Primero vinieron por la industria electrónica fueguina, pero a muchos argentinos les pareció bien porque el gobierno de Javier Milei les prometió que pagarían los celulares 30% menos, más parecido a lo que se abona en Chile. Total, en las ensambladoras de Tierra del Fuego sólo trabajan 8.000 empleados directos y otros 7.000 indirectos, el 30% del empleo de la provincia menos poblada del país. La pregunta es si el problema se limita a la electrónica fueguina o si toda la producción argentina está demasiado cara. ¿Puede ajustarse o también debería cerrar?
Para tomar dimensión de lo cara que está la Argentina, una economía cerrada, en comparación con el vecino Chile, que tiene libre comercio con 65 países que representan el 88% del PBI mundial, analizamos las diferencias de precios entre uno y otro. En la tienda online de Samsung de la Argentina el mismo teléfono S24 Ultra cuesta 90% más que en Chile. Pero si después se quiere contratar el abono más barato en la mexicana Claro acá también cuesta 40% más y el servicio tiene menos gigas. La banda ancha de este lado de los Andes sale 23% más.
Los supermercados chilenos Jumbo están radicados a ambos costados de la cordillera. Acá el asado de tira premium vale 9% menos. Siempre en la Argentina la carne vacuna fue barata en relación al resto del mundo, aunque ya no tanto como antes. Pero en esta potencia agropecuaria la leche en polvo Nido 3 vale 43% más y el pan lactal Bimbo Artensano 74% más. El arroz está 8% más caro y el pollo, 15%. Zafan los tomates, 24% más baratos, y la manzana Gala Royal, 13%.
La misma lata de cerveza Budweisser acá cuesta 87% más, pero nadie está pidiendo que cierren las cerveceras argentinas como sí las maquilas fueguinas. En cambio, fumar acá es 87% más barato por la menor carga tributaria. Comer comida chatarra es más caro: la hamburguesa Big Mac, que se toma como referencia internacional para juzgar si un país está económico u oneroso, si una moneda está devaluada o sobrevaluada, acá está 40% más.
Si miramos la salud, un paracetamol en la Argentina vale 157% más. Si observamos la educación, acá la cuota de un colegio privado promedio sale 57% menos que en Chile, donde desde la dictadura de Augusto Pinochet ha ido retrocediendo la escuela pública. Por el contrario, comprar un libro como La vegetariana de la Nobel de literatura Hang Kang cuesta lo mismo en ambos países.
La pickup Toyota Hilux, que se fabrica en Zárate, también tiene casi el mismo precio acá y allá, pero el Corolla, que se produce en Brasil, acá cotiza 22% más que cruzando la cordillera. En cambio, el transporte público está acá 33% más barato y la nafta, 20%, en este país productor de petróleo.
La canasta de tarifas para tener electricidad, gas, agua potable y alumbrado, barrido y limpieza en la Argentina está 18% más abajo que en Chile. En contraste, alquilar acá está 19% arriba y ni hablar de acceder a la casa propia con un crédito hipotecario poque con la inflación que aún hay en la Argentina (47%) acá la tasa es 90% mayor que en Chile (donde el índice de precios al consumidor, IPC; es del 4,5%).
Si se trata de calzado, en la web de Puma las mismas zapatillas acá están 75% más costosas. Y en la de Lacoste, la misma chomba tiene un precio 65% superior. En la de Jumbo, el mismo juego de sábanas acá sale 152% más.
Si se quiere hacer turismo, en Buenos Aires el hotel Sheraton cuesta 47% que la misma cadena en Santiago de Chile. Si después se pretende ir a la cancha, acá vale 19% más y al cine, 146%, en los mismos Cinemark. A la hora de tomarse un café, de este lado de los Andes vale 21% más.
La mayoría de estos bienes y servicios analizados cuesta más o mucho más en la Argentina, pero el salario promedio argentino es 23% inferior al chileno. Y peor si se compara con sueldo mínimo, que acá está 45% abajo.
La brecha de precios entre un país y otro tiene que ver con el tipo de cambio (el índice Big Mac de la revista The Economist sostiene que el peso argentino está 57% sobrevaluado respecto del dólar y el chileno, 21% devaluado), con los aranceles a la importación que protegen a la producción local (el promedio en la Argentina es 13% y en Chile, el 0,7%) y con los costos que van desde la logística hasta los impuestos, las contribuciones patronales o la litigiosidad laboral. Federico Poli, director de Observatorio Pyme y socio de la consultora Sistémica, señala: “Cuando uno dice que la Argentina está cara en dólares y se refiere a una mayoría de sectores, los restaurantes, la ropa, los autos, los supermercados, se refiere al conjunto de los sectores transables (exportables) y no transables, y entonces hay que buscar las causas generales de toda la economía, no en cuestiones particulares microeconómicas sectoriales”.
“Las dos cuestiones más importantes”, comenta Poli, “son el sobrecosto de producir en la Argentina en material laboral, logística e impositiva y, por otro, lado, la palabra prohibida, la sobrevaluación del peso argentino”. Como dice el economista brasileño Luiz Bresser-Pereira, “la metáfora para explicar el tipo de cambio es la del interruptor de luz porque conecta o desconecta a las empresas competitivas del país del mercado interno y del externo”.
En una economía abierta como Chile viven sólo 19 millones de personas. En la Argentina, 45 millones. Acá también se pueden abrir sectores a la importación para bajar los precios, pero la pregunta es qué ocurrirá con los trabajadores. Porque ahora están amenazados los 8.000 de la industria electrónica fueguina, pero qué pasará con los otros que trabajan en fábricas que también producen bienes caros, como los 411.000 de alimentos y bebidas, los 96.000 de las textiles y ropa, los 24.000 del cuero y el calzado, los 75.000 de maquinaria y equipo o los 86.000 de autos y neumáticos. En la industria suman 1,2 millones registrados. También hay empleados no declarados.
Además hay sectores no manufactureros también afectados por el tipo de cambio, los costos argentinos y la competencia del exterior. Siguiendo con las cifras de empleo formal, en agricultura y ganadería trabajan 338.000 personas. En petróleo y gas, donde las multinacionales comparan costos a ver dónde producen más barato, hay 71.000. En minería, donde también cotejan gastos contra Chile, suman 27.000. En la construcción, afectada por igual por el alto costo, 390.000. En hotelería y restaurantes, 304.000. En transporte aéreo, 16.000. En servicios informáticos, 152.000. En cine, radio y TV, 108.000. ¿Qué sector puede ser el que le siga a las ensambladoras de la isla del fin del mundo?
AR/DTC