Feria del Libro: en la inauguración, el sector editorial exigió medidas impositivas y facilidades para exportar más

Dentro de su condición de clásico de la cultura porteña, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que este jueves abrió al público general después de dos años sin actividad por la pandemia, tiene algunos clásicos metidos dentro. Alguien decidió, quién sabe quién y hace más de una década, que en los tiempos muertos los parlantes en La Rural reproducirían ese género asociado a la calma que mezcla las bases rítmicas del bossa nova con las letras de los más variados clásicos de la música popular de Occidente, desde un hit de The Rolling Stones hasta uno de Metallica. Esa decisión, que debió haber sido chiquita pero que perdura, ya le inventó una banda sonora al recorrido entre stands y presentaciones de libros.

Alguien decide, edición a edición, que la locutora que conduce los actos más importantes de cada Feria y que anuncia las actividades más destacadas por los altoparlantes sea desde hace años la misma. Cualquier habitué de la Feria que haya extrañado el evento en 2020 y en 2021 se habrá sentido un poco en casa este jueves cuando reconoció la voz de Claudia Álvarez, aunque se esté enterando de su nombre a través de esta nota. En cada pequeña escena en la que se reconocía algo que lleva años marcándole el pulso al calendario cultural de Buenos Aires y de la Argentina se respiraba la alegría que dan los reencuentros. Dos años de silencio para un evento tan bullicioso es demasiado silencio.

Reclamos clásicos

Un clásico más de todas las ediciones de esta Feria, que ya lleva 46, también asomó este jueves, unas horas después de que se abrieran las puertas para el público general: la enumeración de reclamos de la industria editorial, encarnada en la presidencia de la Fundación El Libro, para que mejorar la situación del sector.

El editor Ariel Granica, titular de ese cargo desde marzo de 2021, no esquivó la responsabilidad -ni la tradición- de hacer esa lista de dificultades y exigir mejoras ante los ministros de Cultura de la Nación y de la Ciudad, Tristán Bauer y Enrique Avogadro respectivamente, que también fueron parte de la inauguración oficial de este año. 

“A mediados de 2019 la macroeconomía volaba por los aires y las ventas de libros perforaban los subsuelos. Así llegamos a 2020, un año en que la vida cambió para siempre. A pocas semanas de inaugurar la Feria, una fortaleza que resistió en los peores momentos de nuestro país, tuvimos que suspenderla por dos ediciones. Asistimos a un freno de las actividades sin precedentes: se demoraron los tirajes, se demoró la importación y la exportación, quedaron en el camino más de 10 millones de ejemplares de producción”, introdujo Garnica.

“Los lectores hicieron lo imposible para conseguir libros. Esta es una de las razones por las que estamos aquí. El encierro de la pandemia fue especialmente cruel con los autores y las autoras, porque aún son muy pocos los que pueden vivir de sus obras. En la Fundación defendemos que se remunere el trabajo de autores y autoras como corresponde y que denunciemos la reprografía que rompe todos los contratos”, sumó el editor.

En su discurso, que abrió el acto inaugural de una edición que se extenderá hasta el 16 de mayo, Granica sostuvo: “Nuestras exportaciones bajaron dramáticamente. Hace 50 años éramos uno de los países más productores de libros, ahora las editoriales argentinas quedamos girando en la rueda de la balanza comercial. Argentina exporta pocos libros, no importa muchos. Tenemos un objetivo común: imprimir muchos y mejores libros en Argentina”.

“Hay dos medidas a implementar y para ambas necesitamos apoyos. Hay que internacionalizar a nuestros autores y autoras porque cada uno es una promesa de exportaciones sostenidas. Eso requiere un presupuesto que las editoriales no tienen. A la vez, hay que dar apoyo a las traducciones locales para que las editoriales aumenten sus contrataciones de autores extranjeros”, sostuvo Granica, y se puso aún más firme: “Las autoridades monetarias deben dar unos minutos de atención a nuestro sector. Se debe alcanzar ya la libre circulación de libros en el Mercosur con trámites simplificados y se debe alentar el crecimiento de las exportaciones para que mejore nuestra cuenta corriente. Es mucho más profundo que trabar las importaciones con medidas ineficientes como cupos”.

“El costo argentino está atado a las vicisitudes de nuestro país, hoy hay estrés de precios. Los insumos que necesita la industria gráfica sufren importantes aumentos en dólares que se dan sólo en nuestro país. El papel, un bien ahora escaso por la tragedia de la guerra, siempre tuvo en la Argentina una trayectoria de precios altos, por encima de la inflación. Estamos ante una estampida de precios que no se puede sostener. Con costos correctos, con un mercado interno que sostenga la producción y con autoras y autores que se conozcan cada vez más en el exterior sin duda las exportaciones van a aumentar”, reflexionó Granica.

En el salón central de La Rural, preparado para 800 asistentes, la escucha era atenta y había aplausos ante cada una de las medidas exigidas, aunque los más fuertes se escucharon ante tres de las fotos que se vieron en el video dedicado a homenajear a quienes murieron entre la edición 2019 de la Feria y la que abrió sus puertas este jueves: Juan Forn, Tamara Kamenszain y Quino.

“Nos tocó ver declinar a las librerías. La evidencia del olvido de las librerías se ve en el olvido del IVA: en 2018 quedaron inexplicablemente fuera del pedido de desgravación de ese impuesto. Solicitamos que se atienda a las librerías para solucionar esta situación injusta”, dijo Granica, y recibió el aplauso más sonoro de su discurso. “No podemos llegar a la Feria próxima con este mismo reclamo. Si queremos recuperar un lugar destacado, el sector del libro no puede apenas sobrevivir. Es hora de crecer con apoyos francos y decididos. Aspiramos a trabajar con Nación, Ciudad y las provincias”, señaló el editor, como si señalara en esa misma oración a los funcionarios que lo escuchaban y que estaban a punto de pronunciar sus discursos.

Tanto Avogadro como Bauer coincidieron en destacar la alegría por la reapertura de la Feria tras dos años de pandemia y, cada uno a su turno, enumerar algunas de las políticas que impulsaron vinculadas al sector editorial, como sacándoles brillo a sus gestiones. “No podemos dejar de mencionar que en diciembre caducan las asignaciones específicas destinadas a promocionar determinadas actividades culturales. En diciembre de 2017 se modificaron impuestos destinados a bibliotecas populares, la música, el cine y el teatro de la Argentina, fundamentales para su subsistencia y desarrollo. Queremos dejar claro nuestro compromiso para revertir este penoso legado gravemente perjudicial para diversas prácticas culturales”, subrayó el titular de la cartera nacional. Fue unas semanas después de la represión en la puerta del Incaa y el despido de Luis Puenzo como titular de esa institución.

Tras dos años de Feria confinada, los libros vuelven a ocupar 41.000 metros cuadrados y casi tres semanas en La Rural. Se espera que pasen por ahí más de un millón de personas. Se espera -se dijo en la inauguración- que, más allá de esta temporada alta de la industria editorial, haya políticas públicas que impulsen al sector.

JR