Entrevista

Ana Prada: “Estoy tratando de acuñar el término la papá para mi rol en la crianza de mi hijo”

Ana Prada sabe que la visibilidad que le da su trabajo la convierte en referente para muchas mujeres como para ella lo fueron Violeta Parra, Mercedes Sosa o María Elena Walsh. Por eso, cuando habla de su disco nuevo también habla de su vida privada y de las reflexiones que le nacen a partir de la maternidad que estrenó hace cinco años y de la evolución del papel de la mujer en la música.

Prada toca este viernes 30 en Niceto Club con su banda y presentará las canciones de su disco No, el primero solista después de casi una década. Participan en él otros dos uruguayos célebres: su primo Jorge Drexler y Natalia Oreiro.

En una charla con elDiarioAR, contó cómo fue la génesis de ese trabajo, que la rescató de un sombrío período de su vida en el que se vio sumida durante la pandemia. También habla mucho de su hijo Hugo y de cómo la crianza le transformó la vida y la convirtió en lo que a ella le gusta llamar “una papá”.

“Somos dos mamás o, bueno, una mamá y una papá”, comenta. “Estoy trabajando fuertemente con una psiquiatra infantil y un filósofo en Uruguay para acuñar un término que nombre este rol mío, que es ser la otra figura primaria criadora de un niño, el cual no parí. Si fuera varón sería papá. Pero como no soy varón sería la papá. A mí me encanta. Lo estoy tratando de defender y de argumentar para acuñarlo”.

Cuando nació Hugo, Prada, de 52 años, frenó un poco el trajín de su vida artística. “Tuve que aprender un montón de cosas respecto de hacerme los tiempos para componer en otros momentos”. Si antes podía quedarse trabajando hasta cualquier hora, la llegada de un hijo le ordenó los horarios. “Este disco lo grabé mucho en horario escolar. Mi productor artístico también tenía una nena chiquita. Los dejábamos en el jardín de infantes y nos íbamos a laburar. Así que se acomoda todo, el eje pasa a ser otro en la vida”.

Si bien el disco se publicó ya en septiembre del año pasado, la cantautora uruguaya quiso esperar unos meses para presentarlo en Argentina. “Lo presenté en septiembre en el Teatro Solís de Montevideo. Estuvo divino. Nos fue muy bien, la verdad, y el disco empezó a rolar. Quería darle un poco de tiempo. Porque ahora siento como raro eso de que no tenés el disco físico. Los canales son distintos. Antes salías con el disco físico, por lo general a través de un sello que te hacía la distribución, y se armaba como una operativa de lanzamiento que implicaba prensa, un montón de cosas. Ahora cambió mucho eso. Entonces le quise dar un tiempo para que se mueva en redes. Y quería probar un poco el show, ver con qué banda aterrizaba en Buenos Aires. Y llegó el momento”.

La banda “binacional” está integrada por Julieta Taramasso en bajo y Sabrina Díaz en teclados, ambas uruguayas, y los argentinos Juan de Benedictis y Javier Mattano en guitarras y Juan Clemente en batería.

“Lo quiero tomar como una fiesta, como un resurgimiento, porque después de tanto tiempo, para mí es una celebración estar presentando un disco”.

Y es que este disco es especial. Nació cuando Ana estuvo a punto de dejarlo todo. La pandemia la encontró con su ahora expareja Pata Kramer en una chacra en el campo sin poder ver a su padre de 80 años durante mucho tiempo. Además, cumplió 50. Después se separó. Y no tenía ganas de hacer música. “Me fui como apagando”.

Entonces, la cantante Camila Sapin la invitó a grabar una canción en su disco. “Una canción maravillosa, que hablaba justamente de lo que me estaba pasando, de haber perdido la ilusión de cantar, de que ahí está la magia del escenario, de compartir una música. Y un poco fue como que me trajo de vuelta”.

En esa grabación trabajó con Pedro Alemany, pareja de Sapin, quien luego se convirtió en el productor artístico de No. “Pedro me decía: 'hace pila que no sacás un disco. Vamo arriba, vamos a hacerlo, ¿qué canciones tenés?'”.

Y se pusieron a trabajar. Un poco con material que ya estaba arreglado por Ariel Polenta, el productor del disco anterior, Soy Otra, y otro poco con temas nuevos. “Una sucesión de hechos que hizo que el disco empezara a suceder. Terminamos de componer. Pata Kramer me ayudó muchísimo. Es compositora, música, excelente, brillante. Agarramos canciones, las terminamos de cerrar. Grabé alguna que es de ella sola, por ejemplo, la que canto con Nati (Oreiro)”.

¿Y por qué se llama No? “Le pusimos No, porque fue una etapa de muchos 'no'. Todas las canciones empiezan con la palabra 'no'. No fue buscado. Me di cuenta después. Me dije: 'ah, esto es como la tendencia del disco'. Re anti-marketing, pero me pareció interesante porque el 'no' es una palabra muy potente. Es lo primero que implementamos para delimitar nuestra propia personalidad, para defendernos de lo que no queremos, de lo que ya no nos gusta, de lo que no nos hace bien. También es como un basta. Basta de maltrato, basta de destruir el planeta, de destruirnos, basta de odiarnos como seres humanos, basta de tantas cosas”.

Y vuelve a hacer referencia su hijo. “Cuando era más chiquito y empezó a delimitar su yo y a discriminarse como un ser individual, la palabra 'no' fue fundamental. Yo creo que es fundamental como plataforma hacia la libertad. Con todo el amor del mundo, porque no es un disco que viene a patear nada. Son canciones. Ni siquiera es un planteo filosófico. Son canciones de amor, de desamor, de distancia, de cuestionar un poco todo. Por ejemplo, 'No hay verdades', la que canto con Natalia Oreiro, es una canción que cuestiona un montón. ¿Quién tiene la verdad? Ese 'no' de no hay verdad. No hay amores que no respeten otros amores. No hay un amor verdadero que no sea respetuoso de tu historia o de quién tú sos por otros amores que fuiste o que tuviste”.

Ese tema nació después de la separación, cuando sintió que no quería perder todo lo que había armado con su expareja. “Nos cuestionamos cómo seguir con todo lo que nos amamos, como familia, en otro tipo de construcción que no es la aprendida, la que te enseñan, que es algo nuevo, a transitar. Quizá las nuevas generaciones la tienen más clara en ese sentido. Es esa cosa no posesiva pero al mismo tiempo con pertenencia. Y asumiendo un compromiso en común maravilloso que es maternar juntas. A mí me gusta ver a Pata siendo madre y a ella le gusta verme a mí con Hugo también, en esa interacción. ¿Por qué perdernos eso? ¿Porque nos explicaron que te separás y después te dejás los nenes en la puerta?”.

El disco nace de esa resignificación. “Dejé de componer en el 2013 cuando se murió mi madre. Salía el disco Soy Otra en ese mismo momento. Después fui madre, me mudé al campo, me pasaron muchas cosas. Entonces es un disco también sin pretensiones. No pretendo que le vaya bien ni nada. Para mí ya el éxito es haberlo sacado, haber podido salir de ese lugar tan oscuro y haber hecho un disco que tiene luz. Es un disco que fluye, que es luminoso. Es un disco del que yo estoy orgullosa. Son canciones que fluyen, que podés guitarrearlas. Eso a mí me encanta”.

Respecto de los invitados, cuenta que Jorge Drexler le propuso desde un primer momento grabar con ella. “Somos primos hermanos. Compartimos una casa en La Paloma, hemos vivido muchas cosas juntos. Es más, estamos en un chat familiar permanentemente sabiendo todos dónde estamos. Hay mucho cariño ahí. Y esta canción, ”Palabras de Amor“, es una canción que estrené hace un tiempo atrás, y estaba Jorge en Uruguay. Fue al concierto y la estrenamos juntos. Quedó ahí, y dos por tres me preguntaba: 'prima, ¿grabaste la canción? Porque si vos querés a mí me encantaría cantarla con vos'. Por supuesto que quiero. Así que le mandé las grabaciones a Madrid y él la grabó en un ratito que tuvo”.

“Lo de Natalia Oreiro surgió de coincidir en la canción ”Nunca Más a Mi Lado“, que hizo No Te Va a Gustar con varias mujeres. No nos vimos el día de la grabación. Grabamos todas medio por separado, porque todavía no se podía estar mucha gente junta. Y después me escribe por privado en Instagram. Me dice: 'qué bueno compartir contigo una canción, me encanta lo que hacés'. ¿Natalia Oreiro me está diciendo esto? Y ahí me animé y le dije: 'Nati, te admiro un montón, estoy grabando un disco, ¿te animás a grabar una conmigo?' Y me dijo que sí”.

Después fue la propia Oreiro la que propuso hacer el video. “Nati aportó tanto en ese video. Incluso hasta propuso, me ayudó, me llevaba. Y yo la miro una y otra vez, cómo construye rápidamente el personaje, lo lleva a cabo. Una actriz como la copa de un pino, como dicen en España, de alta y de grande. Así que tengo un agradecimiento enorme”.

Prada tiene una carrera importante, logró trascender las fronteras de su país y es una artista muy respetada en todo el mundo de habla hispana. Pero tiene en claro que lo tuvo más difícil que un hombre por varias razones. “No voy a fingir demencia y hacerme la moderna con que avanzamos mucho. Yo soy lesbiana, nací en un pueblo, me la jugué muy tempranamente, cuando no era moda. Con Soy pecadora, 12 años atrás, me acribillaron a preguntas sobre mi intimidad. Lo que menos se hablaba en las notas era de música. Pasa con las mujeres en general, en cualquier tipo de categoría artística o lo que sea. Nos enteramos más de la vida privada de Pampita que de su arte. Te digo Pampita como te puedo decir cualquier actriz o cualquier figura pública. Y juzgamos eso. En cualquier profesión, cualquier carrera, ser mujer y abrirte camino en un mundo donde el mundo exterior, dijeran los chinos, ha sido histórica, milenariamente de los varones, es difícil”.

“Yo soy de una generación que la aspiración que tenías si eras mujer era ser azafata o ser secretaria. Secretaria bilingüe estudiaban todas las compañeras de mi hermana mayor. O sea, irte a Montevideo sola a estudiar abogacía, medicina, psicología, ni que hablar la música, era algo re difícil. Ni que hablar de pensar en una carrera profesional. Por supuesto, estaban Violeta (Parra), la Negra Sosa, María Elena Walsh, un montón de mujeres como referentes, pero no era lo más común. Y también ellas padecieron un montón. En Uruguay existió Amalia de la Vega, que era la Gardel femenina, que después tuvo que quedarse en su casa a cuidar a su marido y a su hijo. Salir a tocar en los ambientes de música popular era prácticamente como ir a un burdel en esa época. No era fácil ser tanguera y estar en la noche”, añade.

Pero si bien todo fue siempre un poco más cuesta arriba, también tiene en claro que es una privilegiada. “Siento que, por mi forma de ser, quizás, por el lugar donde me tocó nacer, mi forma de decir, las oportunidades que tuve, la gente me quiso. Mi familia me quiere. Tuve amores respetados por mi entorno. Y pude salir a hablar de esto desde un lugar privilegiado al lado de otras mujeres, que no tienen la posibilidad. Pienso en Sandra Mihanovich, gran amiga que adoro, que es una referente de valentía. Pienso en Celeste Carballo, pienso en ellas juntas, lo que representaron en aquel entonces. También, porque venían de un contexto donde pudieron hacerlo. Porque quizás no llegás ni a cantar, ni a los medios de comunicación, ni a que te escuchen, ni siquiera llegás a sentarte frente a un periodista aunque te haga unas preguntas horribles. Ha cambiado muchísimo eso, gracias a ellas. Gracias a estas luchas”.

Y sigue: “Y ahora, por suerte, estamos yendo por lo no binario, por elles. Por respetar todo lo intermedio. Falta un montón, como falta también en el mundo femenino. Recién ahora estamos empezando a nombrar, a decir lesbiana, sin que nos duela, sin que nos resulte una palabra desagradable. Recién estamos incorporando chistes de lesbianas. Eso habla de que existen en nuestro inconsciente colectivo, que nos podemos reír de nosotras mismas. Y también estamos pudiendo hablar del deseo femenino, podemos hablar del clítoris, del goce. Pero eso no hace tanto. O sea, estamos todavía en pañales”.

CRM