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Opinión

Colombia, ¿qué cambia con el Cambio?

Francia Márquez y Gustavo Petro, cuando quienes desde el 19 de junio son la vicepresidenta electa y el presidente electo de Colombia sólo eran la cara de la candidatura del histórico Pacto Histórico de las izquierdas, participando en una manifestación en Bogotá el 23 de marzo de 2022.

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Ni el tipo de cambio se ha duplicado ni la economía se ha quebrado. Ningún gran banco se ha ido del país, ni petrolera alguna tampoco. Los propietarios continúan conservando sus propiedades y los condenados por delitos cometer delitos cumplen sus penas en las cárceles. Y, por supuesto, Colombia sigue siendo Colombia y no ese país al que se alude siempre en toda campaña electoral.

¿Significa esto que el nuevo gobierno de Gustavo Petro será lo mismo? Definitivamente, no. Pero el uso frecuente de la palabra ‘Cambio’ puede llevar a equívoco por dos razones.

Uno, porque el término suele ser utilizado en muchas campañas electorales a modo de eslogan, superficialmente. Y en consecuencia, se acaba quedando en eso, en un significante vacío para usar y tirar.

Dos, porque un determinado sector opositor (mediático y partidario) lo aprovecha para meter miedo. Aplican un libreto ya por todos conocido: Si gana el candidato del Cambio (el del cambio progresista, claro), entonces llegan juntos el Fin de Todo y el Inicio de la Era del Horror.  

El Cambio no es lo uno ni lo otro.

Recuerdo que en Nuevo Examen de la Desigualdad, un libro de Amartya Sen (Premio Nobel de Economía), se plantea la necesidad imperiosa de identificar la ‘variable focal’ a la hora de realizar cualquier tipo de análisis sobre la Desigualdad que pretenda ser preciso y riguroso. ¿Desigual a qué? Esa es la pregunta a la que hay que responder para saber a qué tipo de desigualdad nos estamos refiriendo.

Algo similar ocurre con el Cambio.

 

Cambio, ¿de qué?  

No será un Cambio de todo, pero tampoco de nada.

Hay ejes muy claros marcados en campaña, y también antes de ella. El ahora Presidente Electo no habla nunca en modo curvilíneo. Cuando le preguntan algo y no tiene la respuesta, suele decir ‘Lo estoy pensando’. Y al revés, por comprometedora que sea la pregunta, si Gustavo Petro ya tiene una reflexión cerrada, entonces expone sin titubeos ni filtros lo que ya pensó al respecto.

El pensamiento político y económico de Petro pivotea sobre determinados ejes de Cambio que son, precisamente, aquéllos por los que ha sido respaldado con esta votación histórica. Y digo histórica porque siempre es mucho más determinante lo que se logra en primera vuelta que en segunda (Petro logró 8,5 millones de votos, lo que ningún otro presidente obtuvo).

Gustavo Petro ha sido respaldado con una votación histórica. Y digo histórica porque siempre es más determinante lo que se logra en primera vuelta que en segunda. Y en primera vuelta fueron 8,5 millones de votos, lo que ningún otro presidente obtuvo.

 

La Paz, la Vida y el Amor componen indudablemente el nuevo triángulo de gravedad del cambio que se viene en Colombia. Y no se trata de un lema sin contenidos. Petro lo ha expresado como la base esencial de todo. El ‘entendimiento’ entre sectores diferentes es la única vía para edificar lo que se viene. Y, de manera inédita, seguramente dará muestra de ello con un gabinete amplio, en el que quepan muchas piezas de una Colombia muy diversa. Inclusive con personalidades con las que no coincide ideológicamente (salvo uribistas). Sin embargo, esto no significa que Petro se convierta en ‘un Presidente de Centro’ ni tampoco que acabe naufragando en un mar lampedusiano donde todo cambia para que nada cambie. No. En absoluto. Petro aboga por el Acuerdo Nacional, pero entendido éste como Herramienta y no como un Objetivo en sí mismo.

El Fin de los Privilegios, tal como lo ha planteado y lo practica en México Andrés Manuel López Obrador (AMLO), es la manera más justa y eficiente para comenzar a ‘organizar la casa’ en cualquier país. Petro lo ha manifestado de mil maneras. Por ejemplo, al hablar de los bancos que especulan y que lucran a costa del daño de la mayoría. O del imperio de las exenciones tributarias de las que únicamente gozan unos pocos pero grandes contribuyentes. O de los fondos que, más que administrar, se aprovechan de los planes de jubilaciones y pensiones. Todo esto cambiará. Aunque una minoría proteste y haga tanto ruido que parezca una mayoría.

El Ambientalismo y el Feminismo son dos dimensiones que diferencian el progresismo que propone Petro de otros en América Latina. Tampoco son banderas de campaña electoral. Vienen de lejos.

En lo primero, no se saltará etapas, pero tampoco dejará de transitarlas. Es consciente que no hay ningún software que permita salir del extractivismo de la noche a la mañana. Lo ha explicado, aunque haya sido descaradamente tergiversado por cierta prensa conservadora. Se ha reunido con Ecopetrol y hay más coincidencias en ese plan de transición energética de lo que parece. Será otro cambio, aunque lento.  

En lo segundo, su feminismo no es impostado. De hecho, lo va fraguando lentamente. Su propia hija, Sofía Petro, así lo ha dicho públicamente: “Mi padre está en un proceso de deconstrucción”. Y esos procesos son los más sólidos. Los que van desde donde partes hasta donde quieres llegar, y no aparentas partir desde un lugar en el que no estás. A ciencia cierta será un gobierno con más equidad, pero no solo en las formas sino también en el fondo.  

La soberanía en política internacional será otra arista del Cambio que se viene en Colombia. Petro lo demostró desde la primera hora en una doble llamada el mismo día a Nicolás Maduro y a Joe Biden. El mensaje fue claro: no voy a obviar la importancia de EEUU, pero tampoco voy a subordinar el interés nacional a lo que me dictaminen desde el Norte en relación a un país vecino con el que tengo más ‘cotidianeidad’ que con cualquier otro. A este primer punto habría que sumarle otro: su decidido latinoamericanismo.

El Estado Colombiano de Bienestar será el gran reto del Cambio para dejar atrás una suerte de mercantilización excluyente en materia de derechos sociales. Educación, salud, vivienda y jubilaciones y pensiones formarán el cuadrilátero social imprescindible para que la gente en Colombia viva bien. En esta tarea el Estado ha de estar presente, y eso definitivamente será otro gran diferencial.

La relación con la prensa es otro componente de la nueva manera de hacer política que se viene. Petro es muy propenso a conversar con los medios afines y no afines. No es de los que rehúye el debate, la discusión. Ese será otro Cambio.

Francia Márquez, la clave transversal

A todas esas líneas hay que sumarle una clave transversal del Cambio. Se llama Francia Márquez, su vicepresidenta. Que además de su valor simbólico, por lo que es y representa, trae consigo una corriente de pensamiento colectivo que aporta bases y matices sustanciales. Ella delinea un campo del cambio. Muy auténtico y genuino. Que no solo tiene asidero en su biografía, aunque también. Sino que marca horizonte y pone los puntos sobre las íes y constituye una garantía de inclusión, real, de esas que se logran reivindicando y no callando. Y, ciertamente, será una voz de alerta cada vez que algunos factores de poder procuren maniatar esas ansias de transformaciones que tiene la sociedad colombiana.  

En definitiva, atender al ‘de qué’ se cambia es la única manera de comenzar a dotarle de vida propia al Cambio. Y de evitar caer en tópicos y lugares comunes. Entender el cambio que se viene también exige entender su tempo, su mientras tanto, sus tensiones, su montaña rusa, porque jamás, jamás de los jamases, todo se hace en un día, ni en dos, ni en tres. Eso sí: la ciudadanía tiene una expectativa muy alta del cambio que se necesita, con respuestas urgentes ante cada necesidad, y ninguna más prioritaria que el que la gente tenga condiciones de vida digna cuanto antes. 

AGB

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