Hospitales, ambulancias y almacenes: 1.000 ataques contra la atención médica durante la invasión rusa de Ucrania

Icíar Gutiérrez

0

Más de 1.000 ataques confirmados a centros de salud, ambulancias y otros aspectos de la atención médica en Ucrania que dificultan que decenas de miles de personas puedan acceder a esta asistencia e incrementan los riesgos de enfermedad y muerte. Es el “sombrío hito” que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se acaba de alcanzar 15 meses después del estallido de la guerra: se trata de la cifra más alta que la agencia de Naciones Unidas ha registrado en una emergencia humanitaria.

Desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022 hasta el 31 de mayo, la OMS ha verificado un total de 1.004 ataques contra la asistencia sanitaria en Ucrania. En total, se han cobrado al menos 101 vidas, tanto de trabajadores sanitarios como de pacientes, y han dejado al menos 139 lesiones, según sus datos.

“Los ataques a la asistencia sanitaria constituyen una violación del derecho internacional humanitario”, dice Jarno Habicht, representante de la OMS en Ucrania, en un comunicado. “Privan a las personas de la atención que necesitan y tienen consecuencias de gran alcance y a largo plazo”, explica.

En la misma línea, Aitor Zabalgogeazkoa, responsable de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), que acaba de regresar de Ucrania, recuerda en declaraciones a elDiario.es que los hospitales y otros centros de salud así como las ambulancias, nunca deben ser objetivo: “Deben ser respetados porque la ley internacional humanitaria lo dice y porque no queda margen de maniobra para los civiles para pedir ayuda, que es una de las condiciones que hay en este tipo de conflictos”.

Como se aprecia en el siguiente gráfico elaborado por elDiario.es, si se desglosan, el grueso de los ataques verificados por la OMS en Ucrania, 896 en total afectaron a instalaciones sanitarias, mientras que 273 repercutieron a los suministros y 121, al transporte, incluidas las ambulancias. 72 ataques afectaron al personal; 27, a pacientes y también se han comprobado 17 que impactaron contra almacenes. En conjunto, estas cifras suman más de 1.004 porque un ataque puede afectar a varios aspectos de la atención sanitaria.

El dato no solo solo incluye los bombardeos: pueden ir desde la violencia con armas pesadas (que son la inmensa mayoría, un total de 843) hasta las amenazas y la intimidación, que afectan al acceso a la asistencia sanitaria de quienes la necesitan. Hay, por ejemplo, 78 casos de militarización y 30 de violencia de psicológica. La OMS entiende por ataque a la atención médica “cualquier acto de violencia verbal o física, obstrucción o amenaza de violencia que interfiera en la disponibilidad, el acceso y la prestación de servicios sanitarios curativos y/o preventivos durante las emergencias”.

Habicht también ha precisado que los ataques contra otras infraestructuras civiles, especialmente en los últimos seis meses –como es el caso de las plantas de energía–, están afectando indirectamente a la capacidad del sistema sanitario en general.

La OMS no precisa la autoría de los ataques. Preguntada al respecto, una portavoz de la agencia de la ONU ha respondido a elDiario.es que no tienen “mandato ni está equipada” para investigarlos, “incluida la identificación de los autores”. “La función de la OMS consiste en recopilar y difundir sistemáticamente datos sobre los ataques. Lo hace verificando que se han producido ataques” y “para poner de relieve su alcance y sus consecuencias”.

La semana pasada, en la Asamblea Mundial de la Salud, el foro anual de la OMS, 88 países miembros votaron a favor de una resolución que pide a Rusia que cese de inmediato cualquier ataque contra hospitales y otras instalaciones médicas.

La comisión independiente de expertos enviada por Naciones Unidas estudió varios ataques con armas explosivas en zonas pobladas de nueve regiones de Ucrania, muchos de ellos indiscriminados –no especifican los objetivos, ni si había hospitales u otros centros entre ellos–. La comisión concluyó en su informe final que las fuerzas armadas rusas lanzaron o probablemente lanzaron la mayoría, mientras que consideraron probable que las tropas ucranianas cometieran “un pequeño número”.

En cuanto a los ataques rusos, subrayan que el hecho de que los ataques afectaran a edificios civiles, como instituciones médicas en funcionamiento, también pone de manifiesto que no se tomaron precauciones: “Aunque las fuerzas armadas rusas tuvieran objetivos militares al llevar a cabo los ataques, el estatus de protección especial de las instituciones médicas debería haberles llevado a extremar las precauciones”.

“No se ha respetado prácticamente ninguna infraestructura civil”

Médicos Sin Fronteras ha denunciado la destrucción “masiva y generalizada” de estructuras sanitarias en Ucrania. “El principal problema en la guerra de Ucrania es que no se ha respetado prácticamente ninguna infraestructura civil. Y dentro de estas, los centros de salud y los hospitales”, dice Zabalgogeazkoa a este medio. “Sí nos consta que ha habido algunas instalaciones que han sido objetivo sin que tuvieran que serlo, porque están aislados o son muy reconocibles, pero en general lo que hay es una destrucción brutal de todas las zonas urbanas cerca del frente, y las infraestructuras civiles están arrasadas”, asegura.

La ONG no tiene acceso permanente a zonas del frente, donde solo tiene presencia temporal, y solo puede operar en zonas bajo control ucraniano. El responsable de MSF explica que en Donetsk, Jersón, Mikolaiv y Járkov ha presenciado que todos de los centros de salud que han atendido, “alrededor de 50 o 60 de ellos [en total entre las cuatro áreas], tienen afectaciones ”y algunos de ellos están absolutamente destruidos“. ”Lo estamos intentando paliar con rehabilitaciones temporales para que los pueda usar el personal local“, indica.

La semana pasada, Zabalgogeazkoa estuvo en Járkov: “Vi de todo: desde un centro de salud completamente intacto que no se usa porque simplemente no hay población alrededor hasta un centro de salud afectado, con unas cuantas habitaciones destruidas, del cual se utiliza la mitad. La otra mitad la hemos rehabilitado. Otros tienen los cristales rotos. Hay de todo”. El año pasado, los trabajadores médicos de MSF en fueron testigos “de daños compatibles con bombas de racimo” en hospitales“ en Mikolaiv y en Apostolove (Dnipropetrovsk) que obligaron a suspender las actividades médicas durante varios días, y también descubrieron la presencia de minas antipersona dentro de hospitales en funcionamiento, en zonas anteriormente bajo ocupación rusa en las regiones de Jersón, Donetsk y en Izium.

Según una herramienta de la OMS llamada Sistema de Vigilancia de la Disponibilidad de Recursos Sanitarios y Prestación de Servicios (HeRAMS), los centros de salud de las zonas más afectadas por los combates del este y el sur del país, incluidas las regiones de Jersón, Járkov, Zaporiyia y Donetsk, han informado de que se enfrentan a dificultades debido a la falta de seguridad y a los daños estructurales.

Sin embargo, de acuerdo con la agencia, un alto porcentaje de las estructuras de estas regiones están operativas y son accesibles, aunque sigan funcionando parcialmente. “El hecho de que el sistema sanitario de Ucrania siga funcionando en tales circunstancias es un testimonio de la heroica dedicación del personal sanitario”, que día a día sigue salvando vidas y brindando asistencia médica, indica Habicht.

Las dificultades

¿Cuáles son los efectos de los ataques de este tipo? Según la OMS, al privar a toda una población de los servicios sanitarios esenciales, provocan un un aumento de las enfermedades y muertes y deterioran los sistemas a largo plazo: “El efecto psicológico en los pacientes, atemorizados a la hora de buscar atención sanitaria, y en los trabajadores sanitarios, incapaces de prestar asistencia sanitaria en entornos seguros y protegidos, también es importante y repercutirá en la salud de la población durante largos periodos de tiempo”.

La agencia de Naciones Unidas apunta que, de acuerdo con sus datos, se han notificado importantes dificultades para prestar servicios especializados como quimioterapia y mamografías por falta de personal y equipos médicos, y en algunas regiones hay dificultades para prestar servicios de parto altamente cualificados. La atención primaria sigue estando ampliamente disponible en las regiones afectadas por la guerra, pero los costes han aumentado en el último semestre: casi un tercio de la población tiene dificultades para costearse ciertos servicios sanitarios, según encuestas elaboradas por la organización.

MSF, por su parte, ha denunciado los graves impedimentos a la atención médica bajo la ocupación militar rusa. “Los relatos de trabajadores sanitarios y pacientes que vivieron bajo la ocupación rusa indican graves restricciones de acceso a medicamentos, tratamientos o estructuras médicas vitales”, dijo la ONG en un comunicado en marzo. Con frecuencia, sus equipos tuvieron que tratar a pacientes con enfermedades crónicas que permanecieron sin tratamiento durante varios meses.

De acuerdo con los pacientes de MSF, la gente no podía acceder a la atención médica “debido principalmente a las restricciones de movimiento, la destrucción masiva de estructuras sanitarias o al comportamiento impredecible de algunas unidades rusas”. “Los pacientes también informaron de que las estructuras médicas y las farmacias que sobrevivieron fueron saqueadas y que el suministro de medicamentos no fue asegurado sistemáticamente por las fuerzas de ocupación”, sostiene. Médicos que antes vivían en zonas ocupadas por las fuerzas rusas describieron intimidación, detención, violencia y malos tratos por parte de los soldados, según la organización humanitaria.