En el teatro Alvear

Una lectura colectiva de sus memorias: el homenaje a Martín Caparrós de su “comando de amigos”

Escenas familiares, de militancia, de la noche. Recuerdos de la dictadura, del exilio, de la muerte de amigos, del nacimiento de su hijo. Postales de su oficio, de Francia, de Argentina. En un escenario al que se subieron para leer sus memorias más de treinta colegas, amigos, editores, artistas y familiares, el escritor y periodista argentino Martín Caparrós fue homenajeado en el Teatro Presidente Alvear del centro porteño.

Poco antes de las 19, una enorme fila se formó en la vereda de la avenida Corrientes: era el público que se había acercado entre la emoción y el entusiasmo para ver al propio homenajeado y escuchar a escritores y periodistas como Daniel Guebel, Leila Guerriero, Claudia Piñeiro, Paula Pérez Alonso, Ezequiel Fernández Moores, Eduardo Anguita, Juan Boido, Ernesto Tenembaum y Margarita García Robayo, entre muchísimos otros, que fueron convocados para leer fragmentos del libro de memorias de Caparrós, Antes que nada (Random House, 2024).

Minutos después, parados en el escenario ante una sala colmada, los periodistas Cristian Alarcón y María O’Donnell dieron la bienvenida a los presentes.

Alarcón, director de Revista Anfibia y uno de los promotores del homenaje, destacó que estaba contento de que se pudiera llevar adelante en Buenos Aires “una celebración de Martín Caparrós y sus amigos”.

“Esto ha sido un esfuerzo colectivo”, detalló y agregó que desde la organización estaban felices de tener en Argentina a Caparrós y a su pareja, la periodista española Marta Nebot.

Junto con O’Donnell, le contaron al público que la intención del homenaje era la de replicar una lectura “como si fuera en un bar o una casa, como en los viejos salones literarios” y fueron llamando por orden alfabético uno a uno a los invitados a leer fragmentos de Antes que nada.

Los y las convocadas ingresaron y se fueron sentando alrededor de mesas dispuestas en el escenario como si se tratara de un bar. Había, de hecho, copas de vino en cada una de ellas. El último turno fue para Caparrós, quien al ingresar provocó la primera de las ovaciones de la jornada.

“Me trajeron engañado”, bromeó el escritor para dar comienzo a su intervención y agradeció a los presentes. Destacó al “comando de amigos” que organizó el homenaje de un modo, en su visión, “muy poco argentino y muy argentino a la vez”.

El autor de La voluntad y Larga distancia aprovechó la ocasión para recordar a dos de sus grandes amigos, fallecidos el año pasado: Jorge Lanata y Jorge Dorio. “Mis amigos más intensos”, dijo emocionado.

De inmediato, comenzó la lectura del libro, que en sus más de 700 páginas recorre la vida del escritor, desde su nacimiento hasta su experiencia luego de enterarse de que padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa que afecta las neuronas motoras.

El propio Caparrós arrancó con un fragmento dedicado a su infancia, mientras el humorista gráfico Rep, otro de los grandes amigos del escritor, dibujaba las escenas que se iban narrando. Desde la platea, el público podía ir viendo esas imágenes, que se proyectaban en el fondo y le aportaban calidez y humor a las lecturas.

Otra vez en un casi estricto orden alfabético, los escritores y periodistas fueron leyendo extractos del libro, mientras el público respondía emocionado con aplausos, risas y algunas lágrimas. Algunos de los convocados, como Jorge Fernández Díaz, Leila Guerriero y Reynaldo Sietecase, no pudieron estar presentes en el Teatro Alvear y enviaron sus lecturas en videos.

Uno de los momentos más cómicos y también más emotivos del encuentro tuvo lugar cuando le tocó leer a la psicoanalista y militante feminista Martha Rosenberg, madre de Caparrós.

Sentada muy cerca de su hijo, Rosemberg dijo que se propuso “vencer el pudor” y dio comienzo a la lectura de un fragmento del libro en el que el escritor se propone, entre la ironía y el sarcasmo, pensar cómo debe haber sido el momento de su concepción. Las risas de los presentes no tardaron en escucharse.

También resultó graciosa la participación de Marta Nebot, pareja de Caparrós, quien debió leer un fragmento dedicado a un curioso episodio callejero que protagonizó el escritor en Francia.

Para el cierre, el propio Caparrós agasajó a los presentes con un poema. “Me han dado felicidad, de esa que cuando se da, nunca cae en el olvido”, cerró ante el público, que lo miraba de pie, entre lágrimas y un aplauso cerrado.

El homenaje en el Alvear fue uno de los agasajos que recibió en la última semana el escritor, que está de visita en el país. Esta semana recibió el diploma de Doctor Honoris Causa que le otorgó la Universidad de Buenos Aires (UBA).

“Soy un cobarde; hui de mi fracaso, de nuestro fracaso; llevo más de doce años sin vivir en mi supuesto país, la Argentina, y en mi innegable ciudad, Buenos Aires”, dijo durante el acto que se realizó el martes pasado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

En las próximas horas, y antes de emprender el regreso a su casa en España, Caparrós también será homenajeado por el club de fútbol de sus amores, Boca Juniors.

AL/MC