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LA VUELTA AL MUNDO 2022 EN 5 DÍAS, 5 CONTINENTES Y 25 CLAVES. — Balance, tercera entrega
África y Medio Oriente: Gas, Estadios y Petrorrublos

El presidente de EEUU, el demócrata Joe Biden, de 79 años, de visita en Riad, capital de Arabia Saudita, en julio de 2022. A su izquierda en la fotografía de archivo, el príncipe heredero de la Corona, Mohammed bin Salman (MBS), de 37 años, séptimo hijo del rey Salman: es el gobernante de facto en la Monarquía absoluta saudí, en la que hoy actúa también como primer ministro. La crisis energética global originadas en las sanciones a Rusia, primer exportador mundial de gas por gasoducto, llevaron a EEUU a buscar lazos más estrechos con países de OPEP y aun a reconsidarar las relaciones con Venezuela.

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La crisis energética europea impulsó el buen desarrollo de Qatar 2022 .El exitoso debut de un país árabe, islámico y exportador líder de hidrocarburos en organizar la Copa FIFA y la alianza táctica de la OPEP+ con Rusia marcaron el año 2022, sobre el fondo de larga duración de la presencia de China en África y de las demandas de la sociedad en la República islámica de Irán.

1. El extremo africano en un liderazgo del Sur Global

Entre las bajas de las operaciones militares especiales de Rusia en Ucrania el 24 de febrero, se cuenta la ilusión globalista emergente del BRICS, el grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Otro grupo, más formal, más antiguo, puede volver a escena. Dos décadas atrás, las tres más grandes democracias de Asia, de América Latina y de África se unieron formando una troika llamada IBSA: India, Brasil, Sudáfrica. Añadiendo al grupo Indonesia, la mayor democracia a la vez del mundo islámico y del Sudeste asiático, los países IBISA presidirán, sucesivamente cada uno, las reuniones del G20 entre 2022 y 2025. Será una oportunidad para que el Sur del Mundo pueda expresar un punto de vista divergente respecto de la política internacional de matriz occidental –el punto de vista hoy predominante. Y de presentar sus propias reivindicaciones.

La gran pregunta es: los gobiernos guiados por Joko Widodo, Narendra Modi, Lula da Silva y Cyril Ramaphosa ¿lograrán hablar con una sola y única voz para así promover mejor los intereses del ‘Sur global’? Las áreas clave por dónde empezar son la lucha contra el cambio climático (cuyos efectos más devastadores golpean desproporcionadamente más a este Sur), el comercio internacional y la amenaza que representa el creciente proteccionismo en el interior de las economías más desarrolladas –pero sobre todo en la de EEUU-, y las grandes migraciones encaminadas por la crisis económica (pero también por la climática).

2. En Israel, aislamiento diplomático exterior nunca es estancamiento político interior

Aliado de Rusia en Siria, durante el conflicto ucraniano Israel no pudo desempeñar el papel de mejor aliado de EEUU en la región que le es connatural. Este eclipse del centro de la escena hizo que, si no seguía con atención su política cotidiana, pasaran desapercibidos los cambios que hicieron de Israel un Estado cada vez más alejado y diferente del que sustancialmente había sido desde su fundación en 1948.

Después de más de un año en la oposición, Benjamín Netanyahu está de regreso. La Knéset dio este jueves su aprobación al nuevo gobierno, casi dos meses después de las elecciones parlamentarias del 1 de noviembre, las quintas celebradas en menos de cuatro años.

Netanyahu, líder del conservador Likud, formó  coalición con dos partidos ultraortodoxos y tres de ultraderecha. Los dirigentes Bezalel Smotrich (Partido del Sionismo Religioso), Itamar Ben-Gvir (Otzma Yehudit) y Avi Maoz (Noam), desde antes considerados extremistas en la política israelí, han polarizado a la opinión pública nacional e internacional.

Benjamín Netanyahu, que enfrenta cargos de corrupción ante los tribunales, dispone de una mayoría cómoda, con 64 de los 120 escaños del Parlamento. Para poder llevar a buen puerto los acuerdos de coalición, la Knesset aprobó varias leyes controvertidas, dirigidas a posibilitar que se cumplieran las promesas hechas en las negociaciones previas.

3. Libia, inteligencia, terror y 007

Ocho días atrás, Libia extraditó  a EEUU a un ex funcionario de los servicios secretos de Gadafi acusado de haber acondicionado la bomba que hizo explotar en pleno vuelo al avión que cayó sobre Lockerbie, Escocia.

El 21 de diciembre de 1988, un jumbo de Pan Am fue destruido por una bomba, en un atentado diseñado, según la investigación actual, por los 007 de Libia. El gobierno de Trípoli iba a extraditar a EEUU a Abdullah Senussi, durante largo tiempo jefe de los servicios secretos y presunto cerebro de este atentado. Pariente del propio Muhammar Gheddafi, con fama de brutal, y fue procesado por varias operaciones sobre las que se le piden cuentas. En la cárcel, estaba a punto de ser entregado a Washington. Pero a último momento, esta segunda extradición se vio frustrada. El clan al que pertenece el ex 007 había amenazado con represalias al gobierno de Trípoli. Entre ellas, el bloqueo de un acueducto fundamental.

La historia demuestra hasta qué punto países como Libia, en el mar Mediterráneo, enfrentada en el norte de África a la cercana Italia en el sur de Europa, siguen siendo socios inestables para el escenario europeo. Otro tanto vale para los restantes países del Maghreb, desde Túnez a Marruecos, pasando por Argelia.

4. Qatar 2022, y las descolonizaciones aceleradas

Nada disimuló el Mundial 2022 del entramado poscolonial global. Al contrario, todo lo visibilizó. Qatar ganó su independencia del Imperio Británico en 1971. Al final de los 'Treinta Gloriosos', las tres décadas de posguerra cuando Europa había crecido gracias al trabajo migrante barato y el petróleo árabe barato.

Desarrollado con una normalidad imperceptible, como querían las autoridades qataríes, el Mundial 2022 ha sido también el más ‘poscolonial’ del último medio siglo. Las victorias de Marruecos parecieron una revancha jubllosa, una insurgencia que supo mantenerse invicta, y como tales fueron vividos triunfos y promociones, mientras duraron y siguieron en carrera, por las masas y muchedumbres de marroquíes y simpatizantes afines entre la población trabajadora migrante que se manifestó con osadía en Europa, merecedora de una represión, en España, Francia, Países Bajos, Alemania proporcional al tamaño de su esperanza antes que a la conjetura de daños y peligros.

Según el ranking de desarrollo humano de la ONU, la Argentina bicentenaria ocupa el lugar 47; el Reino de Marruecos, con 37 millones de habitantes, el lugar 123, más bajo que cualquier país sudamericano. La historia marroquí es más larga que la argentina, pero el país africano entró en la ONU (y la FIFA) después que el sudamericano. Su independencia data de 1956: es 140 años posterior a la proclamada por el Congreso reunido en San Miguel de Tucumán. Marrueco se liberaba no sólo del imperialismo español sino también del francés. Hasta entonces, Marruecos había sido súbdito colonial -técnicamente, 'protectorado'- bajo la doble autoridad de Madrid y París.

En la ciudad qatarí de Jor, la Selección masculina de Fútbol de la Monarquía sunita de Marruecos fue derrotada por el equipo de la laica República Francesa. El país norteafricano quedó fuera de carrera mundialista por los dos goles de la potencia imperial europea de la que fue súbdito colonial hasta 1956. En ese estadio de Al Bayt, la mayoría de una hinchada pro-marroquí de 50 mil voces silbó cuando los rivales cantaron la Marsellesa, el himno revolucionario francés.

En Washington, Joe Biden, católico, vio la semifinal del Mundial de Qatar 2022 disputada entre Marruecos y Francia en compañía de Aziz Ajanuch, musulmán sunita, primer ministro marroquí, empresario multimillonario, CEO de Akwa, conglomerado hidrocarburífero de gas y petróleo. Presidente de EEUU y premier del reino de Marruecos estaban reunidos delante de una pantalla en la Casa Blanca. EEUU ya había sido eliminado. Curiosamente, son los países excluidos de la Cumbre de las Américas -Cuba, Venezuela- los más empáticos deportivamente con EEUU.

En cuanto a teleaudiencias africanas, la República de Pekín lleva una gran ventaja a la República de Washington -EEUU, gustan recordar los republicanos, es una República, no una Democracia-. Hoy 10 mil aldeas en África tienen tv satelital gracias a Pekín y ven gratis toda la programación china. 

5. EEUU desafía a China en África pero llega tarde

Después de fracasar en el refuerzo asociativo de la Cumbre de las Américas contra Rusia (y China), en la Cumbre EEUU-África organizada en Washington en la segunda semana de diciembre, la Secretaría de Estado se orientó contra China (y Rusia) para recuperar el tiempo perdido en el continente más joven del planeta. En África, la edad promedio de la población es la de la generación bisnieta de Biden: 18 años. En 2050 un cuarto de la población mundial vivirá en suelo africano. En el África ecuatorial, en el Congo, se encuentran dos tercios de las reservas mundiales de cobalto, fundamental para las baterías de litio. En el África atlántica, el tercer productor mundial de bauxita, roca sedimentaria fuente del aluminio, es Guinea -el segundo es China, el cuarto Brasil-.

Donald Trump no celebró cumbre ninguna con África. El último encuentro multilateral celebrado en Washington fue en 2014, en tiempos de Barack Obama, con Biden como su vice. Desde 2006, China ha organizado cada tres años un “Foro de Cooperación África-China”.

En 2021, el volumen del comercio chino-africano alcanzó los 245 mil millones de dólares; el de EEUU es 64,3 mil millones, cuatro veces inferior. China se ha convertido en el prestamista más importante, o conveniente, no siempre el más transparente, para los Estados africanos.

China está por detrás de la construcción de 46 puertos en África. EEUU no ha favorecido la construcción de ninguno. En la Cumbre de Washington, Biden ha buscado convertir a EEUU en un socio africano para la energía limpia y la economía digital. El ámbito de la infraestructura ya parece ser el territorio de la República Popular, que sigue impulsando el trazado de rutas, puentes, caminos, canales, y la erección de puertos y aeropuertos. 

Hay algo inexplicable en el retraso de EEUU para vincularse con África. Siempre ha sido para Washington un problema, nunca un socio. En el papel de anfitrión, en una cena con todos sus invitados, Biden confesó el “pecado original” de la trata de personas atlántica y de la esclavitud. En un gesto hacia el futuro, no hacia el pasado, anunció una inversión en modernísima digital economy por 350 mil millones de dólares. Enorme salto hacia adelante, indudable sinceridad presidencial, mero error en los números, corregido en el transcript de la Casa Blanca: será de 350 millones, la inversión norteamericana. 

En cambio, el Congreso votó 66 mil millones de ayuda a Ucrania, aumentando aquí los números más modestos de la Casa Blanca. Biden había presentado un pedido por 38 mil millones para el invierno del gobierno de Kiev enfrentado a Moscú.  

AGB

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