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Las mujeres que cambiaron el fútbol: un repaso a 45 años de historia

Las primeras jugadoras del fútbol español.

Andrea Menéndez Faya

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Fue el 20 de agosto, en el estadio Olímpico de Sidney. La Selección Española femenina ganó su primer mundial en la categoría absoluta, culminando un ciclo de oro en todas las categorías. La victoria la dio un zurdazo de Olga Carmona y la euforia se desató en el último balón que atrapó la portera Cata Coll. Entre las dos suman 45 años, prácticamente los mismos que tiene el fútbol practicado por mujeres en España.

En 1978, las mujeres llevaban ya siete años practicando este deporte en el Estado. Carmen Arce, ‘Kubalita’ (Valencia, 1956) era la portera de aquella selección no oficial que en 1971 empezó a disputar partidos y torneos. La acompañaba en aquel vestuario Eli Sánchez, (Barcelona, 1955), que tuvo una carrera deportiva de 25 años. Ambas empezaron a jugar al fútbol por pasión y por casualidad: Kubalita leyó un anuncio en un periódico; la madre de Eli escuchó otro en la radio. Buscaban chicas para formar lo que serían los primeros equipos del país.

El destino las hizo coincidir en torneos interprovinciales y también en una Selección Española no oficial, no reconocida y que aún pelea por sentirse pionera, la de 1971. El fútbol para las mujeres en los 70 era prácticamente inexistente, aunque ellas lo definen como “maravilloso”, con un ambiente sano y familiar, apoyado por un gran número de aficionados y con ligas regionales que se organizaban como podían para hacer temporadas completas. 

Conocer el pasado en boca de las pioneras

Eli Sánchez ganó una liga catalana con el Espanyol y estuvo presente en la Selección Española hasta que se rompió el menisco y tuvo que dejarlo tras pasar por el primer combinado oficial, en 1983. “Esta semana ha sido la culminación de todo nuestro esfuerzo y de aguantar. Durante bastante tiempo desaparecieron equipos de España, estuvimos firmes para luchar por esto”, comenta, en conversación con Carmen Arce, que añade una anécdota dolorosa. 

En 2019, la Real Federación Española (RFEF) lanzó un homenaje a las pioneras en la sede de Las Rozas. El presidente de la federación valenciana, Salvador Gomar, había acudido al acto como precuela del que realizarían la semana siguiente en la Plaza de Toros de Valencia para homenajear a las de su comunidad. Allí se enteró de que había futbolistas mujeres en su comunidad antes del 83. “Se gira y me dice ‘ah, pero vosotras…’ y tuve que explicarle que en los 70 había nueve equipos en la Comunidad Valenciana, así que nos metieron a prisa y corriendo en el acto”. Hasta aquel momento pensaban que el fútbol femenino había empezado a principios de los 80 con el Colegio Alemán y el Levante. Desconocían el pasado y la historia de su propio deporte.

Desde entonces, a la selección no oficial de la década de los 70 se la considera pionera, pero se ha dejado de lado la figura de la primera selección oficial. El silencio es atronador. Nunca se ha reconocido a estas internacionales el valor de representar a la roja. “Estábamos reconocidas por la Federación Española, disputamos aquel partido oficial el 5 de febrero del 83 en La Guardia, frente a Portugal, y no se nos ha hecho ningún reconocimiento”, cuenta Eli Sánchez. “Me da mucha pena”, explica Kubalita, “parece que todo empezó en Canadá y hay 12 años de diferencia y de lucha”.

La falta de reconocimiento a las que empezaron a caminar para que quienes levantan títulos hoy puedan correr, es una injusticia. Sienten “envidia sana” de los éxitos de esta Selección, de los que se sienten partícipes. “También los hemos sufrido, luchado y peleado, nos ha costado dinero jugar a fútbol, éramos felices por representar a España pero hemos pasado mucho por hacerlo”, apunta Sánchez. Se sienten reconocidas por las futbolistas actuales. Cuando hablan de referentes y sus nombres no salen saben que es por el silencio mediático e institucional que las privó de conocerlas. Las únicas imágenes de su época son las del vídeo viral e insultante del Nodo. “Una humillación y un maltrato  brutal”, cuenta Kubalita, una de las más damnificadas por los comentarios desde su posición de portera. “Es el peor partido de mi vida. Ahí me tienes, me meten cinco goles, y el único gol que me han metido en mi vida por debajo de las piernas. Y lo tienes que ver una vez y otra vez cada vez que ellas tienen un éxito”. 

Reparar el daño de los años de silencios, burlas y maltrato no debería ser sencillo, pero lo único que piden es memoria para las mujeres que prendieron la llama del fútbol femenino. “Si en algún momento hay personas que nos representan, las internacionales que fuimos en el pasado deberíamos estar en un partido oficial de España en un partido de familia”, acuerdan las dos sobre un gesto que parece tan pequeño que es impensable que no se haya hecho hasta ahora. “No es tan pequeño. Ellas antes no eran conscientes de quiénes somos y lo que hicimos. Es solo que sepan que existimos”, añaden. 

La incorporación de la mujer a las instituciones 

Hacer justicia a la memoria de las mujeres que han cambiado el fútbol femenino va más allá de la visibilidad. Es respeto y reparación. Es compromiso con la historia del fútbol femenino y con quienes fueron artífices de su expansión. Se les reconoce la labor, pero no conocemos quiénes son. “Hay que hablar de las mujeres que cuando todo estaba en contra y nada a favor peleaban y abrían puertas para que hoy las niñas puedan ser Alexia, Aitana o cualquiera de las futbolistas que están en primera línea”, dice Beatriz Álvarez Mesa, Presidenta de la Liga F, la primera liga profesional de mujeres de España.

Álvarez Mesa llegó al fútbol como jugadora, desde el recreo al Tradehi Oviedo. Un cuarto de siglo de su vida en el mismo club, con diferentes nombres, pero con el objetivo de poner al fútbol femenino asturiano en el mapa. Su paso de futbolista a directiva fue natural y, a la vez, raro. Decidió dejar de jugar, como muchas, por motivos laborales. Era imposible compatibilizar. Formó la escuela del Oviedo Moderno junto con Montse Tomé, segunda entrenadora de la selección absoluta femenina de hoy en día. A los dos años, la dimisión de Beatriz Castro como presidenta del club marcó su destino: nadie quería coger las riendas y ella dio el paso. 

“No lo veía en absoluto, no tenía ninguna experiencia ni en gestión ni en política. Llevar un club que en Asturias era referente, que había que tratar con instituciones… tenía miedo, pero el apoyo de toda la gente que allí estaba”. En lo personal era un salto enorme, pero la decisión iba reforzada por el apoyo de un vestuario que la conocía y el respeto de padres y socios. El resto se cuenta con diez años presidiendo un club que llegó a estar varias temporadas en la máxima categoría, un club independiente, sin una estructura de masculino detrás “dependes de subvenciones públicas, que también dependen de los gestores”. “Cuando subíamos a primera era difícil profesionalizar y competir en igualdad de condiciones”, apunta.

Pero a su lucha por asentar un club independiente en la élite se sumaba la de ser mujer en un ámbito tradicionalmente varonil. “En aquellos años no había el respeto a la mujer en cargos institucionales que puede haber ahora”, comenta Álvarez Mesa. “Me trataban un poco como ‘la niña’. Era un trato paternalista. En las reuniones a nivel institucional, político, cuando estaba en la Federación, sentía ese trato distinto”. Un camino que va cambiando pero que todavía tiene que avanzar más: “Hay muy pocas mujeres en cargos de responsabilidad. Muchas de ellas son forzadas por las cuotas y políticas de igualdad más que por convicción. Es una responsabilidad de todas y todos que las mujeres den un paso al frente”. 

La igualdad sigue yendo un paso por detrás y el proceso es lento. Queda mucho por hacer, pero para la Presidenta de la Liga F se está consiguiendo “visibilidad”. “La mujer se va abriendo camino y los hombres van normalizando nuestra presencia, y tenemos que ser nosotras las que tengamos la iniciativa y que ellos nos empujen y nos ayuden”, señala. Cuando Beatriz Álvarez Mesa inició su camino como presidenta del Oviedo Moderno era la única mujer en una mesa de 22 directivos dentro de la Federación. Era la única vocal de aquella generación. Se sintió rodeada de hombres en todo momento, se reunía con políticos hombres, con responsables del fútbol hombres. Hoy en día siguen siendo más, pero la presencia se nota.

“Hay presidentas históricas, como Manuela Romero en el Sporting de Huelva, o personalidades de la altura de Lola, del Atlético de Madrid, gente que lleva muchos años conmigo en esta andadura, pero los cargos de gestión les siguen perteneciendo a ellos”, comenta Álvarez Mesa. “Si pienso en Liga F, en la última reunión contaba seis hombres y quince mujeres. Tenemos que liderar el mensaje de la incorporación de las mujeres, futbolistas y tituladas a las que debemos abrir camino y permitir que nos ayuden a cambiar las cosas”, añade.  

Convertir un equipo femenino en un club profesional

Cuando hablamos de la profesionalidad, el abanico de elementos personales, materiales, económicos y deportivos que cubre es amplio. Se puede ser profesional con los mínimos recursos, como demuestran muchos clubes de nuestra liga, pero aspirar a la excelencia es la clave del éxito en un mundo en el que aprovechar todo lo disponible para generar un modelo ganador, es la única vía demostrable para llegar a la cima. 

María Teixidor (Barcelona, 1975), llegó a la Junta del FC Barcelona en 2015 de la mano de Josep María Bartomeu, en una candidatura que ya impulsaba la profesionalización y expansión del fútbol femenino. Querían un paso más, fomentar la igualdad inaplazable entre hombres y mujeres. “Es importante que los cambios se hagan desde todos los órganos de gobierno de los clubes e instituciones que tienen responsabilidades en esta igualdad”, explica Teixidor sobre la necesidad de crear o remodelar estructuras de forma íntegra para la evolución del fútbol femenino.

“Hay consideraciones desde el punto de vista deportivo, organizativo del propio club, y estas acciones que siempre he llamado de contexto que van más allá del propio club, creando alianzas con el entorno, medios de comunicación, base social, estructura de peñas y apoyo…” relata. En lo deportivo, creando una estructura necesaria desde la dirección y un staff que, en el caso del FC Barcelona, pasa de tres personas a 23 en la salida de Teixidor del club. Se trata de una estructura paralela a la del masculino que da un contexto de profesionalización que permite mejorar entrenamientos, teniendo en cuenta que romper una dinámica de club centrada en el masculino es un empuje constante para conseguir terrenos de juego, horarios y ocupar espacios que se les habían negado a las jugadoras durante años.

En el caso puntual del FC Barcelona –pero de una forma extensible al resto para dar la identidad de club a los equipos femeninos– la integración en la estructura tradicional pasa por que los entrenadores del femenino compartan espacios, sesiones de formación y mecánicas de entreno para generar un estilo de juego reconocible. Para Teixidor, además, cobra importancia el hecho de “seguir construyendo desde el fútbol base y garantizar que las niñas que van a ver reflejadas en las jugadoras top su club encuentren la vía de poder desarrollarse en él, teniendo como horizonte el primer equipo”.

Esta es la construcción que se inició de la mano de María Teixidor y que ha llevado al FC Barcelona a ser el mejor club de fútbol femenino en la actualidad ganando terreno a una velocidad sorpresa, tanto de forma deportiva como extradeportiva, ampliando la visión a un área de socios, de marketing, comunicación o patrocinios que tienen que estar alineadas en los mismos objetivos de crecimiento. “Buena parte del trabajo como directiva me correspondía era coordinar todas estas acciones y buscar el apoyo de todo el entorno. La media de espectadores en el estadio era de 300 personas, la media ahora se sitúa entre 1500 y 2000 aficionados cada fin de semana”, apunta. 

El compromiso del club y la base social con las mujeres marcan el camino al éxito y todo nace de comprender que la inversión es necesaria para alcanzar un retorno. “Empezar a ocupar espacios que no nos estaban destinados es difícil”, explica Teixidor. Acceder a esos campos y horarios es forzar la reestructuración de toda la sección masculina. “Insertar al equipo en la dinámica lógica de entrenamientos por la mañana, comida y nutrición en La Masía, estar en la misma línea de preparación física y personal que cualquier deportista profesional hombre, en un inicio cuesta porque estás sacudiendo una estructura asentada”, agrega. 

El legado de las directivas que han peleado por asentar al fútbol femenino en la cúspide de la profesionalidad va más allá de los casos individuales. “Es importante haber hecho esta apuesta porque se ha demostrado los frutos que da. Era una responsabilidad. Estamos invitando a todo el mundo a seguirnos, a mejorar las condiciones de las futbolistas. El ejemplo potente de un club haciendo esta inversión es clave para que se movilice el resto”, sentencia Teixidor.

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