Entrevista

John Magaro, actor: “Hay un trauma ahora mismo en EEUU, especialmente en la izquierda”

Javier Zurro

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John Magaro forjó su carrera en el cine independiente y comprometido. No fue una decisión del todo voluntaria, pero sí en parte. Su sensibilidad está más próxima a la de cineastas como Kelly Reichardt, con quien protagonizó la sobresaliente First Cow y repite en la próxima The mastermind, que a la de una franquicia a la Marvel. Eso sí, se niega a decir de esta agua no beberé.

Magaro tiene algo complicado de conseguir en un actor de Hollywood, y es que representa al hombre normal. Quizás por ello también fue habitual verle recientemente protagonizando papeles de eso que se llama ahora nuevas masculinidades. La mejor prueba, el novio bueno de Vidas Pasadas que espera a que su pareja vea alejarse al amor de su infancia en la poderosa escena final del filme de Celine Song.

Cuando uno habla con él uno piensa que los papeles que elige John Magaro son la consecuencia lógica de su forma de ser. En tiempos convulsos es de los pocos actores que se atreve a alzar la voz y que pide a los demás que lo hagan. Pero por encima de todo, es un actor portentoso. Lo demuestra transformándose en el pianista Keith Jarrett, leyenda del jazz que dio uno de los conciertos más importantes de la historia de la música. Lo hizo en Colonia, en 1975, y se revive, desde el punto de vista de Vera Brandes en Köln 75, que llega este viernes a los cines españoles tras pasar por el Festival de Berlín, donde Magaro atendió a elDiario.es.

¿Conocía a Keith Jarrett antes de la película?

No sabía quién era. Pero me enviaron el guion, lo busqué, obviamente, y me dio curiosidad. El personaje de Keith me pareció muy interesante. La idea de interpretar a este icono, a este pianista legendario, también me entusiasmaba. Así que supe que quería formar parte de ello. Una vez lo decidí tuve que emprender un viaje de descubrimiento. ¿Quién era Keith Jarrett? ¿Cuál era su música? ¿Por qué ha tenido tanto impacto? Leí mucho, escuché mucho y vi mucho para realmente descubrir quién era este tipo.

¿Intentó imitarlo?

Hasta cierto punto la nuestra es una especie de versión mitológica de Keith. Es casi una versión onírica. Sí que estuve escuchando su voz, sus gestos, su forma de hablar… acabo de hacer September 5, donde interpreté a una persona real. El tipo al que interpreto es alguien a quien la gente no conoce. No saben cómo suena. No saben cómo actúa. Así que cuando interpretas a alguien así, no hay presión para captar sus gestos. Pero Keith es conocido, sentí que para honrarlo y rendirle homenaje, tenía que captar algo de su comportamiento. Especialmente su forma de tocar el piano, que es tan única y específica de él, que podría ser casi ridícula o cómica. Dedicamos mucho tiempo a trabajar en la representación de cómo tocaba el piano y a resaltar su estilo sin exagerar ni convertirlo en una parodia.

Viendo la película pensé que el jazz ahora no es tan importante como lo era entonces.

Ni siquiera sé si en aquel entonces era realmente así. Sin duda, en Estados Unidos en ese momento había pasado de moda. Había una razón por la que Keith estaba tocando aquí en Berlín. Realmente era el rock lo que estaba arrasando, y el soul. Era un mundo diferente. Muchos músicos de jazz encontraron su lugar en Europa porque era el único lugar donde prosperaba. Hoy en día es aún más de nicho. Pero claro, es que el rock and roll también lo es ahora. Creo que así es la música. Simplemente hay ciclos. Pero cuando algo es tan popular como lo fue el jazz, siempre hay una base de fans. Me ha sorprendido mucho cuando menciono a Keith Jarrett que hay gente incluso más joven que yo que lo conoce, que, por alguna razón, ha descubierto esa música; el amor y la veneración que le profesan quienes lo conocen es impresionante.

¿Pasa en el cine lo mismo, que esos directores del nuevo Hollywood de los 70 quizás son más queridos en Europa mientras que en Hollywood están más pendientes de las grandes superproducciones?

No sé. En Hollywood tuvimos ese nuevo cine de los 70, que fue una época única donde el sistema de estudios adoptó un estilo de autor. Pero, a lo largo de la historia del cine, han sido principalmente los estudios y las grandes productoras las que han estado ahí. Creo que ahora estamos volviendo al mismo ciclo de Hollywood que comenzó en los años 20, donde solo había grandes estrellas de cine y grandes figuras. Pero sí, el jazz, diría que es como el cine independiente, porque existe, pero se encuentra en la periferia del cine convencional.

Al darnos cuenta de los defectos que teníamos como hombres blancos privilegiados hemos avanzado mucho. Si le damos la espalda a eso estamos realmente condenados

Siempre le vinculamos al cine independiente, ¿es una elección o fue casualidad?

Es una mezcla. Es algo que me alegra mucho. Recuerdo que cuando era más joven quería descifrar el código del cine independiente porque veía a estos actores y pensaba, “me encantaría hacer eso”. Pero no fue intencional. Mis primeros trabajos consistían en papeles pequeños en películas de estudio. Y luego no sé por qué sucedió, pero empecé a forjar relaciones con cineastas independientes. Creo que mi sensibilidad tiende a residir más en eso. Así que creo que tiene sentido. Uno suele destacar en cosas que realmente te atraen, a diferencia de las que sientes que solo haces porque es un trabajo. No podría decirte científicamente por qué ha ocurrido, pero estoy feliz de estar allí.

¿Sigue queriendo este tipo de gran proyecto que quizás le ponga en el foco de atención de Hollywood o en este momento ya no?

Yo solo quiero hacer un buen trabajo. Tengo familia e hijos, así que si alguien quiere pagarme por salir en una película de Marvel, allí estaré. Soy muy afortunado. Es una época muy difícil, y hablo con muchos de mis colegas y conseguir trabajo como actor es difícil. Tengo la suerte de poder trabajar con algunos de los mejores cineastas independientes. E incluso con cineastas que no son independientes y que vuelven a incursionar en el cine más pequeño. No estoy buscando activamente ese gran proyecto, pero si surge, probablemente allí estaré.

Es mejor ser honesto.

Sí.

Es hijo de dos maestros, ¿cuándo decidió ser actor, tuvo una formación artística?

No. Fui a un instituto público normal y hacía teatro como afición de pequeño. Creo que realmente quise ser actor cuando fui a la universidad. Ahí tuve que decidir qué iba a estudiar en la universidad, porque mis padres eran profesores y había una expectativa de que fuera a la universidad. No era una casa donde uno pudiera simplemente salir y decir: “Voy a ser artista y mudarme a Nueva York”. Siempre se esperaba que estudiara una carrera, así que decidí obtener un título en teatro sin saber muy bien qué significaba eso. Fue en la universidad donde descubrí mi verdadera pasión. Allí leía y veía buen cine, obras legendarias. Hablaba con gente afín, porque donde crecí no había artistas ni actores. Así que fue una experiencia reveladora, y más que la formación, simplemente el tiempo para leer, ver, escuchar y observar grandes obras de arte.

Luego me fui a Nueva York y tuve mucha suerte. Conseguí un agente y empecé a ascender constantemente, intentando superarme como artista. Y sigo yendo a un coach, leyendo, viendo cosas... Sigo sintiendo que es muy importante para mí seguir creciendo como actor, mejorando, explorando nuevos territorios y evolucionando. Además, es extraño, porque como pintor envejeces, pero no te ves a ti mismo a menos que estés haciendo autorretratos constantemente. En el cine ves tu vida pasar. Es un viaje similar al de tu propia vida en muchos sentidos. Creo que muchos actores se agotan o dejan de tener éxito quizás porque no estén dispuestos a emprender ese viaje, a desafiarse con esa parte desconocida de envejecer.

¿Hubo alguna interpretación que le abriera los ojos?

Sí, algunas, pero en particular hay una que nadie ha visto. Una del actor Raymond Anthony Thomas, a quien vi en la universidad. Estaba haciendo una obra llamada Topdog/Underdog. Era una compañía de teatro profesional con actores profesionales como él y en ella estaba también Billy Porter, que también ha tenido mucho éxito. Su actuación en el escenario fue absolutamente honesta, profundamente veraz, sencilla, profunda, llena de matices. Fue algo que nunca había visto antes en el escenario y algo que tampoco se ve a menudo en el cine. Me inspiró y dije: “Ese es el tipo de actor que quiero ser, una persona completamente sincera”. Realmente fue en ese momento cuando todo empezó a tener sentido. Lo que quería, lo que buscaba.

¿Tiene que ver eso con los papeles que suele elegir, que muestran eso que ahora los periodistas llamamos nuevas masculinidades?, ¿busca eso en los guiones o es algo que vemos los demás en usted?

Es una mezcla de ambas cosas. Es algo que siempre he querido explorar, y aunque no esté ahí, intento encontrar algún componente sobre eso. Creo que vivimos en una época muy extraña, especialmente en Estados Unidos, pero también aquí, en Europa, donde la antigua forma de ser masculino contradice lo que hemos descubierto sobre lo que realmente significaba ser hombre. Así que quiero seguir desafiándolo y desarrollándolo, porque creo que esa vulnerabilidad que he aprendido, especialmente ahora como padre de una hija, es algo que no podemos dejar atrás. Hemos avanzado tanto al darnos cuenta de todos los defectos que teníamos como hombres, especialmente los hombres blancos privilegiados, que si le damos la espalda estamos realmente condenados. Así que me siento muy afortunado de poder explorar eso en mi faceta actoral.

Tengo familia e hijos, así que si alguien quiere pagarme por salir en una película de Marvel, allí estaré

Eso conecta con la película, que muestra que muchas de las luchas de finales de los 60 y de los 70, son las mismas que estamos teniendo hoy en día.

Creo que incluso antes de los 70 ya había estas luchas. Por eso el cine es tan genial. El cine no tiene por qué educarnos, pero cuando miramos al pasado, cuando nos sumergimos en la historia y observamos estos momentos y nos damos cuenta de los paralelismos con lo que estamos viviendo ahora, eso puede iniciar un diálogo que nos desvíe del rumbo de colisión en el que tendemos a caer constantemente en este ciclo de historia que se repite.

Creo que con demasiada frecuencia la gente no quiere volver a eso, pero tienes toda la razón, los problemas simplemente siguen ocurriendo y repitiéndose. Y si estás atrapado en ese mismo ciclo, entonces es que hay algo absurdo, sin sentido y nihilista que no nos está llevando a ninguna parte ni a evolucionar como seres humanos. Así que sí, creo que es muy importante examinar ese tipo de cosas.

Cuando los actores de Hollywood vienen a un festival europeo y les entrevistamos dicen que aquí somos muy políticos. ¿Hay miedo en EEUU a hablar de política ahora mismo?

Es raro… Es cierto que Hollywood es progresista. La gente con la que trabajo suelen alinearse conmigo políticamente, pienso en Kelly Reichardt. Ella y yo hablamos mucho de política. Hablamos más de política que de arte o cine. No creo que debamos manipular a la gente, pero sí que hay que señalar los problemas históricos y los problemas con las instituciones con las que nos hemos familiarizado y que hemos olvidado que podrían desaparecer. No digo que todas las películas deban ser tan políticas, pero a mí no me importa venir aquí y hablar de ello.

Me parece refrescante que sea en Europa. Hay una disposición a hablar de ello. En cambio, en EEUU, sobre todo hoy en día, la gente se siente mucho más segura manteniendo las cosas de forma superficial en lugar de hurgar bajo ellas. Hay mucho trauma ahora mismo en EEUU por lo que está sucediendo. Y creo que lo hay especialmente en la izquierda. Hay una especie de “No quiero lidiar más con esto. He sido tan maltratado, abusado y traumatizado que necesito un respiro”. Y creo que por eso está sucediendo lo que está sucediendo en EEUU.