal proclividad estética, sostenía el comunista húngaro, guiaba la política occidental, ebria para observar el mundo sin nunca editar o blurrear las imágenes, sobria para alentar el espectáculo sin jamás participar en él. Como quien reserva en el hotel alpino una habitación con vista al precipicio, saca la cabeza por el ventanal abierto de par en par, mira sin parpadear el fondo lóbrego del abismo inquieto y respira a pleno pulmón: que no le falte el oxígeno, raleado en esas altas cumbres poderosas.

Ya no existen en 2022 ni la Unión Soviética, ni el comunismo en China, ni el estado islámico en Irak y Siria, pero aquel dinamismo percibido por Lukács al calor de la Guerra Fría no ha malbaratado su temperatura y energía. Los avatares del virus que nació a la luz en Wuhan para apagar el globo después de encender todas las pantallas y el espectáculo de las marchas y contramarchas de las tropas movilizadas en Rusia para operar militarmente en suelo ucraniano al arbitrio (aunque no a la total satisfacción) de Moscú, con sus respectivos escrutinios cotidianos de discutidos recuentos de muertes, cautivaron a Occidente. Cada uno de los diez giros de este El mundo es azul como una naranja, Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR que hoy les llega aquí y así, refleja facetas de un mismo fenómeno. Efectos con aspectos desconcertantes, o desconcertados, pero monótona la índole de su causa: alguna política que inspiraron, a quienes pueden pagarse un cuarto alpino para reunirse, los embriagadores panoramas que pueden verse desde el Gran Hotel Abismo.

1. El G7, desde la vacuna contra el virus chino…

Después de dos años abismados en la peste, esta semana la guerra ejerció sobre el G7 su irresistible atracción abismal. Reunidas para su cita anual en un hotel de discreta arquitectura retro-medieval en los Alpes bávaros, al sur de Alemania, el país anfitrión, las siete potencias industriales de Occidente (el concepto incluye a Japón) buscaron decidir cursos de acción comunes para enfrentar, sin padecerlas, las consecuencias que las afectan y que derivan de cursos de acción comunes antes decididos, a lo largo de los meses, desde que el 24 de febrero Rusia inició en Ucrania unas operaciones militares cuya duración nadie parece haber previsto.

2. … hasta a la profilaxis contra la bomba rusa

Entre las ilusiones perdidas, la de un fin temprano, sea el que fuere, parece hoy la favorita entre casi todos los países grandes y ricos (casi todos los pobres preferirían que nunca hubiera existido ni covid en el mundo ni guerra en Europa). Como tales decisiones propias, fundadas en arriesgados cálculos de riesgosos peligros no siempre bien sorteados, que buscaban influir de manera determinante en escenarios donde se abstenían de intervenir de manera personal, resultaron lesivas para sí y para terceros Estados, una presión doble, admitida desde las primeras sanciones diseñadas y ejecutadas, se había vuelto más urgente. Cómo asfixiar a Rusia sin quedar sin aliento.

3. Y otra vez el G7 , desde las ciencias farmacéuticas del sanitarismo carrerista…

Rusia y China patentaron algunas de las primeras vacunas contra el Covid-19. La Sputnik y las marcas sínicas sirvieron de propaganda nacionalista y diplomacia sanitaria en América Latina, África y Asia. Los gobiernos de centroizquierda latinoamericanos, europeos, asiáticos, aun africanos, coaligados en una coalición racionalista con Rusia, China, Israel, Chile, enfrentaron a los anticuarentena, populistas, de México, Brasil, EEUU, aun Gran Bretaña, aun Suecia. Una confluencia doctrinaria, ideológica, de hecho, pero que sólo los reunía bajo el techo común de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ginebrina, que China financiaba estrechamente y de cerca y EEUU desfinanciaba ampliamente y cada vez más lejos. Porque los gobiernos ‘de científicos’ se desconfiaban y competían entre sí.

4. …hasta los placebos de pesticidas eficaces…

La peste, como las ratas en la aquella novela del argelino de nacimiento Albert Camus, que en verdad alegorizaba la guerra, sigue en el placar. La crítica francesa premió La peste en 1948, el año de la primera década de posguerra que George Orwell invirtió en su propia alegoría pesadillesca 1984, una distopía anticomunista sobre el futuro autocrático. En Corea del Norte, un casting para el Gran Hermano orwelliano podría gritar ¡Bingo!, señalar a Kim Jong-un y no sonar inconvincente. El tardío primer caso oficial norcoreano de covid fue declarado en la segunda semana de mayo; en la cuarta semana de junio, el gobierno de Pyongyang anunció que había determinado cuál había sido su causa: objetos llegados desde la vecina Corea del Sur, país con el que el Norte formalmente libra una guerra a la que el armisticio de 1953 sólo puso en pausa.

5. …y los cálculos balísticos de la artillería de sanciones pro-ucraniana

Dos años después, en un mundo sin Merkel y con Trump en bambalinas, la guerra en Ucrania une a los gobiernos de la Unión Europea (notable perdedora en la carrera por desarrollar vacunas), Gran Bretaña y EEUU en el celo por aumentar y perfeccionar sanciones económicas cada vez más sofocantes contra Rusia y en transferir recursos militares y financieros y articular apoyos diplomáticos y políticos a Ucrania. Las puniciones infligidas a Rusia castigaron a terceros países, pusieron en alerta a otros, y obligaron a buscar vías alternativas para proveerse de gas y combustibles a la UE (EEUU los produce).

Rusia sigue bombardeando en Ucrania, y Kiev sigue buscando cómo pagar sus deudas. Ucrania encuentra menos financiación, con diez millones de personas desplazadas, ciudades en ruinas y plantas industriales inutilizadas, imposibilitadas cosecha y exportación de granos, e interrumpido el ciclo de producción agrícola, y la cuenta corriente del presupuesto drenada a sostener a las tropas y el esfuerzo de guerra. Para no entrar en default, según cálculos de la agencia Bloomberg, debería pagar 1400 millones de dólares el primer día de septiembre. Según la misma agencia, el gobierno está buscando un esquema de reestructuración de la deuda externa.

6. Verde que te quiero verde cría musgo

En prenda de su compromiso ecológico y climático, en el hotel alpino donde se reunió el G7 los aires acondicionados, en el verano continental europeo, se mantuvieron apagados. Sin llegar a desnudar el torso como en un calendario estival de Vladimir Putin, los líderes mundiales circulaban bajo el sol bávaro sin saco ni corbata, en mangas de camisa, con cuellos desabrochados. En su declaración final ratificaron orgullosas metas verdes para desacelerar, ya que no detener, el recalentamiento global. Sin embargo, la crisis energética nacida de los embargos a las compras de gas y petróleo ruso ha relanzado, además de una suba de los precios de los hidrocarburos espiralada en el contexto ya de por sí inflacionario de la pospandemia, el mercado y el consumo del carbón y la exploración petrolera. La profesión de fe en el empeño ejemplar que se disponen a exhibir en acciones futuras para revertir el cambio climático suena más solemne sobre el silencio de generosa tolerancia ante el desprecio mediombiental de terceros países, si son capaces de procurarse energía sin comprarla a Rusia, ni restársela a Europa.

Aun al límpido programa ambientalista del presidente colombiano electo, el izquierdista Gustavo Petro, le saldrán al encuentro, en un país productor de petróleo como la vecina Venezuela, las necesidades y conveniencias surgidas del aumento de la demanda hemisférica, y global, de combustible. 

7. Llueve sobre el arcoíris

Según el crítico austríaco Otto María Carpeaux, correligionario de Adorno y Lukács (aunque católico converso), el novelista brasileño Graciliano Ramos sostenía que la trama de La peste era homosexual, porque sus protagonistas son puros varones. Esa homosexualidad masculina, que el descarnado narrador de las miserias y violencias nordestinas en su canónico Vidas secas había detectado en el interior de la fábula norafricana de Camus, figura hoy en el mundo exterior como una mayúscula más entre las que componen el positivo acrónimo plural LGBTIQ+ que designa al colectivo de organizaciones que cada junio honra y celebra con una vistosa, sonora, empenachada marcha multitudinaria el orgullo y la resistencia de Stonewall en 1969.

Desde las marchas contra la dictadura a principios de la década de 1980, ninguna otra sigla ha logrado en Brasil convocar año a año a tantas personas en las calles de San PabloRío o Brasilia, en números que crecen de convocatoria en convocatoria, como los desfiles de la Diversidad.

Un francotirador hizo fuego sobre los preparativos de la marcha de Oslo, en Noruega, y dos personas murieron y varias resultaron heridas.

Y en Turquía, la violencia vino del gobierno. En Estambul, a la manifestación turca no se le permitió avanzar ni un paso en la marcha. A la condena occidental le faltó todo entusiasmo. 

8. Gracias al visto bueno de Turquía, la OTAN suma a Suecia y a Finlandia

El gobierno de Recep Tayyip ErdoÄŸan levantó el veto con que contaba Turquía, como integrante pleno de la Organización del Tratado del Atlántico, y la OTAN dio curso en la capital española, donde los jefes de Estado occidentales volaron desde su hotel alpino alemán, al proceso de incorporación de dos países nórdicos. Ankara se mostró satisfecha con las promesas de Estocolmo y Helsinki de extraditar a los 'terroristas' kurdos a quienes habían concedido asilo. 

Suecia Finlandia abandonaron siglos y décadas, respectivamente, de neutralidad, y solicitaron el ingreso tras reflexionar sobre las operaciones militares rusas fuera de Rusia. Pasados los 125 días de guerra, quedó probado el respeto al artículo 5° de la Carta Fundacional de la OTAN, el de asistencia bélica recíproca en caso de ofensiva militar exterior. Para todos los países que sean aceptados como firmantes del Tratado. Por fuera, todo será Ucrania.

9. En Ecuador, el presidente Lasso sobrevive peor que su antecesor Moreno, pero en Brasil, Bolsonaro quiere ir más rápido que Rousseff

La historia de octubre de 2019 parecía repetirse. La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) se levantó y encaminó a Quito para protestar por el aumento en el precio que debían pagar por los combustibles. La Asamblea se unió a los reclamos, y esta semana sometió al voto la destitución del Presidente. En 2022, el centro-derechista Guillermo Lasso también se salvó de ser destituido. Sólo que el aumento de Lenín Moreno era en verdad una quita de subsidios estatales, que volvieron a entrar en vigor porque el (ex)correísta cedió a los reclamos.

Detrás del aumento actual de los hidrocarburos están el embargo a Rusia dispuesto por la UE y por EEUU, con cuyo presidente Joe Biden había sido Lasso uno de los más felices en fotografiarse en la Cumbre losangelina de las Américas. El gobierno de otro entusiasta por el amigo americano, Jair Messias Bolsonaro, ya está disponiendo, espontáneamente, pero de acuerdo con el Congreso, su propia batería de subsidios a los combustibles en un año electoral. En 2014, con las protestas ciudadanas por el aumento en el transporte urbano empezó a corroerse la popularidad de la petista Dilma Rousseff en su segunda presidencia, que no llegó a completar.  

10. EEUU, el fallo de junio y las elecciones de noviembre

En 1973 la Corte Suprema de EEUU sentenció, en el caso Roe vs Wade, que las mujeres pueden interrumpir voluntariamente un embarazo. Fundamentó esta decisión alegando que impedir un aborto equivale a coartar el derecho constitucional a la privacidad. Conocida el fallo que zanjó este leading-case, el semanario católico norteamericano  Commonweal, pro-vida pero no anti-aborto, predijo que con este veredicto del tribunal de Washington DC seguirían décadas de instrumentalización política de la derecha. Porque era la opinión de una mayoría entre nueve magistrados, y no una ley del Congreso (como desde 2021 lo es en la Argentina).

El proceso virulento de contestación previsto por Commonweal , que en cinco décadas incluyó episodios criminales como homicidios de personal de la la salud y quema de clínicas, llegó a un clímax legal esta semana. Un nuevo fallo de la Corte desautoriza el de 1973. El voto de la mayoría declara inválida su argumentación, rehúsa derivar del derecho constitucional a la privacidad un derecho constitucional a abortar, y concluye que es una materia grave sobre la que cinco jueces (la mayoría) no pueden 'legislar', sno que deben hacerlo los representantes del pueblo en las legislaturas de los 50 estados de la Unión.

Victoria de y para la derecha republicana. Al menos 18 estados ya tenían leyes estaduales redactadas y votadas por sus Congresos, cuyos textos prohíben el aborto. Sin embargo, nunca estuvo la izquierda demócrata más bien dispuesta a hablar de su derrota: la defensa del derecho de las mujeres es el grito de batalla que busca una masiva participación juvenil en las elecciones legislativas de noviembre, donde el católico Joe Biden se veía, antes, predestinado sin salvación a perder la mayoría en ambas cámaras del Capitolio.

AGB

 

Alguna vez el filósofo marxista Georg Lukács satirizó la desahogada solemnidad del filósofo marxista Theodor W. Adorno. Los dolores del cosmos embriagaban seriamente a su colega (aunque alemán) y correligionario (aunque anticomunista). Tal proclividad estética, sostenía el comunista húngaro, guiaba la política occidental, ebria para observar el mundo sin nunca editar o blurrear las imágenes, sobria para alentar el espectáculo sin jamás participar en él. Como quien reserva en el hotel alpino una habitación con vista al precipicio, saca la cabeza por el ventanal abierto de par en par, mira sin parpadear el fondo lóbrego del abismo inquieto y respira a pleno pulmón: que no le falte el oxígeno, raleado en esas altas cumbres poderosas.

Ya no existen en 2022 ni la Unión Soviética, ni el comunismo en China, ni el estado islámico en Irak y Siria, pero aquel dinamismo percibido por Lukács al calor de la Guerra Fría no ha malbaratado su temperatura y energía. Los avatares del virus que nació a la luz en Wuhan para apagar el globo después de encender todas las pantallas y el espectáculo de las marchas y contramarchas de las tropas movilizadas en Rusia para operar militarmente en suelo ucraniano al arbitrio (aunque no a la total satisfacción) de Moscú, con sus respectivos escrutinios cotidianos de discutidos recuentos de muertes, cautivaron a Occidente. Cada uno de los diez giros de este El mundo es azul como una naranja, Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR que hoy les llega aquí y así, refleja facetas de un mismo fenómeno. Efectos con aspectos desconcertantes, o desconcertados, pero monótona la índole de su causa: alguna política que inspiraron, a quienes pueden pagarse un cuarto alpino para reunirse, los embriagadores panoramas que pueden verse desde el Gran Hotel Abismo.