“Trabajo de 12 a 12 y cobro menos de $600.000”, cuenta a elDiarioAR Gabriel, mientras maneja la grúa de una empresa tercerizada de una firma reconocida de seguros. Gabriel tiene 25 años y acaba de ser papá. Dice que llega muy cansado a su casa, pero no consigue algo mejor. “Antes hacía mudanzas pero me duele toda la espalda , ya no puedo, ahora tengo que levantar al nene”, sonríe. Gabriel no tiene un contrato formal: está a disposición las doce horas de trabajo pero, si no salen viajes, no gana nada. Si se enferma, no cobra. Si tiene que cuidar a su hijo, tampoco. “La gente no dura más de tres meses en este trabajo, yo les pido que me reconozcan que ya voy casi un año y me den al menos un fijo para los días en que no hay acarreos”.
Argentina llega a este 1° de mayo, Día del Trabajador, con sus protagonistas viviendo jornadas extenuantes y en condiciones precarias. Trabajadores que sobreviven a fuerza de horas extra y pluriempleo en un contexto en el que el Gobierno avanza en una flexibilización laboral con la extensión del periodo de prueba, la creación de figuras como los “colaboradores”, del fondo de cese laboral que busca suplantar las indemnizaciones y la eliminación de sanciones a quienes no registren a sus empleados, entre otras medidas festejadas por el FMI.
El último informe del mercado de trabajo de INDEC indica un aumento del desempleo de poco menos de un punto entre el último trimestre de 2023 y 2024, de 5,7% y 6,4% respectivamente. Preocupa menos el aumento del desempleo, que aún se encuentra lejos del 9,1% al que llegó durante el gobierno de Mauricio Macri, que el deterioro de su calidad. Al hacer doble click en las cifras, se evidencia un descenso del peso relativo de las personas asalariadas de 73,7% a 72,3% en contraposición con un aumento del grupo cuentapropista (de 22,6% a 23,8%).
En el mismo sentido el informe sobre informalidad que comenzó a publicar el INDEC este año indica que el 42% de los ocupados son informales, guarismo que también creció levemente frente al 41,4% del cuarto trimestre de 2023.
“Los datos de 2024 reflejan los altos niveles de precariedad laboral del mercado de trabajo argentino, que constituye el principal problema de los últimos años junto a la desigualdad al interior de los trabajadores. Y no tanto la desocupación que, si bien se ha elevado en el último año, no se ha disparado como en los 90 o en el gobierno de Macri”, explica a este diario Darío Romano, coordinador del Área de Trabajo y Producción del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM). “La flexibilización laboral no sirve para bajar la informalidad sino que por el contrario, puede incrementarla, empeorando la calidad del trabajo en todas sus formas”, asegura.
De trabajadores pobres a sobreocupados
Marcela tiene 42 años y es administrativa en una clínica privada de zona sur. Desde noviembre, su empleador le recortó los francos: ahora trabaja de lunes a sábados con una hora menos de almuerzo, y si quiere mantener su puesto tiene que cubrir también guardias los domingos cada 15 días. “Me lo avisaron en una reunión. Nos dijeron que era por la crisis y que si no aceptábamos, iban a tener que hacer ‘una reducción de personal’”, cuenta. La paritaria cerró por debajo de la inflación y para compensar, Marcela empezó a trabajar por las tardes como secretaria en un consultorio odontológico. Entre los dos empleos llega a las 60 horas semanales. “No hay tiempo para nada, pero sola con dos hijos, no me queda otra”, dice.
Hay una estadística que el Gobierno celebra en medio de este ajuste de derechos. Una suba en los salarios registrados del sector privado, de 7% entre noviembre de 2023 –mes previo al inicio de la actual gestión de Gobierno– y febrero de 2025 según SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino, el organismo que administra los fondos generados con los aportes jubilatorios realizados por los trabajadores públicos y privados del país).
Lo que no cuentan los números oficiales, pero si reveló un informe del Programa de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo CETyD de IDAES-UNSAM, es que ese aumento no vino de la mano de una mejora real del poder adquisitivo, sino de la cantidad de horas trabajadas. Las horas extra crecieron un 5,1% en ese período, mientras el nivel de empleo caía un 2,3%.
“Los trabajadores no están cobrando más porque hayan aumentado sustancialmente sus salarios, dado que las paritarias están pisadas. Por el contrario, sus ingresos se incrementaron porque están trabajando horas extra”, explica el informe. En efecto, si se excluye el crecimiento de las horas adicionales, el salario por hora trabajada aumentó apenas 2%, muy por debajo del 7% que festeja el ministro de Economía Luis Caputo en Twitter.
Este fenómeno no sólo visibiliza un aumento de la intensidad, sino que genera una mayor flexibilización del mercado laboral. Es que el aumento de ingresos basado en el incremento de las horas extra es inestable y corre el riesgo de ser rápidamente revertido si la actividad se estanca o se retrae. “A diferencia de los aumentos negociados en paritarias, las horas extra son el primer componente salarial que se elimina cuando el ciclo económico pierde dinamismo”, resume CETyD.
También se da el fenómeno del pluriempleo. Es decir, los mismos trabajadores aumentan la cantidad de horas trabajadas (en otros empleos) para poder compensar el salario bajo de su principal actividad. Todo eso aporta al aumento de la masa salarial que refleja el SIPA.
Si los cuatro años de gestión de Alberto Fernández instalaron el concepto de “trabajadores pobres” es decir, gente con empleo incluso formales, cuyos ingresos no alcanzaban para vivir, este periodo se caracterizará por trabajadores sobreocupados.
La tarea hecha
Sol, de 23, trabajaba en una cadena de ropa en un shopping de Capital. La tomaron en enero bajo periodo de prueba de seis meses. “A los cinco meses me dijeron que no me iban a renovar, que era por ventas bajas, pero ya estaban buscando a alguien más para el puesto”, cuenta. En ese tiempo, Lucía no tuvo licencia por enfermedad ni vacaciones. “Me enfermé dos veces, pero si faltaba no me pagaban el día. Llegabas al mes cinco sabiendo que te echaban y no había indemnización”, dice. Hace poco consiguió otro empleo en otro local, nuevamente bajo periodo de prueba. “Ya sé cómo es: seis meses y afuera”.
En un año y medio de gestión, el gobierno de Javier Milei ya comenzó a implementar muchas de las reformas que el staff técnico del FMI, histórico demandante de este tipo de medidas, elogió. Las principales fueron aprobadas a través de la “Ley Bases”a fines de junio del 2024 y están comprendidas en título IV “Promoción del empleo registrado” y en el título V “modernización laboral”.
• Extensión del periodo de prueba de 3 a 6 meses o hasta 1 año en función del tamaño de la empresa, lo que permite los despidos sin causa ni indemnización a los trabajadores durante ese periodo. Esta medida generó una aceleración en la rotación laboral, sobre todo, en sectores que ya contaban con ese tipo de esquemas como el comercio, turismo o algunos administrativos que no requieren tiempo de entrenamiento. Como estas actividades mercado internistas se encuentran en recesión, el periodo de prueba se utiliza como un mecanismo de ajuste de los empleadores para mantener plantillas que no aumenten la antigüedad.
• Creación de la figura del “colaborador”. Un “trabajador independiente” puede contratar hasta tres colaboradores que deberán hacerse cargo individualmente de sus aportes previsionales, obra social y ART y se eliminan las multas por incumplimiento en el registro de trabajadores contratados.
Estas medidas producen impacto por el mensaje de flexibilización laboral. “A 1 año de la gestión de Milei bajó la cantidad de asalariados (con mejores esquemas de protección laboral) y aumentó la cantidad de no asalariados particularmente monotributistas, lo cual implica una mayor precarización del mercado de trabajo argentino. Posiblemente la figura del colaborador promovió esto último”, explica Dario Romano.
• Fondo de cese laboral para reemplazar las indemnizaciones por despido. Sería un fondo sostenido por el empleador a lo largo del período en el que el empleado está activo. A pesar de ser una de las medidas elogiadas por el FMI, la norma no tuvo efecto en las negociaciones colectivas de trabajo –hasta ahora, ningún convenio la tomó–; y es difícil de medir en términos de negociaciones individuales.
• Se incorporó como causal de despido medidas o acciones llevadas adelante por los empleados en el marco de conflictos laborales. Si bien el Gobierno atribuye a esta normativa una merma de la conflictividad salarial en documentos oficiales, el abogado laboralista e investigador Juan Manuel Ottaviano propone hacer un “zoom out”, y agrega otros factores como el disciplinamiento salarial, el desempleo, o las condiciones laborales precarias que, desde 2017, generaron una baja en las manifestaciones en este sentido.
• Se promovió un “blanqueo laboral” que estipula la condonación de las infracciones, multas y sanciones de cualquier naturaleza correspondientes a la regularización de relaciones laborales que, sin embargo, no fue exitoso.
Este Día del Trabajador, Argentina transita un modelo laboral que reparte más penurias que derechos. Una postal de precarización planificada, que transforma el trabajo en sacrificio y la estadística en relato.
NR/MG