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30 años del Mercosur: no hay que abandonarlo, hay que rehacerlo

Cumbre presidencial virtual del Mercosur en julio pasado, con epicentro en Asunción.

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El 26 de marzo se cumplen 30 años de la firma del Tratado de Asunción que puso la piedra fundacional del Mercado Común del Sur (Mercosur).El aniversario prometía ser la ocasión de un encuentro presencial en Foz entre Alberto Fernández y Jair Bolsonaro. La situación sanitaria tiró por tierra dicha iniciativa que coincide nuevo panorama en Brasil con la anulación de la condena a Lula y la crisis por la que atraviesa Paraguay que podría desembocar en juicio político del presidente Abdo Benítez. En esta convulsión , ¿qué hay para celebrar del recorrido de 30 años? 

La firma del tratado comenzó con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Posteriormente, Venezuela firmó el Protocolo de Adhesión en 2006 y Bolivia hizo lo propio en 2012 .Modelado sobre la Unión Europea, tuvo como objetivo principal propiciar un espacio común que generara oportunidades comerciales y de inversiones a través de la integración competitiva de las economías nacionales al mercado internacional. Conforme se fue formando el bloque, con sede en Montevideo, se fueron creando instituciones complementarias entre las que se encuentran el Consejo del Mercado Común, el Alto Representante General, el Parlamento del Mercosur (Parlasur), y otros institutos, tal como el Instituto Social del Mercosur. La cooperación ha mostrado una considerable continuidad.

Entre los objetivos originales estaba crear una unión aduanera con un arancel externo común (AEC) así como una política comercial común hacia terceros. Los objetivos estuvieron plagados de discordias originadas en la puja distributiva. En el año 2000 los miembros se propusieron un relanzamiento que aspiraba a fortalecer la unión aduanera tanto dentro como fuera en su contexto. Devenida la crisis del 2001 se siguió abogando por una reforma del Mercosur y por avanzar en temas no comerciales. Se inició así una etapa que se denominó postcomercial. En 2004, por ejemplo, se lanzó la Estrategia Mercosur de Crecimiento del Empleo que tuvo su origen en la Primera Conferencia Regional de Empleo, de carácter tripartito y con asistencia de la OIT. Desde 2014 Mercosur puso en marcha la libre residencia. A partir de esa medida, vigente desde 2015, todos los ciudadanos de países miembros del Mercosur tienen un pasaporte único que les permite vivir, trabajar y estudiar en cualquiera de los países. Es un hecho sin precedentes en la región. La agenda se amplió desde la esfera estrictamente comercial a cuestiones laborales, educativas, culturales, de economía social y solidaria. En la agenda económica también ganó espacio el tema de las asimetrías y surgieron los fondos compensatorios. Esa diversificación de agendas puso el foco en reclamos pendientes invisibilizados desde el mismo inicio cuando se pensaba que la liberalización comercial mejoraría la inserción para todos los sectores por igual. Se avanzó pero no se logró revertir la lógica inicial de liberalización comercial. Lo que continúa predominando en el MERCOSUR son los lamentos y clamores por los incumplimientos. Dadas las asimetrías entre y dentro de países la resolución de estos incumplimientos supone un grado de conflictividad que, sin mecanismos, desemboca en parálisis. La parálisis, a su vez, también genera conflictividad.

Hoy el Mercosur se desgarra por la vigencia de sus instrumentos . ¿Debe seguir el camino hacia una unión aduanera o, por el contrario, retroceder a una zona de libre comercio? Hay por cierto otras cuestiones, pero la mencionada parece ser la que aflora con continuado ardor dada la oferta disponible de grupos exportadores principalmente en Uruguay y Brasil. El debate pone el foco en uno de los instrumentos del momento fundacional, el AEC. Y derivado de ello ¿qué flexibilidad se permite para una negociación comercial con terceros países? Por ello, en algunos casos se suele llegar incluso a cuestionar la propia existencia del Mercosur, aun cuando por lo general no se refleja luego en propuestas sobre cómo contemplar los intereses de los sectores que dependen del comercio intra Mercosur. La discusión como lo pone tan crudamente de manifiesto el acuerdo con la Unión Europea, se centra en lograr, pues, un equilibrio en la puja entre dichos sectores. 

Estas ásperas agendas internas son bien conocidas. No son privativas del Mercosur. Están presentes en todos los acuerdos de comercio. Pero menos se habla de los cambios en el escenario global. El Mercosur fue producto de su tiempo, un tiempo en el cual se esperaba que la integración comercial aumentara la capacidad de negociación en la infinidad de negociaciones comerciales que se multiplicaban – época en la cual ya cerrada la guerra fría, Estados Unidos promovía la liberalización comercial urbi et orbi. Se abría paso la globalización como un orden en expansión. El cumpleaños se celebra hoy en el medio de un torbellino internacional causado no solo por la pandemia sino por la crisis misma de la globalización y sus deletéreos resultados distributivos. Hoy es un momento en cual parece estar quedando atrás la globalización como etapa histórica, tal y como se definió a mediados de los años noventa. El nuevo clima de época es el resultado de un proceso de contestación de las normas de las normas e instituciones del orden internacional liberal iniciado en los noventa, aquél que alimentó el optimismo del fin de la historia, según la expresión de Francis Fukuyama. El nuevo momento pone en tela de juicio los objetivos e instrumentos iniciales del Mercosur, pero no solo del Mercosur. Son simbólicos del nuevo momento el Brexit, el discurso inflamado en clave nacionalista de Trump, el ascenso de la extrema derecha xenófoba en la Unión Europea y las renovadas formas de nacionalismo en Turquía, Indonesia, India o Filipinas. La nueva administración de Biden, por otra parte, no ha mostrado intención de regresar al Acuerdo Transpacífico. No sorprende. Tanto en los países en desarrollo como en los avanzados se evidencia, con pocas excepciones, un marcado aumento de la desigualdad y el explosivo descontento asociado a la globalización. La pandemia abre nuevos flancos y multiplica el descontento.

El espacio regional es estratégico para la Argentina. Pero cualquier Mercosur no resuelve la cuestión regional. Se necesita un rediseño que se adapte a los nuevos tiempos, que acepte que hay y habrá administración de comercio, que necesita ser regulada y acordada No hay que abandonar el Mercosur: hay que rehacerlo, teniendo en cuenta las diferentes realidades productivas, federales y sectoriales. Se necesitan enfoques que dejen la liberalización comercial en algunos rubros y sostenga las cadenas de valor regional que ameriten administración y regulación como es caso de la industria automotriz. 

La presencia de China en la creación de nuevas rutas, nuevos puertos, nuevos pasos, es decir reconfigurando la geografía del Mercosur desde el Atlántico hacia Asia, tendrá un peso tan significativo como lo tuvo el auspicio de la globalización hace treinta años . Hoy cambió la piedra angular de la inserción. Si en el 2003 se puso de manifiesto la agenda post comercial, hoy en un orden que luce menos jerárquico, puede prefigurarse la agenda post hegemónica expandiendo nuevas temáticas y construyendo la nueva geografía. No pude olvidarse que el bloque cuenta con una de las mayores reservas de agua del planeta, el Acuífero Guaraní, y una suma inmensa de recursos energéticos renovables y no renovables.

* La autora es consejera de la Unidad Académica Relaciones Internacionales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

AR

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