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Sobre este blog

Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.

En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo. 

El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad. 

Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.

“Siempre fui una nena”: la vida de Lilen y la deuda del Estado con las personas trans en Jujuy

Lilen Ortega, trabajadora de Vialidad Nacional en Jujuy, sostiene su puesto en medio de la incertidumbre laboral

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La ley nacional N°27.636 de Cupo Laboral Travesti, Trans y Transgénero exige un 1% de empleo formal en el Estado Nacional, pero su implementación en las provincias y municipios, como en Jujuy, requiere adhesión. Varios colectivos jujeños de la diversidad reclaman la aplicación de esta ley y demandan políticas públicas integrales. 

El pasado 24 de junio, ingresaron notas al Poder Ejecutivo provincial para la adhesión a la ley nacional. También presentaron un proyecto de reparación histórica para la comunidad travesti, trans de personas mayores de 40 años. Se trata de un pedido de pensión para una población cuya expectativa de vida todavía es menor, planteada por los años en los que tuvieron restringido por ley el derecho pleno a la identidad autopercibida, que de hecho criminalizaba sus existencias. 

En los organismos de gestión nacional la realidad es otra. En Vialidad Nacional y en el Parque Nacional Calilegua ingresaron mujeres trans, un paso en el cupo que se ha sostenido a pesar del giro político de la administración Milei en materia de reconocimiento de las personas trans. 

Lilen Ortega ingresó a Vialidad, distrito Jujuy en 2023 y continúa cumpliendo su labor. El miedo a la desocupación y destrucción de un organismo son una sombra aterradora para trabajadores y trabajadoras del sector. Refieren amenazas de despido y jubilaciones en un contexto de posible desintegración. “A pesar del discurso: somos todos y todas iguales ante la ley”, marca Lilen. Está dispuesta a defender el puesto que le costó tanto conseguir. 

La de Lilen parece una historia tranquila, pero es una guerrera y de un espíritu resiliente que enfocó su energía en capacitarse, en su familia y su trabajo. Nació hace 40 años en San Salvador de Jujuy. La familia la recibió como a un varón, pero desde muy chica ya supo que su identidad era otra. Ser trans en el NOA -o en cualquier lugar- no es fácil, pero hoy ella camina por la vida entera. 

“Tuve la suerte de estar contenida”, explica. Tiene ojos grandes y sonríe aunque relate recuerdos tristes: bullying en la escuela, o discriminación en otros espacios. 

Su historia refleja las de muchas mujeres trans del NOA: resiliencia frente a la discriminación y búsqueda de derechos

Nena desde siempre

“Toda mi vida fui una nena, desde chiquitita”, asegura Lilen. Se recuerda con ternura ya en el jardín de infantes siempre con las nenas, jugando a la casita y queriendo ser la mamá. 

Su transición fue en la secundaria: empezó con modificar la vestimenta, a feminizarla un poco más. En esa etapa, dice, forjó su carácter. “Atravesé varias circunstancias respecto a otras miradas. No tuve la mala suerte de que me echen de la casa, o trabajar en la calle”, explica. La familia la apoyaba, pero ella marca que con “otra crianza”. Fuera de casa, el mundo exterior se encargó de hacerle sentir lo difícil que es ser una chica trans.

Entendí que el proceso para que se familiaricen con mi condición no era fácil. Entonces hoy trato de explicar a las nuevas chicas que no es que no las quieran sus padres, sino que hay que enseñar a los padres a convivir con uno o una. No somos enemigos. Los papas por naturaleza en su época, tomaban como un castigo a un hijo afeminado”, considera “Hay que explicarles qué es la aceptación”, asegura. Entiende que en algunos casos no es rechazo sino miedo: “Piensan que nos van a golpear… No es que estemos exentos y menos victimizarnos, pero lo principal que tenemos es una vida, y uno elige qué quiere”.

“Tengo mucho respeto por mis compañeras trans y sus vidas. La recuerdo con mucho cariño a Lourdes Ibarra, ella me enseñó un montón ”. Lourdes fue una gran referente de la Fundación Damas de Hierro, luchadora, activista que marcó una agenda en la provincia. “A las chicas de la Fundación Ana Gabriel, Sofia Serapio, Johana… varias me ayudaron. Desde un bolsón hasta enseñarme trámites. Las respeto un montón, son protectoras”, comparte. 

El acceso al trabajo registrado y a la obra social marcaron un cambio decisivo en su vida

Lilen repasa su vida, compara los tiempos, cambios y el valor de la lucha para desarrollar una vida plena sin prejuicios. “Mi vida es sencilla y cómoda” sostiene y remarca que es una privilegiada en tener un trabajo, salario, obra social y obligaciones.

Abrirse camino

Vida sencilla. Carácter forjado. “Así me abrí camino en lo que me propuse”, explica. 

Muchas veces escuchó “cualquier cosa te llamamos” cuando presentaba su curriculum. Muchas veces, en diferentes lugares. “Yo había visto que estaban ingresando chicas en el ministerio de Desarrollo Social de la provincia, y sabía que se tenía que cubrir un cupo trans”, recuerda. Ahí apuntó. 

Cuando dejó su currículum en Vialidad, pidió tener una entrevista ahí mismo. “Tuve la suerte que ese día el Jefe de Distrito estuviera desocupado, el ingeniero Roda”. Esperaba una negativa, pero la jefa de recursos humanos, consultó, y volvió con una respuesta positiva. “Logré que me haga la entrevista el ingeniero: me preguntó mis capacidades, experiencia, muy amable y correcto. El tema era que nunca había habido alguien trans en Vialidad Nacional en Jujuy…”.

Lilen, firme con su voz recuerda su entrevista. Relata que: “le conté que soy peluquera desde jovencita, siempre trabajé, fui secretaria de profesionales. Además, él me contó su trayectoria profesional y me relató que estaba acostumbrado al cupo trans por ver en otros países la inclusión”. Observó la apertura al diálogo y la oportunidad de poder acceder a un trabajo en blanco, registrado.

Vialidad Nacional es un organismo que su población laboral es de un 85% de hombres, con trabajos específicos en rutas, caminos, y trabajo administrativo, cuentan con una escuela para capacitaciones y ascensos.

“Fue un placer, esa entrevista en el 2022 y en el 2023 después de 1 año y 2 meses me llaman de recursos humanos que había sido seleccionada. Fui la primera y después llegó un compañero; yo en marzo y él en junio”. La satisfacción de acceder a un trabajo y los derechos que representan era un sueño más para Lilen.

“Mi trabajo es responsabilidad, no tengo faltas, ni sanciones, ni reproches. Con mis compañeros nunca tuve malas miradas”, expresa orgullosa.

“Mi trabajo es administrativo: ingrese a recursos humanos hasta septiembre del 2024. Me cambiaron de sección, y ahora estoy en conservación para balanzas en Volcán, Barro Negro”, en su relato remarca el sentido de pertenencia a ese organismo.

Discursos de odio 

La asunción de Javier Milei trajo temor: al fin tenía trabajo y de pronto, la amenaza de que terminara al final de ese año. “La ley nos amparaba, pero nos angustiaba quedamos sin salario y los beneficios que por ley nos corresponden. Angustian las amenazas…”. 

“Por ahí lo pienso y hasta no es por homofobia sino para castigar al gobierno anterior. Entonces dice ‘saco, saco, saco’”, señala.

Los tratamientos de hormonización han sufrido restricciones. Lilien recuerda su propio proceso: Yo consumí hormonas hasta el 2018 y luego accedí a una cirugía de mamas y estuve a punto de otra cirugía específica en 2020. Tenía turno en mayo y llegó marzo y se inició la pandemia“.

“Soy creyente y sé que las cosas pasan por algo y, si no se puede, no se puede. Para algunas cosas soy perseverante y para otras sé hasta qué punto. Entonces dije ‘No se pudo’”, argumenta.

Entre recuerdos de bullying escolar y luchas por la identidad, hoy camina con orgullo su camino trans

La ESI es el camino

Lilen vuelve unos años atrás para remarcar lo acertado de la Educación Sexual Integral (ESI), la importancia para crecer sin prejuicios. “Yo jugaba a la mamá, me ponía el delantal de la mamá, agarraba al bebote y lo hacía dormir. Las maestras me llevaron a la psicopedagoga”, advierte ante el prejuicio de los adultos. En segundo grado empezaron los insultos, después golpes. “Me cambian a la escuela Ceballos en 5° grado hasta que finalice la primaria. La pasé bárbaro porque éramos tres”, recuerda como una batalla ganada.

Luego fue la etapa del nivel secundario: ingresó al Colegio Nacional N°1, institución tradicional. Allí otra mala experiencia: “Repetí segundo año, porque también sufrí bullying. Era más cruel: había un compañero que me amenazaba que me pegaría en la plaza. Cosas horribles que hemos vivido. Vivíamos con la rectora hablando del mismo tema, sin ningún avance. Uno de los violentos era hijo de una profesora que no me quería aprobar. Me quedé de curso, rendía libre y no me aprobaba. Era estudiosa, yo estaba tranquila”, remarca las injusticias y la homofobia en el colegio.

Recuerda Lilén que una vecina trabajaba en el Servicio Penitenciario, y ante la situación le aconsejó a su mamá que había un colegio para adultos en esa institución. “Yo tenía 17 años, me inscribió y terminé la secundaria en el nocturno. Era otra sensación porque todos eran adultos. No tuve problema de nada”. Así finalizó el secundario.

Hubiera querido seguir estudiando en la Universidad. Había pensado seguir para Asistente Social o Ciencias Políticas. Pero la situación económica en su casa no era buena: “En ese tiempo a mi padre lo despiden, privatizan la Dirección de Energía, y de ahí entró a trabajar a una empresa tercerizada. Lo vuelven a echar. Y mi mamá era ama de casa, trabajaba en política ad honorem. Ella se aleja de eso, cansada y no teníamos para comer. Entonces aprendí peluquería, empecé a trabajar, maquillar”. Ese oficio acompaña a Lilen hasta hoy.

Su recorrido personal se entrelaza con el reclamo colectivo por la aplicación del cupo laboral travesti-trans en la provincia

Identidad de género

Lilen quiso rectificar su documento incluso antes de que existiera la ley, sancionada en 2010. En 2006 había consultado con una abogada y había judicializado la petición del cambio de género.

Sin ley había requisitos que hoy no existen. Tenía que presentar estudios médicos. Recuerda que en el Hospital Pablo Soria y en el Hospital San Roque, instituciones públicas, hizo todo el trámite, estudios. “Pasé una pericia psiquiátrica en el hospital Neuropsiquiátrico, estaba todo avalado, listo. Y el juez pedía el informe. Pero el endocrinólogo me dijo: ‘No te voy a poder ayudar, me advirtieron que si me meto en este problema, me quitan la matrícula’”. 

Tuvo que esperar a la sanción de la ley. La situación era otra: “Fui al Registro Civil y no tuve problemas. El director me dijo: ‘La voy a derivar a la sucursal. Ahí la recibirá el encargado para que siga el trámite’. Llegué, me atiende, fotito. Salí con la tirilla. Lo cuido a mi DNI”.

“Hice todo el camino”

Se detiene en un tema que preocupa: los transfemicidios. “Son un dolor, son crímenes que los hombres creen que somos juguetes. Nos ven tan vulnerables”. Si la expectativa de vida de las personas trans es baja, es por las violencias, por el acceso a la salud, las restricciones en el acceso al mercado laboral que empuja a situaciones de riesgo. A veces, de consumo. “Es posible mejorar la calidad de vida de las personas trans”, insiste Lilen. 

“Soy una mujer trans con orgullo”, una historia entre varias similares, es una deuda las oportunidades y la lucha sigue con las mayores.  

“Después de todo lo que viví no tengo resentimiento, solo pido respeto para cada una de nosotras, para las que vienen y para las mayores”, asegura. Siente un “lado materno” con las personas trans más jóvenes: “Cuando tengo la oportunidad les doy consejo a las chicas que están en transición. Porque ayudarlas me da ternura y me completa: cada quien elige cómo vivir y el camino para ser libre lo mejor posible”.

MM / MA

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En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo. 

El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad. 

Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.

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